Las camas de los chimpancés en el suelo pueden insinuar cuándo los primeros homínidos dejaron de dormir en los árboles

Imagen: Frans Lanting/Corbis

 

Vía: NewScientist | Colin Barras| 12 de abril de 2012 (Traducción: G.C.C. para Terrae Antiqvae)

 

¿Dónde hicieron los primeros seres humanos la cama para pasar la noche? La evidencia de que algunos chimpancés habitualmente evitan la seguridad de las copas de los árboles para dormir en el suelo aumenta la posibilidad de que algunos de los primeros homínidos también lo hicieron, con posibles implicaciones para su desarrollo cognitivo.

 

Hace alrededor de 3,2 millones de años el Australopithecus afarensis tenía arcos en las plantas de sus pies, una adaptación clave para caminar sobre el suelo. Sin embargo, sus largos brazos y delgados dedos les sugiere a algunos investigadores que todavía estaba a gusto con trepar a los árboles.

 

Su esqueleto tiene sentido si los australopitecos dormían en los árboles durante la noche para escapar de los depredadores, como hacen los chimpancés hoy en día. Si ese fuera el caso, los homínidos puede que no hayan dormido en el suelo hasta que el Homo erectus apareció hace 1,9 millones de años. Éste carecía de adaptaciones en la parte superior del cuerpo para trepar y pudo haber utilizado el fuego para rechazar a los depredadores nocturnos que habitan en el suelo, si bien las pruebas del control del mismo se remontan a sólo 1.000.000 años.

 

Kathelijne Koops sobre un nido de chimpancé en el suelo

 

Ahora, evidencias sobre los chimpancés de África occidental (Pan troglodytes verus), de las montañas Nimba, en Guinea, sugieren que dormir en el suelo pudo ser anterior a esas innovaciones. De los 634 nidos para dormir que Kathelijne Koops, de la Universidad de Cambridge, encontró en Nimba, 90 fueron construidos en el suelo. Con sus colegas de Cambridge y de la Universidad de Kyoto, en Japón, Koops recogió pelos de 46 nidos en el suelo. El análisis de ADN mostró que al menos 12 chimpancés se habían acostado en el suelo, lo que sugiere que era un comportamiento generalizado (American Journal of Physical Anthropology, DOI: 10.1002/ajpa.22056).

 

Los chimpancés de Nimba tienen pocos depredadores, pero nidos similares en el suelo se han observado también en la República Democrática del Congo, donde los leopardos están igualmente presentes. "La anidación en el suelo puede haber llegado a ser establecida a pesar de la presencia de depredadores y sin el uso del fuego", dice Koops, y agregó que "esto sugiere que los australopitecinos pudieron haber dormido asimismo en el suelo".

 

Carol Ward (izquierda) de la Universidad de Missouri, en Columbia, indica que hay demasiadas diferencias entre los chimpancés y los primeros homínidos como para establecer conclusiones firmes acerca del comportamiento de los primeros humanos a partir de los estudios sobre los chimpancés.

Sin embargo, Tim White (derecha)  de la Universidad de California, en Berkeley, se siente cómodo con la idea de que los homínidos dormían en el suelo, en gran parte porque otras evidencias apuntan en esa dirección. A pesar de las características de la parte superior del cuerpo, dice, la anatomía del Australopithecus afarensis muestra que su capacidad para trepar a los árboles se vio comprometida. "Es bueno tener un estudio que indica que dormir en el suelo no está necesariamente relacionado con la adopción del fuego", dice. Y añade que "Los gorilas también duermen habitualmente en el suelo".

 

El período en que los homínidos comenzaron a dormir en el suelo puede haber sido crucial para su desarrollo cognitivo, arguye Thomas Wynn (izquierda) de la Universidad de Colorado, en Colorado Springs. Esto les permitió pasar más noches en sueño REM, lo cual es importante para la consolidación de la memoria y la cognición. Una característica común del sueño REM es la parálisis muscular, lo que provoca una situación precaria para los monos que duermen en los árboles, dice Wynn.

 

Koops está de acuerdo en que un bucle de retroalimentación puede haber estado funcionando: dormir en el suelo podría haber proporcionado un aumento cognitivo que ayudó a los homínidos a evitar a los depredadores nocturnos -como dominar el fuego-, lo que permite aún más el sueño reparador y el desarrollo cognitivo posterior.

 

Sin embargo, Carol Ward aduce que demostrar cualquiera cosa al respecto será difícil. "Este asunto está muy lejano en el tiempo y cae en el terreno de la especulación".