La historiadora de Roma, Mary Beard, Princesa de Asturias de Ciencias Sociales

La historiadora Mary Beard en 2013. Cordon Press

Fuente: EL PAIS.com | 25 de mayo de 2016

Mary Beard (Much Wenlock, 1955), profesora de Clásicas en la Universidad de Cambridge que ha sido galardonada este miércoles con el premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, es una las investigadoras que más han acercado el mundo romano a la sociedad contemporánea, a través de libros como SPQR (Crítica), que se acaba de editar en España, o de sus series para la BBC. Pero el trabajo de Beard, una mujer cordial y divertida, va mucho allá de la erudición del mundo académico: se ha convertido en un personaje muy famoso en Reino Unido por sus enfrentamientos con los abusadores en Internet, los trolls.

SPQR, acrónimo de Senatus Populusque Romanus, representa un compendio de las mejores virtudes de Beard como divulgadora: el libro, una historia global del Imperio Romano, es tan riguroso como entretenido y, sobre todo, destaca por su capacidad para manejar multitud de fuentes directas, desde las cartas de Cicerón hasta Suetonio, pero también las pintadas electorales de Pompeya o una serie de inscripciones escatológicas en Ostia a través de las que mostraba el sentido humor en la antigua Roma. El libro ha coincidido con una serie de la BBC, Ultimate Rome: Empire Without Limit, que se emitió en abril.

"No puede haber un momento más oportuno para recibir un premio europeo que este", señala entre risas por teléfono desde Cambridge Mary Beard, en una referencia al referéndum sobre la posible salida de Reino Unido de la UE, que se celebrará el 23 de junio, el Brexit. En una entrevista que concedió a El País Semanal el pasado 9 de mayo en Londres y que se publica el próximo 3 de junio, esta latinista, convencida europeísta, mantiene que "los romanos fueron los primeros que crearon un mundo globalizado, lo que nos lleva a una pregunta clave: ¿qué significa tener comunicaciones? La idea de que hace 2.000 años se podía salir de Roma, seguir una carretera y acabar en España es totalmente revolucionaria. Nos hace reflexionar sobre cómo Roma establecía conexiones entre la gente, mucho más que impedirlas".

Esta eminente latinista ha sido siempre una encendida defensora del papel que las lenguas clásicas deben tener en la enseñanza. "No queremos olvidar lo que somos. Europa no solo viene de Roma o Grecia, está formada por muchas más influencias; pero sería muy grave que perdiésemos la capacidad de leer a Virgilio en latín, perderíamos algo muy profundo si eso ocurriese", añade.


Las obras de Mary Beard.

Sobre sus series televisivas como Meet the romans, Caligula o Pompeya —todas ellas están disponibles en inglés en Youtube, Beard asegura que la divulgación debe ser compatible con la academia. "La erudición no debe verse comprometida por la divulgación. De hecho, creo que cualquier académico debe ser capaz de transmitir sus conocimientos, de llegar al público".

La editorial Crítica ha publicado la mayoría de sus libros en España: El triunfo romano, una historia del Imperio a través de las celebraciones de sus victorias por parte de los dirigentes; Pompeya.Historia y Leyenda de una ciudad romana, una visión muy original de la ciudad enterrada por el Vesubio, llena de detalles insólitos; La herencia viva de los clásicos, una recopilación de sus artículos en el suplemento literario de The Times y en otras publicaciones, tal vez su libro más accesible (habla hasta de Astérix); además de SPQR, tan divertido como erudito. Aunque todavía no han sido traducidos, ha escrito también ensayos sobre el Partenón, el Coliseo, la religión y el arte romanos y hasta el humor en el mundo clásico.



Las obras de Mary Beard son importantes por su capacidad para explicar aspectos novedosos de temas que creemos conocer muy bien. Su visión de Pompeya, por ejemplo, nos descubre una ciudad romana que ya estaba medio destruida por un terremoto cuando sufrió la erupción que la arrasó, pero también nos describe las pertenencias de aquellos que trataban de huir trazando un microcosmos del universo romano. También son aleccionadoras por su sentido de la duda: siempre explica aquello que sabemos, pero también aquello que ignoramos o aquello que deberíamos poner en tela de juicio. Por ejemplo, sus estudios sobre la figura de Calígula (ella siempre se refiere a él por su verdadero nombre, Cayo Julio César Augusto Germánico, Calígula quiere decir botines y era su apodo) llevan a una inquietante conclusión: ¿Fue depuesto porque era un mal emperador, un sádico asesino, o, porque fue depuesto, sus sucesores necesitaban justificar el golpe y por eso lo describieron como un sádico asesino cuando en realidad no era peor que otros gobernantes?

Pero, por encima de todo, merece la pena leer a Beard por su capacidad para acercarnos al mundo romano, para enseñarnos a dialogar con él. Preguntada en la entrevista de El País Semanal sobre las lecciones que podemos sacar de Roma, afirma: "Las comparaciones directas entre Roma y nosotros no tienen sentido, es un mundo muy diferente en demasiados sentidos. Pero, por otro lado, creo que si uno piensa por ejemplo en la forma en que Roma debatió problemas como las libertades civiles, el concepto de ciudadanía, el terrorismo o los derechos del individuo creo que sí enriquece la forma en que miramos al presente. Si uno piensa en como Roma definió la idea de ciudadanía, no es algo que se pueda hacer en la UE actualmente, pero sí invita a reflexionar sobre otras formas de enfrentarse a los problemas, aprender de los argumentos que se utilizaron entonces sobre lo que significa ser un ciudadano".

Al galardón fallado hoy en Oviedo optaban 37 candidaturas y está dotado con la reproducción de una escultura de Joan Miró y 50.000 euros en metálico. El jurado del premio estuvo presidido por la historiadora Carmen Iglesias.


Azote de los trolls en internet


En sus documentales, Mary Beard aparece mucho en pantalla, con su aspecto desaliñado habitual y su melena blanca despeinada al viento. Sobre todo después del estreno de Meet the romans, las críticas en las redes sociales, pero también en los periódicos, fueron despiadadas centrándose en su aspecto físico (algo que jamás hubiese ocurrido con un hombre). Como muestra del nivel, basta reproducir la crítica que le lanzó AA Gill en The Daily Telegraph, quien dijo que más que un documental histórico parecía un episodio de Undateables un reality show sobre gente con dificultades para encontrar pareja. Básicamente el argumento era que Beard era demasiado fea para aparecer en la pantalla.

