El hallazgo de una tumba romana confirma la época de la necrópolis de Argandenes (Asturias)

Siempre hubo indicios sobre la época a la que pertenecía, pero ahora parece que aquellas sospechas iniciales están fundadas. «Hemos encontrado una tumba claramente romana», sentenciaba ayer el arqueólogo Rogelio Estrada, responsable de las excavaciones que se han llevado a cabo durante los últimos tres meses en la necrópolis de Argandenes, en la parroquia de San Román (Piloña).

El nuevo hallazgo «confirma lo que habíamos apuntado inicialmente», recuerda. Esto es, que «estábamos ante un edículo romano que había sido recuperado en los siglos posteriores». De hecho, hasta el pasado domingo los restos, tanto funerarios como óseos que se habían encontrado en Argandenes, pertenecían, calculan, «al siglo VI, VII y VIII». Ahora «podemos hablar del siglo IV», indica el arqueólogo.

 

Fuente: Infiesto | El Comercio Digital.com, 8 de febrero de 2011

 
Estrada afirma con rotundidad los hechos, que podrá probar más adelante, cuando se lleven a cabo las pruebas del carbono 14 que confirmen las dataciones, ahora aproximadas. Sin embargo, las características de la tumba hallada este fin de semana coinciden plenamente con los sepulcros utilizados por los romanos. «Son tumbas mucho más cuidadas, hablamos de placas de pizarra encaladas». Una característica inexistente en el resto de túmulos que se encontraron en Argandenes hasta la fecha. «Algo inusual para otras épocas que no sean la romana ya que entonces había un ritual de enterramiento» casi elegante y que no tiene nada que ver con el resto de sepulturas descubiertas en territorio piloñés. «Hasta la estructura de la tumba es distinta», apunta Estrada. «Hay un cierto nivel de refinamiento a la hora de ejecutar todo lo que es inherente a la construcción de la tumba de los individuos, los morteros, el lucido...». Todo ello, claudica, «avala plenamente el planteamiento inicial que teníamos, que estamos ante un edículo funerario romano».


Y dentro de la última tumba hallada en este panteón, explica el responsable de la excavación, ultimaban ayer los trabajos para concluir, previsiblemente hoy, la recuperación del esqueleto enterrado en su interior. «Sólo nos queda desenterrar a un individuo y a una reducción de otro», explica Estrada. Porque dentro del sepulcro, «y esto era algo muy habitual», se desarmó un esqueleto para ponerlo a los pies de un nuevo difunto a enterrar. Ahora, ambos cuerpos, uno con el esqueleto completo y otro «reducido con todos los huesos mezclados» serán examinados también para datarlos.

 

Los últimos descubrimientos coinciden con la última fase de excavación en Argandenes. De hecho, las investigaciones de campo iban a terminar este mismo fin de semana, pero el importante yacimiento hizo prorrogar un par de días más los trabajos del equipo, hasta que se termine de desenterrar el hallazgo. Es cierto que desde hacía tiempo «afloraban restos romanos», reconoce Estrada. Pero no había nada tan claro hasta el momento como «los restos de esta última tumba que, seguro, pertenece a este panteón romano».


Un panteón en el que se hallaron varios sepulcros que sirvieron para enterrar a decenas de personas. Y aunque originariamente el edículo perteneciera a la época romana o tardorromana en Asturias, esto no impide que los individuos enterrados en su interior fueran posteriores a la fecha de creación del propio panteón. De hecho, «las tumbas que fuimos encontrando creemos que corresponden a épocas posteriores», algo que certifica que el mausoleo «fue utilizado a lo largo de varios siglos». Y es que, recuerda Estrada, hasta ahora «nos habíamos movido con individuos posteriores, señores que fueron a recuperar el panteón creado por los romanos (siglos VI, VII y VIII)». Concretamente se refiere al hallazgo de huesos de al menos una decena de cadáveres cuya fecha exacta de enterramiento está aún por determinar.

 
El paso siguiente será un trabajo minucioso en el laboratorio «donde tendremos que ordenarlo todo» y en la Universidad Autónoma de Madrid a donde «trasladaremos los esqueletos para que hagan el estudio correspondiente».


El equipo de Estrada «agotó» los trabajos que tenían planteados desde el principio. «Llegamos para documentar los vestigios» que aparecieron en la superficie a raíz de un movimiento de tierras previo a la construcción de un depósito de agua en la zona. Y se van después de «hallar varios enterramientos, agotando los depósitos arqueológicamente fértiles, donde existen evidencias de actividad trópica -restos de tumbas-». Su último hallazgo, además, certifica sus hipótesis iniciales. El panteón que ha sobrevivido a los siglos bajo la tierra de Argandenes se creó en la época romana, fue recuperado en los siglos siguientes y ahora sale a la luz para certificar un hallazgo único en Asturias. «No estábamos errados», sentencia Estrada.


