Foto: Recreación del hombre del Cráneo 5, el «Homo temprano», hallado en el yacimiento de Dmanisi, Georgia. J.H. MATTERNES
El hallazgo de un extraño cráneo de 1,8 millones de años de antigüedad en Dmanisi, Georgia, puede transformar profundamente lo que creíamos saber sobre la evolución humana. Estos restos espectaculares, conocidos como Cráneo 5, se distinguen por combinar una pequeña caja craneal con grandes dientes y una mandíbula prominente, alargada y simiesca, rasgos que hasta ahora nunca habían sido observados juntos en un hombre primitivo. Además, no están solos. Junto a ellos han aparecido fósiles de otros cuatro individuos, supuestamente de la misma época, con características diferentes. Según sus descubridores, un equipo de paleontólogos de Georgia, Suiza, Israel y EE.UU., el conjunto indica que los libros de texto están equivocados, y que todos los primeros miembros de nuestro género Homo -bautizados como Homo habilis, Homo rudolfensis y Homo erectus, entre otros- pertenecían en realidad a una misma especie que salió de África. Sus diferencias solo eran de apariencia externa, igual que los seres humanos contemporáneos podemos tener un aspecto bastante distinto unos de otros... y todos somos sapiens. Las atrevidas conclusiones del trabajo, que la revista Science destaca en portada, no están exentas de polémica.
Fuente: Judith de Jorge | ABC.es, 17 de octubre de 2013
Foto: La cara del Cráneo 5. G. BUMBIASHVILI.
El Cráneo 5, el más completo jamás encontrado de un antiguo Homo, es por sí mismo todo un enigma. Tiene una composición tan rara y única que «si hubiéramos encontrado la caja craneal y la cara separadas en diferentes lugares de África, los podríamos haber atribuido a diferentes especies», apunta Christoph Zollikofer (derecha), del Instituto y Museo de Antropología de Zúrich (Suiza), coautor del estudio.
La mandíbula alargada, seguramente patológica, se encontró cinco años antes que el cráneo, en el año 2000, pero cuando ambas partes se juntan forman una calavera admirablemente formada, que los investigadores creen que pertenecía a un macho. La caja craneal tiene 546 centímetros cúbicos (la de un ser humano moderno es de 1.350 cm cúbicos), lo que sugiere que su propietario tenía un cerebro pequeño a pesar de las proporciones de sus miembros, parecidos a los nuestros.
Por si el rompecabezas no fuera lo suficientemente complicado, junto al Cráneo 5 fueron descubiertos los restos (cráneos y esqueletos parciales) de otros cuatro primeros ancestros humanos del Pleistoceno temprano, poco después de que los primeros Homo divergieran del Australopithecus y se dispersaran fuera de África. Se trata de un macho mayor desdentado, otros dos adultos, una hembra joven y un adolescente de sexo desconocido. El grupo, que vivía cerca de un río y utilizaba toscas herramientas de piedra para matar y despedazar animales, como peligrosos tigres dientes de sable y leopardos gigantes -objetos y restos han aparecido junto a ellos-, pudo morir a la vez debido a una erupción volcánica.
Los cinco de Dmanisi «parecen muy diferentes entre sí, por lo que era tentador anunciar que son especies distintas -explica Zollikofer-. Sin embargo, sabemos que vivieron en el mismo lugar y en el mismo tiempo geológico, por lo que podrían, en principio, representar la población de una única especie». Los investigadores creen que tienen entre sí las mismas variabilidades físicas que pueden encontrarse en diversos fósiles africanos tradicionalmente clasificados en tres especies diferentes (Homo erectus, Homo habilis y Homo rudolfensis).
El «Homo temprano»
Para el paleoantropólogo David Lordkipanidze (izquierda), del Museo Nacional de Georgia, en Tbilisi, «las diferencias entre estos fósiles de Dmanisi no son más pronunciadas que las que existen entre cinco humanos modernos o cinco chimpancés». En lugar de varias especies de Homo ecológicamente especializadas, los autores creen que existió una sola -un único linaje capaz de hacer frente a una variedad de ecosistemas- surgida en el continente africano. El equipo, cauto a la hora de proponer un nombre, ha preferido llamarlo el «Homo temprano».