La latinista no dudó ni un instante en replicar, sin ningún complejo, de forma contundente y acusó a Gill de ignorante y machista. "Se nota que no ha terminado la Universidad, porque no conoce lo que significa el rigor de un argumento intelectual", escribió al diario británico. Y esta pelea contra el machismo se ha prolongado siempre con sentido del humor en sus demoledoras réplicas a las redes sociales. No ha dudado nunca en responder a los abusadores los trolls, pero sin dramatizar. De hecho, acabó por escribir cartas de recomendación a uno de ellos, que después de haberla insultado gravemente, le pidió disculpas.


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Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el mayo 31, 2016 a las 1:13pm

"Julio César trataba de disimular su calvicie con la corona de laurel"

"No espero que todo el mundo sepa latín y griego, pero me gustaría que la gente sí tuviese a su alcance la posibilidad de aprender esas lenguas"

Fuente: laopinioncoruna.es | 31 de mayo de 2016

La historiadora Mary Beard, acaso la experta británica más destacada en el mundo clásico de Grecia y Roma, recibió la semana pasada el premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales.

-Lejos de encerrarse en un despacho, usted practica la columna en prensa y tiene un blog. ¿Qué le aporta ese contacto cotidiano con la realidad de su tiempo?

-Pienso que quienes nos dedicamos al mundo académico tenemos el deber de contribuir a la mejora de nuestra sociedad en la mayor medida que podamos. Yo trato de hacerlo.

-Tiene fama de ser implacable con las malas traducciones o libros inexactos.

-¡Oh, ya lo creo que sí! No espero que todo el mundo sepa latín y griego, pero sí me gustaría que la gente tuviese a su alcance la posibilidad de aprender esas lenguas. Si vamos dejando pasar los errores de traducción, llegará un momento en que la enseñanza perderá rigor.

-Le molesta que los clásicos sean tratados a la ligera por autores poco rigurosos...

-Sí. Pero siempre me agrada que la gente se interese por los clásicos.

-Usted ha destacado siempre el sentido del humor de personajes que la historia nos presenta muy solemnes. Augusto, por ejemplo.

-Sí, y Cicerón también. Nos lo imaginamos como muy pomposo y serio, pero entre los romanos tenía fama de ser el hombre más divertido del mundo.

-¿Saber latín y griego sigue siendo un sello de buena educación, una forma de entrar en una élite sociocultural británica, o eso se está perdiendo?

-Pienso que un buen sistema educativo debería dar la oportunidad de aprender latín y griego. Tampoco considero necesario que todo el mundo deba hacerlo. Y no creo que una mera asignatura propicie la entrada en la élite.

-¿Sabe más la gente común de los clásicos de lo que piensa?

-Sí, a menudo dicen que no saben nada, pero conocen muchas más cosas de las que creen. Han visto Gladiator y Espartaco.

-Juego de tronos, tan de moda, ¿tiene más de intrigas romanas que de Shakespeare, como se suele decir?

-Tengo que confesar que no he visto Juego de tronos.

-¿De dónde viene la fascinación de los romanos por el sexo extremo, como usted lo llamó en cierta ocasión, de Leda y Zeus camuflado de ave?

-Es difícil de decir y, de hecho, es algo que comparten con los griegos. Pienso que de alguna manera exploraban al máximo la naturaleza humana de las relaciones entre hombres y mujeres, entre hombres y dioses, a través de esas historias transgresoras.

-¿Nuestros dilemas son iguales que los que afrontaron los romanos?

-Algunos sí lo son. Especialmente en lo que atañe a las libertades civiles, el papel de la ley y los derechos de los ciudadanos.

-¿Existía un equivalente a Twitter o Facebook en la Antigüedad?

-¡Los grafitis en los muros!

-En el 63 antes de Cristo, Cicerón salvó la República conculcando el Estado de derecho, o sea, la ley. ¿Hoy Guantánamo es lo que fue Cicerón?

-Existen similitudes. Definir las situaciones y el modo en el que debe suspenderse la ley para salvar al Estado es algo a lo que se enfrentaron los romanos, y nosotros, también.

-¿Irían mejor las cosas si nuestros políticos leyeran más a Horacio?

-Irían mejor si los políticos leyesen más sobre cualquier cosa.

-Volviendo al humor..., ¿nos cuenta un chiste romano?

-Un hombre se encuentra con otro en la calle y le dice: '¡Oh! Me sorprende verte, pensé que habías muerto'. 'No', responde el otro, 'ya ves que estoy vivo'. 'Pero el hombre que me dijo que estabas muerto es mucho más fiable que tú'.

-¿El cine ha hecho mucho daño a la hora de crear estereotipos? Por ejemplo, Nerón o Claudio.

-Sí, pero también hace a las personas interesarse por el mundo antiguo. Creo que necesitamos esos estereotipos para mostrar a la gente que los hechos son aún más interesantes.

-Nunca ha silenciado un episodio de violencia extrema que sufrió siendo adolescente en un viaje a Italia. Visto con perspectiva, ¿aquel suceso influyó en su vida posterior?

-Tengo que decir que no creo que aquello haya influido tanto en mi vida. Sé que tal vez debería haberlo hecho. Quizá no soy la persona más adecuada para saberlo.

-¿Es verdad que la calvicie obsesionaba a los romanos?

-Ciertamente hacían un montón de bromas sobre esa cuestión. Julio César trató de disimular la calvicie con una corona de laurel.

-No existiendo el concepto del amor y el pecado como lo entendemos ahora, ¿se enamoraban y tenían remordimientos?

-Pienso que las actitudes ante el amor y el sexo eran significativamente diferentes entre nosotros y los romanos, simplemente. En parte por la presencia del cristianismo en nuestra sociedad.

-¿Hay indicios de que nuestro mundo actual empieza a parecerse a la decadencia del Imperio romano?

-A la gente le gusta decir eso, pero yo no considero que sea así.

-¿Cuál es su postura respecto al Brexit?

-Me entristecería mucho que el Reino Unido abandonase la Unión Europea. Pienso que la UE tiene bastantes errores con nuestro país, pero Gran Bretaña debe permanecer en ella y ayudar a enderezar las cosas. La solución no es simplemente marcharse.

