EL DOLMEN DE MENGA.-UNA ESTRUCTURA EXCEPCIONAL.

 

                           El dolmen de Menga. Una estructura excepcional.

Antecedentes.

Tal cómo se presenta en el estudio Hidrología del Subsuelo y Arqueología, tanto las estructuras para un uso funerario, como las destinadas a la relación con la divinidad, se construyen coincidiendo con el trazado de la proyección en la superficie del terreno, de las corrientes de agua subterránea y de las líneas de corriente profunda existentes en el mismo.

Para ello, se elige el lugar en el que esta proyección, permite la edificación de unas estructuras del tamaño y forma adecuadas al uso para el que se destinan, además de cumplir con unas características que podrían definirse como rituales, determinadas por su finalidad concreta.

 

En el caso de un uso funerario, su característica identificativa consiste en que, ha de darse la presencia de dos corrientes subterráneas que se cruzan a diferente nivel, cuya proyección forma un ángulo cercano a los 90º. Las corrientes han de estar lo suficientemente próximas a la superficie, para que su detección permita diferenciar cada uno de sus márgenes y por lo tanto,  medir su anchura. 

Se las denomina corriente somera.

El conjunto central se sitúa en la vertical del punto de cruce y, en los casos en que la estructura se desarrolla longitudinalmente, lo hace siguiendo exactamente las irregularidades propias de la corriente más próxima a la superficie del terreno, y siempre aguas abajo del punto de cruce.

En los dólmenes de Antequera se cumplen estas condiciones e incluso en el de El Romeral, que presenta un doble cruce, se construyen dos cámaras funerarias, con dimensiones adaptadas a las diferentes anchuras de las corrientes. 

 

El dolmen de Menga no cumple con estas especificaciones y por ello, no se trata de una estructura destinada a un uso funerario.

 

 

Las estructuras destinadas a la relación con la divinidad, tienen como característica la presencia de dos corrientes situadas a tal profundidad, que en la superficie del terreno se detectan como una línea, sin que pueda medirse su anchura y que se cruzan formando un ángulo próximo a los 90º.

A estas corrientes se las denomina línea de corriente profunda.

 

El desarrollo de la estructura ha de ser tal, que los asistentes a las ceremonias, mirando hacia el punto de cruce, que constituye el lugar sagrado, reciban la corriente central de frente.

 

 

El resto de la construcción, se adapta exactamente a las líneas de corriente profunda  existentes en el terreno, de un modo que podría definirse también como ritual

Por esta razón a veces presentan irregularidades constructivas, inexplicables desde un punto de vista arquitectónico.

 

 

En ocasiones, la línea de corriente profunda que define el eje longitudinal de la construcción, es sustituida por una única corriente lo bastante próxima a la superficie para que su anchura sea medible, y que cumple con todos los demás requisitos establecidos anteriormente.

 

 

La explicación sobre la manera en que todas estas características de la hidrología del subsuelo, eran detectadas por sus constructores, careciendo de la tecnología y los conocimientos científicos actuales, se presenta en el estudio La técnica del Zahorí, cuyas sorprendentes conclusiones resultan ser de una extraordinaria eficacia técnica.

 

 

 

 

 

 

 

El dolmen de Menga. 

Desde el primer momento llama la atención por sus características constructivas, muy alejadas de las habituales en los dólmenes destinados a un uso funerario.

Lo que sería la cámara y el corredor se diferencian difícilmente y su interior, más bien presenta  las características propias de una estructura destinada a un uso habitacional, que las de un recinto funerario.

 

La intencionadamente irregular disposición de los pilares, parece obedecer a razones no relacionadas con una lógica puramente arquitectónica, así como la irregular alineación de los ortostatos que delimitan todo el recinto.

 

 

 

 

Termina de añadirse como anomalía extraordinaria, la presencia en su zona más interior, de un pozo de 19,5 m de profundidad.

Resulta excepcional, teniendo en cuenta su elaboración, con las herramientas y conocimientos técnicos de la época.

