Un equipo de científicos ha descubierto huesos fósiles de Homo Sapiens de hace unos 300.000 años en Jebel Irhoud, Marruecos, que representan la evidencia fósil más antigua datada con certeza de nuestra especie.
La datación es 100.000 años previa a los fósiles de Homo sapiens más antiguos conocidos hasta ahora. Los descubrimientos -detallados en dos artículos que se publican en la edición de este jueves de la revista Nature- revelan una compleja historia evolutiva de la humanidad que probablemente involucró a todo el continente africano.
El hallazgo corresponde a un equipo de investigación internacional dirigido por Jean-Jacques Hublin del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig, Alemania, y Abdelouahed Ben-Ncer , del Instituto Nacional de Arqueología y Patrimonio (INSAP), en Rabat.
Foto: El paleo-antropólogo francés Jean-Jacques Hublin (d) y Abdeluahed Ben-Nacer, del Instituto Nacional de Arqueología y Patrimonio de Marruecos posan con un cráneo de 'Homo Sapiens' descubierto en ese país el 6 de junio de 2017 (afp_tickers)
Tanto los datos genéticos de los seres humanos actuales como los restos fósiles apuntan a un origen africano del Homo sapiens. Anteriormente, los fósiles de esta especie más antiguos y con datación segura eran conocidos del sitio de Omo Kibish, en Etiopía, fechado en hace 195.000 años. En Herto, también en Etiopía, un fósil Homo sapiens está fechado hace 160.000 años.
Hasta ahora, la mayoría de los investigadores creían que todos los seres humanos que vivían hoy descendían de una población que vivía en África Oriental hace unos 200.000 años. "Solíamos pensar que había una cuna de la humanidad hace 200.000 años en el este de África, pero nuestros nuevos datos revelan que el 'Homo sapiens' se extendió por todo el continente africano hace unos 300.000 años. Mucho antes de la dispersión fuera de África del 'Homo sapiens', hubo dispersión dentro de África", dice el paleoantropólogo Jean-Jacques Hublin.
El sitio marroquí de Jebel Irhoud ha sido bien conocido desde la década de 1960 por sus fósiles humanos y por sus artefactos de la Edad Media de la Edad de Piedra. Sin embargo, la interpretación de los homínidos de Irhoud ha sido complicada por las persistentes incertidumbres que rodean su edad geológica. El nuevo proyecto de excavación, que comenzó en 2004, dio lugar al descubrimiento in situ de nuevos fósiles de Homo sapiens, aumentando su número de seis a 22.
Estos hallazgos confirman la importancia de Jebel Irhoud como el sitio más antiguo y más rico de homínidos de la Edad Media de la Edad de Piedra en África, una etapa temprana de nuestra especie. Los restos fósiles de Jebel Irhoud comprenden cráneos, dientes y huesos largos de al menos cinco individuos. Para proporcionar una cronología precisa de estos hallazgos, los investigadores utilizaron el método de datación por termoluminiscencia sobre pedernales calentados encontrados en los mismos depósitos. Estos pedernales eran de aproximadamente hace 300.000 años y, por lo tanto, empujan hacia atrás los orígenes de nuestra especie en 100.000 años.
"Los sitios bien datados de esta época son excepcionalmente raros en África, pero tuvimos la suerte de que muchos de los artefactos de pedernal de Jebel Irhoud habían sido calentados en el pasado", dice el experto en geocronología Daniel Richter (izquierda), del Instituto Max Planck en Leipzig (Alemania). "Esto nos permitió aplicar métodos de datación de termoluminiscencia sobre los artefactos de pedernal y establecer una cronología consistente para los nuevos fósiles de homínidos y las capas sobre ellos", explica Richter.
La morfología facial humana, desde el inicio
Además, el equipo pudo recalcular una edad directa de la mandíbula Jebel Irhoud 3 encontrada en los años 60, que había sido previamente fechada en hace 160.000 años atrás por un método especial de datación por resonancia de spin de electrones.