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el mayo 31, 2016 a las 3:46pm

Mary Beard: "Es importante no admirar a los romanos"

Fuente:elperiodico.com | Ernest Alós | 31 de mayo de 2016

Mary Beard, catedrática de Clásicas en Cambridge, se ha convertido en la principal divulgadora del mundo romano en el Reino Unido. Allí la televisión pública sí produce series como las que ella ha presentado, y la BBC pone al frente de ellas a los máximos especialistas en la materia, se peinen o no; Beard se ha convertido en una ácida polemista en las redes sociales contra los trolls que la han criticado por no tener el aspecto físico habitual en las presentadoras de TV. En ‘Pompeya: vida y muerte en una ciudad romana’ (2010), ‘Conoce a los romanos con Mary Beard’ (2012), ‘Pompeya: nuevos secretos revelados por Mary Beard’ (2016) y ‘Ultimate Rome’ (2016), ha conseguido combinar la erudición, y la incorporación de enfoques como el del feminismo al estudio de la antigua Roma, con la capacidad divulgativa. Por eso motivo la semana pasada fue galardonada con el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales. 

En España, de todas formas, podemos encontrar la mayor parte de sus libros publicados por la editorial Crítica, con títulos como 'Pompeya, historia y leyenda de una ciudad', 'La herencia viva de los clásicos', 'El triunfo romano' y el reciente 'SPQR', una historia de Roma desde su nacimiento hasta el edicto de Caracalla, el momento en que, al conceder la ciudadanía a todos los habitantes del imperio, según su autora, la Roma clásica pasa a convertirse en otra cosa. Al cabo de unas horas de que recibiese la noticia, Beard encontró un momento para contestar alguna preguntas.

Usted explica en ‘SPQR’ cómo el mundo romano levanta toda una serie de sentimientos: imaginación, fantasía, horror y diversión.

Así lo creo.

¿Esto basta para explicar el interés que suscitan sus programas de TV? ¿Qué enfoque es necesario para captar a la audiencia como usted ha hecho.

No creo que sea difícil interesar en los romanos a la gente si explicas la historia correctamente. Las audiencias populares son inteligentes. ¡Lo importante es no tratarlas como si fuesen estúpidas!

La ficción ha sido siempre otra forma de divulgación de la historia de Roma. Yourcenar, Graves y Vidal, y también Lindsey Davis o Simon Scarrow, o los peplum del cine y la TV. ¿Han servido para alimentar ese interés, o para difundir errores?

Realmente, han ayudado a difundir ese interés (y siempre podemos recordar a Shakespeare). Y lo aplaudo, siempre que no los tratemos como si fuera verdad.

En ‘SPQR’ usted concluye que no debemos creer que los clásicos pueden darnos lecciones sobre cada uno de nuestros problemas actuales. Y añade que la manera correcta de aproximarse a ellos es ‘dialogar’. ¿Qué entiende por dialogar?

Quiero decir que si leemos discusiones de los antiguos sobre controversias como las libertades civiles o los derechos ciudadanos o el imperialismo, leemos análisis agudos que nos hacen pensar más. Cuando Tácito escribió ‘Crean un desierto y lo llaman paz’, hablando del imperialismo romano, está señalando a unas cuestiones incómodas y que hoy son relevantes.

Por ejemplo: ¿si extremamos los paralelismos con ese punto de vista clásico de las hordas bárbaras amenazando las fronteras del imperio, no estamos haciendo más que alimentar miedos y prejuicios?

Es demasiado simple pretender que el final del imperio fue causado por las invasiones bárbaras. Eso es solo cierto en parte (el imperio oriental sobrevivió hasta 1453). Muy pocos estudiosos del mundo clásico argumentan ya de esta forma.

Es difícil no ser consciente de la herencia de Roma en Italia, o en cualquier otro país mediterráneo. ¿Y en el Reino Unido, hasta qué punto existe esta sensación de continuidad?

El Reino Unido aún tiene una dependencia geopolítica de Roma. ¿Por qué la capital es Londres estando situada en un lugar tan poco conveniente? Porque los romanos la pusieron allí.

Si nuestros orígenes no estuvieran tan profundamente enraizados en Roma, quizás veríamos su expansión de una forma muy similar a otros genocidios de la historia.

Creo que es importante no admirar a los romanos. Fueron brutales, si no genocidas, incluso. Pero aún así podemos seguir considerándolos interesantes.

En el prólogo de su libro señala el caudal incesante de nuevas investigaciones sobre el mundo clásicos. ¿Cuáles son las principales nuevos puntos de vista que han alimentado estas investigaciones?

Hay dos puntos de vista. Parte de todo este nuevo conocimiento nos habla de qué comía la gente, dónde vivían, etcétera. Pero los mayores avances siempre vienen de hacernos nuevas preguntas sobre el mundo antiguo.

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el junio 10, 2016 a las 7:34pm

Mary Beard, un péplum impecable

Lo mejor de la historiadora británica Mary Beard, flamante premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, está en «SPQR», síntesis de sus estudios sobre la antigüedad romana.

Fuente: ABC.es | LUIS ALBERTO DE CUENCA |10 de junio de 2016

El péplum cinematográfico actual equivale a lo que llamábamos cuando éramos pequeños, allá por los últimos 50 y primeros 60 del siglo XX, «cine de romanos». Pues bien, Mary Beard, catedrática de Clásicas en el Newnham College de Cambridge, Inglaterra, y responsable de temas grecolatinos en el «Times Literary Supplement», publicó en 2015 una monografía de Historia romana, traducida ahora al español por Silvia Furió, que podría perfectamente convertirse en el guión de un péplum del siglo XXI, pues está narrado con una capacidad extraordinaria de sugerir imágenes en el lector. Beard parte de la obra de Marco Tulio Cicerón  (veintiocho volúmenes en la edición bilingüe de la Loeb Classical Library), en la idea de que, leyendo al orador y filósofo romano nacido en Arpino, asiste uno en primera fila de patio de butacas a la vida romana del siglo I antes de Cristo sin necesidad de montarse en la máquina del tiempo inventada por H. G. Wells.

