Entrevista a D. Francisco R. de Pascual, director de Cistercium, en la revista Ábacus.

Charlando con…
Francisco R. de Pascual, monje de la Orden Cisterciense de la Estricta Observancia y director de la revista “Cistercium”.



Tenemos la enorme fortuna de contar esta vez para nuestra sección de entrevistas con el sacerdote y monje cisterciense de la Abadía cántabra de Viaceli, Don Francisco Rafael de Pascual, licenciado en Teología y Director de la revista Cistercium, estudioso y divulgador de la obra y pensamiento de Thomas Merton y especialista en todo lo relacionado con las Órdenes Militares.
Durante varios años fue consejero del abad general de la OCSO (Orden Cisterciense de la Estricta Observancia) en Roma.
Entre sus artículos cabe destacar La expansión cisterciense en los siglos XII y XIII, Nuevo libro sobre los cistercienses, Del primer espíritu de la Orden del Cister o El Cister frente a los milities y las Órdenes Militares, artículo que podremos degustar en el próximo número de Ábacus.

Don Francisco, antes que nada nos gustaría darle las gracias por atendernos tan amablemente.

Gracias a vosotros. Antes de comenzar a responder a las preguntas que se me plantean, si se me permite, quisiera hacer una observación que me parece muy importante. Respecto al tema de los Templarios, y por ende las Órdenes Militares, hay tres niveles decisivos desde los cuales se pueden abordar las diversas cuestiones: el histórico, el meramente novelístico (novela histórica incluída) y el de la pura ficción (a veces interesada en fines meramente comerciales). Los hechos deben ser considerados en su contexto histórico, y hoy día disponemos ya de las suficientes fuentes y documentación verificados, fiables y analizados escrupulosamente. La novela y la ficción también tienen su valor como “complemento”; pero nunca como sustitución del dato o el hecho histórico.


Pregunta: ¿Pudo San Bernardo tener alguna duda en el momento de la fundación de la Orden del Temple sobre el concepto de monje guerrero o, por el contrario, desde un principio tuvo clara esta idea?

Respuesta: San Bernardo era un hombre muy inteligente, muy bien situado en el contexto social de su tiempo, y gran conocedor de los problemas de “la caballería” y la nobleza. No sólo tuvo dudas, sino que reflexionó mucho sobre el tema. Era consciente de cómo pensaría su Orden Cisterciense, de la influencia que sus palabras tendrían, y, sobre todo, sabía que esa oportunidad de “ganarse para la causa cisterciense” un colectivo tan importante y tan influyente no se le podía escapar. Los grandes hombres distinguen siempre enseguida las grandes causas. Ahora bien, en un principio no se plantea el problema entre “monje-guerrero”. Se trata de “una caballería al servicio de la paz en Tierra Santa”. Es algo muy distinto. Ciertamente que sobre Hugo de Payns y San Bernardo –y mucha gente más- pesaban los desmanes cometidos por los “cruzados” en la conquista de Jerusalén (que ahora no vamos a analizar).

Pregunta: ¿Esa posible duda pudo traducirse en la tardanza de la respuesta que dio San Bernardo a la petición de Hugo de Payns para que públicamente respaldara la nueva forma de vida de esta orden?

Respuesta: Parte de la respuesta ya está dada. Bernardo y Hugo de Payns tuvieron que “sondear” el ambiente social y eclesial. Ambos, como he dicho, veían una oportunidad única para dos fines: sanear la caballería (estaba compuesta por muchos oportunistas) y encauzar el despliegue de occidente hacia oriente (con todo lo que eso suponía, incluido el interés comercial). Ambos eran hombres influyentes en muchos sectores, y, lógicamente necesitaban apoyos (pues no eran los únicos que consideraban lo que suponía poner el centro de atención en oriente).

Pregunta: Desde luego, la respuesta dada a Hugo de Payns por San Bernardo, De Laude novae militiae Christi, la “Loa a la Nueva Milicia”, fue crucial y determinante para el comienzo de los Pobres Caballeros de Cristo, pero, ¿en algún momento de la historia de la orden perdió importancia, o por el contrario marcó la historia del Temple de principio a fin?

