La excavación en el yacimiento de la Sima del Elefante avanza a buen ritmo. Luis López Araico

Fuente: diariodeburgos.es | C.M.| 24 de julio de 2014

Los yacimientos de Atapuerca podrían deparar nuevas sorpresas cuando se conozcan los resultados de los sondeos que se están llevando a cabo para conocer la antigüedad del sistema kárstico. Según los primeros indicios, podría haber sedimentos de entre 1,5 y 2 millones de años, lo que les acercaría a cronologías africanas como las de Olduvai (Tanzania).
 
Prospección que se ha realizado al pie de Gran Dolina para estudiar la geofísica de Atapuerca. Luis López Araico

Los propios codirectores han sido los encargados de abrir manualmente un sondeo a los pies del yacimiento de Gran Dolina, en el que se encontraron hace 20 años los primeros restos de Homo antecessor, la nueva especie datada en 900.000 años, y la idea es seguir haciendo más en sucesivas campañas. «Nuestra hipótesis era que no íbamos a encontrar nada más antiguo de 1,5 millones de años, pero empezamos a pensar que podíamos cambiarla al haber cuevas abiertas y registros más antiguos. Pensamos que podemos tener cronologías como las de Olduvai en la Trinchera del Ferrocarril», indicó Eudald Carbonell, codirector de las excavaciones de Atapuerca.
 
En el mismo sentido, Juan Luis Arsuaga, otro de los codirectores, asegura que la formación del karst es más antiguo de que lo que se pensaba. «Para que haya relleno tiene que haber formación de cavidades. Creo que el gran tesoro por descubrir y que convertirá de nuevo a Atapuerca en un yacimiento histórico es el nivel TD6 de Gran Dolina. Cada año nos falta menos para llegar», apuntó.
 
Todas las cuevas de la Sierra de Atapuerca estaban conectadas, es decir, formaban parte de una misma red kárstica, aunque no estén comunicadas en la actualidad. Los investigadores las estudian desde la superficie, con métodos de prospección geofísica, para averiguar por dónde van las galerías y cómo se cruzan. Según avanzó Eudald Carbonell, la idea es trabajar cuatro o cinco años en este ámbito y alcanzar también cronologías del Paleolítico Superior, similares a los de las cuevas de Altamira.
 
De este modo, los científicos podrían reconstruir la evolución humana desde la actualidad hasta hace 1,5 millones de años y todo ello en un mismo espacio (hasta ahora el resto más antiguo es una mandíbula de 1,3 millones encontrada en la Sima del Elefante). «Tenemos el mejor registro fósil de Eurasia y debemos seguir apostando por este proyecto científico porque aportará mucha información sobre la evolución humana».
 
La idea es continuar con estos sondeos en la superficie que está por encima de la Trinchera del Ferrocarril. «Queremos saber si debajo de Gran Dolina hay cronologías de 1,7 millones de años como las de Olduvai. Hemos abierto el melón y en Atapuerca hay trabajo para muchos años», añadió Carbonell.



Campaña 2015.

 La actual campaña de excavación, que se inició el pasado 2 de julio, echa el cierre y mañana la consejera de Cultura, Alicia García, presentará los hallazgos junto a los tres codirectores, así como también el Congreso Internacional de Ciencias Históricas y Protohistóricas que se celebrará en Burgos y reunirá a más de 3.000 científicos de todo el mundo.

 
Al igual que ocurriera en 2013, la de este año ha durado solo un mes. Sin embargo, la previsión es que la de 2015 vuelva a extenderse durante mes y medio como consecuencia de la recuperación económica. Además, de la financiación de las excavaciones, la Junta ha cedido gratuitamente la residencia Gil de Siloe para la estancia de los investigadores de fuera.
 
La campaña se han centrado en los yacimientos de Gran Dolina, Galería, Sima del Elefante, Portalón, Sima de los Huesos, Galería de las Estatuas y el asentamiento al aire libre Fuente Mudarra. Durante la jornada de ayer se inició también la limpieza de la Trinchera para dejarla preparada para la visita científica de septiembre.