Y podrían haber tirado mucho antes la toalla. Sobre todo por la inexistencia de financiación. Saben que alrededor del edículo destapado hay más tumbas, pero mantener una investigación sobrepasa los límites económicos personales. La Consejería de Cultura del Principado de Asturias tan sólo aportó 2.500 euros, una cantidad irrisoria que se agotó a las horas de iniciar la excavación.


Así que, para «quien quiera continuar», dejan Estrada y su equipo encaminada la investigación en «un edificio de época romana que hoy taparán y sellarán con arena y una manta geotextil para proteger los restos». Argandenes es una mina de oro, un auténtico pasaje de la historia. Sólo necesita un empujón, económico, como siempre, para que todo lo que guarda entre la tierra sea sacado a la luz. Sólo hace falta que se incluya entre las prioridades del departamento de Cultura.

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Respuestas a esta discusión

Es una noticia estupenda. Aquellos que  se habían apresurado a criticar a los arqueólgos por cifrar este nuevo yacimiento en la etapa tardorromana, en vez de la alto medieval (que es lo que les hace felices, dado que así encuentran apoyo a sus tesis de que la romanización de Asturias fue prácticamente inexistente), se van a tener que tragar sus diagnósticos.

 

Dirán ahora que una tumba del S. IV nada significa, pero tendrán que tener en cuenta que no deja de ser también una tumba sintomática. Si en tal siglo los romanos se enterraban en los lares de Piloña con toda tranquilidad, querrá decirse, al menos, que la cosa ya vendría de atrás. Y ello sin menoscabo de que todavía puedan encontrarse más restos en el futuro,  en el mismo yacimiento u otros, que confirmen este parecer.

En este sentido, es una lástima que no haya más financiación, por el momento, para continuar la investigación en tan interesante y prometedor yacimiento. Esperemos que no dure mucho este estado de cosas.

 

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* Hallan una necrópolis en Piloña (Asturias) que pertenecía a un asen...

 

 

De Argandenes al laboratorio

Los voluntarios terminan de excavar la necrópolis romana de Piloña tras dos meses de continuos hallazgos que estudiará la Universidad Autónoma de Madrid.

 

Fuente: Lucas Blanco, San Román (Piloña) | La Nueva España.es, 10 de febrero de 0211 


Contrariados, con un sentimiento que aunaba pena y orgullo, los voluntarios que trabajan desde hace dos meses a las órdenes del arqueólogo Rogelio Estrada en la excavación de Argandenes (Piloña) recogieron ayer sus herramientas de trabajo y dejaron lista para su sellado la zona en la que no han dejado de salir huesos, objetos y materiales de construcción que, a buen seguro, darán luz a muchos datos sobre el pasado de Piloña y de Asturias en general.

Después de verse obligados a ampliar hasta ayer unos trabajos que todo apuntaba que terminarían durante el pasado fin de semana, los miembros de la excavación aún encontraron una tumba construida con materiales romanos en el fondo del edículo de tres metros de superficie en el que llevan trabajando todo este tiempo, que podría dar indicios del origen de la construcción, probablemente del siglo IV.

En esas tumbas se ha encontrado dos nuevos cuerpos, uno íntegro y otro reducido. En el cráneo encontrado es de destacar un aro metálico que ha aparecido dentro de la boca, mientras que también se han hallado dos más que posibles brazaletes que acompañaban los restos óseos, sumando de esta forma nuevas pistas que podrían dar mayor claridad a las investigaciones.

Ya se han exhumado todos los restos que contenía el edículo encontrado fortuitamente junto al nuevo depósito de agua de la parroquia de San Román, gracias a un argayo producido por las fuertes lluvias del pasado verano en la región.

Dicha excavación fue realizada por encargo por la Consejería de Cultura con una aportación de 2.500 euros y un plazo de quince días para desarrollar los trabajos. Sin embargo, ese plazo se tornó en muy escaso debido a la dimensión del hallazgo que se tuvo que prolongar sin más presupuesto. Pero salió adelante gracias a la ayuda de alrededor de una decena de voluntarios, tanto del concejo, del resto de Asturias, como de la UNED.

