Leonardo Da Vinci, Tratados de Mecánica, estática y geometría, Códices Madrid I y II

La primera edición crítica de sus 'Códices Madrid I y II' arroja luz sobre la enigmática personalidad del artista. El genio se inspiró en castillos españoles para sus teorías. Leonardo Da Vinci vuelve a ser noticia. Y en clave española. Por primera vez sale a la luz una edición crítica, en castellano, de sus Tratados de Mecánica, estática y geometría contenidos en sus Códices Madrid I y II, que atesora la Biblioteca Nacional y que permanecieron extraviados durante 150 años.

Vía: Rafael Fraguas | El País.com, 22 de mayo de 2009

Los dos facsímiles se acompañan de sus correspondientes traducciones y de un volumen que incluye un estudio paleográfico. El resultado pone orden en el legendario caos del artista, perfila algunos rasgos sobre su enigmática personalidad y arroja luz sobre la influencia que tuvo su estudio de los castillos españoles en la ciencia de la fortificación del Renacimiento.

Elisa Ruiz, catedrática de Paleografía y Diplomática de la UCM y filóloga, es una de las especialistas que ha intervenido en el proyecto. Ha incluido 3.000 notas críticas en su trabajo de descodificado. "Leonardo escribía y dibujaba unas páginas dinámicas, llenas de ideas, numeradas una a una y con dibujos complementados por textos siempre subsidiarios, cuyo tipo cambiaba según el tamaño del gráfico. Su letra", explica Ruiz, "era muy moderna y también caligráficamente se adelantó a su época; en sus escritos hay hasta tres estratos de escritura. Da Vinci estaba interesado por asuntos tan distintos como la fortificación, las mareas, la gravedad, los relojes o las cerraduras, pero también por la sombra, las puertas batientes, los rodamientos...".

Por su parte, el ingeniero Fernando Torres Leza demuestra en esta edición que 15 de las máquinas ideadas por Leonardo en sus Códices de Madrid, por él reconstruidas, "pueden funcionar perfectamente. Lo cual desmiente a quienes lo han considerado un genio sólo ocurrente".

Aunque lo que quizá más sorprenda al profano es que la información incluida en los Códices conduce hasta una fortaleza vallisoletana situada a orillas del río Zapardiel. El castillo de La Mota, en Medina del Campo, edificado bajo el reinado de Juan II de Castilla, en 1468. Su parapeto perimetral, de 140 metros, obra de los arquitectos Fernando Rejón y Ramiro López, así como del maestro de obras morisco, Abdallah, fue culminado en 1488 en el reinado de Fernando e Isabel de Castilla, reina que murió, precisamente, en Medina del Campo en 1504.


Foto: Castillo de la Mota, Medina del Campo, Valladolid. © Quinok para Wikipedia.

Este espléndido edificio en ladrillo, que el ocaso tiñe de destellos de oro, posee una torre del homenaje de 38 metros de altura. Luce cuatro parejas de escaragüitas, garitas colgadas sobre las orgullosas aristas. Bajo tierra esconde 1,5 kilómetros de túneles, más bastiones, galerías de tiro, parapetos y hasta 200 puntos para hacer fuego. Junto al de Salses, castillo erigido por impulso de Fernando el Católico en el Rosellón francés, La Mota fue la fortaleza bajomedieval que inspiró la ciencia de la fortificación magistralmente desarrollada en el Renacimiento por Leonardo Da Vinci, al que César Borgia, condottiero hijo del papa español Alejandro VI, le encomendó la fortificación del puerto de Piombino, cuyos trazos los manuscritos incorporan.

En los Códices leonardescos, "las analogías de escala en textos y dibujos con el castillo de La Mota y Salses son evidentes", según el arquitecto Fernando Cobos-Guerra, restaurador del castillo español. "Todo evoca las fortalezas construidas por los ingenieros españoles, artífices de la ciencia de la fortificación".

