¿Pintaron los neandertales Altamira?

Cueva de Altamira / Nómada

 

Una nueva datación confirma que fueron creadas 10.000 años antes de lo que se pensaba

José Manuel Nieves /ABC

Las pinturas rupestres de Altamira, así como las de otras cuevas del norte de España, podrían haber sido realizadas por neandertales y no por nuestros antepasados directos. Una nueva datación, llevada a cabo con la técnica uranio-torio en 50 pinturas de once cuevas españolas, ha revelado, en efecto, que esa forma de arte primitivo es por lo menos 10.000 años más antigua de lo que se creía y procede, por lo tanto, de una época en la que los primeros Homo sapiens aún no habían llegado, o estaban llegando, a Europa. El estudio ha merecido esta semana la portada de la revista Science.

 

Los investigadores, españoles, portugueses y británicos, dirigidos por Alistair Pike (foto), del Departamento de Arqueología y Antropología de la Universidad de Bristol, analizaron 50 pinturas en once cuevas del norte de España, entre ellas las de Altamira, El Castillo y Tito Bustillo, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

La datación de pinturas en cuevas es una tarea extremadamente difícil y para la cual los métodos tradicionales, como el del radiocarbono, no resultan adecuados.

Según explica el propio Pike, «tenemos, o teníamos, un problema real a la hora de elaborar cronologías fiables para el arte rupestre. Y una de las razones para ello es que los arqueólogos utilizan el método de datación del radiocarbono, que no es adecuado para fechar pinturas que están elaboradas solo a base de pigmentos minerales (sin compuestos orgánicos)».

Medición con uranio

Además, segun Pike, hay un segundo problema cuando se datan por radiocarbono las pinturas rupestres: y es que «se toman muestras tan pequeñas que los efectos debidos a una contaminación externa se magnifican de forma tremenda. Por eso algunas dataciones por radiocarbono difieren de otras también hechas por radiocarbono en la misma pintura; o incluso fechas que se procesan de formas diferentes arrojan diferentes dataciones por radiocarbono. Por eso, hemos intentado evitar esos problemas usando un método completamente diferente y que está basado en la descomposición radiactiva del uranio».

Pike y su equipo pueden haber encontrado, de hecho, la forma de terminar con tanta controversia en la datación de las pinturas halladas en cuevas de toda Europa. Según Joao Zilhao, profesor del ICREA (Instituto Catálan de Investigación y Estudios Avanzados) en la Universidad de Barcelona y coautor del trabajo publicado en la revista «Science», «uno de los mayores problemas es que sabemos muy poco sobre la cronología del arte rupestre europeo. No sabemos si llegó (a Europa) junto a los primeros humanos modernos (Homo sapiens, nuestra especie). No sabemos si ya estaba allí antes de que ellos llegaran».

Por eso, y dado que los métodos tradicionales de datación (como el radiocarbono), no funcionan en los pigmentos de las pinturas, en los que no hay elementos orgánicos, el equipo dirigido por Pike decidió datar las pequeñas incrustaciones calcáreas que se han ido formando con el tiempo sobre las propias pinturas. «Estas incrustaciones -explica Pike- se han formado por el mismo proceso que da lugar a las estalactitas y estalagmitas de las cuevas. E incorporan pequeñas concentraciones de uranio radiactivo que se van descomponiendo en torio a un ritmo constante. Midiendo la cantidad de torio presente, podemos saber con precisión la edad de las incrustaciones. Y dado que éstas se forman sobre las pinturas y que, en ocasiones, las propias pinturas están realizadas sobre esta clase de incrustaciones (grandes estalagmitas), podemos obtener una edad mínima y una máxima para las pinturas».

Siluetas de manos en El Castillo

Así, por ejemplo, los investigadores han determinado que las siluetas de manos que hay impresas en los muros de la cueva de El Castillo tienen, por lo menos, 40.800 años, lo que las convierte en las pinturas rupestres más antiguas de toda Europa, entre 5.000 y 10.000 años más antiguas que las que hay en Francia.

Más ejemplos: algunos de los símbolos de la famosa cámara policromada de Altamira tienen por lo menos 35.600 años de antiguedad. Es decir, 10.000 años más de lo que se pensaba. Altamira, además, fue periódicamente ocupada (y pintada) en un número indeterminado de ocasiones a lo largo de un periodo que abarca por lo menos 20.000 años.