Respuesta: “De laude novae militiae” es un memorial (del estado de la caballería), de las cuestiones que se le planteban a las expediciones “militares” a Oriente, y de lo que se podía o no hacer. Además, es un ejercicio diplomático para “captar” nobles para la causa, desanimar a los “oportunistas” y abrir nuevos caminos a la concepción de la guerra. Es también un ejercicio de “diplomacia” para no irritar a los “recalcitrantes” y, por otro lado, satisfacer a quienes verdaderamente querían una solución a los atropellos y desmanes que se cometían. Y no hay que olvidar que a Hugo de Payns, como a muchos más, oriente les había abierto nuevas perspectivas sobre Oriente. Los Templarios fueron los primeros que se dieron cuenta de lo importante que era un entendimiento con los árabes, por así decir. Sobre esto hablaré después.
Pero debo añadir una cosa: no podemos juzgar los hechos y las intenciones de entonces según pensamos hoy, afortunadamente (aunque el ciertos aspectos políticos respecto a Oriente estemos los occidentales muy equivocados).
Císter estuvo de principio a fin al lado de los proyectos templarios (pronto empezaron a fundarse abadía en “Tierra Santa”); otra cosa es confundir y mezclar a Císter en algunas campañas militares promovidas por Reyes y nobles europeos en las que participaban templarios.

Pregunta: Cuando se nos pregunta sobre que es una Orden Militar, una respuesta fácil y sencilla sería decir que son un grupo de monjes que se militarizan (modelo hospitalario) o por el contario un grupo de guerreros que se convierten en monjes (modelo templario), pero ¿piensan y actúan igual los "monjes guerreros" que los "guerreros monjes"? ¿Habría alguna diferencia entre ellos?

Respuesta: Hubo algún monje que se “militarizó” (cosa que prohibió el Capítulo General de la Orden). Pero ese no es el caso. No hay monjes que se militarizan, ni “guerreros” que se hacen monjes (eso no es el Temple). Lo que hay es un grupo de nobles “caballeros” (entre cuyas actividades, como es lógico, estaba la guerra y la “fidelidad” a sus reyes y señores), o sea, nobles caballeros que buscan una salida a una situación ya insostenible, y que podríamos calificar como el “caciqueo” de reyes y nobles sobre intereses no siempre compatibles con una ética evangélica. De ahí que a los Templarios no se les negara nunca su capacidad de fidelidad a sus señores; pero no se les perdonaba su “independencia”. Entre los primeros Templarios hubo personas de gran influencia, nobles y caballeros. Y entre esos nobles y caballeros había hombres de gran sensibilidad social y política. No creamos que eran unos bávaros. Los Templarios contribuyeron a crear una visión nueva en Europa de las relaciones con Oriente, y fueron capaces de crear estructuras económicas, militares-tácticas y de intendencia de los ejércitos que sobrepasaban con mucho el provincianismo europeo de entonces.

Pregunta: Si hubo una orden militar por excelencia en España esa sin duda fue Calatrava. ¿podríamos decir que Calatrava fue una orden "hermana" del Temple?

Respuesta: La Orden Militar de Calatrava ha sido muy estudiada (pienso en los Cursos de Verano en Fitero sobre “Cister y las Órdenes Militares”, 2005,2006 y 2007), y en otros excelentes estudios. Pero, permítaseme decir, que los orígenes del Temple y Calatrava son distintos, completamente distintos, tanto por las necesidades del momento como por las relaciones con la Orden Cisterciense. El Temple nace como “fuerza organizativa y táctica” ante una situación de descontrol militar frente a Oriente. Calatrava nace por una necesidad “defensiva” de la Península ibérica frente a los árabes invasores, y en el contexto de una “reconquista”. No hay “hermandad” entre el Temple y Calatrava; quizá si hay un precedente que inspira unas vías de acción. Y en el caso de Calatrava el deseo por parte de la Orden Militar de vincularse al Císter de una forma “canónica” y efectiva es mucho más fuerte. La Orden se lo piensa mucho; y la participación de Raymundo de Fitero, Diego Velázquez, etc. Es mayor en este caso que en el del Temple, con Hugo de Payns y sus compañeros (hermanos y primos de cistercienses, no se olvide).