Paradójicamente, el propio César Borgia vendría a dar con sus huesos a las mazmorras de la fortaleza vallisoletana. A la muerte de su protector Alejandro VI, el papa Julio II instó a España a repatriarlo. Apresado, fue enviado a Chinchilla, primero, y luego a La Mota. "Desde su torre del homenaje, Borgia se descolgó y escapó a uña de caballo con ayuda del Conde de Benavente", explica Pilar Ruiz, de Egeria, editora del libro y coeditora de la Biblioteca Vaticana. Borgia viajaría hacia Navarra en busca de la protección de su cuñado Juan de Albrit, pero murió en una emboscada.

Julián Martín Abad, responsable de Manuscritos de la Biblioteca Nacional, ha reconstruido la historia de estos extraordinarios Códices, que, al morir Leonardo, pasan a su amigo Franceso Melzi por cuyo hijo Orazio acceden hasta Pompeo Leoni, escultor contratado por Felipe II, que los trae a España. En 1608 muere Leoni y los manuscritos son adquiridos por un amigo de Francisco de Quevedo, Juan de Espina, "caballero que vive sólo en una mansión de Madrid y del que se dice que se hace servir por autómatas de madera", según decires de la época. Carlos, príncipe de Gales, que visita Madrid en 1623, se interesa por los manuscritos, que Espina le niega y éste los cede al Rey. Los Códices recalan en la Biblioteca Real en 1712. El extravío, hasta 1964, de los manuscritos 8.937 y 8.936 de Leonardo, lo explica Martín Abad "por el trasiego de la biblioteca regia por cuatro sedes distintas, por una fatal confusión de signatura y por el aura de Da Vinci, que cegó a muchos para adosar su fama a la del genio", sentencia.

Lo que el mundo se perdió durante tantos años de extravío fueron también intimidades del genio milanés. "Leonardo empleaba un italiano dialectal de concordancias incorrectas. Su uso del lenguaje no cuadraba con su inteligencia", señala Elisa Ruiz. "Es interesantísimo ver que estos dos códices incluyen la relación de libros que Da Vinci utilizó para escribirlos: fueron 116, entre los que figuran varias gramáticas latinas básicas, hecho que revela un complejo obvio sobre su formación y otros rasgos que expresan una infancia acaecida en el medio rural donde, por contra, contrajo un interés ilimitado y fascinante por dar respuesta a las preguntas surgidas de la Naturaleza". Para Ruiz "es emocionante la particularísima visión cenital que Leonardo tuvo del espacio".

Presumiblemente, había sufrido algún tipo de dislexia y se sabe que era zurdo. Empleó simultáneamente los dos sentidos de la escritura. "Al ser hijo natural, careció de estudios académicos, entonces latinistas, y ello determinó su sentido de superación". Se sabe que Da Vinci gustaba vestir con prendas de color rosa, como señala en sus textos, donde surgen numerosas y caóticas anotaciones de su vida privada.

Codex Madrid I (Ms. 8937) y Codex Madrid II (Ms. 8936)

Emisión mundial, especial para bibliófilos y especialistas, limitada a 2990 ejemplares, firmada y certificada notarialmente.

CARACTERÍSTICAS TÉCNICAS DE LA EDICIÓN:

* Reproducción facsímil a todo color, troquelada.
* Encuadernación manual en piel de cabra roja estampada en oro,que reproduce la encuadernación original de la Biblioteca Real (Madrid).
* Presentación: Estuche-caja en tela negra, con lomo estampado en oro

Primer estuche:
* Codex Madrid I (Ms. 8937) “Tratado de estática y mecánica”
192 folios (384 págs.); formato interior: 215 x 145 mm.
* Codex Madrid II (Ms. 8936) “Tratado de fortificación, estática y geometría”
158 folios (316 págs.); formato interior: 210 x 145 mm.

Segundo estuche:
VOLÚMENES COMPLEMENTARIOS:
* Vol I y II.- Transcripción paleográfica, edición crítica –con más de 3.000 notas- y traducción, de la Profª Elisa Ruiz. (Total páginas: 998 aprox.)