Si los investigadores están en lo cierto, nuestro sistema de clasificación para estos primeros ancestros nunca podrá ser el mismo. Pero esta pequeña «bomba» en el campo de la paleontología no se quedará sin detractores. Consultados en un artículo adjunto escrito por Ann Gibbons para Science, algunos de sus colegas creen que el Cráneo 5 es en realidad un Homo habilis, mientras que otros lo clasifican como Homo erectus.
Foto: El cráneo, sin la mandíbula, del individuo 5, en el lugar donde fue descubierto. MUSEO NACIONAL DE GEORGIA.
José María Bermúdez de Castro, codirector del yacimiento burgalés de Atapuerca, conoce bien los restos de Dmanisi, que ha estudiado in situ, y se muestra muy escéptico con las conclusiones del nuevo estudio. «Tengo serias dudas al respecto. Es una osadía muy grande extenderlas a todo el continente africano y decir que solo existe un linaje Homo», explica por teléfono a ABC. El científico ha examinado las mandíbulas de ese yacimiento «extraordinario» y cree que existen «grandes diferencias» entre la del Cráneo 5 y las demás.
Foto: Los cráneos del 1 al 5, en el paisaje de Dmanisi. UNIVERSIDAD DE ZÚRICH.
Bermúdez de Castro tampoco considera concluyente que todos los individuos pertenecieran a la misma época, ya que «los geólogos no acaban de ponerse de acuerdo sobre la antigüedad de los estratos». En caso de ser coetáneos, «podrían haber convivido dos especies o subespecies sin problema» si cada una de ellas tenía su propio nicho ecológico. «Muchos colegas no estarán felices con estas conclusiones y se escribirán artículos no favorables», predice. Eso sí, el descubrimiento «no afecta en absoluto a Atapuerca, hay 600.000 años de diferencia». Con todo, «el debate está servido».
«Es una osadía muy grande»
La pequeña «bomba» en el campo de la paleontología que supone borrar de un plumazo las primeras especies del género Homo para convertirlas en una sola no se ha quedado, como era de esperar, sin detractores. Consultados por Ann Gibbons para una artículo adjunto a la investigación en la revista «Science», el paleoantropólogo Ron Clarke, de la Universidad de Witwatersrand, en Johannesburgo, cree que el Cráneo 5 se asemeja más a un Homo habilis, mientras que Fred Spoor, del Max Planck, argumenta que sería más «sensato» denominarlo Homo erectus.
Guillermo Caso de los Cobos
El diario EL PAIS.com también recoge la noticia y aporta algunos matices y opiniones complementarias:
Un nuevo cráneo agita el debate de la evolución humana
Un cráneo humano de hace 1,8 millones de años y estupendamente conservado emerge hoy a la luz oficialmente para entrar directo a la historia de la paleontología. Ha sido hallado en Dmanisi, Georgia, un yacimiento en el que se han ido desenterrando en las últimas dos décadas los fósiles de los hasta ahora más antiguos homínidos fuera de África. Es un cráneo de hombre adulto, con un cerebro pequeño, muy primitivo, arcos protuberantes en la frente, una mandíbula grande con buenos dientes y voluminosos músculos de masticación; el individuo sería de baja estatura pero su cuerpo tendría ya las proporciones del hombre moderno, con piernas largas y brazos cortos. Sufría artritis en la mandíbula y tiene una zona fracturada y curada, quien sabe si de un accidente o de una pelea. Los científicos, tras cinco años de estudio exhaustivo del cráneo, el número 5 de Dmanisi y aún sin apodo para reconocerle fácilmente, dicen que es una forma muy primitiva de los primeros Homo, de la misma especie que los encontrados en África de hace poco más de dos millones de años. Algunos respetados paleontólogos que lo han visto lo califican ya de "fósil icono". Por su edad (casi el doble de años, por ejemplo, que los individuos más antiguos de Atapuerca) y sus características, el número 5 de Dmanisi se sitúa justo en el torbellino del debate sobre el origen evolutivo del género Homo.