Según fueron avanzando las lentas y complicadas labores de excavación se fueron sucediendo los hallazgos, ya que a los pocos días se supo que se trataba de un edículo de unos tres metros cuadrados de superficie construido con las técnicas y materiales de la época romana. Además, se encontró también la parte inferior de un esqueleto con un cinturón que portaba materiales preciosos, si bien este fue descubierto entre las tierras desprendidas en otro argayo posterior, producido en una zona apartada.

Es precisamente esto, lo que hace pensar que este edículo estaría ubicado dentro de una necrópolis que abarcaría toda la zona que rodea a la excavación, tesis más creíble si se tiene en cuenta que se localizaron dos tumbas pegadas al recinto, generando sospechas sobre la existencia de una población romana próxima.

Pese a ello, la falta de recursos por parte de la Consejería de Cultura impide que las investigaciones vayan más allá, aunque de momento los investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid ya tienen suficiente material como para confirmar, a través de la prueba del carbono 14, la datación y origen de los alrededor de doce cuerpos encontrados, según indica el jefe de excavación, Rogelio Estrada.

A la vista de los hechos, no cabe duda de que aunque el lugar de la excavación será sellada en los próximos días con un material geotextil, cubierto a su vez por una capa de arena para su mejor conservación con la ayuda del Ayuntamiento de Piloña, tarde o temprano no quedará otra salida que volver a explorar unos suelos que poseen un buen número de respuestas a las preguntas sobre el pasado.

El carbono 14 prueba que los restos de Argandenes datan del siglo VI

Trabajos arqueológicos en la necrópolis de Argandenes, en Piloña, en el año 2016. / NEL ACEBAL

Los análisis realizados a los restos localizados en el yacimiento arqueológico piloñés de Argandenes, utilizando la técnica del carbono 14, han confirmado las previsiones de los investigadores y ratifican que la datación de estos restos se sitúa en torno al siglo VI. El dato resulta importante a la hora de definir el contexto histórico de los múltiples enterramientos localizados en esta necrópolis localizada en Piloña hace años de forma casual, cuando se excavaba para la instalación de un depósito de agua.

Aún resta mucho trabajo por hacer, pero estos datos, unidos a la enorme relevancia de los últimos vestigios aparecidos en la zona, auguran un futuro lleno de novedades para los científicos y de buenas noticias para el concejo piloñés, que ve confirmada, una vez más, la enorme riqueza histórica que esconden sus parroquias. El responsable de la investigación en Argandenes, el arqueólogo Rogelio Estrada (izquierda), remarcaba estos días que el lugar podría ofrecer muchos más datos, sobre todo detalles concisos sobre sus antiguos habitantes, para aportar algo de luz a una de las épocas más oscuras de la historia de Asturias.

«La aportación del carbono 14 ha servido para confirmar lo que habíamos podido observar durante las excavaciones y despejar algunas dudas que teníamos en torno al conjunto del yacimiento. Los resultados encajaron perfectamente en las cronologías que teníamos establecidas», señaló Estrada. «Ahora será necesario continuar con la labor, porque en el tema de la cronología estamos hablando de horquillas muy amplias que no nos aportan mucho, pero que tampoco restan validez a las hipótesis que teníamos». Lo que parece claro es que «los restos humanos que han aparecido en este enterramiento pueden ofrecer muchos más detalles sobre sus características y las de la sociedad de la época».

En un primer momento se trató de confirmar una cronología tomando muestreos de los morteros, «pero nos dio un resultado fallido, porque las arenas utilizadas en la confección de la masa del cemento tenían restos de un incendio mucho anterior, quizás de cinco mil años antes de Cristo, así que aparecía un resultado completamente errático», explicó. Por suerte se localizó una «brizna carbonosa muy buena», que pudo ser utilizada finalmente para confirmar este período aproximado del enterramiento. Las investigaciones deberán continuar ahora abordando diferentes líneas de trabajo, «con nuevos muestreos según avance la labor y nosotros progresemos en la redacción de la memoria final».

Los importantes hallazgos localizados en Argandenes hacen obligatorio un largo proceso de investigación multidisciplinar para que los restos humanos y también los muchos objetos hallados en la zona exterior del enterramiento puedan seguir ofreciendo información sobre una época de la historia de Asturias poco conocida, pero que, sin embargo, se sitúa muy próxima a grandes acontecimientos como la misma batalla de Covadonga.

Más en Antrialgo y El Sidrón

El Ayuntamiento de Piloña, consciente de la importancia de estos resultados, ya ha establecido una nueva partida de ayudas para las próximas excavaciones que este mismo año se desarrollarán tanto en este yacimiento como en el de Antrialgo. En este último se desenterró el pasado verano un destacado asentamiento castreño con restos de una muralla y edificaciones defensivas.

