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La excavación se realiza a mano y con mucho cuidado. // I.Abella
Vía:farodevigo.es | A. Touriño | O. Salnés | 10 de junio de 2012
Los arqueólogos de la Diputación empiezan a encontrar los secretos que mejor guardaba el Monte do Castro (Besomaño–Ribadumia) en sus entrañas y que terminarán por convertirlo en referente exclusivo de Galicia.
La aparición de primitivas "vigas de madera", alguna de un metro de largo, así como de una larga pared enfoscada con pallabarro han dejado boquiabiertos a los técnicos pues es la primera vez que se observa el uso de este material en los castros gallegos como del norte de Portugal.
La excavación, en su tercera fase, depara tantas sorpresas que hasta Patrimonio quiere constancia de cada cosa que se desentierra, muchas de ellas joyas que permitirán descifrar las claves de poblados como el de Besomaño, de hace casi 2.500 años o más.
Rafael Rodríguez, director de los trabajos en el yacimiento ribadumiense, se muestra estupefacto por los descubrimientos de este primero de los seis meses que va a durar esta tercera etapa. Ayer todavía seguía sin dar crédito a los hallazgos por la relevancia que tendrán en su día para el estudio de los castros gallegos.
En el caso de Ribadumia se da por sentado que el castro de Besomaño estuvo habitado, cuando menos, desde el siglo V antes de Cristo y fue asolado en el II después de esta Era mediante un incendio de tremendas proporciones. Ese fuego salvó la historia que seguramente se guardan bajo los escombros de las casas o cabañas derrumbadas, mejor dicho, desplomadas. Queda ahora hurgar de forma no solo metódica sino muy minuciosa y además a contrarreloj, pues solo quedan cinco meses por delante y una tremenda extensión de terreno por explorar.
"Ahora estamos con cepillo y pincel porque no podemos permitirnos el lujo de que se estropee ni el más mínimo centímetro cuadrado del lugar", indica Rodríguez, convencido de que todavía queda mucho por descubrir, en especial cuando se abra la cuadrícula perteneciente a la croa del Monte do Castro.
También queda hacer estudios y cotejar con otros castros. "Pero no hay paralelismos y vamos a tener que analizar poco a poco cada una de las etapas", explica el arqueólogo provincial. Tal compromiso es absolutamente cierto. El equipo de 20 personas que a día de hoy trabaja en el castro ribadumiense busca cada detalle para aportar luz y recomponer ese puzzle que no ha borrado el paso del tiempo. La principal ocupación de los expertos consiste en saber cuál era el uso de las vigas encontradas en el subsuelo porque "podían ser empleadas para hacer la cubierta o como columnas maestras". Respecto del "pallabarro", utilizado en construcciones modernas, también aparece por vez primera en un castro.
Los arqueólogos están desenterrando miles de piezas y restos de construcciones. // Iñaki Abella
Un trabajo sobre planos, cada vez más minucioso
Arqueólogos y restauradores son extremadamente puntillosos en estos momentos de la excavación pues tienen que sacar la máxima información de unos materiales que han soportado el paso de más de 25 siglos y por tanto muy delicados. Todo se hace de forma muy meticulosa, sobre planos exactos de cada una de las edificaciones y de lo que aparece en cada capa que se extrae.
Cuando se comenzó con esta excavación hace año y medio, muy pocos pensaban que se iban a encontrar tantos vestigios y de tanta importancia, que, con seguridad, revelarán datos importantes de la vida de estos primeros pobladores de la comarca.
Durante este tiempo, los arqueólogos han desenterrado nada menos que trece cabañas, una casa–patio singular en los castros celtas gallegos, graneros y hornos existentes en la época. Se estima que el poblado de Besomaño tiene una antigüedad que podría rondar el siglo V a. C., pero podría ser incluso anterior.
Arrasado
Se sostiene que fue arrasado alrededor del siglo II después de Cristo, en una invasión de los romanos, ya que apareció una "dolabra" –especie de machete– que algún soldado del emperador se dejó atrás en la invasión. Se sabe que el poblado fue incendiado porque aparece una capa de tierra quemada al mismo nivel, lo que denota el siglo en el que se registró dicho acontecimiento histórico.
La lluvia, gran enemigo de los trabajos del castro
Las lluvias de los últimos días se han convertido en uno de los principales problemas del equipo de arqueólogos asignado a Besomaño. Los recientes hallazgos son extremadamente delicados y el paso del tiempo ha influido en su conservación, por lo que es preciso extremar los cuidados. De ahí que se empleen lonas para proteger las zonas descubiertas, muchas de ellas de enorme interés científico por ser únicas en el norte peninsular.