Fecha fabulosa

Cicerón nació en 106 a. C. y fue asesinado por orden del triunviro Marco Antonio en 43 a. C. La Historia de Roma de Beard es mucho más amplia: comienza en la fecha fabulosa de la fundación de Roma, 753 a. C., y se prolonga hasta la época del emperador Caracalla (211-217 después de Cristo), concretamente hasta el segundo año de su reinado, 212 d. C., cuando por orden suya se extiende la ciudadanía romana a todos los habitantes libres del imperio. Pero una y otra vez la historiadora británica vuelve a Cicerón, sirviéndose de abundantes «flashforwards» y «flashbacks» que van desarrollando la marcha de la Historia romana desde sus orígenes míticos y monárquicos a los gloriosos tiempos de la república y a los dos primeros siglos del imperio.

Como clasicista que soy, me fascinan las historias de Grecia y de Roma bien contadas, pues de Grecia y de Roma venimos cuantos formamos parte hoy del mundo democrático occidental, de Grecia y de Roma aprendimos cuanto sabemos de filosofía y de derecho, en Grecia y Roma se originan nuestros géneros literarios, y nuestra concepción de la ciencia es, sin duda, de raíces grecorromanas.

Pero entre la Historia de Grecia y la Historia de Roma ha habido siempre, en mi opinión, una clara y notoria diferencia a favor de la segunda en lo que atañe al interés lector. Tanto la monarquía romana, contada por Tito Livio en su «Historia» -parcialmente llegada hasta nosotros-, como la república, con su política de expansión de las águilas de Roma por todo el Mediterráneo, y el imperio, con esa morbosa y siempre novelesca acumulación de poder en una sola persona, son etapas apasionantes para ir siguiéndolas en las narraciones que de ellas nos han dejado los cronistas antiguos y nos ofrecen a diario los modernos historiadores.

No hay una Historia tan permeable al cotilleo y al «voyeurisme» como la romana, y no solo referidos a guerras internas, trifulcas sociales o enfrentamientos con enemigos exteriores, sino también, y sobre todo, a intimidades de sus protagonistas, siguiendo el curso de las noticias conservadas acerca de las monarquías helenísticas, especialmente sobre la corta y heroica vida del gran conquistador Alejandro Magno. Las obras históricas de autores como Tácito y Suetonio resultan paradigmáticas en este sentido. Por ellos conocemos la letra pequeña de la Roma cesárea, su intrahistoria más recóndita.

Emperatriz de Roma

De Mary Beard ha dicho mi maestro y amigo Carlos García Gual, como puede leerse en la sobrecubierta del libro, que «escribe con singular maestría y sabe unir la erudición actual más refinada con un estilo narrativo tremendamente vivaz; refleja el dramatismo de los momentos clave de la Historia y retrata a sus personajes con tremenda agudeza».

Y nuestro aclamado novelista de temas romanos Santiago Posteguillo se refiere al libro que nos ocupa en los siguientes términos: «"SPQR" es la obra cumbre de Mary Beard: un auténtico viaje al pasado para entender la antigua Roma desde los reyes hasta los emperadores. Siempre rigurosa, ingeniosa y amena, Mary Beard es, para mí, la augusta Beard, la auténtica emperatriz de Roma en el siglo XXI». Una Beard que ha esperado décadas antes de redactar esta síntesis definitiva de sus estudios históricos sobre la antigüedad romana, y que desde la atalaya de sus sesenta años -a esa edad exacta publicó la edición original de «SPQR», ya que nació en enero de 1955- es capaz de ofrecernos una visión cabal y completísima de la Historia institucional y socioeconómica de Roma sin renunciar por ello a narrar de forma más que fascinante, al estilo «herodoteo» o «gibboniano», los apasionantes episodios que jalonan su devenir.

Mapas, bibliografía, cronología, ilustraciones e índice alfabético ayudan a configurar el plano de excelencia comunicativa -informativa y formativa a la vez- por donde discurre esta Historia de Mary Beard, auténtica proeza de una autora que ya nos había deleitado con otras obras historiográficas muy bien estructuradas y enjundiosas, como «Pompeya. Historia y leyenda de una ciudad romana» (Crítica, 2009, sobre la que la BBC realizó una espléndida serie documental), o «La herencia viva de los clásicos». «Tradiciones, aventuras e innovaciones» (Crítica, 2013, un viaje guiado por el mundo grecorromano, desde el palacio de Minos en Cnoso (Creta) hasta el imaginario poblado de Astérix, último bastión de los galos frente al poderío de Roma.

Nadie se llamó Cayo

Y no caigo en el tópico de afirmar que SPQR se lee como una novela, porque hay novelas aburridísimas, y no quiero que nadie piense que la Historia romana de Mary Beard se lee como una novela de Faulkner o de Proust. Hay que pensar en novelistas chispeantes como Stevenson, Zévaco o S. S. Van Dine para dar una idea del placer que proporciona la lectura de esta obra de Beard.

Ni el hecho de encontrarnos con numerosos «Cayos» a lo largo del libro (¡cuántas veces habremos de repetir que nadie se llamó Cayo en la antigua Roma, y que la C inicial de personajes como César o Casio no es más que una grafía arcaica que enmascaraba nuestra G!) ha impedido nuestro intenso disfrute de esta Historia de la antigua Roma, que recomiendo por igual a cualquier tipo de lector, desde el especialista más conspicuo hasta cualquier víctima de la LOGSE que quiera redimirse.

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el octubre 6, 2016 a las 12:50pm

Mary Beard, historiadora de Roma: "Me han llegado a decir 'quiero degollarte y violarte'"

Mary Beard lo sabe -casi- todo sobre la Antigua Roma. Mary Beard es inteligente, polémica, el rostro más visible de la investigación sobre la Roma clásica y la flamante nueva Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2016. Un terremoto de persona que le pega un repaso al Senado y al pueblo romano en su último libro, 'SPQR', traducido este año al español, y que estos días presenta en España.

 

PREGUNTA. Usted ha hablado abiertamente de la preponderancia del género masculino dentro de los ambientes académicos. ¿Cree que recibir este Premio Princesa de Asturias conlleva un valor simbólico en ese sentido?