Utilizando nuevas medidas de radioactividad de los sedimentos de Jebel Irhoud y como resultado de mejoras metodológicas, la nueva edad calculada de este fósil está de acuerdo con las edades termoluminiscentes y mucho más antiguas de lo que se había realizado anteriormente. "Utilizamos métodos de datación de vanguardia y adoptamos los enfoques más conservadores para determinar con precisión la edad de Irhoud", añade Richter.
El cráneo de los seres humanos modernos que viven hoy se caracteriza por una combinación de rasgos que nos distinguen de nuestros parientes fósiles y antepasados: una cara pequeña y una caja del cráneo globular. Los fósiles de Jebel Irhoud exhiben un rostro y dientes de apariencia moderna y una coraza grande, pero de apariencia más arcaica. Hublin y su equipo utilizaron exploraciones micro tomográficas computarizadas de última generación y análisis de forma estadística basados en cientos de medidas 3D para mostrar que la forma facial de los fósiles de Jebel Irhoud es casi indistinguible de la de los seres humanos modernos que viven hoy.
Sin embargo, en contraste con su morfología facial moderna, la cría de Jebel Irhoud conserva una forma arcaica algo alargada de la cintura. "La forma interna de la caja del cráneo refleja la forma del cerebro", explica el paleontólogo Philipp Gunz (derecha), del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig. "Nuestros hallazgos sugieren que la moderna morfología facial humana se estableció desde el principio en la historia de nuestra especie y que la forma cerebral y posiblemente el cerebro, que se desarrolló dentro del linaje del 'Homo sapiens'", dice Philipp Gunz.
Las comparaciones de ADN antiguo extraído de neandertales y denisovanos y el ADN de los seres humanos actuales revelaron diferencias en los genes que afectan al cerebro y el sistema nervioso. La morfología y la edad de los fósiles de Jebel Irhoud también corroboran la interpretación de un enigmático cráneo parcial de Florisbad, al sur África, como uno de los primeros representantes del Homo sapiens.
Los primeros fósiles Homo sapiens se encuentran en todo el continente africano: Jebel Irhoud, Marruecos (300.000 años), Florisbad, Sudáfrica (260.000 años) y Omo Kibish, Etiopía (195.000 años), lo que indica una compleja historia evolutiva de nuestra especie, posiblemente involucrando a todo el continente africano.
"Se ha descuidado el norte de África en los debates sobre el origen de nuestra especie. Los espectaculares descubrimientos de Jebel Irhoud demuestran las conexiones estrechas del Magreb con el resto del continente africano en el momento de la emergencia del 'Homo sapiens'", dice Abdelouahed Ben-Ncer. Los fósiles se encontraron en depósitos que contenían huesos de animales que mostraban evidencia de haber sido cazados, siendo las gacelas la especie más frecuente.
Las herramientas de piedra asociadas con estos fósiles pertenecen a la Edad Media de Piedra y los artefactos de Jebel Irhoud muestran el uso de técnicas de Levallois y las formas puntiagudas son las más comunes. La mayoría de las herramientas de piedra se hicieron de sílex de alta calidad importados en el sitio. Las hachas de mano, una herramienta comúnmente encontrada en sitios antiguos, no están presentes en Jebel Irhoud.
Los conjuntos de artefactos de la Edad Media de Piedra, como el que se recuperó de Jebel Irhoud, se encuentran en toda África en este momento y probablemente hablan de una adaptación que permitiera que el Homo sapiens se dispersara a través del continente.
"Los artefactos de piedra de Jebel Irhoud parecen muy similares a los de depósitos de edad similar en el este de África y en el sur de África, dice el arqueólogo del Instituto Max Planck, Shannon McPherron (izquierda). Es probable que las innovaciones tecnológicas de la Edad Media de Piedra en África estén relacionadas con la aparición del 'Homo sapiens'".
