El CSIC confirma el "riesgo real" de reabrir Altamira

Un estudio que publica la revista 'Science' certifica que los microorganismos que colonizan la cueva son un peligro para las pinturas milenarias. Si las pinturas rupestres de Altamira seguían allí cuando el aficionado a la paleontología Marcelino Sanz de Sautuola se las encontró en 1879 fue gracias a un milagro de la naturaleza, una concatenación de elementos biológicos y ambientales que protegieron con mimo casi consciente la excepcional sala de polícromos de la cueva cántabra. La cavidad permanecía en total oscuridad, las tasas de filtración de agua eran mínimas y el intercambio de aire con el exterior prácticamente nulo. Vamos, que allí dentro no se movía un alma.

 

Fuente: Jesús Miguel Marcos | Público.es, 6 de octubre de 2011


Luego llegó el ser humano o, lo que es lo mismo, los problemas. Cuando Sautuola mejor dicho, su hija de 8 años, que le acompañaba en la expedición descubrió los famosos bisontes, una masa indeterminada de microorganismos fotó-trofos, que emplean la luz como fuente de energía, habitaba la cueva en son de paz. Así lo habían hecho durante casi 14.000 años, pero en los cien siguientes el trajín de visitantes provocó una revolución microbiana con un final tan conocido como triste: los micro-organismos se reprodujeron y camparon a sus anchas, en forma de manchas verdes, sobre las pinturas.

 

Una investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), cuyos resultados publica hoy la revista Science y que fueron adelantados por Público a finales de 2010, ha identificado las colonias microbianas de la cueva y ha realizado un mapa de su distribución, recalcando que "la cueva de Altamira, aunque está cerrada en la actualidad, sufre un riesgo real".

 

Museo de Altamira

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Desde hace 15 años, expertos del CSIC han analizado la peligrosa evolución de estas poblaciones microscópicas, cuya actividad ha disminuido desde que se decretó el cierre de la cueva, en 2002. Sin embargo, en el informe presentado a mediados de 2010 tras dos años de estudios, la institución científica volvía a aconsejar que se mantuviera la clausura, lo que no evitó que el Gobierno cántabro, presidido entonces por Miguel Ángel Revilla, intentara abrir la cueva a toda costa. Finalmente, el Patronato de la cueva obedeció la voz de los expertos y mantuvo el cierre.

Cesáreo Saiz-Jiménez, uno de los investigadores del CSIC, explica que "lo más que podemos alcanzar es a ralentizar la actividad microbiana mediante el control de los parámetros ambientales de la cueva, alcanzando condiciones no favorables para el desarrollo microbiano". Y puntualiza: "La evolución de la cueva en los próximos años dependerá del mantenimiento o no de las medidas de conservación preventiva, que excluyen las visitas en un futuro próximo".

 

Los investigadores han identificado, catalogado y elaborado un mapa de la distribución de la población microbiana de la cueva, que es especialmente variada. "Altamira presenta una diversidad microbiana elevada. Los resultados de las medidas de actividad y presencia microbiana han demostrado que los sustratos aparentemente no colonizados muestran un alto grado de actividad microbiana, sólo ligeramente inferior a la de las zonas con colonias visibles", señala Sergio Sánchez-Moral, director de la investigación del CSIC en Altamira.

El estudio resalta que existe una relación directa entre el rango de oscilación térmica de cada zona de la cueva y el grado de colonización de los microorganismos. Esto es lo que provoca que la mayor proliferación de bacterias se concentre en la sala de entrada, donde se han detectado tres tipos de colonias: amarillas, grises y blancas.

 

En este sentido, la instalación de una segunda puerta en el acceso al pasillo que conduce a la zona de las pinturas ha contribuido a reducir considerablemente la actividad de los microorganismos en la sala de polícromos, "cuya tendencia actual parece avanzar hacia un estado estacionario", revela el estudio.

El mayor peligro para las pinturas, los microorganismos fotótrofos que provocaron las manchas verdes en la sala de los bisontes, se ha reducido con la retirada de la luz artificial. "Fueron observados en el año 2000 en la sala de polícromos como formas resistentes o con su actividad metabólica reducida al mínimo. El investigador Juan Carlos Cañaveras predijo que en caso de que hubiera variaciones de las condiciones lumínicas tales como luces permanentes o más extensas, como finalmente ocurrió, tendría lugar un crecimiento de estas comunidades", relata el informe.

Con la suspensión del sistema de iluminación desde 2002, "se observan menos manchas verdes en la sala de polícromos, pero aún quedan restos", destacan los investigadores.