Al aumentar la antigüedad de las pinturas rupestres aumentan también, inevitablemente, las dudas sobre la autoría de esas obras de arte primitivas. ¿Quién pintó las cuevas? Los nuevos datos implican que la tradición de pintar cuevas con pigmentos de colores empezó en Europa hace más de 40.000 años. Pero resulta que esa edad coincide plenamente con la llegada al Viejo Continente de los primeros humanos de nuestra propia especie. Por eso, Pike y sus colegas no pueden descartar la posibilidad de que los autores no fueran nuestros antepasados, sino la «otra» especie humana que por entonces vivía en Europa. Los neandertales, en efecto, ya estaban allí cuando los primeros «humanos modernos» llegaron.

En palabras del propio Pike, «las evidencias de la presencia de humanos modernos en el norte de España se remonta a hace 41.500 años. Antes de ese momento solo había neandertales». Lo cual, según los investigadores, abre tres posibilidades diferentes a la hora de explicar el origen de las pinturas rupestres. O bien los humanos modernos trajeron consigo la pintura como parte de su cultura; o bien la desarrollaron de forma muy rápida, nada más llegar, quizá como respuesta a la competencia con los neandertales; o bien las pinturas ya estaban allí y los artistas no fueron ellos, sino los neandertales.

La cuestión no es menor, ya que la capacidad de los humanos primitivos para crear arte se considera como un hito de la máxima importancia para la evolución de la cognición y la conducta simbólica, algo que está íntimamente relacionado con el desarrollo del lenguaje y nuestra capacidad de formar y vivir en sociedades complejas. Por no hablar, claro, de que hasta hace poco se pensaba que los neandertales carecían de esa conducta simbólica y que por eso sucumbieron sin remedio ante la llegada de los primeros Homo sapiens, nuestros antepasados, que gracias a su mayor capacidad intelectual terminaron por dominar por completo el continente europeo.

 

«Tenemos evidencias de arte simbólico prehistórico -explica Pike- en forma de cuentas perforadas, cáscaras de huevos grabados y pigmentos en África entre hace 70.000 y 100.000 años. Pero parece que las primeras cuevas decoradas están en Europa. Un argumento para apoyar este desarrollo es que la competencia por los recursos con los neandertales causó un incremento en la capacidad de innovación cultural de los primeros grupos de humanos modernos, algo que necesitaban para sobrevivir. La otra posibilidad es que el arte rupestre empezara antes de la llegada de los humanos modernos, y que sus autores fueran los neandertales. Lo que sería un hallazgo fantástico y supondría, además, que las famosas siluetas de manos en las paredes de las cuevas eran, en realidad, una firma neandertal, y no nuestra. Sin embargo, necesitamos llevar a cabo más dataciones para estar totalmente seguros de ello».

Los investigadores, aunque aún no pueden demostrarlo sin posibilidad de error, se inclinan pues a pensar que la posibilidad más realista es precisamente la más espectacular: que los autores del arte rupestre no pertenecían a nuestra especie. De hecho, y a pesar de las evidencias africanas de un «arte simbólico» de 100.000 años de antigüedad, nunca se ha encontrado en el continente negro una cueva decorada. Las primeras, las más antiguas, son las del norte de España, y ahora sabemos que tenían, por lo menos, 40.000 años.

¿Por qué no en África?

¿Quién pintó esas cuevas? ¿Por qué no se ha encontrado arte rupestre en África? ¿Por qué, si «nosotros» ya teníamos arte simbólico hace 100.000 años, dejamos pasar 60.000 años antes de empezar a pintar cuevas? Las respuestas definitivas tardarán aún en llegar. Nuevas investigaciones podrían incluso encontrar muestras aún más antiguas y procedentes, por lo tanto, de una época en la que no había rastro de Homo sapiens en todo el continente europeo.

Los que sí estaban allí, durante más de 250.000 años hasta que llegaron los primeros hombres modernos, eran los neandertales...

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El arte rupestre en Altamira y otras dos cuevas españolas es el más...

Manos pintadas en la cueva de El Castillo, de hace 37.300 años.|'Science'

  • Nuevas dataciones revelan que las pinturas tienen más de 40.000 años
  • Superan en antigüedad a las cuevas de Chauvet y Lascaux en Francia
  • Los científicos creen que quizás fueron realizadas por neandertales

Rosa M. Tristán / El Mundo

Algunas de las obras rupestres de la cueva de Altamira y de otras cavernas del norte de la península se han convertido en la expresión artística más antigua de los seres humanos, quizás anterior a nuestra propia especie. Un nuevo método de datación ha permitido averiguar que la creatividad simbólica tiene más de 40.000 años y se ha encontrado en una zona donde por entonces habitaban los neandertales. ¿Fueron ellos los autores?

