EL DOLMEN DE MENGA.-UNA ESTRUCTURA EXCEPCIONAL.

 

                           El dolmen de Menga. Una estructura excepcional.

Antecedentes.

Tal cómo se presenta en el estudio Hidrología del Subsuelo y Arqueología, tanto las estructuras para un uso funerario, como las destinadas a la relación con la divinidad, se construyen coincidiendo con el trazado de la proyección en la superficie del terreno, de las corrientes de agua subterránea y de las líneas de corriente profunda existentes en el mismo.

Para ello, se elige el lugar en el que esta proyección, permite la edificación de unas estructuras del tamaño y forma adecuadas al uso para el que se destinan, además de cumplir con unas características que podrían definirse como rituales, determinadas por su finalidad concreta.

 

En el caso de un uso funerario, su característica identificativa consiste en que, ha de darse la presencia de dos corrientes subterráneas que se cruzan a diferente nivel, cuya proyección forma un ángulo cercano a los 90º. Las corrientes han de estar lo suficientemente próximas a la superficie, para que su detección permita diferenciar cada uno de sus márgenes y por lo tanto,  medir su anchura. 

Se las denomina corriente somera.

El conjunto central se sitúa en la vertical del punto de cruce y, en los casos en que la estructura se desarrolla longitudinalmente, lo hace siguiendo exactamente las irregularidades propias de la corriente más próxima a la superficie del terreno, y siempre aguas abajo del punto de cruce.

En los dólmenes de Antequera se cumplen estas condiciones e incluso en el de El Romeral, que presenta un doble cruce, se construyen dos cámaras funerarias, con dimensiones adaptadas a las diferentes anchuras de las corrientes. 

 

El dolmen de Menga no cumple con estas especificaciones y por ello, no se trata de una estructura destinada a un uso funerario.

 

 

Las estructuras destinadas a la relación con la divinidad, tienen como característica la presencia de dos corrientes situadas a tal profundidad, que en la superficie del terreno se detectan como una línea, sin que pueda medirse su anchura y que se cruzan formando un ángulo próximo a los 90º.

A estas corrientes se las denomina línea de corriente profunda.

 

El desarrollo de la estructura ha de ser tal, que los asistentes a las ceremonias, mirando hacia el punto de cruce, que constituye el lugar sagrado, reciban la corriente central de frente.

 

 

El resto de la construcción, se adapta exactamente a las líneas de corriente profunda  existentes en el terreno, de un modo que podría definirse también como ritual

Por esta razón a veces presentan irregularidades constructivas, inexplicables desde un punto de vista arquitectónico.

 

 

En ocasiones, la línea de corriente profunda que define el eje longitudinal de la construcción, es sustituida por una única corriente lo bastante próxima a la superficie para que su anchura sea medible, y que cumple con todos los demás requisitos establecidos anteriormente.

 

 

La explicación sobre la manera en que todas estas características de la hidrología del subsuelo, eran detectadas por sus constructores, careciendo de la tecnología y los conocimientos científicos actuales, se presenta en el estudio La técnica del Zahorí, cuyas sorprendentes conclusiones resultan ser de una extraordinaria eficacia técnica.

 

 

 

 

 

 

 

El dolmen de Menga. 

Desde el primer momento llama la atención por sus características constructivas, muy alejadas de las habituales en los dólmenes destinados a un uso funerario.

Lo que sería la cámara y el corredor se diferencian difícilmente y su interior, más bien presenta  las características propias de una estructura destinada a un uso habitacional, que las de un recinto funerario.

 

La intencionadamente irregular disposición de los pilares, parece obedecer a razones no relacionadas con una lógica puramente arquitectónica, así como la irregular alineación de los ortostatos que delimitan todo el recinto.

 

 

 

 

Termina de añadirse como anomalía extraordinaria, la presencia en su zona más interior, de un pozo de 19,5 m de profundidad.

Resulta excepcional, teniendo en cuenta su elaboración, con las herramientas y conocimientos técnicos de la época.