Pese a los reconfortantes resultados obtenidos por los investigadores del CSIC, que han logrado estabilizar el sistema microambiental en la sala de los bisontes, el Patronato de Altamira decidió en diciembre de 2010 apartar a la institución de las investigaciones. En su lugar, un comité de expertos internacionales estudiará de nuevo la posibilidad de reabrir Altamira, pese a que el peligro es "real".

 

Vídeo: La UNESCO ha declarado diez cuevas prehistóricas como Patrimonio de la Humanidad en Cantabria.Altamira y las otra nueve cavidades son el símbolo de la valiosa herencia paleolítica que alberga el subsuelo de Cantabria.

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Altamira, una guerra microscópicaArte rupestre.

 

La cueva seguirá cerrada y su estudio quedará en manos de expertos internacionales

Fuente: Jesús Miguel Marcos | Público.es, 19 de diciembre de 2010

 

La cueva de Altamira seguirá cerrada, en principio, dos años más. El informe de 2009 del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que alertaba del peligro de las visitas para las milenarias pinturas de la gruta, ha sido decisivo para mantener su clausura.

Sin embargo, la impaciencia de los políticos cántabros, con su presidente Miguel Ángel Revilla al frente, llevó esta semana al Patronato de Altamira a apartar al CSIC de las investigaciones y buscar el dictamen de un grupo internacional de expertos, que se constituirá antes del próximo mes de abril y que deberá establecer un régimen controlado de visitas que al mismo tiempo garantice la conservación de los bisontes.

Sergio Sánchez-Moral es el director de la última investigación del CSIC. Entró por primera vez en Altamira en 1993 y desde entonces ha estudiado las condiciones ambientales de la cavidad al milímetro. "Cuando nos piden visitas experimentales para ver cómo afectan a la cueva, es absurdo, porque eso se sabe más que de sobra, está estudiado hasta la saciedad. Hay hasta una tesis doctoral sobre el tema", explica el geólogo en su despacho del Museo de Ciencias Naturales de Madrid.

Su trabajo en la cueva durante la última década le ha llevado a constatar dos evidencias: la situación en la sala de polícromos ha mejorado mucho, pero sigue siendo muy delicada. Las colonias de bacterias que provocaron las manchas verdes que levantaron la voz de alarma en 2002 se han reducido, lo que no significa que las bacterias hayan desaparecido. Es más, son necesarias "para mantener a raya a los hongos. El problema es que si matas a todas las bacterias se te puede hacer fuerte el hongo. Y hay hongos que proliferan y se te meten en el pigmento, y luego no lo puedes quitar, porque está metido en la pintura", analiza el científico.

El equipo llegó a esta conclusión después de que en 2007 introdujeran roca estéril, sin bacterias, en la cueva. "Al instalarlas ahí, los hongos se hacen con la roca en un momento. Nos dimos cuenta de que el problema era mucho peor de lo que parecía. Teníamos que hacer campañas de microbiología para ver lo que flotaba en el aire y fotografiar los techos para observar cómo proliferan las colonias de bacterias. Nos preguntamos si en los sustratos que no hay colonias habría bacterias. Empezamos a medir y... ¡estaban llenos!", exclama.

 


El principal problema es que mientras las bacterias empiezan a colonizar un ambiente no son perceptibles al ojo humano, por lo que su crecimiento es difícil de controlar. "Entran en una fase de estabilidad. Aumentan poco a poco y durante un tiempo se fortalecen, se van haciendo con el ambiente. Pero en un momento determinado hay una fase de proliferación y el crecimiento experimenta una fuerte subida de golpe. Y ahí ya ves las manchas en la cueva", sostiene Sánchez-Moral.

Detener el avance o matar

Los trabajos del CSIC han dado sus frutos y han logrado detener la proliferación de las colonias. "Ha disminuido la actividad metabólica de las bacterias, lo que es muy bueno. Y otra cosa que pasa es que están aumentando las proteínas, porque las bacterias se ahogan y buscan alimento. Yo ahora mismo no sé matar a esas bacterias, pero creemos saber cómo hacer para que no proliferen", subraya el geólogo.

A esto hay que añadir la fragilidad de la cueva, que se encuentra en estado senil. Ya cuando entró el investigador Hugo Obermaier a principios de siglo XX para hacer excavaciones arqueológicas se le cayeron varios bloques al lado, de ahí que se tuvieran que hacer obras de sujección. Además, la entrada de la cueva, conocida como la sala de la cocina, "está destrozada microambientalmente, con colonias de todos los tipos. Nuestro primer objetivo fue que esas bacterias no pasasen a la sala de polícromos. De ahí la instalación de un segundo cierre, justo después de la sala de la cocina, que ha reducido mucho la transmisión", expone Sánchez-Moral.