Esta pregunta, sin una confirmación por el momento, se refiere a la hipótesis que plantea la investigación que hoy publica la revista 'Science' y que confirma que el arte rupestre es al menos 5.000 años anterior a lo que se pensaba hasta ahora.

Las evidencias de esta creatividad humana, sea o no de un 'sapiens', se han localizado en tres cuevas de las 11 investigadas por un equipo liderado por Alistair Pike, de la Universidad de Bristol, pero formado, principalmente, por investigadores de España y Portugal.

Hasta ahora no era fácil datar estas pinturas prehistóricas, pero Pike ha desarrollado un método que mide los isótopos de uranio en las calcitas, una costra de milímetros que se ha ido depositando sobre las pinturas con el paso de los milenios.

Una sorpresa inesperada

En total, se recogieron 50 muestras microscópicas en las cuevas. Joao Zilhao, uno de los coautores, e impulsor del trabajo, reconocía a ELMUNDO.es que no podía imaginarse que fueran a obtener fechas tan antiguas. Zilhao, de la Universidad de Barcelona, ya encontró, en cuevas en Murcia, conchas perforadas utilizadas como adornos por los neandertales.

En concreto, ahora, en la cueva El Castillo se ha determinado que algunas de las huellas de manos y discos rojos tienen al menos 40.800 años, lo más antiguo del mundo. En Altamira, encontraron que unas figuras claviformes (como hoy se pintan las gaviotas en la lejanía), en el Techo de los Polícromos, que tienen 35.600 años (10.000 más de lo que se creía); y en la cueva Tito Bustillo dos figuras humanas sencillas de entre 35.000 y 29.600 años. Todas ellas son Patrimonio de la Humanidad.

 

No todos los autores del trabajo defienden que las hicieran neandertales. Entre los que así lo creen está Zilhao: "Ya hemos encontrado que los neandertales se decoraban el cuerpo con ocre, que tenían adornos y tallaban piezas, así que también podían hacer arte no figurativo", asegura. Otros, como José Antonio Lasheras, director del Centro de Investigación de Altamira, creen que es precipitada esta conclusión y que aún no se puede afirmar con certeza quién hizo esas pinturas.

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La mano del neandertal asoma tras las pinturas más antiguas

  • Nuevas dataciones de arte rupestre de Asturias y Cantabria revelan que es anterior a lo estimado
  • El hallazgo abre la duda de qué especie humana creó las figuras rupestres
  • FOTOGALERÍA El arte rupestre más antiguo

Alicia Rivera / El País

Tal vez nada nos acerque más a los ignotos humanos del pasado que las pinturas que hicieron en las cuevas. Y no solo se convierte en mensaje casi directo un primoroso bisonte policromado, sino incluso la simple silueta de la mano de alguien que la contorneó soplando un tinte por una caña. El norte de España es rico en esos vestigios. ¿Quién hizo las pinturas rupestres? ¿Y cuándo? A la segunda pregunta hay ahora una respuesta clara: algunas tienen más de 40.000 años. Esto las hace unos 5.000 años más antiguas de lo que sugerían las dataciones anteriores y, además, abre una inquietante incógnita sobre sus autores.

Siempre se ha considerado que fue nuestra especie, la humanidad moderna, la autora de esas obras de arte primitivas, entre otras cosas porque cuando fueron pintadas muchas de ellas ya habían desaparecido los neandertales (hace casi 30.000 años). Pero no hay razón para negar a estos últimos la capacidad de pintar, para afirmar que carecían de la cultura simbólica necesaria para hacerlo. Ahora resulta que algunas de las pinturas son más antiguas de lo que se creía y claramente contemporáneas de los neandertales, por lo que cabe especular que pueden ser obra suya. Es solo una idea, advierten los expertos, porque no se conocen pinturas rupestres de aquella especie. Y hace 40.000 años ya estaba el hombre moderno en Europa. De cualquier modo, esas obras de arte primitivo de Cantabria y de Asturias son las más antiguas del mundo de edad bien determinada.