 

No hay dudas en cuanto a por quién y cuándo fue construido, ya que en su excavación arqueológica, se han encontrado los restos de las mazas de piedra dura con las que fue trabajado.

 

Es posible que la hidrología de su subsuelo, arroje alguna luz sobre todas estas cuestiones.

 

 

Hidrología del subsuelo.

 

 El análisis de la hidrología de su subsuelo, muestra la existencia de una única corriente próxima a la superficie, que discurre a rumbo 045º.

Está situada a una profundidad media estimada entre 58 y 60 m bajo el nivel del suelo del dolmen.

 

Es la única corriente somera existente, lo que excluye la posibilidad de que la  finalidad de su construcción fuese un uso funerario.

 

En niveles de gran profundidad, se detecta una familia de líneas transversales, probablemente todas ellas originadas por el mismo plegamiento geológico.

Cuestión esta que se aclarará en una próxima determinación, cuando el nivel freático esté más bajo y con ello puedan determinarse sus respectivos sentidos de circulación.

 

En el momento de llevarse a cabo las actuales mediciones, y debido a su alto nivel, se generaba una gran cantidad de señales parásitas y ruido de fondo, que hacían resultase muy dudosa la correcta apreciación, del sentido de circulación de estas líneas de corriente profunda.

 

 

La línea de corriente longitudinal proporciona una señal más potente, y la determinación de su sentido de circulación no ha presentado problemas.

 

Probablemente se encuentre en un nivel menos profundo que las líneas transversales o bien sea más caudalosa y turbulenta.

Técnicamente no es posible diferenciar entre ambas posibilidades.

 

La superposición de estas corrientes sobre el plano del dolmen, utilizando el eje de referencia y el punto de origen común, aporta información clave para comprender las motivaciones de su situación, y las irregularidades arquitectónicas que presenta en toda su estructura.

 La forma y dimensiones del mismo, siguen exactamente las dos márgenes de esta corriente, por lo que presenta las irregularidades propias de un curso de agua natural.

 

La posición del ortostato que cierra el fondo SW, se hace coincidir con una línea transversal de corriente profunda, que se cruza con la corriente somera central, formando un ángulo de 075º. Suficientemente próximo a la perpendicularidad.

 

Los asistentes a las ceremonias, situados en el interior de la estructura y mirando hacia el plano del cruce, reciben de frente la corriente somera, que define el eje central de todo el conjunto.

 

Por todo ello, se trata de una estructura destinada a la relación con la divinidad;  de un templo.

 

A lo largo del dolmen, también discurre una línea de corriente profunda, con un recorrido ligeramente zigzagueante. Hace  su entrada algo descentrada por el lado NW, a rumbo 065º, para salir poco antes del inicio del corredor, a rumbo 072º.

 

El resto de la familia de líneas de corriente profunda que circulan entre NW y SE, en sus puntos de cruce con la línea longitudinal, definen las posiciones de las columnas, así como las dimensiones y formas de las losas de cubierta, en su sentido longitudinal.

 

Esto explica las irregularidades constructivas que presenta todo el conjunto.

 

 

La singularidad de Menga.

 

Además de la rareza de tratarse de un templo, cuando lo habitual en estas estructuras es que se destinen a un uso funerario, presenta una singularidad que le hace único entre los hasta ahora conocidos.

 

En su parte más sagrada, el fondo SW, sus constructores excavaron un pozo que alcanza los 19,5 m de profundidad.

No hay duda de que fueron ellos, porque se han encontrado los instrumentos de piedra dura con los que lo trabajaron.

 

Evidentemente, se trata de un intento de acceder al rio, cuya proyección en superficie, condiciona el conjunto de forma y dimensiones de toda la estructura.

La pregunta a formularse es, para que intentaban alcanzar este río.

 

Si se hubiera tratado de extraer agua, no tiene sentido situarlo dentro del templo.

Se trata de otra cosa.

 

Con los conocimientos geológicos actuales, se sabe que a lo largo de los ríos subterráneos, además de agua, ocasionalmente circulan gases procedentes del subsuelo, algunos de ellos tóxicos, otros inofensivos, y que en ocasiones llegan a alcanzar una gran presión.