 

No hay dudas en cuanto a por quién y cuándo fue construido, ya que en su excavación arqueológica, se han encontrado los restos de las mazas de piedra dura con las que fue trabajado.

 

Es posible que la hidrología de su subsuelo, arroje alguna luz sobre todas estas cuestiones.

 

 

Hidrología del subsuelo.

 

 El análisis de la hidrología de su subsuelo, muestra la existencia de una única corriente próxima a la superficie, que discurre a rumbo 045º.

Está situada a una profundidad media estimada entre 58 y 60 m bajo el nivel del suelo del dolmen.

 

Es la única corriente somera existente, lo que excluye la posibilidad de que la  finalidad de su construcción fuese un uso funerario.

 

En niveles de gran profundidad, se detecta una familia de líneas transversales, probablemente todas ellas originadas por el mismo plegamiento geológico.

Cuestión esta que se aclarará en una próxima determinación, cuando el nivel freático esté más bajo y con ello puedan determinarse sus respectivos sentidos de circulación.

 

En el momento de llevarse a cabo las actuales mediciones, y debido a su alto nivel, se generaba una gran cantidad de señales parásitas y ruido de fondo, que hacían resultase muy dudosa la correcta apreciación, del sentido de circulación de estas líneas de corriente profunda.

 

 

La línea de corriente longitudinal proporciona una señal más potente, y la determinación de su sentido de circulación no ha presentado problemas.

 

Probablemente se encuentre en un nivel menos profundo que las líneas transversales o bien sea más caudalosa y turbulenta.

Técnicamente no es posible diferenciar entre ambas posibilidades.

 

La superposición de estas corrientes sobre el plano del dolmen, utilizando el eje de referencia y el punto de origen común, aporta información clave para comprender las motivaciones de su situación, y las irregularidades arquitectónicas que presenta en toda su estructura.

 La forma y dimensiones del mismo, siguen exactamente las dos márgenes de esta corriente, por lo que presenta las irregularidades propias de un curso de agua natural.

 

La posición del ortostato que cierra el fondo SW, se hace coincidir con una línea transversal de corriente profunda, que se cruza con la corriente somera central, formando un ángulo de 075º. Suficientemente próximo a la perpendicularidad.

 

Los asistentes a las ceremonias, situados en el interior de la estructura y mirando hacia el plano del cruce, reciben de frente la corriente somera, que define el eje central de todo el conjunto.

 

Por todo ello, se trata de una estructura destinada a la relación con la divinidad;  de un templo.

 

A lo largo del dolmen, también discurre una línea de corriente profunda, con un recorrido ligeramente zigzagueante. Hace  su entrada algo descentrada por el lado NW, a rumbo 065º, para salir poco antes del inicio del corredor, a rumbo 072º.

 

El resto de la familia de líneas de corriente profunda que circulan entre NW y SE, en sus puntos de cruce con la línea longitudinal, definen las posiciones de las columnas, así como las dimensiones y formas de las losas de cubierta, en su sentido longitudinal.

 

Esto explica las irregularidades constructivas que presenta todo el conjunto.

 

 

La singularidad de Menga.

 

Además de la rareza de tratarse de un templo, cuando lo habitual en estas estructuras es que se destinen a un uso funerario, presenta una singularidad que le hace único entre los hasta ahora conocidos.

 

En su parte más sagrada, el fondo SW, sus constructores excavaron un pozo que alcanza los 19,5 m de profundidad.

No hay duda de que fueron ellos, porque se han encontrado los instrumentos de piedra dura con los que lo trabajaron.

 

Evidentemente, se trata de un intento de acceder al rio, cuya proyección en superficie, condiciona el conjunto de forma y dimensiones de toda la estructura.

La pregunta a formularse es, para que intentaban alcanzar este río.

 

Si se hubiera tratado de extraer agua, no tiene sentido situarlo dentro del templo.

Se trata de otra cosa.

