El Museo Arqueológico de Tenerife guarda más de 2.000 cadáveres momificados de personas y restos de animales

Momia guanche en el Museo de la Naturaleza y el Hombre de Santa Cruz de Tenerife. Foto: Wikipedia

 

Vía: laopinion.es | Naima Pérez |  23 de octubre de 2011

 

Cristales antirrobo y antifuego, filtros antiparásitos y un control muy estricto de la humedad y la temperatura dan forma al hábitat, una especie de búnker en el que se exhiben ocho momias aborígenes, dos de ellas bebés –un recién nacido y un feto de seis meses de gestación–. Son sólo una mínima parte de los 2.000 individuos representados que forman parte de los fondos del Museo Arqueológico de Tenerife, situado en el gran espacio del Museo de la Naturaleza y el Hombre de la capital tinerfeña. Las últimas obras de ampliación, inauguradas el pasado mes de marzo tras nueve años de trabajos, han aportado al equipo que dirige Conrado Rodríguez más facilidades para la investigación, pues cuentan con lugares de trabajo especializados.

En el Arqueológico trabajan hoy cuatro especialistas, además del director, profesionales formados en la materia. A ellos se suman dos más, pertenecientes al Instituto Canario de Bioantropología, que también dirige Rodríguez. Todos ellos realizan diferentes funciones en el ámbito de la investigación: analizan, catalogan y estudian todo este material que se ha ido coleccionando desde que en los años 70 del siglo XIX se creara el Gabinete Científico de Santa Cruz de Tenerife, antecedente del Museo. Éste se puso en marcha, como tal, en 1958. Hasta esa fecha, todos los fondos arqueológicos que se adquirían se conservaban en el Museo Municipal de la ciudad, hoy conocido como Museo de Bellas Artes.

 

Aunque las momias y los restos humanos suponen el mayor atractivo de este espacio museístico, el Arqueológico cuenta con un sinfín de objetos, utensilios de barro y piedra, así como otras herramientas que revelan importante información sobre cómo vivían nuestros ancestros. "Cuanto más sabemos sobre los habitantes de nuestro pasado, más vías de investigación se abren", apunta Conrado Rodríguez, quien hace hincapié en la idea de que en los hallazgos de piezas o restos humanos lo que importa no es el objeto en sí, sino toda la información que aporta ese cuerpo sobre el entorno y las condiciones de vida en que habitaron, así como las hipótesis de estudio que se abren. "La investigación antropológica es como la criminal: no nos interesa sólo el cadáver sino el entorno en el que se halló, los datos del lugar, las condiciones en que se encontró y un largo etcétera", insiste.

A este planteamiento, Carmen del Arco, arqueóloga y conservadora del Museo, añade la importancia que supone recoger "de forma ordenada" los restos hallados. "Si no se examina el yacimiento al completo y con un protocolo establecido, podríamos perder muchísima información", explica. Como ejemplo, Del Arco informa de que de las dos momias bebés que se exhiben hoy en el Museo, mucha información no se tiene porque esa investigación, cuando se realizó, no se hizo al completo. "No sabemos si estaban enterrados con las madres, por ejemplo", comenta.

"¿The mummies, please?"

 

Momia de San Andrés, una de las mejor conservadas del museo. Foto: Wikipedia

 

Pasar no más de diez minutos en la entrada del Museo de la Naturaleza y el Hombre pone de manifiesto ese interés por los cuerpos momificados, especialmente por parte de los turistas extranjeros que se acercan a la puerta y, por temor a no ser entendidos, deciden preguntar directamente por lo que les interesa en primer término: "¿The mummies, please?". "On the second floor" (en el segundo piso), responde el responsable de turno.

 

Todo ese material de estudio, obviamente el que no está expuesto y que apenas supone el 2% del total, según informa Mercedes del Arco, se encuentra en los almacenes del TEA. Allí están depositadas las últimas tres momias que llegaron de Madrid el pasado mes de marzo, concretamente desde la Escuela de Medicina Legal de la Universidad Complutense.

 

El Arqueológico las mantiene dentro de una blanca estructura metálica que permite su conservación en perfectas condiciones, aisladas de humedades y posibles parásitos, a la espera de que se aclimaten bien y puedan exhibirlas en su búnker del Museo el próximo mes de diciembre, según adelantó Conrado Rodríguez. Porque esa es la filosofía que empapa al Museo: rotar periódicamente el material que se tiene para poder mostrarlo al público poco a poco, una vez que ha sido completamente estudiado y analizado.

 

Cuando se habla de momia o individuo representado momificado se refiere a que los restos hallados, completos o incompletos, corresponden a un sólo ser. Así, de las tres momias que esperan ser expuestas, a una de ellas le falta el cráneo, a otra las extremidades inferiores, mientras que la última está casi completa. Entre las piezas del cuerpo mejor conservadas con el paso de los siglos están los dientes, ya que se trata de piezas de marfil, que no se descomponen como los órganos internos, los músculos o la piel.

 

Pero además de los restos humanos, este almacén alberga también innumerables utensilios de barro, de hueso, piezas de piedra talladas que sirvieron como muelas de molino y un sinfín de elementos que usaron los aborígenes. Están perfectamente catalogados, en cajas de cartón ph neutro, en las que se añade información de interés como el tipo de material, el tipo de objeto, su procedencia y su correspondiente numeración.

Al director del Arqueológico le cuesta seleccionar, entre todas las piezas que forman la colección guardada en el almacén del TEA, aquellas que considera más relevantes, porque puedan ofrecer una información de mayor interés. "El valor especial de cada una de las cosas que tenemos aquí es que todas aportan un dato más a la protohistoria de Tenerife y de Canarias", explica. Como ejemplo, Rodríguez apunta que durante muchísimo tiempo se creía que el pueblo guanche era ágrafo. Sin embargo, en el hallazgo de muchos objetos se observan grabados con inscripciones alfabetiformes. "Esto nos hace ver de otra forma a esta cultura prehispánica y nos aporta información muy valiosa que va más allá de la simple vasija de barro", añade el bioantropólogo. "Hay que derribar el mito de que el objeto en sí mismo es lo importante, cuando realmente lo que aporta interés a la historia y la investigación es el conjunto en el que se halla y todo lo que lo rodea", insiste.

Cuestiones legales

 

La gran mayoría de los hallazgos han sido casuales y varían en cantidad en función del año en que se encuentran. Concretamente, este 2011 no está siendo prolijo en la entrada de nuevo material al Museo. Mercedes del Arco explica que hasta 1999, en que se aprobó la Ley Canaria de Patrimonio, la norma que regía todo este campo de la arqueología era la estatal, de 1985. Esta ley obligaba a declarar el material encontrado y a mostrarlo al público en general dos veces al año y a los investigadores, dos veces al mes. Sin embargo, la normativa autonómica modificó esta pauta y fijó la obligación de entregar estas piezas o restos a las autoridades competentes en Patrimonio en el plazo de un año, una fórmula para garantizar su conservación.

Así que si hoy día alguien, por azar, hallara o tuviera información sobre algún resto que pudiera tener interés arqueológico, tiene que ponerse en contacto telefónico con la unidad de patrimonio del Cabildo de Tenerife, que se encargará posteriormente de gestionar la recogida de lo que se ha encontrado.

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