Sale a la luz una estela del 'Dios de la Luna' en Betsaida, al norte de Israel

Estela del dios de la luna del siglo XI-X a. C. encontrada en e-Tell / Betsaida. Crédito: Hanan Shafir

En el año 920 a. C., más o menos, los habitantes de una ciudad fortificada en los Altos del Golán podían evidentemente verlo venir: una fuerza atacante amenazaba con superar sus murallas y vencerlos. Temblando de terror, presumiblemente, parece que desmantelaron cuidadosamente los iconos de su sagrado 'Lugar Alto' para que los invasores no les dieran el tratamiento habitual de los conquistadores y destrozaran desdeñosamente las imágenes sagradas.

Casi 3.000 años más tarde, los arqueólogos que excavaban el sitio que los árabes locales llamaron e-Tell, y que el equipo llama en la actualidad Betsaida, encontraron una rara estela del poderoso 'Dios de la Luna', de Mesopotamia, el cual yacía sobre su cara, ocultando su imagen potencialmente provocativa.

De hecho, lo que hicieron en la temporada de excavaciones de verano de 2019 en el yacimiento de e-Tell, a orillas del río Jordán, y un par de kilómetros al norte del Mar de Galilea, fue dar la vuelta a la  'modesta piedra de basalto' que había sido descubierta hacía unos años pero que se dejó intacta. La misma había servido principalmente para que los voluntarios de la excavación se sentaran y comieran paletas de helados en el abrasador calor del verano. La piedra, de unos 70 centímetros de alto por unos 45 centímetros de ancho y unos 15 centímetros de grosor, era una de las muchas que descansaban en la esquina de una antigua torre de fortificación, y, cuando la voltearon, vieron que tenía grabada una imagen –adorada en todo el Levante y Mesopotamia durante la Edad del Hierro– como el 'Dios de la Luna'.

“Bajo un asedio, los habitantes pudieron haber puesto a propósito la estela en su lugar de descanso final, a fin de protegerla, y allí permanecíó intacta. El hecho es que, además, nunca se rompió. Los invasores no la vieron como algo simbólico”, declara a Haaretz el profesor Rami Arav (izquierda), de la Universidad de Nebraska, Omaha, y director de la excavación en Betsaida.

¿Qué hay en un nombre bíblico?

Para sacar el tema del camino: hay otros contendientes por el emplazamiento de la “verdadera” Betsaida, el pueblo pesquero judío donde las escrituras dicen que nacieron los discípulos de Jesús, Pedro, Andrés y Felipe. Uno es el cercano sitio de el-Araj, que actualmente está bajo el agua debido a las fuertes lluvias de este invierno que hinchan el Mar de Galilea. El comité de adjudicación de nombres que opera bajo los auspicios de la Oficina del Primer Ministro aceptó a e-Tell como “la verdadera Betsaida” hace alrededor de un cuarto de siglo, señala Arav, y así aparece en los mapas.

"Lo que nos lleva por el momento a cómo los sitios arqueológicos se identifican con nombres de la Biblia y en general. Antes del advenimiento de la arqueología, y específicamente los arqueólogos bíblicos, los montículos no tenían nombres", explica Arav. "A menudo no tenemos ni idea de cómo se llamaba una ciudad antigua, y e-Tell es simplemente 'montículo artificial' en árabe, que así es como lo llamaban los locales. Por ejemplo, la identificación de la ciudad bíblica de Gath pasó de ser un gran Tell llamado 'Tel Erani' en el sur de Israel a ser llamado 'a-Safi', con base a la acumulación de evidencias arqueológicas y a su comparación con la descripción de las fuentes".

En cualquier caso, Arav ha estado identificando e-Tell como Betsaida desde 1987, señalando que en su encarnación durante la temprana era romana, cuando los discípulos de Jesús supuestamente vivían, la evidencia arqueológica muestra que el asentamiento era judío. En cuanto al argumento de que el-Araj se identifica con Betsaida, incluso debido a la iglesia bizantina encontrada allí (que los excavadores creen que es la Iglesia de los Apóstoles, erigida en el sitio de la aldea de los discípulos), Arav señala que la identificación de ese lugar en el mundo antiguo se basaba en la fe, no en pruebas científicas.

Por ejemplo, la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén fue erigida en un lugar identificado por la madre del emperador Constantino, Helena, como el sitio de la crucifixión y el entierro de Jesús, alrededor del año 326 d. C., es decir, cientos de años después del suceso y con base en la tradición local, y no más.