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ENCUENTROS EN ATAPUERCA… EN BUSCA DE OLDUVAI

Fuente: Laboratorio para sapiens | Rosa María Tristán | 23 de julio de 2014

Eudald Carbonell y José María Bermúdez de Castro, en el agujero de Gran Dolina. |ROSA M. TRISTÁN

 

Golondrinas y vencejos sobre los trigales. Los pájaros son los primeros en darme la bienvenida en los aledaños de la Sierra de Atapuerca, ese espacio que recoge la memoria del tiempo y en el que, a medida que me acerco, voy distinguiendo la Cueva Mayor en la ladera, la entrada en la que Susana Sarmiento me pertrecha de un casco, los andamios que jalonan la Trinchera del Ferrocarril y, claro, ese tajo en un queso gruyère en el que, como roedores, los miembros del equipo de Atapuerca van horadando sus paredes año tras año, sacando a la luz miles de huesos.

 

Al fondo, justo a los pies del yacimiento de la Gran Dolina, me encuentro con Eudald Carbonell y José María Bermúdez de Castro, de barro hasta las cejas y con picos entre las manos. Son dos de los tres codirectores de un proyecto que este verano ha movilizado a 150 personas (aunque necesitaría el doble) y andan estos días localizando la base de los sedimentos para confirmar la cronología más antigua de la sierra, el llamado ‘subcron’ Olduvai, de hace casi dos millones de años. “Mira las manos, llenas de callos. No parecen de catedrático”, me dice Carbonell al saludarme.

Dentro de la Sima del Elefante, el yacimiento más antiguo de Europa. 1,4 millones de años. |R.M.T.

El trabajo de Carbonell y Bermúdez de Castro estos dos días es de los más duros de toda la excavación. En las dos jornadas que les visito, la pareja ha sacado más de tres toneladas de sedimentos.Y no hay nada, ni un diminuto fósil en el tremendo agujero donde están metidos. A más 20 metros de altura, sobre sus cabezas, en TD-10, una manta de huesos se distingue a simple vista. Son de hace casi medio millón de años, restos de sucesivos banquetes que nadie barrió. “Es bonita ¿verdad?”. La arqueóloga Marina Mosquera es experta en desentrañar la evolución del conocimiento humano estudiando las herramientas de piedra. Hace unos minutos, su buril y su cepillo tropezaron con una mandíbula enterita.  Diríase que el animal la perdió antes de ayer de lo bien que se conserva.

Mandíbula excavada por Marina Mosquera en TD-10 de Gran Dolina. |R.M.T.

Unos metros por debajo, entre el agujero de los codirectores y este legendario restaurante de los supuestos Homo heidelbergensis, Jordi Rosell y su grupo también sacan fósiles, pero mucho más antiguos. Es TD-4,  el que fuera hogar del oso ‘Ursus dolinenses' hace en torno a un millón de años, pero donde se han encontrado también herramientas de humanos que iban a comer lo que encontraban. “Todos los días tenemos sorpresas”, me asegura Rosell.

Horas después, en el laboratorio de la Residencia Gil de Siloé de la ciudad (tomada en verano por los investigadores) me enseñarán parte del cráneo de un pequeño osezno rescatado en ese mismo nivel, mientras  la restauradora Lucía López-Polin, experta en los puzzles más complejos, lo va limpiando con infinita paciencia.

 

Pequeña muestra de fósiles de una jornada en la Trinchera. |R.M.T.

“No todos entienden lo que estamos haciendo aquí, porque es verdad que no hay fósiles, pero llegar al fondo de la Gran Dolina es fundamental para entender hasta donde se remonta Atapuerca, quizá a los dos millones de años. Así sabremos si seguir buscando restos más antiguos de los 1,4 millones de años que tenemos en Sima del Elefante. Podríamos excavar en la cueva de Los Fantasmas si encontramos niveles como el ‘subcrón’ de paleomagnetismo de Olduvai”, me cuentan mientras comemos en el único restaurante del pequeño pueblo de Urrez, donde me invitan a comer y donde, antes de entrar, se explayan en explicarme el origen geológico de cada una de las piedras de los muros de las casas. Con ellos, nunca se deja de aprender.