Los autores del descubrimiento, liderados por David Lordkipanidze, afirman que es el primer cráneo del mundo hasta ahora completamente conservado de un homínido adulto de tal antigüedad, esos 1,8 millones de años, lo que demuestra que los primeros Homo se dispersaron fuera del continente africano poco después (en tiempos paleontológicos) de su surgimiento y que las hasta ahora clasificadas como diferentes especies humanas de ese período son, en realidad, una sola. "Es un espécimen fantástico, genial, no importa cómo lo clasifiques, este cráneo y otros de Dmanisi están entre los mejores testimonios que tenemos acerca de cómo, dónde, cuándo y por qué evolucionaron los humanos", resume el paleoantropólogo estadounidense Tim White en un comentario en la revista Science, donde se da a conocer el cráneo.
Dmanisi es una pequeña población medieval situada en lo alto de una colina a 80 kilómetros de la capital georgiana, Tbilisi. "Hace 30 años, durante una excavación, se descubrieron unos sedimentos que contenían huesos de animales: después aparecieron antiguos instrumentos de piedra y fósiles de homínidos”, recapitula Lordkipanidze, director del Museo Nacional de Georgia. Se han encontrado ya restos de, al menos, cinco individuos: un macho adulto de edad avanzada y sin dientes; otros dos machos adultos, una hembra joven y un adolescente cuyo sexo no se ha determinado.
El número 5 se descubrió en dos etapas de la excavación: la mandíbula en 2000 y el cráneo cinco años después, pero los científicos están seguros de que casan a la perfección, que son del mismo individuo, pese a la sorpresa de encontrarse con un cráneo pequeño muy primitivo (el cerebro tendría unos 450 centímetros cúbicos, frente a los 1.350 de la especie humana actual) y una cara algo más moderna, aunque con el morro protuberante. Mediría entre 1,46 y 1,66 metros de altura y pesaría entre 47 y 50 kilos.
En el yacimiento, que aún se esta excavando, han aparecido piezas de industria lítica que aquellos remotos humanos utilizarían para descarnar animales, y muchos restos de plantas y fósiles de fauna, "incluidos los terribles tigres de dientes de sable y un guepardo gigante extinguido", explica Ann Gibbons en Science. "La confrontación con esas bestias sería corriente… y peligrosa", añade. Los cinco homínidos de Dmaniasi se encontraron en cavidades subterráneas que pudieron ser guaridas a las que los animales arrastrarían sus presas. La zona, hace 1,8 millones de años, gozaba de un clima templado y moderadamente húmedo.
Los investigadores de Dmanisi, dadas las características de los fósiles, habían propuesto una especie nueva para esos homínidos: Homo georgicus. Sin embargo, cambian de interpretación al presentar el cráneo número 5, con lo que agitan el debate científico internacional acerca de las primeras especies del género Homo. Ellos afirman, primero, que entre los cinco individuos de Dmanisi las diferencias que se aprecian no son mayores que las que hay entre cinco personas actuales o entre cinco chimpancés.
Herramientas achelenses de Dmanisi.Wikepedia.
Pero, además, proponen que esta población georgiana tampoco es fundamentalmente diferente de las africanas contemporáneas —o poco anteriores— que hasta ahora se venían clasificando como diferentes especies (Homo habilis, Homo rudolfensis y Homo erectus) dentro del género Homo. "Esto implica la existencia de un único linaje evolutivo del Homo primitivo", afirman Lordkipanidze y sus colegas; ellos engloban todas esas formas en una única especie, H. erectus, incluyendo la población georgiana.