La torre fuerte de la puerta de Betsaida, siglo XI-VIII a. C. Crédito: Hanan Shafir

La evolución del Dios de la Luna

El asentamiento de e-Tell se remonta a miles de años. En el siglo XI a. C. se había convertido en la capital del reino pagano de Geshur, el cual coexistía con los reinos de IsraelJudá al sur. La ciudad fue poderosamente fortificada, particularmente en los siglos VIII y IX a. C., con torres cada 20 metros y una gran puerta de la ciudad, dice Arav.

“Se convirtió en una fortaleza. La ciudad estaba rodeada por una doble muralla, una exterior y otra interior, hecha de piedra pesada. La interior era más gruesa y alta”, dice, un modelo defensivo encontrado en toda Babilonia y Asiria. “La gente construía así porque querían enviar el mensaje psicológico de que, si tomas la primera línea, la muralla exterior de la ciudad, entonces llegas al verdadero obstáculo, la segunda muralla”. El muro interior de e-Tell tenía 6 metros de espesor, y donde las torres se elevaban se ensanchaba a 8 o 9 metros. "La estela del 'Dios de la Luna' recién encontrada y el 'Lugar Alto' estaban situados en la esquina de lo que probablemente era la torre sureste del patio 'entre las dos puertas'” (2 Samuel 18:24), dicen Arav y su estudiante de posgrado Ann Haverkost (izquierda), directora de campo de la excavación en e-Tell / Betsaida.

De hecho, es la segunda estela del 'Dios de la Luna' que se ha encontrado en e-Tell, y proviene de una capa que data de los siglos XI y X a. C., hace más de 3.000 años. La primera efigie de este tipo (derecha) que encontraron los arqueólogos databa del siglo IX-VIII a. C. La recién descubierta es también la sexta y más antigua estela que se ha hallado con la imagen del 'Dios de la Luna': tres se descubrieron bastante cerca, en el sur de Siria, y otra salió a la luz en Gaziantep, en el sur de Turquía.

Su imagen es relativamente rudimentaria. “Esta nueva estela nos da una idea de cómo evolucionó la imagen del 'Dios de la Luna' durante la Edad del Hierro”, dice Arav. El nuevo icono tiene lo que podría traducirse como cuernos de toro o una Luna creciente y está sentado sobre un pedestal con cuatro barras curvadas hacia abajo, lo que también evidenció la primera estela del 'Dios de la Luna' encontrada en e-Tell en 1997. Pero la estela más tardía, del siglo IX-VIII a. C., tiene una cabeza de toro, una espada y cuatro esferas, que la más antigua del siglo X al XI a. C. no tiene. ¿Qué podría presagiar la supuesta simplificación de la imagen? “Pregúntele a un psiquiatra”, dice Arav por teléfono.

Foto: El 'Lugar Alto' de culto en el lado derecho de la entrada a la puerta este de la ciudad de Geshur. Los tres escalones conducen a un lavabo y a una estela del 'Dios de la Luna' con cabeza de toro y una espada.

Si su imagen se transformó tanto, ¿cómo sabemos que ambas estelas muestran al 'Dios de la Luna'? En realidad, la primera encontrada en e-Tell había sido identificada en 1997, por Osnat Misch-Brandl, como el dios Hadad, el dios asirio de la lluvia y el trueno. Sin embargo, al año siguiente, los profesores Monika Bernett y Othmar Keel sugirieron que era el 'Dios de la Luna de Harán'. Luego, en 2001, la profesora Tallay Ornan sugirió que la estela representaba a ambos, uniendo a los dos dioses. Arav y Haverkost postulan que la estela recién encontrada con una media Luna tallada, pero sin cabeza de toro, apoya esta última afirmación, y que la imagen es el 'Dios de la Luna'.

También las barras curvas más bajas de la nueva estela no llegan al suelo, y Arav y Haverkost lo explican: "lo habrían hecho si hubieran representado las piernas de un toro".

El momento en el equipo de excavación saca a la luz la estela más antigua del 'Dios de la Luna', siglos XI-X a. C. Crédito: Hanan Shafir

Mitos de la Creación que compiten entre sí

Si bien es raro encontrar la imagen del 'Dios de la Luna' en estelas, sí era común en otros medios. Aparentemente se originó en Mesopotamia durante la Edad del Bronce, cuando la gente empezó a hacerse las viejas preguntas: “¿Cuál fue nuestra génesis? ¿Cómo se creó el mundo?” Los antiguos egipcios lo sabían: al principio estaba el Sol, y Ra siempre estaba allí. "Y he aquí que los mesopotámicos o bien querían distinguirse política y culturalmente, o bien pensaban que tal noción era ridícula, dado que al principio, obviamente, todo era oscuridad", explica Arav. "¿Y cuál es el elemento más grande en el cielo cuando la noche cae y la oscuridad vuelve? La Luna. Así de claro, la Luna era el ímpetu detrás de la Creación".