Los nuevos hallazgos de Jebel Irhoud elucidan la evolución del Homo sapiens y muestran que nuestra especie evolucionó mucho antes de lo que se pensaba anteriormente. La dispersión del Homo sapiens en toda África alrededor de 300.000 años es el resultado de cambios tanto en la biología como en el comportamiento.
Guillermo Caso de los Cobos
La cuna del hombre podría estar en Marruecos, no en Etiopía como se creía hasta ahora
Tradicionalmente se ha considerado a Etiopia como la cuna del ser humano moderno, ya que es el lugar en el que se han encontrado los fósiles de Homo sapiens más antiguos, pero un nuevo descubrimiento apunta a que toca trasladar ese origen a Marruecos.
Los fosiles de Homo Sapiens cuyo descubrimiento se hizo público en junio y de cuyo estudio se ha responsabilizado el Instituto Max Planck Institute de Antropología en Leipzig, ya fueron noticia entonces por tener una antigüedad estimada de 300.000 años, lo que supone 100.000 más que cualquier otro que se haya descubierto y situar la aparición de nuestros ancestros aún más atrás en el tiempo.
Ver vídeo en este enlace.
El error en las estimaciones cronológicas en estos casos es del 10%, y aunque 30.000 años puedan ser muchos según para qué, en este caso no restan relevancia a la datación, muy anterior a lo que se conocía.
Pero este importante hallazgo no solo ha resultado ser trascendente por cómo afecta a la cronología de la aparición del hombre, sino también a su ubicación geográfica. Estos fósiles se encontraron en Jebel Irhoud, en Marruecos, prácticamente en la otra punta del continente africano.
Evoluciones simultáneas en todo el continente africano
"Si hubo un Jardín del Edén en África, ese Jardín del Edén era del tamaño de todo el continente", ha asegurado el director del departamento de evolución humana de Leipzig Jean-Jacques Hublin (izquierda) en declaraciones a CNN.
Esa apreciación está en línea con otra investigación reciente. En septiembre investigadores de la Universidad de Uppsala (Suecia), de la Universidad de Johannesburgo (Sudáfrica) y de la Universidad de Witwatersrand (Sudáfrica), publicaron en Science un estudio que, a partir del análisis de datos genéticos obtenidos de siete humanos que vivieron en los últimos 2.500 de años en Sudáfrica, sugerían que el Homo Sapiens surgió hace 350.000 años, mucho antes de lo que se creía hasta ahora.
Los estudiosos apoyan también así la teoría del origen panafricano del Homo sapiens, con evoluciones simultáneas en todo el continente. Su apariencia era tan similar a la nuestra que, según Hublin, "es un rostro como el de cualquiera que podría cruzarte por la calle hoy día". No obstante, había diferencias significativas, sobre todo en la cavidad craneal, más alargada.
El Instituto Max Planck es pionero en el campo de la extracción de ADN fósil y mapeando el genoma humano, pero ha sido incapaz de lograr muestras útiles de las excavaciones. Junto a los fósiles los arqueólogos encontraron herramientas de piedra que habían sido quemadas y podrían considerarse artefactos. Y los arqueólogos han retomado als excavaciones en el mismo lugar, por lo que tal vez haya más novedades que permitan completar el complejo y cambiante árbol de la evolución humana.
Fuente: 20minutos.es | 26 de octubre de 2017
27 Oct 2017
Morfeo Gómez
¿Pero no estaba consensuado que la frente oblicua, la falta de supraorbitales, el mentón recto eran lo específico del cráneo sapiens?
Resulta que no, que esto es un asunto libre, que puede haber otro tipo de cráneos.
Y es que al final, la forma de cráneo no va a ser lo determinante, porque determinante determinante no hay nada. No se trata de un asunto biológico, sino de conceptos. Dependiendo del concepto...te sale un sapiens, un pre-sapiens,un para-neanderthal...
8 Abr 2018
Guillermo Caso de los Cobos
El hallazgo que revoluciona el origen del hombre
Reproducción de un cráneo del yacimiento de Jebel Irhoud N. H. M.
