Via Los4Palos (Un nuevo blog para la difusión de noticias, también relacionadas con la Historia y el Patrimonio, de la ciudad y la provincia de Ávila)

 

El robo hace unas semanas del Codex Calixtinus, uno de los manuscritos más famosos y valiosos de cuantos se conservan, o conservaban en nuestro país llevó a las portadas de los periódicos dos temas de gran interés. El primero, la conservación, custodia y seguridad de los bienes culturales, en especial de aquellos que son propiedad privada, de particulares, instituciones o empresas. Pueden ustedes imaginarse sin mucho esfuerzo la deplorable situación de nuestro patrimonio si algo tan importante y valioso como el Codex puede robarse con tanta aparente sencillez. Castilla y León en general y la provincia de Ávila en particular, fueron durante décadas el coto de caza favorito de ladrones de arte sacro que hacían su agosto en las miles de ermitas e iglesias repletas de tesoros artísticos apenas vigilados. Y aunque es evidente que la situación ha mejorado, una reforma de la ley de patrimonio – la actual data de 1985 – que implique más a los poseedores de patrimonio en su seguridad y conservación sería bien recibida, aunque mientras tanto tampoco pasaba nada por aplicar el artículo 36.4 de la actual de vez en cuando.

El otro tema que ha aparecido tímidamente en los medios de comunicación es la relación de este manuscrito con el mito compostelano y la historia y la leyenda alrededor de la figura de Santiago el Mayor, su llegada a España, el descubrimiento de su tumba y el posterior peregrinaje medieval. Resumiendo, el imposible descubrimiento en Galicia durante el Siglo IX del cuerpo de un hombre degollado ochocientos años antes en Jerusalen, cuyo cadáver habría llegado hasta las costas peninsulares en una balsa flotante de piedra y el chiringito peregrino montando alrededor de este descubrimiento por intereses políticos y económicos con el permiso de Calixto II, Papa de Roma y hermano, por cierto, de Raimundo de Borgoña, repoblador de la ciudad de Ávila por orden de su suegro, Alfonso VI de Castilla y a mayor gloria de su hijo, Alfonso VII.

Perdón por el párrafo anterior, pero en ocasiones sale sin mi permiso el historiador que llevo dentro. Resumiendo, ahora sí, el mito compostelano, nacido y crecido a la sombra de necesidades e intereses políticos y economicos, se basa en un cuento chino. Perdón, en la fe.

Pero, ¿y si este no es un caso único? Voy a decirles una cosa, pero guardenme el secreto: la mayoría de las historias de santos y mártires no son, por decirlo suavemente, excesivamente veraces. Y no hace falta irse hasta Galicia para encontrar lugares que tienen como patronos a personas que difícilmente pudieron estar alguna vez allí. ¿Estoy hablando de Ávila?

Todo el mundo tranquilo, que no cunda el pánico. La Santa era de Ávila. (¿He oido suspiros de alivio en el sector turístico-religioso abulense?) No tengo ninguna duda de la abulensidad de Teresa de Jesús, aunque permítanme dudar de algunos episodios concretos de su vida (lo de la transverberación ha dado lugar a magnificas obras de artes pero…). Estamos aquí para hablar del segundo patrón de la ciudad: San Segundo, según la tradición, el primer obispo de Ávila.

¿Qué “sabemos” de San Segundo? Segundo fue uno de los siete varones apostólicos, discípulos de Santiago el Mayor, casualmente, ordenados en Roma por Pedro y Pablo con la misión de evangelizar la Hispania Romana. Los siete apostoles se repartieron por la península y Segundo llegó a Ávila donde se le considera su primer obispo. Su tumba sería encontrada en 1519 en la ermita de San Sebastián, hoy de San Segundo, durante unas reformas llevadas a cabo por la cofradía adscrita al templo. También sabemos que las fiestas en su honor son cada año peores, pero ese es otro tema.

Vayamos por partes. En primer lugar, ¿de dónde sale la historia de los varones apostólicos? Las primeras referencias que tenemos acerca de esta leyenda datan del siglo IX, a la sombra de los mitos compostelanos, aunque pudiesen responder a tradiciones mozarabes anteriores, y son definitivamente ampliadas a lo largo del S. X y fijadas en textos religiosos de los S. XII y XIII. Es decir, en el mejor de los casos, entre la llegada a España de Segundo y el relato escrito de su viaje median seis o siete siglos en los cuales no se habla de él ni de sus seis compañeros de viaje en ninguna fuente. Hay otro aspecto curioso sobre el que volveremos más tarde: los siete varones desembarcan en algún puerto cercano a la actual Guadix, desde la que se reparten el territorio a evangelizar. Ninguno de ellos se aleja más que unas leguas de Guadix, excepto San Segundo que decide recorrerse media península hasta Ávila. Luego volveremos a esto.