«En esta campaña hemos habilitado una partida de diez mil euros que podrá ser utilizada para desarrollar estas nuevas investigaciones en los yacimientos del concejo. Consideramos que Piloña es un municipio con unos vestigios históricos realmente extraordinarios y debemos garantizar su investigación», señaló ayer el primer edil, Iván Allende.

Prueba de este interés por la investigación de sus tesoros arqueológicos, el municipio piloñés firmaba hace tan solo unos días un protocolo para la difusión e investigación del yacimiento neandertal del Sidrón, en el que también participan el CSIC, la Universidad de Oviedo y el Gobierno asturiano.

Fuente: elcomercio.es | 6 de abril de 2019

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Los arqueólogos buscarán un poblado junto a la necrópolis de Argandenes

Investigadores en el yacimiento piloñés de Argandenes durante la campaña de 2016. / NEL ACEBAL

Tras las diferentes campañas de excavación y las pruebas posteriores realizadas a los restos localizados en Argandenes, en Piloña, los investigadores se preparan ahora para volver al trabajo en los próximos meses. El objetivo que se plantean es el de seguir desvelando las muchas incógnitas del yacimiento y responder a las preguntas que pueden resultar fundamentales para la historia de Asturias.

El equipo multidisciplinar que coordina el arqueólogo Rogelio Estrada tiene por delante una labor apasionante: «Las últimas tumbas que se desenterraron en la última campaña posiblemente necesiten una nueva intervención, aunque eso ya se irá viendo sobre la marcha y en función de nuestra necesidad», explica.

En estos momentos los antropólogos están examinando estos restos, «y prácticamente tienen el estudio finalizado, al igual que está acabado el de los restos de la anterior campaña», aclara Estrada, que se muestra muy interesado en conocer el mayor número posible de detalles sobre estos pobladores de la antigua Asturias. Los datos apuntan a un enterramiento visigodo de en torno al siglo VI. Esta datación ha sido confirmado por las últimas pruebas de carbono 14 realizadas a estos restos, en Estados Unidos, tal y como adelantó EL COMERCIO.

El período tiene un gran interés puesto que se trata de una época sobre la cual los investigadores no tienen muchos detalles, «es un período un tanto oscuro».

El conocimiento de estos pobladores, previsiblemente élites de la sociedad si nos atenemos a los importantes objetos de valor que llevaban en el momento de su enterramiento, puede resultar fundamental, «ya que hay que recordar que hablamos de una época previa y muy cercana en el tiempo a importantes acontecimientos como la batalla de Covadonga y los comienzos de la Reconquista», añade el investigador.

Por esta razón, existe un gran interés en conocer si las personas enterradas en este lugar tenían parentesco entre sí, si eran miembros de una misma familia o, incluso, si algunos de ellos podrían proceder de fuera, de otros territorios.

«Tenemos en marcha un estudio en torno a la paleodieta, su ADN y otras características que nos permitan conocer estos datos, confirmar si todos estos individuos vivían en la zona o si vinieron de fuera», explica Estrada, consciente de que se trata de investigaciones complejas y que pueden llevar bastante tiempo, «probablemente estamos hablando de años».

El objetivo de los científicos, una vez finalicen las investigaciones, será la publicación de una gran monografía sobre todos los detalles que ofrezca este importante yacimiento, en el que se han localizado una veintena de cuerpos y casi trescientos objetos, recuperados muchos de ellos como parte del ajuar de estos individuos. Entre estos elementos se encuentra una espada corta de hierro, hebillas, una cruz de bronce, cuentas de vidrio, un dardo, un pendiente, tachuelas de calzado e, incluso, fragmentos de una lámina de oro, posiblemente parte de un cinturón.

Materiales de la construcción

Otra línea de investigación que se pretende seguir este año será el traslado de la excavación hacía otro punto del entorno, con el objetivo de poder localizar algún tipo de vivienda o poblado. «Parece lógico que sí pudiese existir este asentamiento de la misma época que el cementerio, pero es algo que tendremos que determinar en su momento», comenta el científico a la vez que matiza que en estos casos «resulta fundamental tratar de localizar el hábitat que generó el cementerio. De todas formas, hasta que no comencemos el trabajo y abramos allí, no se podrá confirmar». Una dificultad añadida para la investigación es el hecho de que las construcciones de aquella época se realizaban en madera, «por lo que se trata de un material más complicado de rastrear a lo largo de tantos siglos».

Fuente: elcomercio.es | 7 de abril de 2019

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