• El equipo que busca el cuerpo del rey bajo un aparcamiento en Leicester halla huesos humanos
  • Falta la prueba del ADN, que tardará al menos ocho semanas

El País

Nada de pirámides, ni de mausoleos. Sepultado bajo un aparcamiento de coches en Leicester. Quién le iba a decir al rey Ricardo III que acabaría enterrado en tan humilde lugar. Y sin embargo justo allí un equipo de arqueólogos británicos llevaba tres semanas buscando los restos del soberano. Hoy han anunciado el primer paso adelante de su búsqueda: han hallado huesos humanos.

Falta, eso sí, la prueba más importante. Los arqueólogos de la universidad de Leicester tendrán que comparar las trazas de ADN de los huesos encontrados con las de los herederos del rey, que sostuvo la corona británica entre 1483 y 1485.

Sin embargo, en una rueda de prensa retransmitida en streaming, un portavoz de la universidad ha afirmado que, por ahora, ya cuentan con algunas “fuertes pruebas circunstanciales”. Una calavera hendida y una espina dorsal con indicios evidentes de escoliosis –problemas que padecía Ricardo III, como también muestran sus retratos– son mucha coincidencia, según los arqueólogos. Aunque los propios estudiosos hacen hincapié en la importancia del análisis de laboratorio para pasar de hipótesis a certezas.

El equipo empezó sus excavaciones el pasado 25 de agosto. Comparando un mapa de la ciudad de 1741 con uno de hoy en día, los estudiosos llegaron a identificar el fatídico (y supuesto) punto X, bajo el que descansa el soberano.

Ricardo III obtuvo la corona en 1483 cuando su hermano mayor y soberano hasta entonces, Eduardo IV, falleció. En realidad, sus dos sobrinos (hijos del rey) Eduardo V y Ricardo de York eran los herederos de la corona. Pero Ricardo III, que además era el (supuesto) protector de los dos jóvenes, los hizo declarar ilegítimos y los encerró en una torre de Londres. Jamás se volvió a saber de ellos, mientras en junio de 1483 Ricardo III era proclamado por el Parlamento rey de Inglaterra.

Su reinado duraría sin embargo solo dos años. El soberano falleció en 1485 en la batalla de Bosworth. El choque puso punto final a la Guerra de las Dos Rosas, que enfrentó a los York (la familia de Ricardo III) y los Lancaster en una lucha feroz por el trono de Inglaterra. De hecho, Ricardo III fue el último de la dinastía de los York en sentarse en el trono. Enrique Tudor, que lideraba las fuerzas de los Lancaster en Bosworth, se hizo con la victoria y con el poder.

El rey derrotado y fallecido fue sepultado en un primer momento en la sede de los frailes franciscanos de Greyfriars. El edificio fue destrozado en 1530 pero, según cuenta la BBC, sí permanecieron los documentos sobre el entierro (por cierto, de perfil bajo) del exsoberano.

Philippe Langley, de la Sociedad Ricardo III, una organización fundada en nombre del antiguo rey, ha declarado al mismo medio: "El sueño era encontrar a Ricardo III y hoy el sueño parece posible”. Y, lo dice, que conste, un señor de una asociación uno de cuyos lemas es que “la verdad es más poderosa que las mentiras”.

Sea como fuere, las pruebas de ADN tardarán entre ocho y 12 semanas en ofrecer resultados. Más de dos meses para saber si, además de la obra de Shakespeare y de su muerte en batalla, el soberano se hará famoso también por otra razón: el primer rey enterrado bajo un aparcamiento.

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Comentario por Carmen L. el febrero 6, 2013 a las 8:25pm

Los comentarios d ela página de El P(a)ís son de lo másss... creía que la noticia era ful hasta que la he visto aquí reflejada. Inciso: me encantaría saber la genealogía del carpintero, a ver como llegaron los descendientes de Ana Plantagenet hasta Canadá. Que historia tan chula.

Comentario por Percha el febrero 9, 2013 a las 11:07am
Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el febrero 9, 2013 a las 1:08pm

Está visto que Shakespeare no nos dio una imagen degenerada y odiada de Ricardo III de modo intencionado. 

A tenor de las múltiples heridas detectadas en su esqueleto, bien se ve que fue asesinado con gran saña y odio, según leemos en Science News. Y, curiosamente, tampoco su físico de medio jorobado se aleja de su descripción, al comprobarse que padecía una fuerte escoliosis desde los diez años. En lo único en que difiere es que no tenía ningún brazo impedido.