RESPUESTA. Espero que de verdad tenga un valor simbólico, sí. Es maravilloso pensar que el reconocimiento es para mí, pero también por el campo de estudio y por el papel de la mujer en ese campo. Para mí, la experiencia académica ha sido muy ambivalente; fui a una universidad en la que había una amplia mayoría de alumnos hombres... y todavía la sigue habiendo. Mi entorno de trabajo es muy específico y puede ser bastante duro. He de decir también que casi todos estos hombres me han apoyado mucho. También he trabajado en una facultad de Cambridge eminentemente femenina, y eso es muy importante porque he podido exclamar sin problemas: '¡Oh, me he olvidado las cosas de los niños!', y todas esas cuestiones de las que las madres se preocupan y de las que los padres suelen pasar. Hay un sexismo institucional dentro de Cambridge, sin duda. Pero, personalmente, mis compañeros me han apoyado muchísimo.

P. En muchas entrevistas la describen como una mujer fuerte, sí, directa. Cuando le han atacado los 'trolls' de la red, se ha defendido sin pelos en la lengua. Lo que me resulta extraño es que se resalte esa actitud como algo extraordinario, simplemente por el hecho de ser mujer. ¿Qué opina?

R. Exacto. Nadie resaltaría eso de un hombre. Simplemente no se hablaría de ello. De la mujer se espera que sea resiliente. Pero también creo que un hombre no sería sujeto del mismo tipo de insultos como los que yo he vivido. Ataques producidos por una misoginia viciosa. Me han llegado a decir: "Quiero cortarte la cabeza y violarte". Cuando te paras a pensarlo, es muy loco. Es absolutamente vil. Lo que se espera de las mujeres es que se aguanten. Y se enfatiza la pasividad de la mujer. Y esperan que a alguien que suelta mierda absolutamente vil sobre ti no le contestes, porque les estás retroalimentando. Si entraran en un bar y un tío en una esquina fuese y te dijese "quiero cortarte la cabeza y violarte", ¿qué harías?

P. Escribe ensayos, protagoniza documentales, su cara es habitual de la televisión, ¿cuál es la fórmula para hacer que la historia mole?

R. No creo que haya una única fórmula. Es bueno que haya muchas formas de hacerlo, pero odio cuando en televisión sale gente disfrazada de romano, vistiendo togas y diciendo frases como "Pásame las uvas, Marco". No me gustan las recreaciones. ¡Sólo quiero que paren! Pero estoy convencida de que la tele puede hacer muchas cosas por la historia. Puedes llevar a alguien que no es un experto, y al que se le da una pequeña cuota de libertad, a elegir ver un programa en el que tú eres el que sabe y a confiar en ti. Es una forma de impulsar el trabajo que se hace en la universidad, de compartir los estudios y darlos a conocer a un grupo de gente más amplio incluso que los lectores de libros. Eso sí, sería muy aburrido si en todos los programas de historia hicieran lo que yo hago.

 

P. Uno de los aspectos más aplaudidos de su obra es su intento de acercar la divulgación histórica a un público que, aparentemente, no es el público habitual. ¿Cómo consigue despertar el interés de los lectores por la Roma Antigua?

R. Lo importante es, a quien quiera que estés hablando, no hacerlo como si fuera estúpido. Quizá esa persona no sepa mucho de historia aún, pero si está aunque sea levemente interesada en historia romana, puedes conectar con ella. Utilizo la misma idea con mis alumnos. Tienes que explicar algo a gente que a lo mejor no parte del mismo nivel de conocimiento. Y la única forma de hacer que alguien se interese en algo es hablarle de lo que realmente te interesa a ti. Odio esas historias dirigidas a grandes audiencias que tratan al lector como si fuese estúpido. No es estúpido, simplemente hay cosas que no sabe.

P. Y eso cuando están desapareciendo muchas carreras de Humanidades de las universidades...

R. Lo que tenemos que hacer es seguir defendiendo las Humanidades. Si le preguntas a la gente si quiere un mundo en el que nadie estudie Historia o Filosofía, todo el mundo te va a decir que no. Claro que vas a encontrar a gente que te diga que lo único que deberíamos estudiar en el mundo es Informática. Obviamente hay un problema con los medios, con la financiación, sobre todo en estos momentos de austeridad. Creo que todo lo que podemos hacer es seguir defendiendo las carreras de Humanidades, manifestando que no queremos un mundo en el que nadie pueda leer a Virgilio. No queremos eso.

P. ¿Y qué opina de historiadores como Harari, que en su último libro predice un futuro centrado en la biotecnología y la inteligencia artificial, con la desaparición de los valores humanistas?

R. Creo que es una exageración muy loca. Su primer libro es bueno, pero este último no. Piense en el futuro del libro en sí mismo; hace años todo el mundo decía que el libro había muerto. No sé aquí, pero en Gran Bretaña el 'ebook' no ha llegado a dominar el mercado. La gente compra 'ebooks' para algo específico, del tipo 'me voy de vacaciones y quiero meter 25 libros', y les gusta llevarlos en el Kindle. Genial. Sin embargo, ha crecido, de hecho, el interés en los libros: hay algo material, algo orgánico, algo agradable intrínseco al objeto. Creo que es extremadamente fácil tener estas visiones geniales del futuro donde la vida será terrible, donde todo estará mecanizado y no habrá cultura y donde estaremos enganchados a una máquina. ¡Hay que tener un poquito de fe en el ser humano!

 

P. Volviendo a la actualidad y al papel de la mujer en la historia; hace poco Playmobil fue a comercializar una colección sobre las grandes figuras de la historia. No había ninguna mujer. ¿Es culpa de la propia Historia o de esa visión actual que borra a las pocas que hay en ella?

R. Una mezcla de las dos cosas. Cuando esta gente se sienta en una mesa a pensar en las grandes figuras de la Historia para diseñar los personajes de la colección de Playmobil, suelen pensar en hombres. Suelen pensar en Julio César, Napoleón... Tiene que haber una mujer en la mesa que diga: 'Disculpen, ¿dónde están las mujeres?'. En muchas ocasiones sólo tienes que decir: '¡Parad, esperad un momento! Aquí también hay mujeres'. Pero creo que también hay un problema con lo que se considera como importante. Si decimos que “era un gran conquistador romano”, eso es algo que la gente admira. Entonces, ¿cómo podemos volver a inscribir a las mujeres dentro de la historia? Tienes que cambiar los temas de los que se hablan en los libros de historia. Tienes que pensar de forma diferente.

P. Precisamente, lo novedoso en sus libros es que no centra sus temas exclusivamente en las grandes figuras de la Antigua Roma, que es lo que viene siendo habitual, sino que también cambia el punto de vista y pone la atención en la gente común...