La inhalación de estos gases para lograr la supuesta comunicación con los dioses, es sobradamente conocida.

El oráculo de Delfos es un buen ejemplo de ello.

 

En todos los casos de los que se tiene noticia, se utilizaban surgencias naturales, bien directamente de gas, o bien de aguas por las que ocasionalmente borboteaban los gases, que con su inhalación provocaban el trance en las personas correspondientes.

Sobre estas surgencias es donde se edificaban los templos destinados a este fin.

 

El caso de Menga, es único en el mundo, porque se intenta de un modo artificial y utilizando los medios técnicos existentes en el 4.500 a.C., forzar la presencia de estos gases dentro de la cámara sagrada, por medio del acceso directo al río subterráneo.

 

En este caso concreto la cuestión a plantearse, es el por qué se detuvieron a los 19,5 m sin haber alcanzado el citado río.

 

La respuesta resulta evidente. Detectaron la presencia del río y comenzaron la excavación del pozo. Continuaron hasta que alcanzaron el nivel freático en ese lugar y el pozo se inundó, viéndose obligados a suspender la excavación.

 

Hoy en día, en ocasiones de periodo lluvioso, el pozo también se inunda.

El 17 de marzo del 2013, fecha en la que se realizaron estas mediciones, el agua alcanzaba los 4,7 m sobre el fondo del mismo.

 

En los periodos secos, aprovecharon para profundizar todo lo posible, pero finalmente llegó un momento en el que ya no pudieron avanzar más.

 

Ha de tenerse en cuenta que en esa época, el trabajo exigía la presencia física de los trabajadores en el fondo del pozo.

 

Las cosas parecen indicar, que conocían la forma de detectar la presencia de las corrientes subterráneas, pero desconocían el método para determinar su profundidad.

Es por ello por lo que comenzaron esta operación, que desde su inicio resultaba imposible para su técnica

 

Quedan con esto resueltas las cuestiones planteadas inicialmente.

 

Teniendo en cuenta la excepcional circunstancia de tratarse del único caso conocido, se abre la posibilidad de ejercer una serie de acciones que potencien y complementen estos resultados.

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Comentario por Paco Aceitero Sac el mayo 13, 2013 a las 1:34am

Es razonable exigir aportaciones de estudios que den cierto testimonio de la importancia, desde la antigüedad, de las construcciones sagradas que se rigen por conocimientos que modernamente se han denominado "ciencias tradicionales". Un compendio de múltiples disciplinas que desde la antiguedad eran necesarias para concebir una edificación o arquitectura sagrada, sean megalitos, piramides, palacios, templos, etc...

La bibliografía que aporto es francesa debido a que son los franceses quienes más interés y dedicación han concedido a los estudios que ahora son abarcados en la denominada Geobiología...

Las referencias son muy variadas y numerosas. Hago un extracto de las más importantes en aportaciones prácticas, sobre todo desde los años ochenta, por orden alfabético:

Babonneau, B., Laflèche, B., Martin, R., con la colaboración de Pezé, J., "Traite de Géobiologie, théorie et pratique" , ed., de L'Aire, Paris, 1987.

Bird, C., "El Gran libro de la radiestesia", ed., Martinez Roca, S.A., 1989.

Bonvin, J., Trilloux, P., "Église Romane, Lieu de d'énergie" Pour una géobiologie du sacré, ed., Dervy, Paris, 1990.

Bonvin, J., "Dictionnaire Énergetique & Symbolique Art Roman", Mosaïque ed., Roanne Cedex, 2001.

Bonvin, J., "Mégalithes, Lieux d'Energie" ed., Mosaïque, Roanne Cedex, 1992.

Bonvin, J., Montercy, R., "Église Romane, Chemin de Lumiere", Mosaïque ed., Roanne Cedex, 2001.

Cardinaux, S., "Géometries Sacrées, Du corps Humain, des phénomènes telluriques et de la arquitecture des bâtisseurs", ed.,Trajectorie, Bajeux, Suiza. ISBN. 2-84197-326-3.