La tercera fase de excavaciones obliga a una extrema meticulosidad con el fin de descubrir el mayor número de secretos enterrados en el monte do Castro. En la fotografía, Xan Santos recoge fragmentos de una pared que hace 2.500 años recebaron con "pallabarro" los pobladores de este lugar. Son piezas llamativas que demuestran que además de buscar un techo se preocupaban por el interior.
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* Roma arrasó el Monte do Castro (Ribadumia, Pontevedra)
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Fuente: farodevigo.es | A. Touriño | O. Salnés | 24 de julio de 2012
Vista general de los trabajos que se desarrollan en el castro de Besomaño, en Ribadumia, desde marzo del pasado año. // Faro
Las excavaciones en el Monte do Castro llevan viso de convertirlo en un de los yacimientos más importantes de Galicia a tenor de los importantísimos descubrimientos, únicos en el noroeste peninsular, que el equipo de arqueólogos de la Diputación ha encontrado bajo tierra.
El director de los trabajos, el arqueólogo Rafael Rodríguez se muestra especialmente ilusionado con el hallazgo de una "imponente" estructura de madera en perfecta conservación, con vigas de metro y medio de largo y listones, que han quedado protegidas bajo un artilugio de madera y que se retirarán para su estudio y conservación cuando llegue la época de lluvias.
En el último mes, los avances han sido espectaculares y el castro está casi irreconocible pues ya descubre la estructura del poblado dominado por una enorme y suntuosa casa–patio, una decena de viviendas, hornos de fundición, almacenes y graneros, además de "cuncheiros" para el proceso de reciclado de la época.
Ayer, este tesoro celta fue visitado por vez primera por el director xeral de Patrimonio de la Xunta, José Manuel Rey Pichel, quien no ocultó su positiva sorpresa por lo que se había descubierto y recordó que este equipo cuenta con todos los permisos y autorizaciones para continuar con una excavación que puede descubrir uno de los castros celtas de mayor relieve de Galicia.
Al responsable de Patrimonio le acompañaban el presidente de la Diputación, Rafael Louzán y la alcaldesa de Ribadumia, Salomé Peña, quienes reiteraron su apoyo a este proyecto de promoción de la civilización castrexa, proyecto que ya se inició en marzo de 2011 por un equipo del CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas).
La visita sirvió para poner de relieve un asentamiento singular tanto por su estratégica situación en pleno valle del Umia como por lo que representó en su día, al ser uno de los poblados preeminentes de la costa, a tenor de los descubrimientos que se producen prácticamente a diario.
Justo en el curso del paseo, una joven arqueóloga halló una cuenta de un collar, de bronce, y unas pequeñas láminas de hierro que seguramente tengan algún valor documental una vez que se realice el estudio concreto. Es preciso tener en cuenta que en los once meses de trabajo se han lavado e inventariado nada menos que once mil piezas distintas, la más singular un broche de bronce que representa dos leones unidos por la espalda, de unos dos centímetros de largo y uno de alto, que se ha convertido en la "marca" del castro ribadumiense.
Pero en el recorrido también se pusieron de manifiesto otras muchas curiosidades de una urbe que evolucionó, como mínimo desde el siglo IV antes de Cristo, hasta que fue arrasado por el fuego en el siglo I después de Cristo, posiblemente en el año 40 de la actual Era.
Tras los trabajos de los últimos meses, los expertos entienden que el poblado quizás haya comenzado en el siglo VI o V antes de Cristo, en la primera Edad de Hierro, si se pone en colación con alguno de los objetos que han sido encontrado en las estructuras primigenias. El poblado tuvo una enorme evolución en medio milenio de desarrollo. Así se ven estructuras que se pueden datar en el siglo IV a de C. que están superpuestas con otras que podrían ser del siglo II.
Explica el director del programa de excavaciones que para documentar toda la época va a ser precisa una labor especialmente meticulosa pues se encuentran objetos muy delicados, no en vano han pasado más de 2.500 años por encima. "En algunas labores tendremos que usar pinceles y aspiradoras industriales para evitar daños irreparables", indicó el director de la excavación dado que algunos materiales son muy endebles. Es el caso de la zona donde se halló la madera y que está conservada precisamente por el incendio que sobre el año 40 prendieron los romanos para arrasar este poblado, quizás en respuesta al dueño de la casa patio de referencia.
Fue por tanto una especie de suerte para la historia que el castro ardiese pues el Carbono–14 va a permitir datar con exactitud cada uno de los elementos que se descubran y, por tanto, recomponer esta etapa castrexa en la costa.