Hace cientos de miles de años cruzar el Sáhara a pie no hubiese sido tan difícil. Lo que hoy es un mar de arena era en aquel entonces una sabana llena de vida. En diferentes momentos a lo largo de la Prehistoria el clima del norte de África permitió la aparición de redes de ríos y lagos que acogían abundante vegetación y vida salvaje, dando lugar a episodios que los científicos llaman Sáhara verde.
De esta forma se abría el camino para que diferentes especies de animales se dispersasen por todo el continente, incluidos los primeros homínidos. A medida que el clima modificaba los ecosistemas, diferentes grupos de Homo sapiens pudieron tomar nuevas rutas, algunas veces entrando en contacto entre sí, otras quedando aislados durante milenios.
De acuerdo con la teoría más aceptada, nuestra especie habría evolucionado hasta su forma actual partiendo de una única población en África. Así, diferentes regiones en Etiopía y Sudáfrica se han venido disputando el título de cuna de la humanidad. De acuerdo con esta versión -a la que se suele llamar Out of Africa- hace al menos 500.000 años un grupo de homínidos sufrió una serie de cambios genéticos y culturales que les lanzaron a una carrera evolutiva que culminó en el ser humano moderno. Desde esa primera cuna, se diseminaron por todo el continente y, de ahí, al resto del mundo. Sin embargo, algunos investigadores están reescribiendo esa narrativa tradicional, apoyados en nuevas pruebas materiales y genéticas. Son partidarios de una hipótesis alternativa: el multirregionalismo africano.
La cuna de la humanidad, según ellos, no estuvo en África sino que fue África. Las características distintivas que presentan hoy los sapiens emergieron como un mosaico en diferentes poblaciones diseminadas por todo el continente. Separados entre sí por esas barreras geográficas, nuestros antecesores evolucionaron durante mucho tiempo de manera aislada y cada grupo desarrolló algunos de los rasgos que han llegado a la actualidad, que fueron aportando al conjunto de la especie. Porque esa separación no era una constante: a medida que los cambios en el clima reverdecían desiertos o secaban bosques, esos primeros seres humanos entraban en contacto o quedaban aislados de otras comunidades.
Y cada vez que los caminos se abrían para esos grupos se producía el mestizaje, intercambiando material genético y conocimiento tecnológicos en un crisol continental que culminó en lo que hoy es el Homo sapiens. «En la formulación tradicional del Out of Africa se sostiene que el sapiens habría reemplazado, sin mezclarse, a cualquier otra población de homínidos que hubiera fuera de África, pero hoy sabemos que sí que existió una hibridación con neandertales y denisovanos», explica María Martinón Torres, directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH). «No creo que esos cruces hubieran sido la norma, ni que el hombre moderno sea una fusión de estas especies, pero esto sí contradice una de las premisas originales del Out of Africa y, en ese sentido, le da un poco la razón al multirregionalismo».
A unos 100 km. al oeste de lo que hoy es Marrakech, un grupo de personas utilizó como refugio una cueva al pie del macizo del Atlas, en un lugar llamado Jebel Irhoud. Allí descansaron, encendieron fuegos, afilaron sus armas de caza y llevaron sus presas. Y allí murieron algunos de ellos, dejando sus huesos en la tierra, hace aproximadamente 300.000 años. Una fecha que para algunos investigadores -no todos- supone retrasar el punto de partida evolutivo de la especie al menos 100.000 años. Ese nuevo comienzo implica que nuestra especie es más antigua y compleja de lo que se pensaba y que ya se había extendido por toda África en ese punto.
El de Jebel Irhoud es uno de los hallazgos que los partidarios del multirregionalismo señalan para defender su hipótesis. «Mucho antes de la dispersión del 'Homo sapiens' fuera de África, hubo dispersión dentro de África», dice Jean-Jacques Hublin, director del Departamento de Evolución Humana del Instituto Max Planck de Leipzig. «Asumíamos que hubo cuna de la humanidad hace 200.000 años en el este de África, pero los nuevos datos demuestran que el sapiens se extendió por todo el continente africano hace unos 300.000».