Chaumery, L., Belizal, A., "Essai de Radiesthesie Vibratoire", ed., Desforgues, Paris, 4ª ed., 1976.

Fabre, j., C., "Maison entre terre et Ciel", ed., Arista.

Fleck, G., Garel, J-P., "Les Réseaux géobiologiques", ed., Trois Fontaines, Fillingues, 1966.

Mertz, B., "Pirámides, Catedrales y Monasterios", la otra ciencia. Ed., Martinez Roca, barcelona, 1987.

Mertz, B., "L'Ame du lieu", (son interacción dynamique sur nos quatre corps), Georg ed., 1988, Paris.

Pilón, Jose Maria., "El gran libro de radiestesia", ed., Martinez Roca, Barcelona. También en editorial Mundiprensa como una agroguia para agricultores para el manejo del péndulo y las varillas. Este autor jesuita ha trabajado en muchas ramas de estra disciplina, ha colaborado con la policia en el escalrecimiento de casos de secuestro y fundo el grupo Hepta...falleció en diciembre de 2012.

Pagot, J.,"Radiesthesie et émision de forme", éditeur Jean Pagot, Paris, 1988.

Prat, G., "L'Arquitecture invisible", ed., Arkhana Vox, France.

Prat, G., "L'Arquitecture Cosmique", ed., ArkhanaVox,Aubernas d'Ardeche, France, 2002.

Prat, G., "Résonances du sacré",ed., Arkhana Vox, Bonchamp-Lés-Laval, France, 2004.

Rocard, Y.,"La Sciencie & Les sourciers: baguettes, pendules, biomagnétisme", ed., Dunod, Poitiers, 1989, 2ª ed., 1991.

Servranx, F., et W., "Ondes de forme et Énergies", ed., Servranx. Bruxelles, 1991.

Servranx, F., et W., "Ondes Nocives, Detection, Mesure, Protection", ed., Servranx, Bruxelles, 2000.

Saludos

Comentario por Carlos Pellón Rivero el mayo 13, 2013 a las 7:54pm

Estimado Sr. Paco Aceitero: Gracias por la aportación bibliográfica, que puede resultar interesante para confirmar o modificar mi punto de vista sobre ello.

 

Mis fuentes fueron más en la línea inglesa. La publicación Radiestesia Práctica de Tom Graves, ed. Martínez Roca, S.A. 1981, que como casi todos, mezcla la radiestesia con el zahorismo puro, tal como yo lo entiendo, a mí me resulto muy eficaz, porque se limita a describir una serie de “sucesos que realmente ocurren “, que me permitieron repetirlos y sacar las correspondientes conclusiones. De ellas salió La Técnica del Zahorí y la consiguiente optimización de las varillas.

Lo anterior, unido a El Poder del Péndulo de T.C.Lethbridge, ed. Routledge & Kegan Paul Ltd. 1979, me permitió adentrarme en la Radiestesia, separada del zahorismo. Describe lo que “realmente sucede”, pero cuando se adentra en las razones que justifican esos sucesos, falla lamentablemente y por un desliz matemático, creyó adentrarse en un mundo más allá de la muerte y terminó, desde mi punto de vista, enloqueciendo. De todo ello saldrá un trabajo sobre la radiestesia, que tengo terminado, pero que todavía no está listo para publicar, espero hacerlo cuando termine el que tengo entre manos.

Su desarrollo está en línea con el del zahorí y de él se deduce que la radiestesia, por su propio principio fundamental, “nunca puede dar resultados exactos”.

 

El problema reside en que en todo lo que yo he podido leer, cuando tratan de justificar los sucesos, lo hacen planteando hipótesis que dan por buenas, sin demostrarlas con argumentos que sigan un mínimo rigor científico. Por añadidura, muchos de ellos se inventan terminología rimbombante y hablan de “energías” sin especificar cuáles son ni en qué campo de fuerzas actúan. Todo esto mezclado con abundantes conceptos esotéricos, hacen todavía más confusos los verdaderos contenidos de lo que exponen. Tal vez eso sea intencionado.