El descubrimiento viene de la mano de unas nuevas dataciones de 50 pinturas en 11 cuevas. En la de El Castillo, un disco tiene 40.800 años o más, y algunas siluetas de manos, 37.300. En Altamira, un símbolo rojo claviforme tiene, al menos, 36.500 años.

 

“Las pruebas de la presencia de humanos modernos en el norte de España se remontan a 41.500 años y antes de ellos estaban allí los neandertales”, explica Alistair Pike, líder del equipo autor de este trabajo que se presenta en la revista Science. “Nuestros resultados indican que, o los humanos modernos llegaron a Europa con la pintura ya incorporada a su actividad cultural o esta se desarrolló inmediatamente después de su llegada, o tal vez se trata de arte neandertal”.

La creación artística es un hito de la evolución de las capacidades cognitivas y el comportamiento simbólico, y puede ser asociado al desarrollo del lenguaje, recalcan los investigadores.

Se conocen vestigios de capacidad simbólica de la humanidad moderna anteriores a su llegada a Europa, como cuentas perforadas y cáscaras de huevo de avestruz decoradas de hace entre 70.000 y 100.000 años, encontradas en África, recuerdan los científicos. Tal vez nuestros antepasados prehistóricos desarrollaron más aún esa innovación cultural, ya en el continente europeo, en su competición por los recursos con los neandertales. Pero de estos últimos, que vivían en el territorio miles de años antes de que llegaran los humanos modernos, también se han encontrado pruebas de su capacidad simbólica, como enterramientos y adornos corporales.

 

Si resultase que los artistas prehistóricos eran la otra especie “sería un descubrimiento fantástico”, añade Pike. “Significaría que los contornos de mano en las paredes de esas cuevas son de neandertal... pero necesitamos datar más muestras para ver si esto es así”, añade. La prueba definitiva sería identificar pinturas rupestres anteriores a la llegada a Europa de la humanidad moderna, es decir, anteriores a 42.000 años, como mínimo.

“No sería sorprendente que los neandertales resultaran ser los primeros artistas de las cavernas. Puede parecer chocante, pero en el contexto de lo que hemos aprendido de ellos en la última década no debería sorprender demasiado”, dice Joao Zilhao, investigador de la Universidad de Barcelona y uno de los miembros del equipo de Pike. Reconoce que no se puede afirmar por ahora que está demostrada esa autoría. Pero si fuera así, añade, significaría que “el lenguaje y las capacidades cognitivas avanzadas estaban presentes en el linaje humano hace mucho tiempo: al menos desde el ancestro común de neandertales y humanos modernos, hace medio millón de años”.

 

Juan Luis Arsuaga, codirector de las excavaciones de Atapuerca, destaca dos aspectos en este “magnífico trabajo”. “Lo primero que resulta muy interesante es la datación exacta del arte paleolítico, que permite comprobar el esquema clásico de evolución estilística: ahora está claro que las siluetas de manos y los símbolos son más antiguos, y luego evolucionaría hacia un estilo más descriptivo, más figurativo”.

En cuanto a si pudieron ser los neandertales los autores de las obras rupestres más antiguas, Arsuaga afirma que no hay nada probado con este trabajo de Pike y sus colegas, “que nos deja con la miel en los labios. Las elaboradas figuras de ciervos y bisontes, no creo, pero las siluetas de manos y los símbolos, ¿por qué no?”.

Las dataciones de las pinturas rupestres y los grabados prehistóricos han sido muy inciertas desde hace años. El problema es que, a menudo, los pigmentos utilizados son minerales, no de origen orgánico, por lo que no son eficaces las técnicas de radiocarbono. Y en los que son de carbón, solo se pueden extraer cantidades minúsculas para no dañar las obras, lo que dificulta la datación, porque cualquier contaminación se magnifica.

Pike (Universidad de Bristol, Reino Unido) y sus colegas, casi todos ellos de España y de Portugal, han utilizado una técnica denominada de uranio/torio con la que no analizan directamente los pigmentos sino las capas mineralizadas (calcitas) que, con el tiempo, se forman sobre las pinturas. Las obras de arte rupestre que están debajo no pueden ser más modernas. Es una técnica mínimamente invasiva, comentan, porque ahora se puede aplicar a muestras de pocas decenas de miligramos.