* Vol. III.- Estudios biográfico, codicológico y científico, (Impreso a color; total páginas: 218 aprox.)
- Dr. Julián Martín-Abad: Los Manuscritos 8936 y 8937 de la BNE
- Profª Drª Elisa Ruiz: La escritura de Leonardo: Pensar en imágenes versus expresar con palabras.
- Prof. Dr. Fernando Torres Leza: Leonardo da Vinci: Entorno, carácter y obras.
- Dr. Fernando Cobos-Guerra: Leonardo ingeniero y su contexto: Una guía de lectura crítica del Códice Madrid II.
- Edición prologada por don Manuel Acero, Presidente del Instituto de la Ingeniería de España

Formato: 215 x 310 mm
Páginas: 1.220 aprox. total entre los tres volúmenes
Encuadernación: Tela con lomo estampado en oro.
Presentación: Estuche petaca con cantos en cuero rojo y tapas en tela negra.
P.V.P.: 1.500 € (Los Miembros del Instituto de la Ingeniería de España y sus Colegiados tendrán un descuento del 35%)

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Jornada Internacional sobre Leonardo da Vinci en El Instituto de la...

Reivindicar a Leonardo

El Instituto de la Ingeniería de España quiere con esta Jornada reivindicar a Leonardo da Vinci como prototipo de ingeniero renacentista, destacando esta faceta del genio por encima de todas las demás, si bien toda su actividad, incluso su faceta de pintor y escultor, se desarrolló con una metodología científico-ingenieril.

Asimismo, esta jornada se propone divulgar el hecho de que es en la Biblioteca Nacional de España, Madrid, donde se encuentra la parte fundamental del legado de esta extraordinaria faceta de Leonardo Ingeniero: los Códices Madrid I y II, que recogen principalmente estudios de mecánica, geometría, fortificaciones y otras tecnologías.

Ambos Códices fueron traídos a España por Pompeo Leoni, escultor de Felipe II. Tras varias vicisitudes, pasaron a la Biblioteca del Monasterio de El Escorial y posteriormente fueron transferidos a la Biblioteca Nacional de Madrid.

Los manuscritos de Madrid tienen una enorme relevancia mundial, no sólo por su significado cuantitativo sino por su especial calidad, representatividad y cuidado del autor. Son los principales tratados de ingeniería de la época.


Leonardo, Ingeniero y Renacentista

Leonardo es uno de los personajes más fascinantes de la historia de la humanidad.

En 1452, en pleno Renacimiento italiano, a unos 30 km. de Florencia, en Vinci, nace Leonardo, quien será uno de los personajes más fascinantes de la historia de la humanidad. Es el primer hijo, ilegítimo, del notario Piero da Vinci y la joven Caterina; resulta ser el quinto de la saga familiar de los da Vinci, reconocidos notarios de Toscana, y aunque no llegó a ejercer como notario –posiblemente por su origen extramatrimonial aunque posteriormente fue reconocido por su padre- es posiblemente el más “notario” de todos ellos pues se calcula que a lo largo de su vida -67 años- se estima que escribió unas 15.000 páginas, de las que se conservan aproximadamente 7.000, hoy distribuidas en 25 códices, solícitamente conservados en ocho bibliotecas.

Crecido en estrecho contacto con la naturaleza, asimila, integra y documenta de modo autodidacta las habilidades y conocimientos de su época con una coherencia y claridad hasta hoy inigualada; los estudiosos unánimemente lo califican como el genio más completo de todas las épocas.

Hombre del Renacimiento por excelencia

El saber universal de un personaje como él implica la apertura de su horizonte intelectual a diversidad de materias. Las enciclopedias le asignan hasta una treintena de profesiones con los mejores calificativos. Domina todas las artes: ingeniería, pintura, escultura, arquitectura, música, etc. pero también las letras y las ciencias; diseña con asombrosa agilidad y perfección los más variados ingenios técnicos. En definitiva, su persona constituye el mejor y más completo prototipo de genio universal.