Los misteriosos antepasados hallados en la gruta marroquí tenían una extraña combinación de características, en los que se mezclaban las caras planas de los humanos modernos con los cráneos alargados de especies antiguas como el Homo erectus. A pesar de ser más robustos y musculosos que nosotros, sus rasgos los vinculan con nuestra especie más que con cualquier otro miembro del género Homo. La mandíbula inferior también era similar a la del sapiens moderno, aunque mucho más grande, pero existe una diferencia llamativa en la forma del cráneo, mucho más alargada.
Nuestros cráneos tienen una forma redondeada, pero los suyos eran más bajos en la parte superior y más largos en la posterior. «La cara del espécimen que encontramos es la de alguien que se podría encontrar en el metro», asegura Hublin. Pero de perfil, no tanto; aunque sus cerebros ya eran tan grandes como los nuestros, debían tener una forma diferente. Eso implica que su estructura cerebral -y tal vez sus capacidades-estarían en proceso de desarrollarse durante los siguientes milenios de evolución.
El problema es que no todos los expertos coinciden en catalogar como sapiens a los antiguos habitantes de Jebel Irhoud. «Personalmente creo que no pueden clasificarse dentro de nuestro mismo taxón porque le faltan rasgos de Homo sapiens como la barbilla, la frente vertical o el cráneo alto y abombado», declara Martinón Torres. Unas dudas que la directora del CENIEH comparte con colegas como Juan Luis Arsuaga o José María Bermúdez de Castro, aunque matiza que «podrían representar a los antecesores directos de nuestra especie, lo que es también muy interesante».
La combinación de rasgos modernos y vasos cerebrales primitivos hallados en Marruecos son uno de los elementos que han llevado a algunos autores a sugerir que el físico y el comportamiento asociados con los humanos modernos no evolucionaron en un único árbol genealógico. En cambio, las características que asociamos con el ser humano probablemente aparecieron más bien como como un mosaico. Este verano, 22 antropólogos, arqueólogos, genetistas y climatólogos se reunieron en Londres para revisar las pruebas a favor del multirregionalismo africano, y plasmaron sus conclusiones en un texto publicado en Trends in Ecology & Evolution.
En los últimos años esas características -la forma del cráneo, el mentón, la frente más delicada y la cara pequeña- han ido apareciendo en diferentes lugares, en periodos distintos. Los partidarios de la idea de un sólo linaje sapiens tienden a desechar esos fósiles como ramas laterales en el árbol de los homínidos. «A día de hoy no podemos afirmar si algunos de ellos se mezclaron con otros homínidos de gran cerebro que pueden haber vivido en África al mismo tiempo que el Homo sapiens, pero sigue siendo una posibilidad», declara Eleanor Scerri (izquierda), investigadora del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana y de la Universidad de Oxford, y autora principal del artículo. «Es posible que en aquel momento compartiéramos África con al menos otras dos especies: el Homo naledi y Homo heidelbergensis».
Además, la cronología de Jebel Irhoud coincidiría con las fechas recientemente atribuidas al Homo naledi, una especie de homínidos extinta descubierta en 2013 en Sudáfrica. Eso prueba que, al menos, dos especies de homínidos dramáticamente diferentes habitaban distintos puntos de África al mismo tiempo. El problema es que a día de hoy los científicos disponen de muy pocos fósiles para poder demostrar si había o no otros miembros del taxón sapiens alrededor de ese periodo. En otras partes del continente se han hallado fósiles que combinan rasgos modernos y antiguos en diferentes grados: el cráneo de Florisbad, hallado en Sudáfrica de hace 260.000 años; los restos de Omo Kibish, de 195.000 años o el llamado cráneo de Herto, 160.000, ambos encontrados en Etiopía.