R. Exacto. Y creo que es terriblemente importante. El problema es que se ve la historia como si sólo tratase de guerras y grupos de hombres poderosos que eran muy ricos y tomaban decisiones, sin tener en cuenta al resto del pueblo. La historia trata de la experiencia de todo el mundo. Así que también trata de la experiencia de la gente ordinaria, del panadero o del vendedor, o lo que sea... Si les preguntas a los estudiantes universitarios en quién piensan cuando piensan en la Antigua Roma, suelen identificarse con Julio César, Claudio, Livia... ¡Esperad! ¿Y el esclavo? ¿Y el campesino?

 

P. En 'SPQR' relata precisamente que, gracias a ciertos avances técnicos, podemos saber en qué consistía la dieta de un ciudadano ordinario de Roma a través del análisis de sus restos fecales...

R. Exacto. Antes se asumía que esa gente se quedaba fuera de la historia porque no podíamos saber nada sobre ellos. En realidad, con decir "vamos a investigar un poco", aparece mucho que decir sobre ellos.

P. En 'SPQR' abarca hasta el edicto de Caracalla, que promulgaba la ciudadanía romana de todos los habitantes del Imperio. Hoy en día, con la crisis de refugiados, la xenofobia creciente, ¿nos hemos colocado por detrás de los romanos en cuestiones de integración?

R. No creo que tengamos nada que aprender en el sentido de que no podemos encontrar las respuestas que buscamos en los romanos y no podemos aplicarlas al contexto actual. Pero de otra forma, creo que nos ayuda a pensar más esforzadamente sobre nuestros problemas y sobre nuestro punto de vista tan limitado sobre esos problemas. Coges un concepto como "inmigrante ilegal", algo que ahora parece totalmente obvio, pero que sería absolutamente incomprensible para cualquier romano de esa época. No quiere decir necesariamente que no tenga que haber ninguna frontera, claro, pero creo que implica directamente nuestra forma de pensar. Hay que acordarse de que había civilizaciones que no lo veían en esos términos, de dónde a dónde van los límites de unas tierras, quién puede cruzarlos, pasaportes y visados... El mundo sobrevivió sin ellos.

P. Un sistema en el que el Estado era consciente de que se sustentaba sobre los ciudadanos y no un Estado que los dominaba, ¿no?

R. Había una visión diferente sobre lo que constituía el Estado, que es de hecho el título de mi libro: 'SPQR', Senatus PopulusQue Romanus' [El Senado y el pueblo de Roma] y eso ya está definiendo lo que era Roma, como una institución construida por personas individuales. Cualquier romano se llamaría a sí mismo 'Romani', es decir, romano, no Roma. Y esto mantiene el foco en la idea de que es la gente, el pueblo, la que determina lo que es el Estado. No al revés. 

 

P. Muchas veces, en política se viven episodios que podrían recordar al enfrentamiento de Cicerón y Catilina, el capítulo que abre 'SPQR'. ¿Les recomendaría a los políticos leer un poco más sobre las traiciones y las conjuras de la Antigua Roma?

R. Creo que les ayudaría, no porque les fuese a dar respuestas, porque algunas de los problemas a los que nos enfrentamos aparecen descritos de una manera muy clara y precisa. Y también en el debate político moderno, desde el Renacimiento hasta ahora, se ha visto refinado y se ha debatido siguiendo los mismos asuntos. La gente siempre ha conocido a Cicerón y Catilina. Y a todos los ancestros que nos han provisto de nuestra filosofía política referían continuamente a Cicerón y Catilina. Eso te da un conocimiento de lo que subyace en tus propias ideas políticas además permitirte conocer a los romanos.

Fuente: elconfidencial.com | 6 de octubre de 2016

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Mary Beard: Ninguno querríamos estar vivos en la Roma antigua

Asesinatos, vertederos llenos de recién nacidos, esclavos... La Roma antigua era "tan brutal" que "ninguno querríamos estar vivos" entonces, asegura la clasicista Mary Beard, para quien esa quizá sea una de las razones por las que su ensayo sobre el imperio de los césares, "SPQR", va por la tercera edición.

Beard es catedrática en la universidad de Cambridge, divulgadora de historia, editora especializada del Times Literary Supplement, protagonista de la serie documental "Roma, un imperio sin límites" en el canal #0, y último Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, que recibirá el próximo día 21 en Oviedo.

Aún no sabe lo que dirá ese día y le será "difícil" porque dispondrá solo de 5 minutos: "Lo que es seguro es que será sobre los romanos y las mujeres. Tengo 61 años y soy bastante dura. Las mujeres mayores -reivindica en una entrevista con EFE- podemos enfrentarnos al mundo y no hace falta teñirse el pelo para ello", bromea, mientras se toca su largo pelo canoso.

"Una de las cosas que he conseguido hacer es representarme a mí misma, como mujer y como ser resistente. Si pudiese ayudar a otras mujeres a enfrentarse a los idiotas que están ahí fuera y que intentan que no hagan lo que quieren hacer ya me parecería bien", añade.

Está "simplemente encantada" con la repercusión que está teniendo su ensayo, editado en castellano por Crítica, y asegura riéndose que "se da por satisfecha" si la mitad de la gente que lo ha comprado lo lee "hasta la última página" (la 646, concretamente).

"Quería hacer algo que llegase al público, pero no tratando a los lectores como tontos. Son las mismas ideas que enseño a mis alumnos en Cambridge. No es una versión fácil, desleída, sino académica pero sin tecnicismos", asegura.

El mundo romano, el que surgió de una pequeña aldea en el siglo IV a.C. y se convirtió en el centro de un imperio que se expandió por todo el mundo conocido, "fascina" en el siglo XXI, como bien muestran los éxitos de taquilla de "Gladiator" o las ventas de su propio libro, porque, dice, enseña el poder "tal y como es".

"Era todo bastante brutal, con soluciones expeditivas que asociamos solo a las más terrible dictaduras. Ninguno de nosotros querríamos estar vivos en la Roma antigua, sería terriblemente atroz para nuestra cultura. Son brutales pero ven las cosas tal y como son y actúan en consecuencia, con esa ironía tan astuta que les caracteriza", argumenta.