 

“Nada impide, que sepamos, que los neandertales pudieran tener arte, aunque aún no lo hemos encontrado”, dice Ignacio Martínez, paleoantropólogo de Atapuerca. “Aquellos individuos tenían todo lo necesario para poder ser artistas: un cerebro grande, seguramente capacidad de hablar, una tecnología compleja... y tenemos pruebas de que practicaban el adorno personal”.

En este nuevo trabajo de datación de las pinturas rupestres participan, además de Pike y Zilhao, investigadores de varias instituciones españolas: Marcos García-Diéz, de la Universidad del país Vasco; J. Alcolea y R. De Balbín, de la Universidad de Alcalá de Henares; C. González-Sainz, de la Universidad de Cantabria; Carmen de las Heras, José Antonio Lasheras y R. Montes, del Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira; D.L. Hoffmann, de la Universidad de Bristol y del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, y B.P. Pettitt, de la Universidad de Sheffield, en el Reino Unido.

20.000 años de grafiteros en Altamira

Un símbolo claviforme rojizo del Techo de los Polícromos de la cueva de Altamira tiene, por lo menos, 36.500 años. Luego el arte rupestre empezó allí 10.000 años antes de lo que pensaba. Lo han datado ahora los científicos con el nuevo método. Las espectaculares figuras de bisontes son de hace unos 18.000 años. Esto significa que el lugar fue visitado y pintado por los hombres prehistóricos repetidas veces a lo largo de un período de casi 20.000 años, concluyen los investigadores. Como prueba, otra pintura de la famosa cueva también datada de nuevo, es de hace 22.000 años.

 

“Altamira tiene numerosas pinturas, incluidas manos humanas y animales. La cronología de este arte se ha debatido desde su descubrimiento [en 1868]”, escriben Alistair Pike y sus colegas en Nature. Ellos recuerdan en su artículo que los expertos coincidían ya en distinguir varias fases superpuestas en las 10 principales zonas decoradas de la cueva, pero no coincidían acerca de cuánto tiempo habría durado la repetida presencia y utilización —al menos artística— de los humanos en Altamira.

También en El Castillo se empezaron a fondo los grafiteros prehistóricos. En esa cueva hay más de un centenar de imágenes en múltiples cámaras. Los científicos ahora han datado un disco rojizo hecho con salpicaduras en el llamado Panel de las Manos y tiene más de 40.800 años. Las siluetas de las manos —hechas con la misma técnica de soplar un pigmento alrededor de un objeto pegado a la pared—, tienen 37.300 años.

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Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el junio 26, 2012 a las 2:10am

Antes muertos que sencillos

Ignacio Martínez Mendizábal

Hace unos días la ciencia española cosechó uno de esos éxitos que cabe calificar de histórico. Seguramente, a D. Marcelino Sainz de Sautuola, el descubridor (junto con su hija María) de las pinturas de Altamira, le habría colmado de orgullo ver que los inmortales bisontes del techo de la cueva ocupan la portada del ejemplar del 15 de junio de 2012 de la prestigiosa revista Science. En las páginas interiores se puede encontrar un espléndido artículo, elaborado por un equipo internacional plaga... (¡enhorabuena!), dedicado a establecer la datación de pinturas rupestres de algunas cuevas cantábricas entre las que figuran, además de la famosa cueva de Altamira, la también santanderina de El Castillo y la asturiana de Tito Bustillo.

Los resultados obtenidos pueden calificarse de inesperados, pues retrasan notablemente la antigüedad de dichas pinturas rupestres. En concreto, un disco de color rojo, pintado en una de las paredes de la Cueva del Castillo, ha arrojado una datación de alrededor de 40.800 años, que rebasa muy de largo la antigüedad de las pinturas de la famosa Cueva Chauvet, en la localidad francesa de Vallon-Pont-Darc, tenidas hasta ahora como las más antiguas del mundo. Fuera de Europa, las pinturas rupestres más antiguas se encuentran en Namibia, en el yacimiento denominado Apollo XI, y tienen alrededor de 27.500 años de antigüedad.

Pero más allá del interés, legítimamente chovinista, de en qué país se encuentran las pinturas rupestres más antiguas, la nueva datación es especialmente sugerente porque sitúa el momento de su realización en una época en la que los neandertales aún habitaban la Península Ibérica y entreabre la puerta a la discusión de si fue esa humanidad la autora de una parte del arte rupestre.