En fin, ahora ya pueden darle una buena sepultura, aunque seguramente sus coetáneos antepasados no estarían muy de acuerdo.

Por cierto, los británicos ya andan tras los restos de otro de sus reyes: Alfredo el Grande (849 a 899 d.C.)

Comentario por Percha el febrero 10, 2013 a las 6:52pm

Hoy en El País se habla de la historia de ese inesperado protagonista, el ebanista canadiense Michael Ibsen. El pobre solo parece querer volver a la normalidad de su vida anterior. No sé si le van a dejar en estos tiempos que corren.

Un carpintero de ADN azul

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el febrero 12, 2013 a las 2:33am

Pues resulta que pese al anuncio a bombo y platillo del hallazgo de los huesos del rey inglés bajo un aparcamiento, la comunidad científica todavía plantea dudas sobre su verdadera identidad

Mi reino por un verdadero estudio científico sobre Ricardo III

 

Fuente: Materia | Manuel Ansede | 10 de febrero de 2013

 

El miércoles por la mañana, un grupo de investigadores del departamento de medicina legal de la Universidad de Santiago de Compostela, responsable de análisis de ADN de víctimas de los atentados del 11-S, del 11-M y del tsunami de 2004, se reunió para tomar el café con colegas genetistas, expertos en la genealogía de las monarquías europeas. Su tema de conversación estaba en las portadas de los periódicos de medio mundo: Ricardo III, el rey inglés inmortalizado por Shakespeare como un tirano feo y con sed de sangre.

 

Tras meses de expectación, la Universidad de Leicester había convocado el lunes a periodistas de todo el mundo. En agosto de 2012, un grupo de científicos había encontrado en las ruinas de un monasterio bajo un aparcamiento de la ciudad inglesa los huesos de un hombre fallecido de manera brutal en el siglo XV. Le habían reventado la cabeza posiblemente con una alabarda. Y los investigadores sospechaban que podía tratarse de Ricardo III, que gobernó Inglaterra entre 1483 y 1485, cuando murió en la batalla de Bosworth defendiendo su trono.



Por fin, el lunes, en una rueda de prensa convertida en un entretenido show, el arqueólogo Richard Buckley proclamó que esos huesos destrozados son, “más allá de toda duda razonable”, lo que queda del monarca Ricardo III, célebre por su frase “Mi reino por un caballo” en la obra de Shakespeare. Los investigadores se abrazaron y los periodistas se levantaron y aplaudieron a rabiar. El hallazgo del rey inglés dio la vuelta al mundo.

Sin embargo, cuando los genetistas de la Universidad de Santiago de Compostela buscaron por curiosidad el estudio científico de los restos humanos del aparcamiento de Leicester, para saber cómo se había averiguado que pertenecían al rey Ricardo III, no lo encontraron. Y no lo encontraron porque no existe. En una estrategia más propia del marketing que de la ciencia, los autores del estudio no han publicado sus análisis en una revista científica para que sus colegas de todo el mundo puedan consultarlos. “Si un español hubiese hecho tal aseveración se le tiraría encima la comunidad científica internacional”, opina Francisco Camiña, uno de los genetistas alrededor de aquel café en la Universidad de Santiago de Compostela.

Un carpintero canadiense

Para averiguar si los huesos del aparcamiento eran del rey Ricardo III, los investigadores de la Universidad de Leicester compararon su ADN con el de Michael Ibsen, un carpintero de Canadá que se ha identificado como descendiente de la hermana mayor del monarca inglés. El ADN, el microscópico libro de instrucciones en el que está escrito el funcionamiento biológico de un ser humano, se encuentra en el núcleo de cada una de nuestras células, pero fuera de él las mitocondrias, las pilas que suministran energía a las células, tienen su propio ADN. Este ADN mitocondrial se hereda de madres a hijos y se suele utilizar para saber si dos personas están emparentadas. Y, según explicaron los científicos ingleses en la rueda de prensa, el ADN mitocondrial del aparcamiento y el del carpintero coinciden.

“En el hipotético caso de que hayan encontrado un 'macheo' [una coincidencia] entre las dos secuencias de ADN, es posible que estén emparentados, pero que estos sean los restos del rey es otro cantar”, expone Camiña, experto en la genética de las dinastías de los Austrias y de los Borbones. “Queremos que se contrasten los resultados y que expertos en historia comenten el tema”, lanza.