Y si valor tienen las estructuras arquitectónicas, los objetos y cerámicas localizados, las piedras que señalan donde se encontraban las fundiciones, también pueden ofrecer mucha información la tremenda cantidad de semilla que se encontró en el lugar. Hay maiz, trigo, centeno, cebada y bellotas que aparecen "fosilizados", en palabras de Rey Pichel, y que también explicarán al menos un capítulo de la vida de los primitivos habitantes de Besomaño, el relacionado con su alimentación, pero también con el comercio marítimo.
El equipo también se mostraba ufano a la hora de mostrar la gran portada de entrada al castro, estratégicamente situada en uno de los vértices inferiores de un poblado que se construyó sobre el plano inclinado de la ladera del otero. La retirada de tierra, junto a la muralla que también se localizó, permite ver en estos momentos una portada amplia a la que se llegaba a través de una escalera que permitía ascender desde el río hacia la croa de la montaña.
El lugar para este paso traza una curva que permitía a los guardianes del poblado ocultarse ante los supuestos enemigos. Se piensa incluso que en lo más alto de la entrada habría dos especies de garitas para hacer una vigilancia más completa.
Respecto a las infraestructuras generales del poblado, destaca la muralla de piedra de mampostería que protegía todo el recinto y que, en partes, está muy bien conservada mientras que en otras solo ha sido posible restaurar la caja de sostén.
Al lado de la muralla se observa un estrecho camino para la circulación a pie de los habitantes y que rodeaba todo el perímetro de la urbe ribadumiense.
Sorprende asimismo al visitatante la imagen de una cabaña con decenas de perforaciones que servían para la colocación de vigas. "Le llamamos el queso gruyere, pero se trata de una forma muy significativa de construir en la época, porque son agujeros de poste", explica Rodríguez. En el lugar puede observarse la perfección de cada uno de estos agujeros, con una profundidad de sesenta centímetros y en los que algunas se observa que la viga se había calzado.
Estas perforaciones se encuentran en el nivel más antiguo del poblado, entre el siglo IV y V antes de Cristo. "Lo calculamos así porque se ha encontrado cerámica asociada a esa época, e incluso anterior", indicó el experto que hizo de guía de los asistentes a la visita,
Muy buenas.
Si que es curioso que aparezcan agujeros para postes quizá como cimentación de algún edificio, aunque pudiera ser para algún tipo de granero/horreo y aislarlo del suelo, aunque las dataciones que dan no coinciden mucho con esta idea, a no ser algo ya romanizado, pero a ver si sale algo más de información. Tampoco parece muy castreño el hallazgo de un broche con figuras de dos leones adosados.
Por otro lado espero que, como en otras ocasiones, la mención a que ha aparecido maíz sea una equivocación del periodista de turno, si no, eso sí que es un gran descubrimiento.
Seguro que es uno de esos lapsus habituales en el que realmente deberíamos leer lo que llamamos "millo miúdo" o "paínzo", gramínea de origen oriental ya muy extendida mucho antes de que Colón redescubriera América y nos trajera el maíz y las patatas.
En cuanto a lo del broche, así a bote pronto he recordado un par de pasarriendas de bronce aparecido en el castro de Viladonga (Castro de Rei, Lugo), en el que están representados dos felinos (aparentemente panteras) afrontados y con las cabezas vueltas. (Bueno, también los he recordado más fácilmente porque mi llavero es una reproducción de uno de ellos comprada en el museo de dicho castro, je, je). Son los que se pueden ver en la foto inferior izquierda.
Y por cierto, me llama la atención la poca prudencia con la que se siguen denominando "castros celtas" a nuestros asentamientos autóctonos.
Sobre los dos leones adosados, aquí tienes más información:
http://www.manuelgago.org/blog/index.php/2011/12/23/o-que-contan-os...
Muy buenas.
La pieza es espectacular y muy singular. Leones, realmente, no me lo parecen, yo intuyo la intención de representar las crías o cachorros de alguna especie animal, ¿Quizá alguna clase de perros, o de oseznos?
En el enlace facilitado por Brigantius se ve una etrusca muy similar en cuanto a la especie de ¿soga/collar? que une las figuras.
La forma de representar el pelo me recuerda mucho a algunos diseños artísticos pintados en cerámica Íbera.
Muy buenas.
Y por otro lado, ya recordé, ademas de en algunas cerámicas íberas, donde vi algo que me recordó esa forma de representar el pelaje del "bicho". Es en túmulos como el de la hoy isla de Gravinis, en Breizh, que tuve la oportunidad de conocer y es impresionante, y en otro como el de Knowth en el Éire.
Muy buenas.
Pienso que otro ejemplo estética similar de dos figuras animales iguales y adosadas por su torso puede verse en el Prótomos de Numancia, dicen que probablemente sea un estandarte de caballería.
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