"Este nuevo cráneo confirma que los fósiles de Dmanisi son lo que parecen: una forma primitiva del H. erectus, o mejor, de su variante africana más antigua, que algunos llaman Homo ergaster", señala Juan Luis Arsuaga, catedrático de Paleontología de la Universidad Complutense y codirector de las excavaciones de Atapuerca. "Dicho de otro modo, se trata de un australopiteco evolucionado, con capacidad craneal mayor, pero con una cara todavía muy proyectada y muelas grandes". Pero ese mismo espacio intermedio, por la morfología de los individuos, entre los australopitecos y el H. erectus, lo ocupaban hasta ahora los fósiles africanos agrupados en la especie H. habilis, continúa el experto español. "Ahora, los investigadores de Dmanisi sostienen que H. habilis (en África) y los fósiles georgianos son la misma especie y prefieren desterrar el nombre de Habilis y adoptar el de Erectus. Me parece que es estirar demasiado la especie H. erectus y que hay hueco para una forma intermedia, el clásico H. habilis”, concluye Arsuaga.
Resumiendo, Lordkipanidze y sus colegas sitúan sus fósiles en el mismo nivel evolutivo que los primeros Homo africanos, de hace poco más de dos millones de años.
"La población de Dmanisi probablemente se originó a partir de una expansión a partir de África del linaje H. erectus en el Pleistoceno Temprano", concluyen. "Parece razonable asumir que hubo una única especie de Homo en aquel tiempo en África y, dado que los homínidos de Dmanisi son tan similares a los africanos, nosotros asumimos que ambos pertenecen a la misma especie", explica Christoph Zollikofer, del Instituto y Museo Antropológico de Zurich (Suiza), otro de los investigadores del equipo.
Así, el cráneo número 5 de Dmanisi parece indicar que más que varias especies de Homo ecológicamente especializadas, hay una solo capaz de desenvolverse en diferentes ecosistemas.
Es una propuesta controvertida y otro de los científicos del equipo, Philip Rightmire (de la Universidad de Harvard) la califica de "pequeña bomba", según recoge Gibbons. La verdad es que ni siquiera parece haber acuerdo entre los científicos acerca de si los cinco individuos de Dmanisi son una única especie o no, así que el estupendo cráneo número 5 se estrena abriendo una buena polémica.
"Una conclusión importante de la propuesta de Homo erectus como especie única es que el patrón evolutivo es lineal en esa época y no ramificado", apunta Arsuaga. "Es decir, que solo ha habido una línea evolutiva dentro del género Homo y no dos. Me parece que está por ver". En todo caso, continúa, "el cráneo número 5 de Dmanisi es un fósil espectacular; solo hay otro igual de completo (o incluso más) en el registro fósil: el cráneo número 5 [hasta el nombre coincide] de la Sima de los Huesos de Atapuerca".
18 Oct 2013
Guillermo Caso de los Cobos
La web Materia también aporta su versión de la noticia:
Un cráneo para unirnos a todos
Foto: Cráneo de Dmanisi D4500 y su asociación con la mandíbula D2600.
En agosto de 2005, en un lugar a medio camino entre Europa y Asia, un cuarentón al que apodan Maestro se topó con el tesoro de su vida. Entre la tierra del yacimiento de Dmanisi, en Georgia, Giorgi Nioradze descubrió la parte superior de un cráneo. Pronto se le unieron otros arqueólogos y las excavaciones se prolongaron durante días hasta que, por fin, dos cuencas vacías emergieron del terreno.
“Recuerdo cómo se fue descubriendo aquella mirada poco a poco, parecía como si el cráneo tuviese el ceño fruncido, nunca he visto nada igual”, recuerda la paleoantropóloga española María Martinón-Torres, que tuvo la suerte de estar en Dmanisi aquel verano de 2005.Aquella mirada ceñuda quedó completada con un hallazgo sin igual: el cráneo completo, casi intacto, de un ancestro humano que vivió hace 1,8 millones de años. Después de cumplir el rito habitual (brindar con champán derramando un poco sobre la Tierra para honrar a los antepasados), el precioso cráneo fue llevado a la capital y su descubrimiento pasó a un inquietante limbo. Nadie proclamó haber descubierto el cráneo más antiguo y completo de un homínido, ni ninguna revista científica se hizo eco del hallazgo. “En nuestro mundillo sabíamos que el cráneo existía, pero a veces me tenía que reafirmar preguntando a otros compañeros ‘¿tú también lo viste, verdad?”, recuerda Martinón-Torres.