Turi King ha sido la genetista que ha analizado el ADN de los restos hallados en el aparcamiento. “[Publicar los análisis para que los revisasen otros científicos] habría sido lo ideal, pero el intenso interés mediático y las especulaciones que había [sobre la identidad de los restos del aparcamiento] hizo que pensáramos que teníamos que anunciar los resultados antes de publicarlos”, explica a Materia. King admite que ni siquiera han acabado el estudio. “Completaremos el trabajo y lo enviaremos a revisión por otros científicos en los próximos meses”, señala.

Dudas sobre el análisis de ADN

El investigador Carles Lalueza es uno de los mayores expertos en el mundo en el análisis de ADN antiguo. Hace unas semanas confirmó la autenticidad de una cabeza momificada atribuida al rey francés Enrique IV, gracias a la comparación de su ADN con el ADN de su descendiente Luis XVI, rescatado de la sangre hallada en un pañuelo guardado en su época en el interior de una calabaza.

 

Entonces, Lalueza siguió el procedimiento habitual en ciencia: publicó su análisis en una revista científica, Forensic Science International, y después hizo el anuncio a la prensa. “En mi opinión es un error hacer anuncios previos a la publicación científica. Así es imposible que el colectivo científico pueda ver su metodología”, critica Lalueza. El investigador, del Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-UPF), cree además que el análisis del ADN mitocondrial es insuficiente. “Mi ADN mitocondrial coincide con el del pistolero Jesse James y eso no significa que seamos familia”, argumenta.

Lalueza cree que los investigadores de la Universidad de Leicester tendrían que haber intentado analizar otras matrículas genéticas, como los llamados marcadores del cromosoma Y, muy usados en criminalística. Son regiones del cromosoma sexual masculino que presentan muchas variaciones entre individuos y que, por lo tanto, tienen un gran poder identificador. Se heredan de padres a hijos.

Secretismo científico

“Obviamente [los supuestos restos de Ricardo III] pueden ser de cualquier familiar por vía materna”, subraya Ángel Carracedo, catedrático de Medicina Legal en la Universidad de Santiago de Compostela. Carracedo, uno de los mayores expertos mundiales en genética forense, no entiende que los investigadores ingleses no hayan publicado el haplogrupo del supuesto Ricardo III, las variaciones encontradas en su ADN mitocondrial. “No entiendo por qué no lo dieron”, lamenta. La revista New Scientist ha escrito un duro editorial demandando la publicación de estos análisis del ADN de los huesos desenterrados en el aparcamiento de Leicester.

 

“Los autores del estudio hemos estado sometidos a críticas de la prensa y de la gente que pensaba que estábamos escondiendo datos, cosa que no hacíamos. Los científicos implicados hemos sufrido una enorme presión personal para revelar los resultados. Así que sentimos que era preferible hacer un anuncio ahora, de manera controlada, en lugar de esperar varios meses para terminar la publicación científica, que la revisaran otros científicos y que se publicara”, detalla Jo Appleby, una de las arqueólogas que ha desenterrado al presunto Ricardo III. “Este caso no depende del ADN”, defiende Appleby. “Los autores creemos que habría sido posible hacer una identificación positiva incluso sin evidencias de ADN que la apoyaran”, subraya.

Además de los indicios del ADN, Appleby y King insisten en que el esqueleto hallado en el aparcamiento pertenece a un individuo de unos 30 años, aproximadamente la edad que tenía Ricardo III cuando fue asesinado en la batalla de Bosworth. Las dataciones de radiocarbono también sugieren que ese individuo murió alrededor de 1485, aunque también podría haber muerto en 1460 o en 1500. Además, el esqueleto presenta heridas similares a las de una batalla y una grave escoliosis en la columna vertebral, lo que se corresponde con los relatos que dibujan a Ricardo III como un rey chepudo.

Y, sobre todo, ha aparecido en las ruinas de un convento medieval al que algunos expertos apuntaban como destino final del cadáver de Ricardo III, aunque otros relatos señalaban que fue arrojado a un río. “Estamos muy seguros de que estos son los restos de Ricardo III”, remacha la genetista Turi King. Hasta que se publiquen sus estudios, sólo ellos pueden estar muy seguros.

Comentario por Percha el febrero 12, 2013 a las 9:47am

Gracias, Guillermo. 