 

Con los conocimientos geológicos actuales, se sabe que a lo largo de los ríos subterráneos, además de agua, ocasionalmente circulan gases procedentes del subsuelo, algunos de ellos tóxicos, otros inofensivos, y que en ocasiones llegan a alcanzar una gran presión.

La inhalación de estos gases para lograr la supuesta comunicación con los dioses, es sobradamente conocida.

El oráculo de Delfos es un buen ejemplo de ello.

 

En todos los casos de los que se tiene noticia, se utilizaban surgencias naturales, bien directamente de gas, o bien de aguas por las que ocasionalmente borboteaban los gases, que con su inhalación provocaban el trance en las personas correspondientes.

Sobre estas surgencias es donde se edificaban los templos destinados a este fin.

 

El caso de Menga, es único en el mundo, porque se intenta de un modo artificial y utilizando los medios técnicos existentes en el 4.500 a.C., forzar la presencia de estos gases dentro de la cámara sagrada, por medio del acceso directo al río subterráneo.

 

En este caso concreto la cuestión a plantearse, es el por qué se detuvieron a los 19,5 m sin haber alcanzado el citado río.

 

La respuesta resulta evidente. Detectaron la presencia del río y comenzaron la excavación del pozo. Continuaron hasta que alcanzaron el nivel freático en ese lugar y el pozo se inundó, viéndose obligados a suspender la excavación.

 

Hoy en día, en ocasiones de periodo lluvioso, el pozo también se inunda.

El 17 de marzo del 2013, fecha en la que se realizaron estas mediciones, el agua alcanzaba los 4,7 m sobre el fondo del mismo.

 

En los periodos secos, aprovecharon para profundizar todo lo posible, pero finalmente llegó un momento en el que ya no pudieron avanzar más.

 

Ha de tenerse en cuenta que en esa época, el trabajo exigía la presencia física de los trabajadores en el fondo del pozo.

 

Las cosas parecen indicar, que conocían la forma de detectar la presencia de las corrientes subterráneas, pero desconocían el método para determinar su profundidad.

Es por ello por lo que comenzaron esta operación, que desde su inicio resultaba imposible para su técnica

 

Quedan con esto resueltas las cuestiones planteadas inicialmente.

 

Teniendo en cuenta la excepcional circunstancia de tratarse del único caso conocido, se abre la posibilidad de ejercer una serie de acciones que potencien y complementen estos resultados.

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Comentario por José María Montes Villa el mayo 8, 2013 a las 5:24pm

D. Carlos, observo con estupor que se posiciona claramente del lado de los zahories, veedores y radioestesistas varios.

Usted comenta: "Utilizando la técnica que explico, los resultados prácticos han sido del 100% en todos los casos en los que después, se ha podido comprobar la existencia real del agua detectada, siempre que las partículas mecánicas detectadas estuvieran en movimiento. No se detectan cuando permanecen estáticas o su velocidad de desplazamiento es inapreciable".

O sea que la practica totalidad de los embalses subterraneos o masas de agua subterranea es decir de los acuiferos, son indetectables para su técnica, pues en ellos la velocidad del flujo del agua es muy pequeña. La conductividad hidráulica media en los acuiferos es de 1 a 10 metros/día y más baja aun si se trata de acuíferos detríticos o clásticos.  

Por otra parte y ante un nivel de aciertos del 100% (ya lo quisiera yo para mi) lo mejor es que se dedique a la venta de aguas garantizadas, un negocio con pingues beneficios económicos, anímese y a arruin...., perdón a forrarse. 

 

Comentario por Carlos Pellón Rivero el mayo 8, 2013 a las 7:14pm

Sr. Caso de los Cobos. Agradezco sinceramente el respeto personal que me manifiesta y puedo asegurarle que es recíproco.

Reconozco que a veces se me escapa una cierta ironía en mis comentarios, mis disculpas por ello.