La sala de polícromos cuenta, no obstante, con dos condiciones naturales a su favor, que son el motivo por el cual las pinturas siguen allí después de miles de años. "Es un milagro, por eso hay sólo tres o cuatro en el mundo. La suerte que tiene la sala de polícromos es que por su configuración hay una parte donde no entra en circulación el aire, y es donde están los bisontes. Además, tiene encima una capa de piedra muy impermeable que desvía el agua hacia los lados. Ese es el motivo de que no haya estalactitas y por eso el señor que pintaba lo hacía allí", cuenta Sánchez-Moral.

La cueva, un ser vivo

 
Vista desde los ojos de un científico, una cueva deja de ser una cueva y se convierte en un ser vivo que sufre, responde, se recupera e incluso respira. El equipo del CSIC viajaba, como mínimo, una vez cada dos meses a la cueva para recoger los datos almacenados en los equipos de monitorización. También llevaron a cabo jornadas de medición de 24 horas, ininterrumpidamente. "Eran pruebas para ver cómo respira la cueva. Se pincha en el prado de encima una serie de tubos y se meten otros tubos en diferentes puntos de la cueva, desde fuera. Bombeamos aire de la cueva y vemos cómo se comporta el aire. Esto te permite saber en qué momentos no puedes abrirla".

Sergio Sánchez-Moral alerta sobre el peligro que las visitas tienen para las pinturas en este momento, pero en ningún caso es pesimista sobre la posibilidad de abrir la cueva en el futuro. Y pone un ejemplo: "En el año 90 se tomó una muestra de la pata de un bisonte para datar las pinturas. Se cogió pigmento del bisonte, que no vas a volver a poner. Pues bien, en 1990 se cogieron 20 miligramos, mientras que en 1980 la cantidad necesaria era de 1.000 miligramos. En 2010 sólo harían falta entre uno y dos miligramos. Y con paciencia, igual ni siquiera hay que tomar una muestra. ¿Va a poder entrar gente? Yo creo que sí, porque la ciencia avanza y a día de hoy las cosas están yendo mejor".

En 2011, el estudio quedará en manos de expertos internacionales. "En Europa hay poca gente que se dedique a esto de la forma en la que nosotros lo hacemos, pero claro, si quieren abrirla tendrán que llamar a otros", concluye Sánchez-Moral. La reapertura, por tanto, se retrasa al menos dos años. Una minucia al lado de los 15.000 años que llevan allí los bisontes.

 

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Aportación del contertulio Percha:

 

Bacterias y hongos en la cueva de Altamira

 

Pintura rupestre en el interior de la cueva de Altamira.| 'Science'

  • Está cerrada desde 2002, pero el año pasado se planteó su reapertura
  • El estudio relaciona las bacterias con las variaciones de temperatura y luz
  • Durante 15 años los científicos han analizado el microclima de Altamira

Rosa M. Tristán / El Mundo

La espectacular belleza de las pinturas rupestres de la cueva de Altamira podría dejar de existir si se reabre a las visitas turísticas. Pese al cuidado que pudieran tener sus visitantes, cabellos que se caen, descamaciones de la piel, incluso la respiración y el mero movimiento de un lugar a otro serían fatales para esas figuras que, desde hace 15.000 años, se cobijan en un escondido enclave del municipio de Santillana del Mar, en Cantabria. Lo mejor: que continúen cerradas, como están desde 2002.

Esta es la conclusión a la que ha llegado un equipo de científicos españoles, que publican sus resultados en la revista 'Science' esta semana. De momento, las autoridades no responden y remiten a la próxima reunión del Patronato de Altamira, que se reunirá a mediados de noviembre, pero el informe es muy claro respecto a la 'posible reapertura en el futuro' que se planteó el año pasado.

Los investigadores, después de un estudio que ha durado 15 años, han demostrado que el ser humano, con su mera presencia, altera la temperatura, la humedad e incluso los niveles de dióxido de carbono. También han observado que desde 2002 la situación ha mejorado bastante, aunque aún hay problemas.

Cesáreo Saez-Jiménez, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), señalaba a ELMUNDO.es que "recomendamos que la cueva vuelva a un estado ambiental lo más próximo posible a las condiciones que tendría de forma natural, antes de su descubrimiento". En definitiva, que no sea visitada ni intervenida.

Y pone el ejemplo de la cueva francesa de Lascaux, también con pinturas rupestres y que está mucho peor que Altamira: "Aparte de las visitas masivas en ambos casos, lo que diferencia una cueva de otra es que mientras en Lascaux se han producido muchas actividades humanas en el interior (instalación de sistemas de control climático, trabajo de obreros, brotes de hongos y tratamientos) no se han producido en Altamira, lo que ha contribuido a un mejor estado de conservación".