Se ve que en todos los sitios cuecen habas. De todas formas, me parece que la hipótesis manejada por los investigadores de Leicester es sumamente probable a la vista de lo publicado.

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el febrero 12, 2013 a las 12:19pm

Buenos días, Percha:

Sí, yo también creo, a la luz de los argumentos dados, y con independencia del análisis genético, que los investigadores tienen suficientes pruebas como para establecer que los restos hallados son de Ricardo III. Cuadran demasiadas cosas.

Un saludo.

Comentario por Percha el marzo 27, 2013 a las 11:17pm

En El País:

Batalla por los restos de Ricardo III

Acabe como acabe esta disputa, Ricardo III saldrá ganando. Porque para un rey que estaba enterrado debajo de un aparcamiento en Leicester–hasta que los investigadores de la universidad de la ciudad hallara...- cualquier otra sepultura será más digna. Ya sea en la catedral de la propia Leicester, como estableció el equipo de arqueólogos que le encontró, de acuerdo con el ministerio de Justicia británico, o en York, de donde procedía la familia del soberano, y donde una quincena de descendientes de Ricardo III reclaman que sean llevados sus restos. Hasta el punto de que están dispuestos a recurrir la decisión del ministerio ante los tribunales.

La alianza Plantageneta, como se han bautizado los tatata(etc.)ranietos del rey, que falleció en 1485, defiende que debió ser consultada a la hora de debatir dónde había de ser el segundo entierro de Ricardo III. En concreto, se apoya en el artículo 8 del Convenio Europeo de los derechos humanos, que sostiene que “toda persona tiene derecho al respeto de su vida privada y familiar, de su domicilio y de su correspondencia” y que “no podrá haber injerencia de la autoridad pública en el ejercicio de este derecho”, a no ser que la ley lo justifique.

El abogado de los descendientes, Matthew Howarth, declaró a la BBC que ya han avisado oficialmente, por escrito, tanto al ministerio como a la universidad de Leicester de que van a presentar una reclamación contra la decisión. “Esto nos permitirá obtener más información sobre el asunto. Vamos a recurrir lo antes posible, seguramente en las próximas semanas”, añadió Howarth.

Además de la romántica nostalgia familiar, la pelea esconde un aspecto más material: el turismo. Sobra decir que la ciudad de York estaría más que encantada de recibir los restos del soberano. Y el río de visitantes que vendría con ellos. Porque, desde que en agosto de 2012 un equipo de arqueólogos liderados por Richard Buckley fue a buscar el esqueleto del rey debajo de un aparcamiento de Leicester y, en efecto, se encontró con varios huesos, el caso capturó la atención de todo Reino Unido.

Tras largos análisis forenses, datación por radiocarbono y comparación del ADN con el de Michael Ibsen, supuesto descendiente de Anna de York, her... la universidad de Leicester anunció el pasado 4 de febrero que sí, ese esqueleto pertenecía a uno de los soberanos más conocidos de la historia de Inglaterra. Ricardo III reinó solo dos años, entre 1483 y 1485, pero se esmeró en dejar una huella imborrable: encerró en una torre y asesinó a sus dos sobrinos, legítimos herederos al trono, combatió en la gran batalla de Bosworth contra Enrique VII y la familia rival de los Lancaster, falleció en ella siendo así el último soberano de los York y el punto final de la Guerra de las Dos Rosas, y protagonizó una de las tragedias más famosas de William Shakespeare.

Otra batalla más la protagoniza ahora también en la Red. Dos peticiones online se enfrentan en la misma página web, que permite enviar reclamaciones directamente al Gobierno británico, pidiendo respectivamente que Ricardo III “permanezca en Leicester” y que sea “reenterrado en la catedral de York”. La primera suma casi 8.000 firmas, mientras que la segunda va por las 26.000. Aquí, por lo menos, parece haber un ganador.

Comentario por Percha el septiembre 17, 2014 a las 9:35am

El rey Ricardo III murió de nueve heridas en el cráneo en la batall...

ABC/Londres

Los restos de Ricardo III fueron hallados bajo un aparcamiento de Leicester /AFP

El rey de Inglaterra Ricardo III murió en el siglo XV tras los múltiples golpes que le asestaron sus enemigos en el cráneo tras perder el casco en la batalla de Bosworth Field, cerca de Leicester, en el centro de Inglaterra. Así lo desvela un nuevo análisis de los restos del rey inglés realizado por investigadores de la Universidad de Leicester.