La británica se apoya para su relato en mucho de lo que dejó escrito Cicerón (106 a.C.-43 a.C.) y precisa que en los textos que se conservan de él y de otros "hay mucha fantasía romana, muy distinta a la nuestra, en el sentido de que incluyen excesos extravagantemente sádicos que no parecen muy verosímiles aunque se hayan aceptado como buenos".

"Los romanos tenían mucho interés en las luchas de gladiadores, pero me da la sensación de que nosotros más aún. No quiero privar a los lectores del mito", se ríe de nuevo.

Le encantó, subraya, "Gladiator", "una de las más extravagantes de romanos que se han hecho, pero la propuesta es muy brillante y hay cosas como el tratamiento a los esclavos, como meros objetos, invisibles, que dan muchas lecciones en las que hay que pensar".

Es una gran ironía, dice, que en la Roma antigua fuera relativamente frecuente que esos "objetos" -los esclavos- fueran "liberados" por sus amos e incluso alcanzaran la ciudadanía, mientras que ahora los refugiados, "que nadie discute que son personas, nunca pueden tener esa consideración de ciudadanos con iguales derechos".

"En el imperio romano jamás existió el concepto de 'inmigrante ilegal', aunque no quiero decir con esto que tengamos que hacer las cosas como los romanos, pero es verdad que somos muy rígidos a la hora de conceder la ciudadanía", sostiene.

En su libro evidencia que hay muchos personajes históricos tratados injustamente, entre ellos Calígula -que debe su nombre al apodo que le pusieron de niño, "botitas"-: "Era tremendamente popular pero en cada reseña que hay sobre él se le trata de forma muy hostil y se cuentan barbaridades", entre ellas su relación incestuosa con sus hermanas.

Le ha parecido "muy emocionante a la vez que muy aburrido" rodar la serie que emite #0, porque "hay que parar y esperar y repetir cosas, pero, la oportunidad de ir, por ejemplo, a la Argelia romana es única". EFE

Fuente:elconfidencial.com | 5 de octubre de 2016

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el octubre 9, 2016 a las 12:11pm

Mary Beard: «Roma nos da respuestas, pero no sirve para adivinar el futuro»

Mary Beard, esta semana en Madrid - ISABEL PERMUY

No hay película sobre la Roma antigua más divertida que una conversación con Mary Beard. La catedrática de Cambridge, premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, que recogerá dentro de dos semanas en Oviedo, ha pasado por Madrid esta semana. Lo conoce todo de Roma pero nos habla, como solo ella sabe hacerlo, de problemas muy actuales, como la inmigración, el urbanismo, la política y la vida de las mujeres. Sabe que nos vemos reflejados en los sueños y los fracasos cotidianos de aquellos romanos, a menudo brutales, que ella tutea. Y espolea nuestra imaginación, como en «SPQR», su último libro (Crítica). Pero nos advierte contra quienes quieren leer en la historia de Roma su propio destino.

—¿Por qué estamos tan fascinados con Roma? ¿Es un modelo para nosotros?

Primero por geografía. Vivimos con los restos de Roma, da igual en España, Gran Bretaña o el norte de África. Luego están sus debates, los derechos de ciudadanía y sus conflictos políticos. Incluso la palabra libertad te lleva a Roma. Cómo asegurar la libertad de las personas es una parte seria de la política de Roma y está incrustada en nuestro discurso político. A la vez es divertido y mítico y fantástico, porque los romanos han llegado a representar para nosotros algo más grande que la vida, lujo y brutalidad. Nos vemos reflejados en ellos pero nos reconocemos a medias. Los gladiadores nos hacen pensar si seremos igual de brutales en el boxeo o el toreo. Y todo esto antes de entrar en la literatura romana, que es fabulosa: no vas a entender a Dante a no ser que sepas sobre Virgilio. Así que la cuestión es: ¿quién podría resistirse a los romanos?

—¿No se harta de hablar de Julio César, de contar su muerte una y otra vez? ¿No es casi como apuñalarle? ¿Por qué es tan importante?

—Shakespeare, obviamente, ayudó. Me gusta esa idea de que le apuñalamos constantemente al relatarlo. Su muerte shakespeariana se ha convertido en la plantilla, el molde de un asesinato político. Es la manera más cruda de asesinato pero también porque políticamente es un ejemplo de la futilidad. ¿Por qué le asesinaron, a fin de cuentas? Para frenar la dictadura, el control del poder en manos de un solo hombre. ¿Y qué consiguieron?

—El Imperio.

—Claro. He ahí el molde. El dictador asesinado por sus amigos se repite en otros muchos asesinatos políticos de la historia, todos igual de fútiles.

—Usted relaciona la de César con la muerte de Remo a manos de Rómulo, como si ambos crímenes formaran un terrible retrato de Roma.

—Puedes encontrar en varias culturas el mito de un hermano matando a otro hermano, pero en Roma hay algo específico, político, que va más allá. Los romanos se vieron a sí mismos como una cultura que siempre estaría bajo la sombra del fratricidio. Les gustaba el mito. Les explicaba por qué siempre estaría incrustada en su sociedad la guerra civil.

—Nada que ver con Atenas, ¿no?

—En Atenas todo el mundo es muy feliz y el primer olivo surge mágicamente de la tierra. En Roma está primero el fratricidio. Después llegan los primeros ciudadanos, cualquiera podía venir a habitarla, lo mismo un esclavo huido o un criminal de cualquier lugar. Y justo después la banda de criminales planea el rapto de las mujeres sabinas, lo cual significa que las esposas son violadas. ¿Qué puedes esperar de una ciudad así? Pero los escritores romanos tuvieron mucho interés en debatir y hacerse preguntas sobre si la violación de las sabinas fue una violación o el primer matrimonio romano… ¿Significa que todo matrimonio es también violación, como decían las feministas de los años sesenta? Ellos lo debatían hace dos mil años.

—Había mujeres poderosas, matronas que movían hilos en la sombra.

—Tal vez eso sea un tanto optimista, pero en cierto sentido tiene razón. El poder de las mujeres de Roma era mucho más grande que el del resto de féminas del mundo entonces. Las mujeres de Roma tenían derechos de propiedad que las británicas no tuvieron hasta la segunda mitad del siglo XIX. No podían votar ni desempeñar cargos políticos, pero lo cierto es que buena parte de la imagen que tenemos es por las especulaciones de los escritores romanos sobre su perfida influencia. Sobre todo la emperatriz Livia, esa mujer que se decía que pasó media vida envenenando a todo el mundo... (ríe, mueve la mano como echando veneno en distintos vasos).

