Excavan en la cueva de Shanidar (Irak) el esqueleto parcial de un neandertal de hace más de 70.000 años

El cráneo del neandertal hallado se encontró aplastado por miles de años de sedimentos y caída de rocas, en la cueva de Shanidar, en el Kurdistán iraquí.

Un equipo de investigadores ha descubierto en la Cueva de Shanidar -en las estribaciones del kurdistán iraquí- un esqueleto parcial de neandertal que será clave para investigar las prácticas mortuorias de esta especie humana extinguida hace unos 40.000 años.

El esqueleto -el primero que aparece en más de veinte años- ha sido descubierto en uno de los yacimientos más importantes de la arqueología del último siglo, la Cueva de Shanidar, excavada por primera vez en la década de 1950 por el arqueólogo Ralph Solecki.

De aquella excavación salieron a la luz los restos parciales de nueve hombres, mujeres y niños neandertales. Unos estaban agrupados y otros tenían restos de polen antiguo alrededor, detalles que para Solecki eran una prueba de que estos humanos enterraban a sus muertos y utilizaban flores en sus ritos funerarios.

La hipótesis del "entierro con flores" no solo capturó la imaginación popular sino que provocó el replanteamiento de esta especie -hasta entonces considerada "no inteligente"- y abrió un debate que se ha extendido durante décadas y que ha dividido a la comunidad científica entre los que creen que los neandertales practicaban rituales de muerte y los que no les creen capaces de tal sofisticación cultural.

Reproducción del neandertal 'Shanidar 4' con flores hallado en 1960. Imagen: JohnConnell.

Medio siglo después, un equipo de investigadores ha regresado a la vieja zanja de Solecki para recoger nuevas muestras de sedimento, y ha descubierto los huesos aplastados del cráneo y del torso de un nuevo neandertal: 'Shanidar Z'.

Los primeros análisis sugieren que tiene más de 70.000 años de antigüedad y, aunque el sexo está por determinar, "los dientes indican que se trata de un adulto de mediana a avanzada edad".

Vista de la entrada a la cueva de Shanidar, en las estribaciones de las montañas Baradost  en el noreste del Kurdistán iraquí.

El descubrimiento, publicado hoy en la revista Antiquity, ha sido realizado por científicos de las universidades John Moores de Cambridge, Birkbeck y Liverpool, con la colaboración de la Dirección General de Antigüedades del Kurdistán y la Dirección de Antigüedades de la provincia de Soran.

El hallazgo ayudará a avanzar en la comprensión de esta especie humana porque "hace sesenta o incluso cien años, las técnicas arqueológicas eran más limitadas, pero con las tecnologías modernas y el ADN antiguo se podrán desvelar muchas preguntas que nos hemos hecho hasta ahora", explica Emma Pomeroy (izquierda), del Departamento de Arqueología de Cambridge y autora principal del artículo en un comunicado.

La nueva excavación en la Cueva Shanidar comenzó en 2014, de la mano de Graeme Barker (derecha), del Instituto McDonald de Arqueología de Cambridge, pero solo dos días después la amenaza del ISIS obligó a paralizar el proyecto hasta el año siguiente.

"Pensamos que con suerte podríamos encontrar los lugares en los que se encontraron los restos neandertales en los años 50, para intentar datar los sedimentos circundantes. En ningún caso esperábamos encontrar nuevos huesos de neandertal", recuerda Barker.

Pero en 2016, en una de las partes más profundas de la zanja, una costilla emergió de la pared, seguida de una vértebra lumbar y de los huesos de una mano derecha apretada. Tras excavar cuidadosamente los sedimentos de la zona, el equipo extrajo el esqueleto.

Restos del tórax del neandertal hallado.

Restos de costillas y del brazo izquierdo.

En 2018 apareció un cráneo completo, aplanado por miles de años de sedimento, y en 2019 los huesos de la parte superior del cuerpo casi hasta la cintura, con la mano izquierda colocada bajo la cabeza como si fuera un pequeño cojín. Una piedra prominente cerca de la cabeza podría, según los investigadores, haber sido utilizada como algún tipo de marcador.