 

Con respecto al padre Pilón, Yo intenté tener un debate con él, pero no fue posible. Sospecho que conocía la práctica de la radiestesia, pero no su fundamento técnico, que es sobre lo que yo pretendía debatir. Es muy conocida la anécdota de su intento de localizar un desaparecido con un resultado negativo. Pocos días después, la Guardia Civil localizó el cadáver a poco más de un metro de donde él había pasado, en su fallido intento de localización. Evidentemente desconocía el desfase de frecuencias identificativas, que se produce al pasar de la vida a la muerte.

 

A pesar de todo, sigo teniendo la esperanza de encontrar alguna publicación, desarrollada siguiendo rigurosamente el método científico.

 

Un cordial saludo

Comentario por Carlos Pellón Rivero el mayo 15, 2013 a las 7:26pm

Estimados Sres. Juan Gil, José María Montes Villa y demás geólogos.- Desearía transmitirles una puntualización.

Escuchadas las opiniones de los geólogos, parece que las que he llamado  líneas de corriente profunda, no pueden ser en su mayoría corrientes de agua.

Esto era esperable y en previsión de ello, salvo en el inicio de los planteamientos, las he  nombrado suprimiendo siempre la palabra agua  de un modo deliberado, al suponer que al menos muchas de ellas no lo eran.

Desde el punto de vista práctico, la cosa no afecta a los resultados y conclusiones alcanzadas, ya que están ahí y son utilizables como herramienta arqueológica.

El problema es ahora puramente geológico. Si no son corrientes de agua, ¿qué son?

Es indudable que están de un modo permanente; por ejemplo las correspondientes al Dolmen de Menga, fueron detectadas en agosto de 1987 y vueltas a detectar en idéntica posición y características en marzo del 2013. Es cierto que 26 años no son nada para los tiempos geológicos, pero parecen indicar su permanencia, y más si se admite que los constructores lo hicieron hace unos miles de años, aunque también siguen siendo un instante en el tiempo geológico.

Por mi parte me resisto a admitir la abundante terminología empleada por los esoteristas, adoptada sin ningún tipo de demostración científica y desarrollada con meros fines económicos. Pienso que tiene que haber una explicación científica sobre que es “eso” que proporciona una señal de detección, análoga a la que produce un flujo de partículas en movimiento, y cuya profundidad no ha sido posible determinar.

Insisto en que es pura curiosidad geológica, ya que desde el punto de vista arqueológico resulta intrascendente.

Cualquier aportación científica a la pregunta, será muy de agradecer por todos.

Un cordial saludo

Comentario por José María Montes Villa el mayo 16, 2013 a las 6:34pm

Don Carlos: ni yo, ni ningún otro geólogo, le vamos a explicar los fundamentos científicos de la hidrogeología que se pueden encontrar en Internet y muy claramente expuestos.

Lo que ya  puedo dejar pasar, como técnico de perforaciones que soy, es su comentario del 9 de Mayo que copio literalmente a continuación:  

 “en el Valle de Mena (Burgos) en el que una compañía petrolífera realizó un sondeo y a los -2.200 m se encontraron con una corriente de agua tan brutal, que dobló el trépano de perforación y no pudieron sacarlo. Yo detecté esa corriente en superficie con una anchura de 8,2 m, pero por las características del terreno circundante y tener que desplazarme los 2.420 m que eran precisos para determinar la profundidad, esta no pude determinarla. Confío en que los de la compañía petrolífera decían la verdad, pero yo no pude "tocar" esa agua”.

Dejando de lado que es totalmente imposible que ni usted ni nadie sea capaz de detectar agua a 2.200 metros de profundidad su comentario lleva una serie de imprecisiones que pasó a detallar:

Una perforación petrolífera es extremadamente costosa y por ello estas empresas utilizan una tecnología impresionante. Antes de perforar se ha realizado un completísimo estudio geológico incluyendo una geofísica sísmica que permitirá realizar una completa radiografía del subsuelo hasta varios miles de metros de profundidad con el objeto de planificar perfectamente la perforación y evitar problemas que pueden resultar muy caros.