Los neandertales, tal como los conocemos hoy día, fueron unas personas de grandes cerebros, mayores incluso que los nuestros, que dominaban la talla de la piedra, se ocupaban de sus muertos, habían domesticado el fuego y, muy probablemente, también halaban. Más aún, también fabricaban objetos de adorno personal y elaboraban pigmentos, tal como se ha descubierto en algunas cuevas francesas (como la Grotte du Renne, en Arcy-sur- Cure) y españolas (Cueva de los Aviones, en Cartagena, y Cueva Antón, en Mula). Aunque es muy tentador unir adorno personal y arte rupestre como diferentes manifestaciones de un mismo fenómeno, el simbolismo de la mente humana, yo no estoy tan convencido de ello. En mi opinión, el adorno personal y el arte parietal bien podrían corresponder a orígenes diferentes. Sin duda, el arte parietal es una expresión de simbolismo pero el adorno personal podría explicarse sencillamente por una motivación estética.

Las personas somos una curiosa especie por muchas razones, y entre ellas destaca nuestro exacerbado gusto por la belleza. En realidad, más que un gusto parece una necesidad. Vivimos rodeados de objetos que nos parecen bellos, que han sido elegidos entre otros de funcionalidad parecida solamente por su estética, desde los relojes y bolígrafos hasta los automóviles o el mobiliario de nuestros hogares y lugares de trabajo. También dedicamos una importante parte de nuestro tiempo, esfuerzo y dinero a ser lo más bellos (y bellas) posibles con peinados, dietas, ejercicios o, incluso, cirugía. Incluso las prendas interiores son elegidas cada día en función de nuestro gusto estético... aunque no siempre tengamos esperanzas de lucirlas. Y nada de todo ello tiene necesariamente un carácter simbólico, es que nos gusta, nos morimos por la belleza.

En el registro arqueológico, las evidencias de adorno personal anteceden en mucho a las primeras pinturas rupestres, pues las encontramos en yacimientos africanos (como la Cueva Blombos, en Sudáfrica) y de Oriente Próximo (como los yacimientos de Qafzeh y Skhul, en Israel) que están datados en alrededor de 100.000 años. Así que, mucho antes de que a nadie se le ocurriera pintar algo en la pared de alguna cueva, las personas ya se adornaban con collares y probablemente también se pintaban el cuerpo. Y seguramente lo hacían sin otra intención que la de gustarse, para sentirse guapas (y guapos). Personalmente, me agrada pensar que, además de otras cualidades y virtudes muy serias e importantes, la coquetería también se encuentra entre las señas de identidad de nuestra estirpe.

Comentario por María // el junio 27, 2012 a las 12:43pm

Estas pinturas algo triangulares de la  cueva de doña Trinidad  (Málaga) (la segunda foto),

me recuerdan algo a este posible triángulo de Altamira datado por esta última investigación en 35.000 años :

 

 

http://www.eldiariomontanes.es/20120614/local/dataciones-significat...

Comentario por Viriato el junio 27, 2012 a las 6:11pm

Servan, excelente observación médica. Puede que los arqueólogos no hayan caido en ella. Si el negativo de los palmares fue lo suficientemente fiel y ha permanecido en el tiempo, podría desvelar información genética relevante. Realmente interesante!

Comentario por Viriato el junio 27, 2012 a las 7:16pm

Claro! Lo que no entiendo es por qué los antropólogos se ciñen en exclusiva a la morfología-contorno de la huella. Tal vez no se pueda plasmar el positivo del dermatoglifo con la suficiente nitidez, pero no obstante, es un dato a tener en cuenta Servan. De nuevo, entre más ciencias se unan en pos de la verdad, más objetividad se alcanzará en las investigaciones.

Comentario por Viriato el junio 28, 2012 a las 12:34am

Si pero cuando hablo de negativo, no estoy hablando de ese tipo de pinturas, en las que se esparce pintura por encima de la mano, quedando sin color desde el contorno... en las que, obviamente, poco podemos sacar en claro salvo el aspecto morfológico que según los investigadores, es poco fiable. Yo me refiero a la técnica simple de plantar la mano impregnada de pigmentos que provoca la impresión en espejo de las características de la piel. Es decir, para analizarlas, lógicamente se han de invertir cual "negativo".

Comentario por Percha el octubre 11, 2012 a las 10:10am

He encontrado hoy un estudio que analiza con más profundidad el estado de la cuestión de las dataciones absolutas del arte cantábrico. Lo realiza Blanca Ochoa y puede consultarse aquí:

La datación absoluta del arte rupestre cantábrico: estado de la cue...

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