Lo que más agradezco es su decisión de exponer claramente su opinión. Precisamente eso es lo que deseo, conocer dónde me equivoco para corregirlo, siempre que se haga de manera razonada y en términos razonables. Paso ahora a contestar a sus comentarios.

Bibliografía sobre el tema.- No he sido capaz de encontrar  ni una sola publicación medianamente aceptable sobre estos temas. Considero por ello que soy una especie de pionero, porque los hechos están ahí y pueden comprobarse tantas cuantas veces sean precisas. Puedo asegurarle que a veces me siento cómo un naufrago en una isla desierta.

Teoría del zahorí.- Lo publicado sobre zahorismo y radiestesia (todo revuelto) que yo he podido consultar, constituyen un conjunto de fantasías imaginativas, que cuando intentan dar explicaciones a lo que sucede no son más que un conjunto de elucubraciones sin ningún sentido científico, en los que se mezclan el ocultismo con otras muchas concepciones que desde mi punto de vista de técnico en estado puro, resultan inaceptables. Eso en el mejor de los casos, porque otros son sencillamente demenciales.

En cuanto a mi teoría, no es más que el intento de dar una explicación “técnica” a unos hechos que realmente suceden. Son el fruto de una experimentación con suficiente número de sucesos que permiten afirmar que las cosas suceden así. Eso no quiere decir que no sean posibles otras explicaciones, pero hasta ahora no he podido encontrarlas. Lo que yo  expongo en La Técnica del Zahorí es resultado de gran número de experiencias prácticas y explican de un modo razonable los sucesos reales encontrados. Mi deseo sería que se me indicase en que aspectos estoy equivocado, razonando adecuadamente esa opinión. Todavía estoy esperando, pero confío en que alguna vez ocurra.

Los zahoríes.-Intenté acudir a zahoríes profesionales, pero encontré que técnicamente no tenían ni idea de lo que realmente sucedía y su formación científica era prácticamente nula, es por ello que tuve que decidirme a ser yo mismo el zahorí, que no el radiestesista. No conviene mezclar las dos cosas, porque no tienen nada que ver la una con la otra, a pesar de la opinión generalizada por personas que no conocen su profundo fundamento técnico. Para más seguridad he realizado experiencias prácticas con diferentes personas, que han permitido confirmar y generalizar lo encontrado personalmente.

Geohidrología.-La detección se realiza sobre el curso de un flujo de partícula mecánicas en movimiento, este aspecto es crucial, si no hay movimiento, no hay detección. Todas las verificaciones realizadas han probado prácticamente que es así. Teniendo en cuenta que casi todas las determinaciones lo han sido sobre terrenos no volcánicos, lo lógico es suponer que se trata de corrientes de agua, pero no descarto que pueda tratarse de “otra cosa”. Es por ello que en este aspecto, debo ceder la palabra a los geólogos, que son los que entienden en el tema. Espero sus propuestas, porque “lo que se mueve” está ahí, y eso no es discutible. Si no son corrientes de agua, ¿qué son? Me niego a admitir conceptos esotéricos no demostrados, que es lo único que hasta ahora he encontrado.

Fundamentaciones.- Lo único que puedo ofrecer son más de un centenar de casos reales, todos ellos comprobables y haber pasado con éxito las pruebas prácticas que me han exigido algunos arqueólogos para poder trabajar con ellos. En este momento estoy pendiente de fijar la fecha de localización de un dolmen que está cubierto en algún lugar de Atapuerca (Burgos) y que sospecho es un ejercicio práctico para poner a prueba el real funcionamiento del sistema. Ya veremos.

Con mi agradecimiento por sus comentarios, un cordial saludo.

 

Comentario por Carlos Pellón Rivero el mayo 8, 2013 a las 7:48pm

Estimado Luis María: Agradezco la información sobre el dolmen de Menga.