"Los huesos son desgarradoramente delicados", dice Pomeroy. Barker describe su consistencia como una galleta húmeda, y la tierra tuvo que ser raspada lenta y meticulosamente, a veces usando palitos de kebab de bambú. "Emma tiene muy buen ojo para saber dónde es probable que se encuentren las diversas protuberancias de hueso", dice Barker. "Le tomó semanas de intensa concentración trabajar en lo que es prácticamente una sauna en términos de calor y humedad".

La pose del esqueleto es bastante diferente del denominado 'entierro con flores', el cual se halló en posición fetal, justo al lado y posiblemente superpuesto a 'Shanidar Z', quien tiene cerca de la cabeza una piedra prominente a modo de marcador. 

El trabajo minucioso de excavar in situ es arriesgado ya que los hueso son muy frágiles. Una alternativa es recuperarlo en bloque, es decir, recubrir toda la zona con yeso y extraerla al por mayor, y luego excavarla por completo en el laboratorio.

"Consideramos sacarlo en bloque, pero podía ser bastante brutal", dice Pomeroy.  "Fundamentalmente, se corre el riesgo de destruir pruebas preciosas que pueden determinar si los neandertales fueron enterrados en un pozo excavado a propósito, en una tumba, o no".  

En la década de 1950, Solecki optó por la excavación en bloque del 'entierro con flores', y Pomeroy cree que fue esta extracción la que dejó este último hallazgo de un neandertal cortado por la cintura. “En sus notas describen huesos que salen del bloque. Solecki numeraba a los individuos, y creemos que tenemos la mitad superior de Shanidar 6, pero hasta que podamos confirmar esto, lo llamamos 'Shanidar Z'”.

Junto a todos estos restos -que están siendo escaneados por TC-, los investigadores llevan a cabo el análisis de algunas muestras halladas en la zona, tales como conchas, huesos de ratones y caracoles antiguos, así como rastros de polen y carbón vegetal, elementos que podrían ofrecer nueva información sobre aspectos cotidianos de los neandertales como la cocina o sobre el famoso "entierro con flores".

Imagen de TC de sección transversal que muestra la parte petrosa del oído temporal e interno (dentro del cuadro rojo) del cráneo de 'Shanidar Z'.

Las exploraciones iniciales han revelado que la parte petrosa del hueso temporal del neandertal ahora hallado todavía está intacta. Este es el hueso más denso en el cuerpo humano, y podría retener ADN que se puede extraer para aprender más sobre el mismo y si la gente de la región se había cruzado con otros homínidos contemporáneos.

"La nueva excavación sugiere que algunos de los restos de los neandertales hallados fueron colocados en un canal en el piso de la cueva creado por el agua, que luego fue excavado intencionalmente para profundizarlo", dice Barker. "Hay fuertes evidencias de que 'Shanidar Z' fue enterrado deliberadamente, y si los neandertales utilizaban la cueva de Shanidar para enterrar repetidamente a sus muertos, su comportamiento sugeriría una complejidad cultural de alto orden", concluye.

Fuentes: lavanguardia.com| sciencealert.com | University of Cambridge | 18 de febrero de 2010

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  • Guillermo Caso de los Cobos

    El cementerio que convirtió a los neandertales en humanos

    Foto: El equipo de Solecki sacando los primeros restos neandertales en la Cueva de Shanidar en los años sesenta | Univ. Cambridge

    En el año 2020, 400 siglos después del ocaso neandertal, cuesta imaginar un encuentro con otra especie humana, casi como nosotros, pero no del todo. Hace 100.000 años, en Oriente Medio,las dos especies se cruzaron y tuvieron encuentros sexuales que han quedado grabados en nuestro genoma y en varias cuevas de la Península Ibérica se han encontrado obras de arte de 65.000 años realizadas por neandertales. Ahora, se sabe que compartimos la Tierra con unos seres que también tenían lenguaje y pensamiento simbólico y que sucumbieron poco después de nuestra llegada a la Europa que habitaban. Pero aquella especie extinguida no tuvo siempre el marchamo de humanidad.

    Cráneo del neandertal denominado Shanidar-1

    Aquel descubrimiento y su interpretación humanizó a la especie, pero no todo el mundo estaba convencido. Los restos vegetales podrían haber llegado llevados por animales y las antiguas técnicas de investigación empleada por Solecki no eran tan fiables como las actuales.