Réplica del cráneo de Florisbad.
Esta nueva visión hace que fósiles hallados en otras partes de África sean observados de manera distinta, ya que ahora pueden ser considerados como una pieza más de ese mosaico que acabó por dar forma a los sapiens. «La idea de que nuestros orígenes se encuentran en una sola población ha hecho que el registro fósil se haya interpretado de una manera bastante selectiva; hay fósiles que han sido excluidos de ciertos estudios porque no se reconoció la variabilidad de los primeros miembros de nuestra especie», señala Scerri. «Pero al incorporar todo el continente africano en esa Prehistoria temprana, muchos fósiles vuelven a estar sobre mesa y algunos encajan mejor con otras líneas de investigación».
Los arqueólogos recuperaron en Marruecos herramientas de piedra especializadas y sofisticadas, como punzones y puntas de lanza. La existencia de estos objetos en la llamada Edad Media de Piedra reflejaría una evolución paralela -y más temprana de lo que se creía- del cuerpo y la mente humanos. Y sugerirían que esta transición ocurrió a escala continental, ya que tales herramientas se han encontrado además de en Marruecos, en la citada Florisbad y Olorgesaillie (Kenia), si bien con algunas diferencias regionales. «La evolución de la forma del cerebro humano moderno parece ser paralela a la aparición gradual de la modernidad conductual vista desde el registro arqueológico», asegura Hublin.
Artefactos Culturales de la Edad de Piedra Media. (A – D) Hoja bifacial del norte de África (A, Mugharet el Aliya; D – D, Adrar Bous). (E – G) Hojas bifaciales del sur de África (Cueva Blombos). (H, I) Herramientas modificadas del norte de África. (J) Pedazo segmentado con residuos de masilla del sur de África (Sibudu). (K) Fragmento grabado (Cueva Blombos). (L – N) Fragmentos de cáscara de huevo de avestruz grabados del sur de África (Diepkloof). (O, P) Puntas de hueso del sur de África (Sibudu y Blombos Cave, respectivamente). (Q) Punta ósea del norte de África.
Durante cientos de miles de años los homínidos hicieron el mismo tipo de grandes hachas de piedra. Pero ese estancamiento tecnológico terminó hace unos 300.000 años, en el mismo punto en el que aparecen esos primeros fósiles de Homo sapiens. «Las herramientas de piedra y otros artefactos que se han encontrado están muy agrupados tanto el espacio y a través del tiempo», explica Scerri, «pero también hay una tendencia continental hacia una cultura material más sofisticada, una 'modernización' de la cultura material que claramente no se origina en una región ni ocurre en un periodo de tiempo».
Bajo el prisma del multirregionalismo la Historia de la humanidad viene marcada por una combinación entre evolución y grandes migraciones. «Las barreras naturales crearon oportunidades de migración y contacto para grupos que antes podían haber estado separados, y la fluctuación posterior significaría que las poblaciones que se mezclaban durante breves periodos antes de volver a quedar aisladas», explica Scerri. Durante los momentos de aislamiento los grupos vivieron un proceso de adaptación local y de desarrollo de una cultura material y una composición biológica propias, que pondrían en común con otros cuando el clima templaba. Los milenios de separación dieron lugar a una asombrosa diversidad de formas, cuya riqueza jugó en beneficio de toda la especie.
«Posiblemente el debate se ha polarizado demasiado entre el Out of Africa extremo y el multirregionalismo extremo, y no todo es ni tan blanco ni tan negro», opina Martinón Torres. Esta última década dos teorías que estaban en polos opuestos están acercando posiciones. «Sigue preponderando la idea del origen africano de nuestra especie, pero se comienza a aceptar un patrón más reticulado y menos lineal, más parecido al que proponía el multirregionalismo. El Homo sapiens es en realidad una mezcla, un crisol de poblaciones diversas».
Fuente: elmundo.es | 31 de diciembre de 2018
31 Dic 2018