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Comentario por Giannini el mayo 23, 2009 a las 1:14am
Francamente interesante, así que vaya desde aquí mi felicitación. Una de esas leyenda urbanas que circulan en archivos, bibliotecas y seguramente otros sitios, viene a decir que la reaparición de estos códices en 1964, localizados por un investigador antes de que la institución los hallase, supuso el cese (fulminante) del director de la Biblioteca Nacional. Lo que nunca llegué a saber fueron los nombres del afortunado y destituido.
Comentario por Giannini el mayo 23, 2009 a las 1:52am
Para precisar las imprecisiones de esta especie de leyenda urbana, un estupendo reportaje:

En el primer inventario de la colección de manuscritos de la Biblioteca Real, atribuido a Francisco A. González y realizado hacia 1830, figuran, en efecto, dos tratados de «fortificación, estática, mecánica y geometría» de Leonardo. Se cometió entonces un error de fatales consecuencias, y donde deberían haber figurado las signaturas Aa 119 y Aa 120 se escribió Aa 19 y Aa 20. Medio siglo más tarde, Bartolomé Gallardo repite la anotación, pero no hizo sino copiar el índice de González, sin verificar los contenidos.

Durante el siglo XIX, la Biblioteca Nacional sufrió varios traslados y numerosos robos. El último de los traslados, a su actual sede, inaugurada en 1892, se convirtió en una cuestión de Estado y se barajó incluso utilizar al Ejército y una cadena de soldados que se fueran pasando los libros. Finalmente se hizo con carros.

Alertados, como en los tiempos de Espina, por las anotaciones de González y sobre todo de Gallardo, investigadores de todo el mundo husmearon por la Biblioteca Nacional a comienzos del siglo XX, hasta que el director por antonomasia, don Marcelino Menéndez y Pelayo, mandó buscar los dichosos manuscritos. Llegó a la conclusión de que no estaban. Se habían perdido; se había acabado la historia.

Hay desde entonces rumores, leyendas y confidencias, pero han permanecido oficialmente perdidos hasta que más de medio siglo después, una mañana de primavera de 1965, el investigador norteamericano Jules Piccus, que estudiaba los cancioneros españoles medievales, abrió un libro en los depósitos. «Eran los famosos manuscritos de Leonardo», recuerda, otros 40 años después, Nancy, su viuda, que estuvo la semana pasada en Madrid.

Piccus echó a correr y le dijo a José López de Toro, subdirector de la Biblioteca Nacional, lo que había encontrado. Habían hecho amistad después de años de trabajo y Piccus entraba en los depósitos a buscar sus cancioneros. Se terminaba la estancia del americano en Madrid y se llevó, con la autorización de De Toro, unos microfilmes de los manuscritos para intentar autentificarlos.

A finales de 1966, Piccus volvió a Madrid y se encontró allí con Ladislao Reti, que había sido convocado por De Toro. Hombre elegante y de grandes influencias, el brasileño Reti se consideraba -y seguramente era- la máxima autoridad mundial en Leonardo.Había buscado también los manuscritos de Madrid, sin encontrarlos, a pesar de que el hallazgo habría sido el broche adecuado para su brillante carrera.

«Jules se debía a su universidad», dice su viuda, y el 13 de febrero presentó con Reti en Boston el hallazgo, que incluía un contrato de coedición con España. «Se convirtió en una celebridad y durante meses le entrevistaron de todas partes del mundo», recuerda Nancy: «Sólo faltó a la verdad en algo. No dijo que los había encontrado en los depósitos, sino que se los habían servido en su mesa por error. Y lo hizo para no perjudicar a De Toro». En España, sin embargo, el escándalo alcanzó proporciones enormes. «No entendíamos nada, hubo manifestaciones en la puerta de la Biblioteca Nacional y pancartas con el signo del dólar».

Se rompió el contrato de edición y las autoridades españolas dieron otra versión de los hechos que excluía el hallazgo: los manuscritos efectivamente habían estado mal clasificados, pero el error había sido subsanado internamente en un recuento. Aducían como prueba que el Codex Madrid II había estado expuesto en la Biblioteca Nacional con motivo de la exposición del Día del Libro entre el 23 de abril y el 8 de mayo de 1965.

APARTADO DEL CARGO

Otra edición, participada por varios países, daría a conocer los manuscritos. El encargado de la edición fue... Reti, que acepta en su estudio previo esta versión. De Toro fue fulminantemente apartado del cargo y a Piccus se le negó incluso el carné de investigador. Murió en 1997 sin volver a ver los manuscritos.Reti falleció en 1973.