Hoy, ocho años después de su descubrimiento, el cráneo de Dmanisi ha hecho su primera aparición pública ante el mundo. Lo hace por todo lo alto, en la portada de la revista Science, una de las más prestigiosas en el mundo científico. Y no es para menos: no sólo el cráneo está íntegro, sino que además, una mandíbula hallada cinco años antes ha resultado corresponder al mismo individuo. El fósil es de un Homo erectus, la especie de la que, según muchos expertos, descendemos todos los humanos modernos, y su simple existencia obliga a repensar aquella pregunta que berreaban los Siniestro Total en los 80: ¿quiénes somos, de dónde venimos?
“Este es el cráneo más antiguo y completo de un ancestro humano que se ha hallado nunca”, explica a Materia, David Lorkipanidze, investigador del Museo Nacional de Georgia y miembro del equipo que desenterró el fósil. “Solo existen cosas comparables en la Sima de los Huesos de Atapuerca y allí los cráneos son mucho más recientes, de hace unos 400.000 años”.
¿Quién era aquel ancestro humano? Su complexión apunta a que fue un macho con el que a pocos les gustaría identificarse. Medía un metro y medio y tenía un cerebro muy pequeño incluso para los estándares de su especie (546 centímetros cúbicos, más o menos la mitad que un humano actual). Su cara en cambio era enorme, muy simiesca y alargada, con grandes dientes y unos arcos de las cejas marcadísimos. Aquella complexión ceñuda era una rareza, incluso comparada con los restos de otros cuatro erectus que vivieron en Dmanisi. Por eso es aún más sorprendente la conclusión que los expertos sacan de este cráneo: los primeros miembros del género Homo, el nuestro, pertenecían todos a una misma especie. “Era similar a cómo en los humanos de hoy hay varias razas, pero solo una sola especie”, explica Lorkipanidze.
Según esta teoría, el Homo erectus protagonizó una aventura sin igual. Hace unos dos millones de años, un pequeño erectus de cerebro diminuto, pero ya alimentado en parte por el consumo de carne, fue el primer homínido en abandonar África, la cuna de la humanidad. No sabía hacer fuego, subsistía a base de carroña y cuando la encontraba estaba a merced de otros depredadores más fuertes y rápidos que en muchas ocasiones acababan devorándolos. Y aún así, en un mundo hostil y nuevo, aquellos erectus amasaron la fuerza y la organización social necesaria para sobrevivir y conquistar otros dos continentes: Asia y Europa. Según los descubridores del cráneo de Dmanisi, erectus habría sobrevivido durante cientos de miles de años sin cambiar lo suficiente como para dividirse en especies diferentes. En otras palabras, es un digno antecesor del Homo sapiens, la única especie capaz de habitar los seis continentes y reproducirse hasta el punto de poner en duda la sostenibilidad del planeta.
Hasta hoy la historia oficial de nuestros orígenes era muy diferente. Allí donde se encontraba un fósil de un homínido solía proclamarse el descubrimiento de una nueva especie. Así sucedió con el Homo habilis, una versión aún más primitiva del erectus que vivió (entre los árboles y el suelo) en Kenia. O con el Homo ergaster, la versión africana del erectus. O con el Homo rudolfensis, que según algunos debería ser sacado del árbol genealógico de los Homo junto al habilis.
El nuevo cráneo llega para unir a todas esas especies. El macho de Dmanisi es mucho más corpulento que sus congéneres, sus facciones más marcadas y primitivas y su cerebro más pequeño, pero, aún así, los rasgos de los cinco homínidos del yacimiento georgiano entran perfectamente dentro de la variación aceptable en una misma especie. Lo mismo sucede al comparar estos restos con los de los rudolfensis, habilis y ergaster: todos una misma especie con variaciones que no son mayores que las que hoy en día hay entre homínidos como los chimpancés o los sapiens. “Al final todo pertenece al mismo linaje de Homo”, resume Lorkipanidze.