Las perforadoras de investigación petrolífera son máquinas increíbles, potentísimas, equipadas con las últimas tecnologías en perforación y manejadas por equipos de profesionales altamente cualificados y desde luego no utilizan “trepanos” para perforar sino otros tipos de sofisticadas herramientas de perforación capaces de atravesar rocas durísimas y terrenos problemáticos, así como técnicas de impermeabilización capaces de impedir que al sondeo entre agua ni nada que pueda alterar las muestras que de los terrenos atravesados se extraen a la superficie y que son vitales a la hora de dar una investigación petrolífera por positiva o no.  

A mi, en algunas de las perforaciones para la captación de aguas subterráneas que he dirigido, se me han quedado algunos “trepanos” en los sondeos, principalmente por defectos en los materiales (roturas de cables, roturas de los cuellos de las herramientas) normalmente los hemos “pescado” es decir los hemos logrado extraer y solo en muy pocos casos se han quedado en el fondo obligándonos a dar por terminado o abandonar el pozo. En estos casos el problema siempre ha sido ocasionado por problemas de estabilidad de las paredes del pozo con desprendimientos de las mismas, con la presencia de agua o no.

El único motivo por el que la presencia de agua en un sondeo puede ocasionar que tenga que abandonarse el mismo, es por el nivel piezométrico del acuífero no la fuerza de una “brutal corriente a agua”. Me explicare: en los sondeos a rotopercusión la perforación se realiza mediante la inyección de aire comprimido a una cierta presión (hasta 72 kilos por centímetro cuadrado). Cuando uno de estos sondeos encuentra un acuífero, el agua asciende por la perforación hasta alcanzar el nivel piezométrico regional del acuífero en esa zona, entonces es cuando puede darse el caso de que la altura de columna de agua encima de la herramienta de  perforación, un martillo o un tricono, llegue a anular la presión que el compresor de la perforadora esta inyectando en el fondo del pozo, llegado este punto la herramienta dejara de trabajar y no se podrá continuar la perforación, muchos perforadores llegado este caso suelen decir que “la fuerza del agua no les deja continuar”, es una forma de hablar para que los clientes no expertos en el tema les entiendan.

En la siguiente fotografía puede usted ver un autentico “trepano”, una herramienta que se utiliza exclusivamente en los sondeos perforados con el sistema de percusión y que nunca llegan a alcanzar los 1.000 metros de profundidad (mi record personal esta en 775 metros). Se trata de un barrón de acero de 200 mm. de diámetro con cuatro alas de plancha de acero de 10 centímetros y una boca de acero especial de gran dureza para triturar rocas. La longitud de la herramienta es de 6 metros, aunque las ahí de 9 metros y su diámetro es de 660 mm. aunque puede ser menor. Esta es la herramienta que, según usted “doblo una brutal corriente de agua”, sinceramente: ¿le parece posible?. 

 

Comentario por Carlos Pellón Rivero el mayo 17, 2013 a las 12:16pm

Estimado D. José María: me temo que una vez más, este medio de comunicación en el que soy novato, me ha jugado una mala pasada.

Estoy totalmente de acuerdo con su planteamiento y con la contundencia técnica de sus argumentos.

Yo tampoco me lo creo, y el párrafo que cita, está ahí precisamente para eso, ya que mis dudas se ponen claramente de manifiesto en la frase Confío en que los de la compañía petrolífera decían la verdad, pero yo no pude “tocar “esa agua.

Es evidente que esta frase, con un acompañamiento gestual de una sonrisa, un gesto con la mano o una simple entonación diferente, no hubiera dejado lugar a dudas sobre su sentido.

 

Mi escepticismo se basaba en un aspecto técnico diferente a los que Vd. plantea, ya que la corriente verificada de un modo fehaciente a una profundidad de -440 m y que tiene una anchura real de 7,6 m,  se detecta en superficie con 0,71 m.

Manteniendo la misma proporción, una corriente detectada con 8,2 m, si estaba realmente a 2.200 m de profundidad, debería tener un ancho del orden de los 34m.  

Me resulta difícil creer en la existencia de esa corriente.