El estudio de los huesos de Ricardo III (1452-1485) muestra hasta once heridascausadas por diversas armas medievales justo antes de morir, nueve de ellas en el cráneo. Una herida grave, detectada en la pelvis, habría sido infligida cuando ya había fallecido, según el estudio que publica la revista The Lancet en su versión electrónica.

Las lesiones en la cabeza confirman los relatos de la época, según los cuales el 22 de agosto de 1485 el rey Richard III se vio atrapado en la batalla de Bosworth y abandonado por su caballo combatió pie en tierra, donde fue asesinado por sus enemigos. Tenía 32 años y solo dos en el trono. La lectura del estudio es escalofriante. En él se detallan una a una las lesiones en los huesos y las suposiciones sobre las armas que emplearon sus contrincantes (espadas, lanzas, cuchillos, dagas...)

«Las heridas que presenta demuestran que sufrió el ataque de varios asaltantes, conarmas propias del periodo medieval tardío», describió Sarah Hainsworh, coautora de la investigación.

El monarca no presenta heridas defensivas en los brazos, lo que sugiere que llevaba puesta una armadura que le protegía el resto del cuerpo de los ataques. «Las heridas que causaron con más probabilidad la muerte del rey son dos en la parte inferior del cráneo. Un gran traumatismo producido por un arma afilada, probablemente una espada o una alabarda, y otra herida penetrante, causada por la punta de otro arma», describió, por su parte, Guy Rutty, investigador del centro de Leicester.

La muerte del rey en la batalla de Bosworth significó el fin de la casa de York y dejó el trono en manos de Enrique VII, el primero de la dinastía de los Tudor, que lo presentó como un tirano sediento de sangre, una oscura reputación inmortalizada porWilliam Shakespeare. En su obra «Ricardo III» (1592), el soberano acorralado en el campo de batalla grita «¡Un caballo! ¡Mi reino por un caballo!», una frase que se convirtió en célebre.

Los restos de Ricardo III fueron hallados en 2012 bajo un aparcamiento municipalde Leicester durante unas obras. Los análisis de ADN confirmaron que este esqueleto con heridas de guerra perteneció al último rey Plantagenet, muerto no lejos de allí y enterrado discretamente por los hermanos franciscanos.

El equipo multidisciplinar de la Universidad de Leicester, dirigido por Jo Appleby,especialista en el estudio de los huesos, ha utilizado técnicas como la tomografía asistida por ordenador (que permite hacer cortes) para estudiar los restos del soberano que el próximo 26 de marzo de 2015 recibirán sepultura en la catedral de Leicester.La ceremonia será la culminación de una semana dedicada al monarca inglés, a quien asociaciones de aficionados están tratando de rehabilitar.

Antes del entierro, el féretro partirá de Bosworth y recorrerá diversas poblaciones relevantes en la vida del rey hasta llegar a Leicester, donde sus restos se mantendrán expuestos durante tres días para que el público pueda presentar sus respetos.

«Nuestra catedral se ha comprometido desde el primer momento a celebrar una ceremonia apropiada, digna y memorable para el rey Ricardo», afirmó el obispo anglicano de la ciudad, Tim Stevens.

Comentario por Percha el diciembre 2, 2014 a las 6:50pm

Un análisis de ADN confirma el hallazgo del esqueleto de Ricardo III

MIGUEL G. CORRAL / El Mundo

La figura de Ricardo III está envuelta en un halo de misterio al que no le falta ningún ingrediente dramático. Incluso el hallazgo de sus restos mortales hace cerca de dos años, en un aparcamiento de Leicester (norte de Inglaterra), bien podría ser el argumento de una novela de Dan Brown. Pero no se ha quedado ahí la leyenda. El equipo científico que encontró y realizó el primer análisis de los supuestos huesos del monarca acaba de aportar pruebas "abrumadoras", con "un 99,99% de certeza", de que aquel esqueleto excavado en 2012 perteneció al último rey de la Casa de York.

Ricardo III es uno de los más conocidos y controvertidos reyes de Inglaterra. Su ascenso al trono en 1483 tras la muerte de su hermano Eduardo IV ha sido visto por los historiadores como, cuanto menos, polémico. La pelea abierta entre el hermano del rey fallecido y la familia de la reina consorte, Elisabeth, así como la turbia y aún desconocida historia que envuelve a la desaparición de sus sobrinos, Eduardo y Ricardo, han encumbrado a Ricardo III -en buena parte debido a la interpretación de los hechos que hizo Shakespeare en su conocida obra teatral- como uno de los grandes villanos de la Historia y de los escenarios.