Pero este mensaje de unidad que tanto nos acerca a nuestros ancestros no convence a todos. “Es difícil de mantener que pudiera existir una misma especie transcontinental que se mantuviese un millón de años sin cambiar a no ser que se congelase la biología”, opina Martinón-Torres, investigadora del Centro Nacional de Investigación Sobre la Evolución Humana que ha estudiado en detalle los dientes de los homínidos de Dmanisi. El nuevo cráneo que tanto le sorprendió por su mirada y más en concreto sus dientes, son simplemente demasiado diferentes como para pertenecer a una misma especie. La experta apunta que tal vez el macho de Dmanisi y el resto de los homínidos fuesen en realidad dos grupos que pudieron vivir en el mismo lugar pero separados por más de 10.000 años. Esta, resalta, es la posibilidad que un equipo español determinó en un estudio sobre los niveles de terreno de Dmanisi. Otro trabajo español apuntaba que las herramientas de piedra halladas en el yacimiento georgiano eran demasiado diferentes entre sí como para pertenecer a un solo grupo.
Cráneo 3 de Dmanisi. Wikepedia.
Una tarde de tormenta
“Esta clasificación le haría la vida mucho más fácil a la gente si fuera verdad”, bromea Fred Spoor, investigador del Instituto Max Planck de Biología Evolutiva, que no cree que todos los Homo fuesen en realidad uno solo. En 2007, Spoor presentó dos nuevos cráneos de Homo habilis hallados en Kenia que, según su equipo, demostraban que aquellos homínidos eran una especie diferente a erectus y resaltaban que ambas especies eran diferentes a pesar de haber vivido en la misma zona de África durante medio millón de años. Según Spoor, la comparación que ha hecho Lorkipanidze entre los cráneos africanos y los georgianos es “tosca” y se ha limitado “a mirar por encima” la forma general de los cráneos. Si se entra en detalle, dice, se ve que el cráneo de Dmanisi tiene rasgos únicos de los erectus, entre ellos la parte posterior del cráneo algo angulosa y, sobre todo, ese arco de las cejas proyectado hacia afuera que tanto sorprendió aquel verano al sobresalir del terreno.
La tarde que Maestro y el resto del equipo de Dmanisi lograron por fin sacar el cráneo de la tierra amenazaba lluvia, mucha lluvia. “Los arqueólogos sacaron el fósil delante de los periodistas de la prensa local”, recuerda Jordi Agustí, investigador del IPHES, que estaba allí aquel día. “Fue un momento casi mágico; un miembro del equipo sacó el fósil de la tierra y justo entonces estalló una tormenta que acabó por anegar el yacimiento”, resalta. Para Agustí, los homínidos de Dmanisi son un punto y seguido. Una versión primitiva, previa, al erectus evolucionado.
Llegado un punto, las diferentes facciones se unen. Todos los consultados coinciden en apuntar a erectus como la especie que dio origen a la nuestra. En algún momento, un grupo de estos homínidos que vivían en Asia o tal vez en Europa, volvieron a África para seguir desarrollando cerebros más grandes y sociedades más complejas hasta dar lugar al Homo sapiens. Este camino hasta nuestra especie bien pudo pasar por España. Aquí, en la sierra burgalesa de Atapuerca, vivió un humano más evolucionado que los erectus y menos que el sapiens: el Homo antecessor. “Antecessor era ya bastante parecido a los humanos modernos y podría muy bien ser el candidato”, concluye Spoor. Pero para demostrarlo hará falta encontrar, como no, otro cráneo excepcional.
REFERENCIA
'A Complete Skull from Dmanisi, Georgia, and the Evolutionary Biolo...
18 Oct 2013
Guillermo Caso de los Cobos
Arsuaga: "La conclusión de Dmanisi es estirar demasiado el chicle"
Fuente: lainformación.com | Antonio Martínez Ron | 17 de marzo de 2013
El estudio publicado este jueves en Science sobre los primeros humanos ya ha sembrado la polémica. Tras analizar un cráneo completo hallado en el yacimiento Dminisi, Georgia, con una antigüedad de 1,8 millones de años, los autores del trabajo concluyen que los primeros miembros del género Homo, las dos líneas que poblaron África y Asia simultáneamente durante miles de años (Homo habilis y Homo erectus), pertenecían a la misma especie.