Empleo la expresión “difícil de creer”, porque después de haber verificado que es posible detectar una corriente situada a -440 m sin otra cosa que unas varillas de alambre en las manos, me he visto obligado a desterrar de mi vocabulario las expresiones “increíble” e “imposible”.

 

De un modo deliberado empleo la terminología empleada por los habitantes del lugar (trépano, brutal corriente), que venían a reforzar mi expresión de escepticismo. Fueron ellos los que narraron el suceso y me pidieron que viese lo que detectaba. Ni siquiera me molesté en intentar determinar la profundidad, porque estaba convencido de que de ninguna manera era de 2.200 m.

 

Le agradezco su interesantísima información técnica sobre los sondeos. Dudo mucho de que en la España de hacia 1950 se empleasen los medios técnicos que describe, y sospecho que el sondeo sería algo mucho más primitivo.

 

Puedo asegurarle que es un verdadero placer, dialogar con personas de su formación profesional y su gran experiencia en el trabajo de campo. Siempre se aprende algo.

 

Una vez más le presento mis disculpas por no haber sabido transmitir adecuadamente mi pensamiento. Confío en que acabaré aprendiendo.

Comentario por Carlos Pellón Rivero el mayo 22, 2013 a las 12:06pm

Puntualizaciones.

De conformidad con las objeciones planteadas por algunos geólogos  procedo a incorporar en el blog algunas puntualizaciones, que estimo nos acercan más a la realidad de los hechos. Gracias por sus aportaciones.

Comentario por Carlos Pellón Rivero el mayo 31, 2013 a las 6:04pm

Estimado D. Jesús Salazar:

En el final de mi presentación indico la conveniencia de ejercer una serie de acciones que potencien y complementen estos resultados.

En la comunicación remitida al Director de Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera, se referenciaban estas acciones, pero consideré que en el blog no eran oportunas, ya que se trata de futuribles y no hechos concretos. El texto completo al que me refiero dice:

Posibilidades.

 

-Determinar nuevamente y con mayor precisión, todas y cada una de las características de la hidrología de su subsuelo ya que, a consecuencia del elevado nivel freático alcanzado cómo consecuencia de las fuertes lluvias antes y durante las determinaciones actuales, las señales captadas presentan un alto grado de interferencias.

Para ello se deben repetir las mediciones, cuando el nivel freático esté por debajo del fondo del pozo y por lo tanto, este se presente seco.

El momento ideal sería hacia finales del verano.

 

-Una vez situada con la máxima precisión posible, la profundidad del río en la vertical del dolmen, seguir su trazado a lo largo del terreno colindante, hasta alcanzar el punto de su mínima distancia desde la superficie del mismo.

En ese punto, efectuar una fina perforación que permita extraer muestra de su agua, y con ello probar de modo inequívoco su existencia.

La acción presentará la dificultad técnica, de tener que diferenciar entre lo que son aguas procedentes del nivel freático y la que es propia del río, por lo que el momento más adecuado sería también hacia finales del verano.

 

-Una vez realizadas estas verificaciones que vengan a confirmar las ya obtenidas, comunicarlas a la comunidad científica, para presentar de modo oficial los resultados de este caso e invitar a su estudio compartido.

 

-Adecuar en los Medios, la publicidad generalizada sobre este dolmen único, que viene a proporcionar notoriedad y prestigio a nuestro país y sus instituciones, junto con las medidas adecuadas para fomentar un incremento en el número de visitantes, que supondría una notable repercusión económica.

 

 

                                                        Somo, marzo del 2013

 

 Creo que no precisa de más aclaraciones.

Por otro lado, la corriente detectada está lo suficientemente próxima a la superficie cómo para poder asegurar, que todas las características coinciden con corrientes, cuya existencia real se ha podido verificar de modo fehaciente. No se presenta ningún aspecto que indique que no lo es.

La profundidad se determinó desde ambos lados y los resultados fueron coincidentes.

En cualquier caso, y como siempre, no es posible asegurarlo hasta que no se toque con las manos el agua extraída de esta, de momento, "presunta" corriente.

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