Yo me limito a exponer lo que he encontrado y la interpretación de los hechos corresponde a los arqueólogos, que son los expertos en ello. Creo haber leído algo, escrito por alguno de sus colegas, sobre el que hay ciertas dudas en la verdadera finalidad de la estructura en cuestión. Esto vendría a dar una explicación a la gran cantidad de anomalías, que al parecer presenta respecto a otros dólmenes claramente funerarios, entre los que se encuentran el resto de los de Antequera.

Por mi parte, cundo inicio un trabajo, procuro saber lo menos posible sobre la estructura de la que se trata, para no sugestionarme con ideas preconcebidas y de ese modo eliminar el riesgo de caer en algo parecido a la radiestesia que llevaría a resultados equivocados. Una vez finalizado el estudio, es el momento de documentarme y, sobre todo, escuchar a los profesionales del tema.

En otro aspecto de cosas, piense por un momento determinar, por ejemplo en el Valle de los Reyes, en Egipto todos los cruces de corrientes someras que se detecten. Esto permitiría localizar todas las tumbas notables existentes, ya que para la situación  de una tumba es precisa la existencia de uno de estos cruces. Aunque esta es una condición necesaria, pero no suficiente, en cualquier caso reduciría enormemente el trabajo de búsqueda con el empleo de métodos convencionales.

Le estoy proponiendo una herramienta más de prospección arqueológica, y en ningún caso añadiendo más dificultad al trabajo arqueológico, ya de por sí suficientemente complicado

Un cordial saludo

Comentario por Carlos Pellón Rivero el mayo 8, 2013 a las 7:58pm

Estimado José María: En ningún momento he puesto en duda sus comentarios ni lo fundamentado de los mismos, todo lo contrario. Me sirven para aprender en un terreno que no es el mio y en todo momento considero que su postura es sincera , clara y autorizada, que para mí es lo más importante. Yo me limito a escuchar a los expertos, y mucho más si poseen experiencia de campo.

Desearía que no se me malinterprete y hacer claramente patente mi consideración y respeto profesional.

Un cordial saludo

Comentario por Carlos Pellón Rivero el mayo 8, 2013 a las 8:06pm

Estimado Luis María: He cometido el error de poner José María en mi respuesta, ruego a ambos que me disculpen, es consecuencia de las prisas.

Les ruego perdonen este error involuntario, pero imperdonable

Comentario por Carlos Pellón Rivero el mayo 8, 2013 a las 8:40pm

Estimado D. José María: Estoy absolutamente en contra de los zahoríes, veedores y radiestesistas varios. Creo que mi posición ha quedado clara en mi respuesta al Sr. Caso de los Cobos. Ocurre que no tengo una palabra para definir la técnica que yo propongo y me veo obligado a emplear la de zahorismo aunque soy consciente de que se presta a confusión y, lo que es peor, se asocia con esos grupos sobre los que prefiero no opinar, técnicamente hablando.

Efectivamente, los acuíferos no son detectables con la técnica que he llamado zahorismo. En ellos sólo es aplicable la radiestesia y un excelente radiestesista, a lo más que puede aspirar es a reducir el número de probabilidades de error, pero siempre serán probabilidades.

Puedo asegurarle que he tenido que soportar pruebas de todo tipo de orígenes, arqueólogos, alcaldes de localidad, propietarios de fincas, etc. Los aciertos han sido siempre del 100%. En todo momento con corrientes de agua en movimiento.

Nunca he cobrado nada por ello, ya que mi única finalidad es aprender, y únicamente en una ocasión me regalaron unas botellas de vino, que tuve que aceptar por no desairar al donante. 

Un cordial saludo.