En segundo lugar ¿existía la ciudad cuando presuntamente Segundo vino a evangelizarnos? Sí, Ávila existía a mediados del siglo I. Posiblemente desde mediados del Siglo I a.C existiese en los límites de la actual ciudad un poblamiento estable aunque es muy difícil saber que entidad tenía el núcleo urbano a mediados del siglo primero, fecha en la que en teoría llegaría Segundo a la ciudad. Pero ¿qué pruebas tenemos de la cristianización de la ciudad? Ninguna. Es decir, si Segundo estuvo extendiendo la Palabra por la ciudad, su evangelización fue poco fructífera, por no decir que pasó desapercibida. No tenemos pruebas de la existencia en Ávila de cristianos hasta varios siglos después. Si aceptamos que Segundo fue el primer obispo de la ciudad, el segundo del que tenemos referencia sería Prisciliano, bien entrado el siglo IV. No tenemos tampoco evidencias arqueológicas de los ritos cristianos hasta época tardorromana (Fines S. III – S. IV).

Tercero, el hallazgo de los restos del Santo presenta también algunas sombras. Primero, porque hasta el S. XVI los restos de una personalidad de la altura de San Segundo, primer obispo de la ciudad, permanecen ocultos en una pequeña ermita dedicado a otro Santo. Segundo, porque según los relatos de los contemporaneos, los restos del santo aparecieron adornados con un cáliz y un anillo que pudieran fecharse en el S. XII-XIII, más o menos cuando, casualmente, debió construirse la Iglesia donde se encontraron. Tercero, la identificación de los restos humanos con el santo se hace a través de una inscripción en la que se lee “Sanctvs Secvndvs”, inscripción que, por supuesto, no se conserva ni aparece menciona en las fuentes más que de pasada.

Resumiendo, que a voy a ir acabando. A San Segundo lo situa en Ávila una fuente medieval de dudosa veracidad en el S. I d.C., momento en el que la ciudad existía, pero de su paso por ella no hay ninguna prueba y de su fe tampoco hasta varios siglos después. La única “prueba” que conservamos es el descubrimiento de su tumba, tras milenio y medio de olvido, en una iglesia dedicada a otro santo, tras una pared y con objetos del S. XII-XIII. Si aún no dudan de la veracidad de la historia, les voy a lanzar otro interrogante. ¿Y si la fuente original no hablase en ningún momento de Ávila? En la provincia de Almería, no muy lejos de Guadix, hay un pequeño pueblo de 1500 habitantes llamado Abla. Sus habitantes reciben, como los nacidos en Ávila, el nombre de abulenses. Como abulenses de Ávila ustedes habrán oído alguna vez aquello de la Obila vettona, la Abula romana y la Ávila cristiana medieval. Uno de los muchos interrogantes sin respuesta sobre el pasado de nuestra ciudad es la evolución de su nombre, y aunque ello da para un par de post, les puedo adelantar que si alguien visitó la ciudad en el S. I d.C posiblemente visitara un villorio romano llamado Avila (o Avela).

Si, en el caso de que llegase alguna vez a la península, el tal Segundo no salió nunca de Almería ¿qué pinta en Ávila? El error en la lectura de las fuentes es evidente: leyeron Abula, interpretaron que se refería a la ciudad castellana y se le imaginaron paseando por las orillas del Adaja. ¿Por qué? Como sucede con Santiago, la “invención” de San Segundo responde a motivos políticos y económicos. Por un lado, engrandecer la historia de la ciudad, como por otra parte hacían todas las ciudades y particulares en aquella época. Ser una de las primeras ciudades cristianizadas vestía un montón y todavía no tenían a La Santa para presumir ante el resto del mundo cristiano. Además, el descubrimiento se realiza poco antes de la efervescencia del movimiento comunero, en un barrio fuera del nucleo amurallado, posiblemente dedicado a actividades artesanas, por una cofradía formada por miembros de la pequeña burguesía manufacturera y comercial (los restos arqueológicos de las tenerías cercanas dan fe de la actividad de la zona). A los miembros de esta cofradía, contar con los restos del primer patrón, les supondría una inyección de poder frente al Obispado que, desde el primer momento, lucha por llevar los restos del Santo a la Catedral.

En resumen, la historia de la invención de San Segundo tiene los mismos ingredientes que la de Santiago: poder, dinero y fe. ¿Diferencias? Bueno, en Compostela abrazan al santo y nosotros metemos un pañuelo blanco en su tumba. Quizá el gallego sea un poco más famoso… pero solo un poco.