La autora en La Galería, cortesía de Isabel Cáceres.

En estos dos días, también visito La Galería, el gran ‘supermercado’ del Pleistoceno Medio en la sierra burgalesa, que después de décadas de trabajo sigue siendo una mina, y por supuesto la Sima del Elefante, un agujero cada vez más grande, por debajo del suelo de La Trinchera, en el que se siguen buscando restos de la misteriosa especie humana ‘sp’, de hace 1,3 o 1,4 millones de años.

Yacimiento neanderta. de Fuente Mudarra, el de las chicas. |Rosa M. Tristán

En esta ocasión, por primera vez, conozco Fuente Mudarra, hogar esporádico de los escurridizos neandertales burgaleses al que me acerca Germán en un todoterreno y donde este verano excavan solo mujeres; y regreso muchos años después a la fascinante cueva de El Mirador, donde andan agobiados por la tardía aparición de ¡ocho cráneos!, el botín de un enterramiento de hace unos 5.000 años, en el Calcolítico, que han salido cuando pensaban ya en cerrar el yacimiento. “Queremos dejarlo todo bien excavado y preparado. Siempre lo hacemos, pero en septiembre, además, vendrán muchos colegas a visitarnos durante el Congreso Mundial de Arqueología y Protohistoria, me cuentan los arqueólogos que trabajan allí, en jornada continua para aprovechar el tiempo. “Si es que somos pocos”, me dicen.

Cráneos en El Mirador, que estaban escaneando antes de sacarlos. |R.M.T.

Al final, con tanto ir y venir en coche, no me da tiempo a visitar la Cueva Mayor donde trabaja el grupo de José Miguel Carretero, y sólo veré a los integrantes del equipo de la Sima de los Huesos por la tarde, en su laboratorio-sótano de la residencia. Allí, junto a Arsuaga, les veo clasificando los fósiles de la jornada, quien sabe si algún pedazo más de uno de los 17 cráneos publicados en Scienceeste verano y que a lo mejor no son ‘Homo heidelbergensis‘, como se pensaba hasta ahora.

¿Y a cuento de qué este cambio? Pues porque resulta que esa especie se definió hace más de 100 años por una sola mandíbula hallada en Mauer (Alemania), pero en la Sima, en estos últimos 30 años, se han encontrado una treintena de individuos y, tras su exhaustivo estudio, los investigadores han concluido que son tan distintos de ese patrón alemán y tan iguales entre sí que más bien se trata de otra especie. Sería la segunda de Atapuerca, tras el ‘Homo antecessor’ definido en 1994 (con 900.000 años). “O a lo mejor la especie que sobra es el heidelbergensis”, apuntan los codirectores.

María Martinón y Jordi Rosell, en TD4 de Gran Dolina, entre osos. |R.M.T.

Y así, aunque no es este un año de hallazgos espectaculares, de nuevo de marcho de Atapuerca llena de respuestas, pero a la vez con muchas más preguntas. Consciente de que en esta sierra nunca se sabe si al siguiente golpe de martillo aparecerá un nuevo enigma.

Pero mi visita, encaminada a recoger datos para el libro que tenemos en marcha Carbonell y la autora, toca a su fin…

Qué mejor colofón que la inauguración de la exposición La Cuna de la Humanidad en el Museo que ya triunfó e... y que desde esta semana está abierta en el Museo de la Evolución Humana de Burgos. Mientras aparece o no el nivel Olduvai en la Trinchera, a golpe de pico y pala, hay cerca un lugar donde los humanos africanos y europeos de hace cientos de miles de años  si se reencuentran. Hace mucho tiempo que sus familias dejaron de tratarse por una inmigración que no se diferenciaba mucho de la que hoy (la falta de recursos). Ahora Atapuerca les ha unido.

José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell, en Urrez. |R.M.T.

 

 

 

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