Es difícil avanzar en la verdad que se esconde tras los inescrutables muros de la Biblioteca Nacional, pero esta institución, para bien y para mal, lo conserva todo, y también un folletito de la exposición conmemorativa de la Fiesta del Libro de 1965. Se expusieron varias ediciones de El Quijote, donativos e ingresos del año anterior y «fondos científicos antiguos». Parece improbable que así se diera a conocer una de las obras más codiciadas de la Historia. Y ofrece, también, el final de un misterio a la altura de esta historia fascinante. Los manuscritos de Leonardo estuvieron en la exposición del Día del Libro de 1965 y parace que fueron restaurados e incluso seleccionados para alguna publicación unos años antes. Sin constancia del autor y entre «fondos científicos», estaban en el único lugar donde no podían ser encontrados: a la vista de todo el mundo.


Leonardo de perdió en Madrid
Comentario por jorge hugo bertran vall el mayo 23, 2009 a las 6:12pm
no salimos de sorpresas con leonardo , no hubo ninguna ciencia en la que el halla incurcionado en que nos dejara , un legado`para la posteridad , fue una bisagra en la historia de la humanidad./////
jorge hugo bertran vall (bertranvall)
Comentario por Salvador Cuesta el mayo 24, 2009 a las 11:55am
Servan, me gustaría que me dijera de donde saca usted que la madre de Leonardo fuera una esclava oriental y no cristiana.
En las biografías que conozco Caterina tiene unos veinticinco años (nace en 1427) cuando da a luz a Leonardo, hijo de Piero de Vinci. Caterina está descrita como "campesina" condatina o "sirvienta" servitore. Se dice que sería la hija de un leñador de Cerreto Guidi. En los catastros de la época no aparece nada con relación a ella lo que podría indicar su origen humilde o bien que procedía de otro lugar, pero en ningún sitio he visto que pudiera ser una esclava oriental no cristiana. En el Anónimo Gaddiano (1540), primera biografía temprana de Leonardo se dice "Era per madre nato de buon sangue" pero ningún otro biógrafo recoge tal dato.

Sabemos que Caterina se casó, al año de dar a luz a Leonardo, con Antonio di Piero Buti del Vacca, apodado Accatabriga (apodo que significa "tipo duro" "camorrista") y fornaciaio (en un horno de cal) de profesión. De este matrimonio Caterina dio cinco a Leonardo cinco hermanos Piera, María, Lisabetta, Francesco y Sandra.

Caterina presumiblemente murió en 1493; al menos el propio Leonardo paga el entierro de una mujer de ese nombre. Charles Nicoll ("Leonardo. el vuelo de la mente") escribe sobre ella "Pero no conviene olvidar que Caterina, por temperamento y por hábito, era ante todo una contadina toscana, y por lo que podemos intuir acerca de su carácter tampoco debía pretender ser otra cosa"
Comentario por Salvador Cuesta el mayo 24, 2009 a las 12:30pm
Donde dice Charles Nicoll, debe decir Charles Nicholl.
Charles Nicholl
Leonardo. El vuelo de la menteEd Taurus, 2005, más de 700 páginas
Comentario por Salvador Cuesta el mayo 24, 2009 a las 11:03pm
Veo que la investigación es reciente (2008) y la desconocía por completo.¿De verdad que unas huellas dactilares pueden presentar “características árabes (o turcas según otras informaciones)”? Reconozco mi ignorancia al respecto, aunque me parece una tesis muy atrevida. Sin embargo leo aquí que se encontraron huellas en cuadros atribuidos a su taller y luego, una, la de la discordia, en un cuadro atribuido al propio Leonardo. Pero ¿se puede estar tan seguro de que esa fuera su huella? Se dice también al respecto de la dichosa huella que un 60% de los habitantes del Medio Oriente presentan una huella con una “forma” Y, como la del cuadro. Pero con estos alambicados detalles me parece un poco traído por los pelos el argumento. Me llama la atención que el pretendido primer propietario se un tal Ser Vann(i) (-:
Comentario por Giannini el junio 30, 2009 a las 1:57am
Está disponible en la web del Instituto de Ingeniería de España la intervención del jefe de Manuscritos de la Biblioteca Nacional, J. Martín Abad, en la Jornada Internacional sobre "Leonardo da Vinci ingeniero y su contexto":

"A la altura de 1965: los datos posibles del hallazgo"

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