Pregunta: Temple, Calatrava, Alcántara, Avis, Montesa, Alfambra, Alcalá de la Selva, Santa María de España, Cristo... ¿es cierto que una orden militar o es de inspiración cisterciense o no es exactamente una orden militar?

Respuesta: La verdad es que ha habido Órdenes Militares sin inspiración Cisterciense, y sin vinculación con la misma Orden. Para mí hay una cuestión de terminología importante. Ciertamente se llamaron “Órdenes Militares”. Se deberían haber llamado “Órdenes de Caballería”. La “caballería” se correspondía a la nobleza, y la nobleza era la encargada de las funciones militares (en la Edad Media no había ni naciones ni ejércitos nacionales, no se olvide), había reyes y nobles con sus correspondientes caballeros. Repito lo dicho antes, el compromiso con el Rey o el señor conllevaba apoyarle en las campañas militares; pero no todos los nobles eran militares, aunque eran “caballeros”. Las Cruzadas, como operación militar, fracasaron por las diferencias y falta de control entre los reyes europeos (y sus diferentes intereses). Las Órdenes Militares “trascendieron” los intereses de los Reyes europeos, se inspiraron en una fuerza espiritual y universal entonces muy pujante, la Orden Cisterciense, que tenía un programa cristiano y social atrayente, y que, además, ofrecía el cobijo y resguardo de sus monasterios a los caballeros. A medida que las órdenes Militares tomaron auge, o estaban lejanas de los monasterios, se hicieron sus propias iglesias (y sobre esto habría que decir que las hacían al modo cisterciense, en todos los sentidos, técnicos y simbólicos)..


Pregunta: ¿El pensamiento cisterciense iba definitivamente enfocado a la creación de miles Christi, soldados de Cristo?

Respuesta: El cristiano “soldado de Cristo” es un tema paulino y muy extendido en la primitiva iglesia. La disciplina monástica es muy similar a la militar. Ya san Benito, en su Regla para monjes, considera al monje como un soldado de Cristo “que se apresta a empuñar las nobles armas de la obediencia y la humildad”.. al servicio de su Rey y Señor… Los cistercienses insistieron mucho sobre este tema, pero como tema “místico y de conversión”. Los primeros monjes cistercienses, especialmente san Bernardo, conocían perfectamente la vida militar y sus exigencias, las “veían y practicaban” en sus castillos, y el ambiente de exaltación caballeresca y guerrera del Medievo “daba pie” para una “transferencia” de términos y de ideas muy aprovechable. San Bernardo, entre cuyos oyentes en Claraval, había muchos caballeros y exsoldados, es un maestro en describir las ténicas militares de asalto a un castillo, las negociaciones de la guerra y las diversas situaciones que se le planteaban a un soldado, y todo eso aplicarlo a la vida espiritual y monástica. Eso creo una “literarura espiritual” y monástica muy rica.

Pregunta: Sin embargo, Isaac de L´Etoile, abad del Cister, en un sermón redactado en 1160 califica el fenómeno de las órdenes militares como "monstrum novum"...

Es lógico. Isaac de la Estrella (Étoile-Notre-Dame)vio el contrasentido y el peligro que podría correr la Orden si incluía en su seno a “guerreros”, o patrocinaba “acciones de guerra”. Y lo veían otros abades (y san Bernardo lo sabía, como ya dije). Por eso dije también que “hay que considerar los hechos en su contexto histórico”… Los Cistercienses, en el siglo XII, vivían un momento de fervor expansivo por toda Europa, no les faltaban opositores (entre ellos Obispos, que les miraban con recelo y les acusaban de intrusos); por otra parte las Cruzadas crearon un ambiente de exaltación religiosa y militar. Unos cistercienses con un ejército a su servicio resultarían “temibles y contradictorios”. También Isaac sabía cómo estaba el “estamento caballeresco” (repito, no militar, que entonces no había sentido “militar”, por mucho que les pese a algunos…), y temía, Isaac, una confusión de términos y una mezcla de personas que dañasen la idea del ideal cisterciense. Y repito una vez más, no se olvide que la estructura medieval había tres “órdenes” (estados, condiciones): bellatores, orantes y laboratores; cada uno con su actividad bien definida. Entre los bellatores (con opción a emprender acciones guerreras) había hermanos y primos de monjes y obispos, y la comunicación de ideales era frecuente.