—¡Cómo no! Pero esa imagen también es culpa de escritores británicos, sobre todo Robert Graves.

—¡Sí! Su afición al veneno es una buena posibilidad. Pero ninguno de nosotros sabremos jamás cómo era Livia. En aquella época era especialmente difícil saber si alguien había muerto envenenado y mucho más difícil saber quién era el responsable. Claro que siempre era más fácil pensar: «¡Ha sido la mujer! Los hombres matan con espadas, derraman sangre; pero las mujeres… (abre mucho los ojos, y se ríe) ellas contaminan lo que comes, cocina pervertida…»

—¿Ha cambiado cómo vemos Roma en los últimos cincuenta años?

—Mucho. Hay todo tipo de nuevos descubrimientos, gracias a nuevas técnicas. Podemos coger un esqueleto en Gran Bretaña y con el ADN de sus dientes sabemos de dónde proviene. Eso ayuda a trazar las migraciones dentro del imperio. Hemos empezado a ver que había un gran movimiento de población entre los habitantes urbanos, mucho más de lo esperado. Otros materiales antiguos se ven con ojos nuevos, las inscripciones aparecidas en España han contribuido a conocer cómo funcionaba el Senado.

—¿Pero nuestra visión de la historia también cambia?

—Hacemos preguntas diferentes, porque la historia no va solo de encontrar el pasado, sino que es una conversación con el pasado. A medida que nuestros intereses y preocupaciones cambian, el pasado nos cuenta cosas distintas. Cuando yo era estudiante de la historia romana no importaban las mujeres. La historia de Roma era solo la de los hombres ricos. Ahora nos preguntamos sobre la ciudadanía, la integración, los inmigrantes...

—¿Tenemos nostalgia de la unidad que supuso el imperio romano en nuestra civilización desde Carlomagno?

—No lo llamaría nostalgia, pero el imperio romano proporciona una manera de pensar, una especie de unidad política y gran movilidad. Imaginamos esa parte «liberal» de Roma. Boris Johnson escribió una vez un libro en el que decía admirar a Roma por este sentido de la Europa unificada. Se llama «El sueño de Roma». Ahora ha debido de cambiar de opinión (se ríe). Sostenía que debíamos tender hacia el mismo lugar. Pensaba que Roma era mejor que la UE, pero ahora...

—¿Y qué opina del Muro de Adriano, perdón, quiero decir del Brexit?

—(Risas) No hace falta ni que pregunte. Es una decisión colosalmente estúpida. Tenemos que tomarnos en serio el descontento que afloró en las elecciones pero es muy dañino que ese descontento se canalizase para tomar una decisión enteramente irrevocable de esa dimensión. Dentro de doscientos años nos parecerá algo absolutamente tonto.

—Visto desde Roma, ¿vivimos nosotros el declive de un imperio?

—El Reino Unido lo fue y muchos países europeos también mantuvieron sus imperios. Estoy encantada con el hecho de que cayeran. Creo que Roma es muy útil para nosotros, nos ha ayudado a vernos desde fuera, ver dónde están las raíces, cómo hacemos las cosas. Nos da consciencia y nos hace pensar. ¿Está a punto de caer el imperio americano como el romano? Todos los periodistas me preguntan: ¿Quién sería Trump en la historia de Roma? Y quieren las respuestas. Roma es importante pero no te adivina el futuro.

—Sus historias atrapan porque cuenta la vida cotidiana de los romanos. ¿Tenemos los elementos para conocerla o hay parte de imaginación?

—Sabemos más de lo que hacían las personas de a pie de lo que nos podemos imaginar. Ya no son todos hombres ricos luchando en el campo de batalla. Conocemos lo que pensaba la gente normal, qué hacía en el lavabo, cómo se comportaba. Pero no se puede ser un historiador de Roma sin añadir algo de imaginación.

—¿Piensa a veces si habría decidido lo mismo que un emperador en algún momento dado?

—No se puede evitar hacerlo. Da igual lo tozudo o analítico que seas, siempre está esa pregunta latente. Al mismo tiempo lo intentas hacer de un modo muy general. Si dices a los estudiantes: ¿quién querrías haber sido en Roma? Dicen: Julio César, Claudio… Yo les digo: estáis equivocados, seríais esclavos o un campesino pobre con cinco hijos siempre a punto de morir. Así que el objetivo es no dejar de hacer esas identificaciones, pero con un rango más amplio de personas.

—Dígame algo relevante de Roma para este mundo tan intolerante.

—Veamos... En Pompeya te haces muy consciente de qué es lo que Roma ofrece: mucho más que Grecia, vivir en comunidades urbanas. A Roma la define el urbanismo. Vemos experimentos muy tempranos de cómo vivir. No es tanto sobre individuos sino intentos de organizarse. En nuestras ciudades hoy hay zonas pobres y ricas, hay divisiones, comunidades valladas y chabolas. Está claro que eso no ocurría en Roma, vivían unos junto a los otros. Nos resulta poco familiar. La idea de vivir en una ciudad como esa, con esa geografía social, es interesante para nosotros.


«En Oviedo hablaré sobre las mujeres»

—¿Qué es para usted el premio Princesa de Asturias?

—Estoy tan emocionada, no me lo creo aún. Tengo ganas de pasar esa semana en Oviedo. Visitaremos villas romanas y museos. ¡Será fabuloso!

—¿Sabe de qué hablará?

—No voy a hacer spoilers. No he decidido exactamente lo que voy a decir, pero le adelanto que será sobre los romanos y sobre las mujeres.

—¿Cómo podían romanizarnos los romanos con tanto éxito?

—Pensamos en las carreteras y los edificios cuando hablamos de romanizar. Pero más que eso para la mayoría de la gente lo que pasaba en sus pueblos era lo importante. Una moneda única, la hora única, compartida con personas que vivían a mil millas. Roma es eso y también es el ridículo, enorme acueducto de Segovia, una ciudad pequeñita que no necesitaba algo como eso.

—Oiga, que yo soy segoviano y el acueducto es precioso (risas).

—Claro, pero no era necesario allí (ríe). Era un alarde, una romanizadora muestra de poder.


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