Para dos de los principales investigadores del yacimiento de Atapuerca, José María Bermúdez de Castro y Juan Luis Arsuaga, el estudio es precipitado. Para Bermúdez de Castro, las conclusiones "van más allá de lo razonable". "Estos fósiles son los que son, lo que siempre han sido", asegura el paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga, director científico del Museo de la Evolución. "Meter todo en el mismo saco me parece que es estirar demasiado el chicle". A falta de conocer los detalles, a Arsuaga le parece muy arriesgado incluir fósiles tan diferentes en la misma 'cajita'. "Yo no utilizaría un nombre específico para fósiles que a lo mejor se diferencian en un millón y medio de años, que es mucho tiempo", explica a lainformacion.com.
Para Arsuaga lo interesante no es el debate sobre las etiquetas, los nombres con los que se conocerá a los fósiles, sino el debate de fondo: si la evolución fue más lineal o más ramificada. "Lo interesante es la morfología", insiste, "y lo que es real y sabemos hasta ahora es que los fósiles de Dmanisi se parecen a los Homo habilis, como muestran los 546 cm3 del cráneo 5, pero meter ahí a especies posteriores en el tiempo como ergaster y erectus me parece un poco extremo. No es descabellado que Homo habilis y georgicus sean la misma especie o dos variables geográficas", concluye, "lo que está por ver es si los cráneos grandes como el 'niño de Turkana' caben ahí".
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Bermúdez de Castro: "Las conclusiones sobre el cráneo de Dmanisi van más allá de lo razonable"
Fuente: lainformación.com | Antonio Martínez Ron | 17 de octubre de 2013
El estudio publicado en Science por el equipo de David Lordkipanidze no deja indiferente a nadie. Tras analizar un cráneo completo hallado en el yacimiento Dminisi, Georgia, con una antigüedad de 1,8 millones de años, los autores del trabajo concluyen que los primeros miembros del género Homo, las dos líneas que poblaron África y Asia simultáneamente durante miles de años (Homo habilis y Homo erectus), pertenecían a la misma especie.
José María Bermúdez de Castro, coordinador del CENIEH y uno de los autores de los principales hallazgos en Atapuerca, no tiene reparos en admitir sus dudas sobre las conclusiones del estudio. “Creo que una parte de la comunidad internacional va a reaccionar de una manera muy contraria”, explica a lainformacion.com, “porque los autores del artículo han atravesado una barrera peligrosa: una cosa es dar una hipótesis y otra querer abarcar y llegar a conclusiones que salen de su yacimiento”.
Bermúdez de Castro conoce de primera mano el material hallado en Dmanisi y ha tenido ocasión de visitarlo en tres ocasiones. En su opinión, sacar conclusiones sobre los restos hallados en África y en otros lugares a partir del grupo de Georgia es ir demasiado lejos. “Han extendido sus conclusiones más allá de lo que me parece razonable”, apunta. “Sobre el argumento de que los cinco cráneos pertenecen a la misma época”, explica, “hay algún investigador que opina que no es así y hay datos para pensar que pueden ser de épocas diferentes”.
Vídeo: Así se extrajo el cráneo número 5 de Dmanisi
Por otro lado, las diferencias entre un cráneo de Homo habilis y el cráneo número 5 son tan notables que no encajan con el hallazgo anunciado. “Si los pusiéramos uno al lado del otro”, insiste Bermúdez de Castro, “nos quedaría asombrados. El número 5 tienen un neurocráneo muy pequeño y una cara descomunal, muy grande, con unos dientes enormes, mientras que Homo habilis tiene una reducción dental importante y un aparato masticador mucho más proporcionado con su cráneo”.
Si uno coge los restos de humanos actuales de cualquier raza o parte del mundo, argumenta Bermúdez de Castro, no habrá duda de que se trata de Homo sapiens. No son las únicas objeciones. A su parecer, la capacidad craneal del nuevo fósil no está suficientemente explicada, y el dimorfismo sexual – la diferencia de tamaño entre machos y hembras- encontrado en estos primeros humanos debería parecerse más a la nuestra (poco pronunciado) que a la de los gorilas, por poner un ejemplo.
18 Oct 2013