Pregunta: ¿Qué papel jugó Cister en los reinos peninsulares durante los siglos XII y XIII?

Respuesta: La expansión de la Orden Cisterciense en España, o la Península ibérica más bien, está estrechamente vinculada a la “reconquista” y repoblación de los terrenos reconquistados. Los reyes y emperadores Castellanos, Leoneses y Navarros vieron en Císter una fuerza colonizadora y evangelizadora de primera mano. Así era la sociedad entonces. La fuerza y el vigor expansivo de Císter fue tremendo en el siglo XII; pero para poder establecer un monasterio se necesitaban medios y apoyos. Los cistercienses eran amantes de la tierra y la administraban con eficacia y sabiduría. Un monasterio representaba para los reyes y los nobles un punto de referencia en la vida y en la muerte, y una ayuda importantísima en la organización moral y territorial de las nuevas poblaciones a establecer.


Antes de finalizar nos gustaría que intentara definir con un adjetivo los siguientes conceptos:

Me salto lo de “palabras” y me apunto a “frases”.

Cister, la orden de los monjes blancos:

Pintaban sus iglesias de blanco: cal, sin más, evitando dispendios en pinturas artísticas y distraedoras de la oración. No teñían sus hábitos, pues sólo nobles y eclesiásticos ricos vestían de negro o de color.

Roberto de Molesmes, primer abad del Cister.

Consciente de que el “monacato” unido al “sistema feudal” no tenía porvenir, se “rebela” y quiere volver a la Regla de San Benito.

San Bernardo, primer abad de Claraval.

Consiguió que Claraval fuera el exponente máximo del los ideales cistercienses: todos a Claraval y Claraval para todos los que quieran “la obra de Dios”.

Orden del Temple, los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón:

Entra todo dentro de una “mística medieval” muy en boga entonces, y muy real. Pero “pobres” no quiere decir de riquezas (tampoco aspiraron a ellas…), sino que se llamaba “pauper” a quien no tenía ni rey ni señor; o sea, el que era independiente, el que “iba por libre…”… pero es más importante lo del final, y lo que se acepta mal por algunos (dadas ciertas incongruencias de algunos templarios posiblemente): “de Cristo”.

De Laude novae militiae Christi, la Loa a la Nueva Milicia:

Un intento colosal para armonizar ética cristiana y ejercicio de las armas (dentro del contexto y la mentalidad medieval…).

Órdenes militares, los miles Christi:

Un intento de dar a la propia vida un sentido cristiano dentro de las actividades defensivas y de conquista.

Calatrava, la orden militar española por excelencia:

Por ser la mejor estructurada desde el principio, por los frutos que obtuvo, por la categoría moral de la mayoría de sus grandes Maestres, y por los servicios prestados a la sociedad.

Raimundo de Fitero, abad del Cister:

Un hombre fiel a la sociedad y al momento de su tiempo, dependiente de cierta exaltación religiosa y militar propias del tiempo de conquista y defensa de los valores cristianos.

Y para terminar, nada más que agradecerle su buena disposición y colaboración con “Abacus”.

Muchas gracias. Pero abusando de su paciencia y buena acogida, espero, me gustaría decir algo que complementa lo dicho al principio: no nos olvidemos que, por desgracia, la novela y la ficción, sobre todo, han hecho más daño que bien a la historia. Y que las historias documentadas, incluso en lo desafortunado o escabroso –páginas escasas-, son de mayor riqueza que lo creado por la ficción en algunos best-sellers; o, al menos, nos ponen en contacto con hombres de carne y hueso que, como todos, sufrieron contradicciones, torturas e injusticias frente al poder real por defender la justicia y la verdad de la igualdad de todos los hombres. Esa es la herencia del Temple y de las Órdenes Militares.

Francisco R. de Pascual, Orden Cisterciense.
Abadía de Santa María de Viaceli, Cóbreces (Cantabria)
Enero de 2010.

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