Comentario por José María Montes Villa el mayo 8, 2013 a las 10:15pm
Acabáramos, entonces es usted el inventor de la técnica que explica en su post y que es certera al 100 por 100. Comprenderá que por mi formacion académica y mi dilatada experiencia no me crea nada y no le de ninguna credibilidad a ninguna de sus investigaciones.
Para los demás contertulios: nunca jamás he visto a un zahorí acertar un pozo y sacar agua. Cuando ejercía en la empresa privada y teníamos que perforar un pozo marcado por un zahorí, siempre exigíamos el pago por adelantado porque sabíamos los problemas que posteriormente había entre el zahorí y el cliente al que le habían asegurado que había agua y los trucos y excusas del zahorí para sacudirse la responsabilidad de encima y cargar el muerto al perforador. Trabajando para la administración pública nunca he consentido la perforación de ninguna captación de aguas que no tuviera su estudio hidrogeologico completo.
Comentario por Carlos Pellón Rivero el mayo 9, 2013 a las 1:05am

Estimado D. José María: Estoy de acuerdo con Vd. yo tampoco confiaría en los que define cómo zahoríes. Yo no he inventado la técnica, simplemente, he investigado la forma en que funciona y con ello he podido optimizar el modo de operar con ella. Soy ingeniero y puedo asegurarle que he tenido que convencerme a mí mismo, antes de darla por buena y le aseguro que hay aspectos que todavía me parecen increíbles, pero son, y eso para mí es lo que cuenta.

Dicen que el movimiento se demuestra andando, propóngame una demostración práctica en el lugar que considere oportuno, siempre que se trate de un fluido en movimiento, por ejemplo una conducción de agua, y vemos lo que resulta. No puedo asegurarle una precisión de + 6 cm en la localización vertical porque, por mi edad, mis reflejos no son los que eran, pero podremos hablar de + 12 cm

Por otra parte, respeto su libertad de no creerse nada, pero para mí sería muy interesante conocer que aspectos concretos le resultan más increíbles, en el planteamiento de La Técnica del Zahorí, para revisarlos cuidadosamente y ver si, al menos en ellos, puedo estar de acuerdo con sus conclusiones.

Coincido con su opinión, yo tampoco haría una perforación sin un estudio hidrogeológico completo.

Un cordial saludo

Comentario por José María Montes Villa el mayo 9, 2013 a las 1:22pm

D. Carlos: yo tengo un amigo , tambien ingeniero, que detecta conducciones muy someras (tuberias, canalizaciones,...), aunque no con la precisión y fiabilidad que usted dice que alcanza. Pero tiene claro que aguas subterráneas a grandes profundidades no las detecta, no porque no lo hay intentado en alguno de mis pozos.

Una pregunta: ¿porque los zahories son muchas veces ingenieros y los radioestesistas son abogados?. ¿tendra alguna logica?. 

Comentario por Carlos Pellón Rivero el mayo 9, 2013 a las 2:00pm

Estimado José María: Probablemente su amigo no ha optimizado,mecánicamente hablando, sus varillas de detección. Pienso que su opinión sobre La Técnica del Zahorí sería muy interesante para ambos.

En cuanto a detección en profundidad, mi experiencia con aguas de las que posteriormente he podido confirmar su existencia de un modo fehaciente, tiene sus límites en el nacimiento de río Cadagua (Burgos),que fue detectado a -440 m. Descendiendo hasta el nacimiento, pude tomar con mis manos el agua detectada.

Otro caso diferente fue en el Valle de Mena (Burgos) en el que una compañía petrolífera realizó un sondeo y a los -2.200 m se encontraron con una corriente de agua tan brutal, que dobló el trépano de perforación y no pudieron sacarlo. Yo detecté esa corriente en superficie con una anchura de 8,2 m, pero por las características del terreno circundante y tener que desplazarme los 2.420 m que eran precisos para determinar la profundidad, esta no pude determinarla. Confío en que los de la compañía petrolífera decían la verdad, pero yo no pude "tocar" ese agua.

Respondiendo a su pregunta, permítame aderezarla con algo de mi ironía. 

La lógica que yo encuentro a la circunstancia que plantea, puede basarse en que, el zahorismo es una disciplina exacta y obedece a unas reglas fijas y la radiestesia "depende" de la habilidad del radiestesista, por lo que el resultado siempre contiene algo de incertidumbre.

Espero que coincidamos en esta lógica, tapizada de un cierto sentido del humor.

Un cordial saludo

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