    Solecki quiso volver al yacimiento que le hizo famoso para ampliar sus estudios y confirmar sus hipótesis, pero murió el año pasado con 101 años sin haber logrado su objetivo. En su lugar, el Gobierno Regional del Kurdistán se puso en contacto con Graeme Barker, del Instituto McDonald de Investigación Arqueológica de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), para encargarle la tarea. Un equipo de arqueólogos comenzó las excavaciones en 2014, pero tuvo que parar durante un año cuando el ISIS estuvo a punto de conquistar aquella región iraquí. El objetivo inicial del grupo de Barker era datar con precisión los sedimentos que ya se conocían y determinar con mayor certeza que se trataba de enterramientos que se realizaron de un modo concreto. Sin embargo, se encontraron con una sorpresa.

    Entre 2018 y 2019 descubrieron un cráneo completo y huesos de la parte superior de un neandertal con la cabeza reposada sobre la mano izquierda. Aquel individuo, que murió hace unos 70.000 años, es un indicio más, según publican ahora Barker y sus colegas en la revista Antiquity, de que los neandertales enterraban a sus muertos a propósito. Según Emma Pomeroy, primera autora del artículo, una roca prominente junto a la cabeza del nuevo cuerpo, bautizado como Shanidar Z, pudo servir como referencia para aquellos grupos humanos, que volvieron una y otra vez a ese lugar para depositar a sus muertos, durante un periodo que pudo abarcar siglos.

    “El hecho de volver a encontrar otro esqueleto y evidencias de que está depositado intencionalmente reafirma la idea de que los neandertales eran capaces de enterrar. Yo me sitúo entre los que pensaban que sí enterraban, así que este trabajo me refuerza en esa opinión”, señala Carlos Lorenzo (izquierda), investigador del IPHES (Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social) de Tarragona. Para Lorenzo, la capacidad mental de comprender el significado de la muerte y actuar en consecuencia ya se estaba desarrollando en especies anteriores. “En Atapuerca, en la Sima de los Huesos, se llevó a cabo una acumulación intencional de cadáveres y es un yacimiento de preneandertales, de hace más de 400.000 años”, apunta Lorenzo.

    350.000 años después, no resulta extraño pensar en que una especie más sofisticada, que además ya habría entrado en contacto con los humanos modernos, hubiese desarrollado rituales funerarios. Joseba Rios (derecha), investigador del CENIEH (Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana) de Burgos, coincide en que los nuevos resultados permiten proponer con solidez que los neandertales realizaban enterramientos, pero matiza que los yacimientos son demasiado escasos para afirmar que existía una cultura funeraria compartida por los neandertales. “Es difícil establecer un patrón porque son pocos casos. Es probable que fuese un comportamiento ocasional, pero no tenemos pruebas para decir que fuese una tradición cultural arraigada ni recurrente”, afirma Rios. No obstante, el investigador recuerda que tampoco se conocen muchos enterramientos de hace 100.000 años donde se pueda estudiar la cultura funeraria de los humanos modernos.

    En la época en que vivió Shanidar Z, hace 70.000 años, y no muy lejos de aquella región, los encuentros entre las dos únicas especies a las que se conoce producción artística dieron lugar casi con seguridad a un intercambio cultural que sería bidireccional. Rios refiere indicios cerca del Paleolítico Superior, cuando los neandertales comenzaron su decadencia, de una explosión tecnológica y cultural que puede explicarse por una relación más estrecha con la especie inmigrante. Es posible que el grupo humano que pudo ser una de las causas de su extinción les enseñase antes formas más sofisticadas de morirse.

    Fuente: elpais.com | 24 de febrero de 2020

  • Carmen L.

    Es posible que les enseñaran a morirse de risa, o del susto...Habría sido una buena manera de terminar, todos "descacharraos", como en la película de George Harrison: bañándose en un huevo frito gigante; bueno, estoy pensando como mi avatar. Son las horas...

    Pero dejo al redactor de EP una salida gramatical honrosa: ¿no está algo desplazado un elemento sintáctico de la oración? "Es posible que el grupo humano, que pudo ser una de las causas de su extinción, les enseñase antes de morirse formas más sofisticadas...?" puesto que estaba hablando de formas tecnológicas.

    Y ya dejo el modoZurdo de expresión. (Zurdo es ese calvo de mi avatar).

  • María Jesús