Su muerte, tan sólo dos años después en la Batalla de Bosworth, supuso el final de la dinastía Plantagenet, posteriormente conocida como Casa de York, tras 300 años de reinado y el comienzo del periodo de reinado de los Tudor, con Enrique VII como primer monarca tras ganar la Guerra de las Dos Rosas. Ricardo III fue el último rey inglés en morir en batalla y uno de los pocos cuya localización exacta de su tumba no ha llegado hasta nuestros días. El misterio que envuelve a Ricardo III aún continúa en la actualidad.

Para tratar de aportar luz sobre uno de los personajes más oscuros de la historia británica, los investigadores que han trabajado con los restos del supuesto monarca los han analizado desde un ángulo multidisciplinar y han cruzado todos los datos genéticos, genealógicos, arqueológicos y de datación a su alcance.

"Nuestro trabajo de identificación de los restos del Esqueleto 1 encontrados en el convento de Greyfriars en Leicester y es la primera vez que se ponen en común todos los cabos sueltos para llegar a una conclusión sobre la identidad de esos huesos", explicó Turi King, investigadora del Departamento de Genética de la Universidad de Leicester y la científico principal de la investigación publicada hoy en la revista Nature Communications.

Las conclusiones a las que llegó el equipo liderado por King parecen indicar, tal y como aseguran los propios investigadores, que se acaba de resolver el caso forense más antiguo hasta la fecha. Para confirmar que los restos encontrados pertenecieron a Ricardo III compararon las muestras de ADN extraídas de los restos con otras obtenidas de descendientes vivos del monarca. En concreto, se centraron en secuencias del genoma que se heredan de forma exclusiva del padre o de la madre, como el ADN mitocondrial heredado siempre de la madre y el cromosoma Y, sólo presente en varones y heredado por tanto sólo por vía paterna. 

"Hay fragmentos de ADN que se heredan de una forma muy sencilla y permanecen prácticamente inmutables a lo largo del tiempo. Son el ADN mitocondrial y el cromosoma Y", explicó King el lunes en una teleconferencia con periodistas. "Ricardo III no tuvo descendencia, así que para seguir el rastro paterno tuvimos que ir hacia atrás en el tiempo y después bajar por el árbol genealógico de nuevo hasta la actualidad", añadió Kevin Schürer, del Centro de Historia Local de Universidad de Leicester y coautor del trabajo.

La comparación de secuencias genéticas deja una sensación agridulce a los especialistas que, aunque ha sido interpretada como un éxito por los autores, no termina de zanjar el misterio de Ricardo III. Mientras el ADN mitocondrial heredado de su madre encaja a la perfección con las muestras obtenidas de los parientes vivos de la Casa de York, en concreto de Michael Ibsen y de Wendy Duldig, el cromosoma Y no ofreció los mismos resultados. Los marcadores genéticos de este cromosoma sexual no encaja con las secuencias heredadas por sus descendientes. Pero los autores, rápidamente, se apresuran a explicar los resultados. "La ruptura de la genealogía en el cromosoma Y no nos sorprende demasiado dada la incidencia de no paternidad y la cantidad de generaciones que se han sucedido en más de cinco siglos", explicó Schürer.

Sin embargo, otros expertos difieren en su análisis de los resultados. "Cuando se pueden localizar, se utilizan familiares para validar una muestra histórica (igual que en genética forense) pero nunca he visto que se empleara como argumento cuando los resultados no encajan. Es decir, si encajan es una buena proxy de autenticidad, pero si no, entonces es normal porque en las generaciones que han pasado seguro que ha habido alguna falsa paternidad", explica Carles Lalueza-Fox, investigador del Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona y experto en genomas antiguos. 

"Yo lo veo improbable, dado que la legitimidad de la descendencia era un factor clave entre la nobleza. A pesar de esta discrepancia obvia, los autores todavía son capaces de organizar un cálculo estadístico 'ad-hoc' para proclamar que la identificación tiene un 99,999% de probabilidades de ser positiva. Con todo esto no digo que no sea Ricardo III, sólo que creo que esto no va a terminar totalmente el debate sobre estos restos", opina Lalueza-Fox.

Restos de Ricardo III hallados en Leicester (Inglaterra). NATURE COMMUNICATIONS

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