"Sin embargo, los problemas que ha tenido Lascaux en el pasado, y que sigue teniendo actualmente, se están empezando a vislumbrar en Altamira y eso nos hace ser muy cautos en la propuesta de medidas de conservación y nos mueve a alertar sobre la necesidad de mejorarlas", ha señalado.

Mapa de los microbios

Los científicos han logrado mapear la distribución de los microbios en la cueva y su evolución desde 1995, para lo cual instalaron cinco estaciones de monitorización del microclima en diferentes zonas de la cavidad. Estudiaron con detalle la Sala de Entrada, el Cruce, la Sala de los Polícromos (la más espectacular), la Sala de los Muros, la Sala de la Hoya y la Sala del Pozo.

Según los expertos, la presencia de visitantes aumenta las partículas en suspensión, pero también permite cambios de temperatura y mueve materia orgánica hacia el interior de la cueva, arrastrando agua, polvo, bacterias o esporas de hongos.

De hecho, han detectado colonias blancas, grises y amarillas de bacterias que viven de materia orgánica; otras manchas verdes de microorganismos que viven de la luz artificial que había en la cueva en el pasado, iguales a las detectadas en Lascaux; y microorganismos microscópicos en las pinturas, que podrían acabar oxidando los pigmentos.

La situación de Altamira mejoró con su cierre al público (ahora se puede visitar una recreación exacta en el Museo Altamira) y también en 2007, cuando se instaló una segunda puerta de entrada que impide la entrada de aire caliente que causan la condensación y la corrosión.

Materia orgánica en el interior

Al haber un segundo cierre interior es más difícil que lleguen nutrientes, Cesáreo Saiz-Jiménez ha incidido en que la apertura de la cueva al turismo supone el aporte de una "enorme" cantidad de materia orgánica, lo que produce un desequilibrio en las poblaciones microbianas indígenas, que son desplazadas del suelo y las paredes por otros microorganismos, más agresivos.

En su artículo en 'Science', el equipo de investigadores recuerda que en los años 70 la cueva recibió cientos de miles de visitas. Sólo en 1973 tuvo 175.000. Tres años más tarde era cerrada por primera vez debido al deterioro que experimentaban las pinturas.

Así permaneció hasta 1982, cuando se reabrió pero con un 'númerus clausus' de 11.000 visitas anuales. No fue una buena decisión, y 10 años después volvía a cerrarse, después de que las colonias de microbios se hicieran con el lugar.

Y así permanece hasta hoy. El Patronato de Altamira el año pasado se planteó una posible reapertura. En un mes tomará la decisión.

 

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Esperemos que este estudio acabe para siempre con la polémica apertura aunque tengo poca fe en los políticos regionales, sea cual sea su color.

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Comentario por Percha el octubre 8, 2011 a las 11:35am

Hoy en El Diario Montañés:

El Ministerio considera «muy valioso» el informe que desaconseja ab...

El director del Museo, José Antonio Lasheras, advierte de que el estudio publicado en la revista Science es un resumen del que realizó el CSIC en 2009

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Arasti: «Cualquier persona en su sano juicio hace caso a los cientí...

«Cualquier persona en su sano juicio hace caso a los científicos». El consejero de Industria y Turismo, Eduardo Arasti, confirmó ayer la postura que ha defendido el Gobierno desde que los populares tomaran las riendas del Ejecutivo. La opinión de los técnicos será fundamental a la hora de tomar una decisión sobre el futuro de la cueva de Altamira y el gobierno del Partido Popular ya adelanta que si los técnicos consideran que existe un alto riesgo abriendo Altamira, «la decisión es evidente».

«Cuando vas al médico haces caso de los que dice. Es lógico tener en cuenta la opinión objetiva y fundada de los que han estudiado el asunto», afirmó ayer de nuevo el consejero recordando que la cueva es Patrimonio de la Humanidad y que su valor «trasciende a Cantabria».

Arasti ha asegurado en más de una ocasión que la polémica que gira en torno a la reapertura de la cueva de Altamira «no aporta absolutamente nada», y desde el Gobierno se ha adelantado que dejará la decisión en manos de los expertos. «Es una cuestión científica y serán los técnicos los que digan si la entrada de gente perjudica a las cuevas o no». «La obligación» del Gobierno, y de esta generación, es ceder este Patrimonio todavía en mejores condiciones que en las que se ha recibido».

Si finalmente los estudios de los técnicos indican que las visitas reducidas son posibles, el consejero lo consideraría «estupendo», pero, en cualquier caso, Arasti invitó a ser positivos y recordó que Cantabria cuenta con «una estupenda infraestructura que significa 250.000 visitantes, una estructura cultural y científica que se puede potenciar aún mucho más,» dijo el consejero.

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Esperemos que esta sea la postura del nuevo gobierno de Cantabria.

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