PS.- Si alguien siente la perdida de San Segundo como referente cristiano o moral de la ciudad, le propongo un consuelo: quizá el que esté enterrado en Santiago sea Prisciliano, obispo de Ávila. Sí, era un hereje y le condenaron por ello, pero era nuestro hereje.

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Comentario por José Antonio el julio 28, 2011 a las 7:46am

Señor Historiador... Soy creyente y se perfectamente que muchas de cosas de la Iglesia Católica no son ciertas, pero y que..?

Esos chiringitos como usted los llama, han dado de comer a muchas personas, humildes sobre todo y revitalizaron por entonces la zona.

Se necesitaba  un lugar de peregrinación en Europa  y surgió

La misma Iglesia no reconoce muchos hechos ( La Sábana Santa, etc) pero forma parte de la fe.

¿Usted se cree que la edad del Universo sea no se cuento trillones de años? Hay tantas cosas difíciles de demostrar, empezando por la historia.

Comentario por María // el julio 28, 2011 a las 11:22am
Bueno;a m í lo que me ha interesado del artículo han sido los datos concretos y la manera de interpretarlos,sin tener en cuenta las opiniones o juicios de valor sobre la Iglesia
Comentario por Augusto Pugliese Rossi el julio 28, 2011 a las 11:53am
Como a María me han gustado los fundamentos del artículo. Por otra parte, José Antonio, reconozcamos que el tema de las reliquias se presta a la ironía sin que ello presuponga una falta de respeto sino, simplemente, que nuestra manera de ver el mundo es muy diferente a la de nuestros antepasados. Umberto Eco aborda el tema en su excelente novela "Baudolino" pero ya algunos siglos antes Bocaccio, con sorprendente valentía y lucidez, se había burlado del culto a las reliquias.     
Comentario por Prisciliano el julio 28, 2011 a las 12:38pm

Gracias por comentar.

 

Sobre la ironía, tono del texto, y lenguaje empleado, me remito al 2º comentario que tiene la entrada en el blog:

 

Si has leído el resto del blog o si nos sigues habrás visto que este no es blog centrado en la Historia, la arqueología o la epigrafía. El objetivo de este blog es tratar temas abulenses desde otro punto de vista y enfocado a un público general. Estas características obligan a que este tipo de entradas, que pretenden difundir temas de carácter histórico, tengan que combinar los datos con la difusión. Esta necesidad, unida a la inexcusable brevedad del formato, obliga a resumir y abreviar datos, argumentos y explicaciones. En concreto para el tema de nos ocupa necesitaríamos dedicar al menos un extenso post a cada uno de los “subtemas” que se tratan: el origen de la ciudad, el nombre de la misma, la cristianización de la ciudad y de la meseta, la mitología cristiana tras el reino visigodo, la situación de la ciudad a comienzos del S. XVI, el papel de la ciudad en las revueltas comuneras, etc. Por ponerte un ejemplo, CIL II 3050, la supuesta lápida con inscripciones romanas que aparece junto a la supuesta tumba de San Segundo daría para varios post. El blog pretende ser, además, cercano y ameno por lo que en ocasiones el lenguaje que empleamos tiene que ser más ligero de lo que el tema requiere y merece.

Comentario por Carlos A. Durán el agosto 1, 2011 a las 10:59am

Si usted no entiende la palabra "fe", que hace hablando de temas cristianos. Lo que no comprendo es las ansias que se tiene en este país de acabar y desprestigiar con la iglesia, en lugar de volver su odio contra los mártires y la iglesia cristiana, dedíquese a ayudar a los pobres como caritas, los misioneros, etc, que ya hay muchos historiadores...

Por cierto, si tanto sabe, aprenda primero lo que es la palabra "fe" en el cristianismo y entenderá sus propias criticas.

 

Comentario por María // el agosto 1, 2011 a las 11:53am
Es que los asuntos relacionados con la religión no interesan solo a los creyentes católicos,sino también a los historiadores ,antropólogos,sociólogos etc creyentes o no.A fin de cuentas,la religión es parte de la cultura  .
Comentario por Carlos A. Durán el agosto 1, 2011 a las 11:59am
Y el respeto a las creencias de algunos que aún nos consideramos creyentes, ¿eso no los interesa? Vuestra única intención de los que no creen, es como las sectas, "yo no creo, tú no puedes creer". Aprender a respetarnos a los cristianos, como cualquier cristiano respeta a los demás, y dejar de meteros con la iglesia cristiana.

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