Más tarde, los judíos adoptarían el principio mesopotámico: “En el origen Dios creó los cielos y la tierra. La tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo” (Génesis 1:1-2). “Apuesto a que no pagaron regalías a los mesopotámicos por ello”, bromea Arav. Los judíos, sin embargo, dejaron fuera un elemento crucial de la creencia mesopotámica: que el 'Dios de la Luna' no lo hizo solo, pues la creación fue el esfuerzo de un grupo, de un panteón de dioses, donde cada uno (dios o diosa) era  responsable de un aspecto diferente.

Desde el final de la Edad del Bronce hasta la Edad del Hierro, el culto al 'Dios de la Luna' llegaría a abarcar el Levante y el Mediterráneo, y parece haberse hecho especialmente poderoso en el siglo VI a. C., cuando Nabucodonosor II construyó imponentes templos a este dios en Babilonia y Harán, al sur de Turquía. De hecho, Harán sirvió como centro de culto desde finales de la Edad del Bronce, donde parece que se mezclaron el dios mesopotámico Sin y un 'Dios de la Luna' levantino de nombre desconocido, explican Arav y Haverkost.

“Un culto al 'Dios de la Luna' también existió en Hazor durante la Edad del Bronce tardía, y es posible que los arameos de la Edad del Hierro mantuvieran un culto en la región de Betsaida después de que Hazor fuera destruida”, dice Arav.

La plaza de la puerta anterior de la ciudad: el 'Lugar Alto' se ve a la izquierda. siglos XI-X a. C. Crédito: Hanan Shafir.

Toda la región, desde Harán, en Turquía, hasta el Israel actual, estaba dominada por la cultura aramea, que llegaría a incluir características de los cananeos del Levante y los luvianos de Turquía. “Compartían la misma cultura y religión”, aduce Arav. Y parece que en la capital del Reino de Geshur, hace unos 3.000 años, la gente -de lo que se conocía como e-Tell en ese momento- colocó una estela al 'Dios de la Luna' y dos estelas sin adornos que serían enterradas con ella.

"La adoración del 'Dios de la Luna' continuó bajo la dinastía caldea de Babilonia al menos hasta el siglo VI a. C.", dicen Arav y Haverkost, añadiendo: “Curiosamente, un antiguo sitio en el extremo opuesto del Mar de Galilea se conoce como Beth Yerakh, que significa el ‘templo del Dios de la Luna’. Otro nombre para Beth Yerakh era Sinaberis, quizás Sin-baris que significa la fortaleza de Sin, el 'Dios de la Luna'”.

Pero todas las cosas llegan a su fin, y aproximadamente en el 920 a. C., atacantes desconocidos destruyeron la ciudad, y la estela del siglo XI al X a. C. fue enterrada. ¿Quién podría haber atacado? “No lo sabemos. Tenemos contendientes, pero los conquistadores en 920 a. C. no dejaron atrás una tarjeta de visita”, responde Arav.

La ciudad fue reconstruida aproximadamente 75 años más tarde, aparentemente por la misma gente, pues la religión no cambió, como lo evidencia la estela del 'Dios de la Luna' del siglo IX-VIII a. C., explica Arav. Y esa encarnación de la ciudad llegaría a su fin con la conquista de Galilea por el rey asirio Tiglat-Pileser III en el 732 a. C., pero volverá a resurgir cuando Alejandro Magno de Macedonia  conquiste la región unos cuatrocientos años más tarde.

Caería y se levantaría una y otra vez. La temporada de 2019 de las “excavaciones de Betsaida” en e-Tell, llevadas a cabo bajo el patrocinio del Colegio de la Unión Hebrea en Jerusalem, descubrió ruinas de todos estos períodos y más: la ciudad fortificada de la Edad del Hierro, el próspero asentamiento helenístico, la comunidad judía en los períodos asmoneo y herodiano, la ocupación romana y también asentamientos de los períodos mameluco y otomano. Y ahí termina su historia.

Fuentes: israelnoticias.com | haaretz.com | 3 de junio de 2020

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