El cráneo hallado en Quintana Roo (México) en 2011 es el resto humano más antiguo de América

Foto: Los buzos muestran el cráneo del esqueleto americano más antiguo. / Paul Nicklen

Fuente: El Mundo.es | Miguel G. Corral | 15 de mayo de 2014

Los restos humanos completos más antiguos de América han estado más de 12.000 años ocultos en una de las cuevas inundadas -llamadas cenotes- de la península de Yucatán (México). La historia de su descubrimiento es una aventura en sí misma que tiene todos los ingredientes para el éxito científico. 

En mayo de 2007, un experto buzo venezolano que trabaja para National Geographic, Alberto Nava, estaba explorando junto con dos colegas mexicanos una estrecha galería de más de un kilómetro de longitud cuando el estrecho túnel se abrió de pronto en una gran cámara completamente oscura que ni siquiera podían explorar de forma completa con la iluminación que llevaban en ese momento.

Dos meses después, Nava y sus colaboradores volvían al mismo lugar equipados con potentes luces para explorar aquel lugar que ya habían apodado Hoyo Negro. Lo que se encontraron fue una impresionante cámara con forma de campana de unos 60 metros de diámetro. Pero, aunque su intención era sólo explorar la geología del lugar, no quedó en eso el hallazgo. Mientras estudiaban el lugar, los buzos comenzaron a ver un montón de huesos de grandes mamíferos.

«De repente, vimos un cráneo humano en una pequeña repisa. Estaba colocado boca abajo, mostrando un perfecto juego de dientes y con las oscuras cuencas de los ojos mirando hacia nosotros», cuenta Nava en la revista Science, donde se acaban de publicar los resultados de la investigación.

«Sólo buzos especializados en cuevas pueden llegar hasta el fondo de ese lugar», asegura James Chatters, científico jefe del Proyecto Hoyo Negro y autor principal del trabajo publicado en Science. «Ellos son los astronautas de este proyecto; nosotros, los científicos, somos el control de la misión desde tierra», dice Chatters.

Tras años de trabajo desde entonces, un equipo científico internacional de antropólogos, genetistas, arqueólogos, geólogos y expertos en datación de restos, además del propio Nava, ha llegado a la conclusión de que aquel cráneo y los huesos del mismo esqueleto que había a su alrededor pertenecieron a una joven de 15 o 16 años que murió en aquel cenote hace entre 12.000 y 13.000 años.

Aquella adolescente, a la que los investigadores bautizaron como Naia -la ninfa griega de los arroyos y manantiales-, ha cerrado el debate sobre cómo fue la humanización de América y ha permitido contestar a una vieja pregunta sin respuesta: ¿Quiénes fueron los primeros americanos?

El análisis de ADN confirma el vínculo entre los primeros americanos y los modernos

Lo primero que estudiaron los investigadores cuando el equipo de Nava extrajo los restos humanos fue la morfología del cráneo. El objetivo era saber si se asemejaba más a los primeros pobladores de América tras el último periodo glacial -hace unos 11.000 años- o a algún otro grupo de Asia o incluso de Europa.

«Este esqueleto tiene la cara pequeña, el cráneo estrecho y más alargado que los nativos americanos modernos. Si tuviéramos que establecer un parecido sería similar a los africanos o a los habitantes del Pacífico sur», aseguró el miércoles James Chatters en una teleconferencia de prensa.

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Basándose en datos genéticos aportados por estudios anteriores -un trabajo publicado recientemente en Nature ya aportó el genoma completo del conocido como niño de Anzick, de hace 12.600 años-, los científicos creían que los nativos americanos modernos provienen de habitantes de Siberia que accedieron a través del estrecho de Bering hace entre 18.000 y 26.000 años.

Sin embargo, todavía hay quien cuestiona esta teoría por las diferencias morfológicas faciales entre los amerindios actuales y los primeros americanos, como Naia. «Los americanos nativos modernos se parecen mucho a los pobladores de China, Corea o Japón, pero los esqueletos americanos antiguos no», explicó Chatters. Esto ha provocado que se generen especulaciones científicas sobre la posibilidad de que los primeros americanos y los nativos actuales tengan procedencias diferentes y que la humanización del continente se pudiera haber producido en oleadas de colonización desde otros puntos de Asia.

«Esta expedición ha producido una de las pruebas más convincentes hasta la fecha del nexo entre los paleoamericanos, los primeros habitantes de América después de la última edad de hielo, y los nativos americanos», aseguró el autor principal del trabajo. «Lo que sugiere que las diferencias entre ambos grupos son el resultado de la evolución in situ más que la consecuencia de migraciones separadas desde distintos lugares del Viejo Mundo», afirmó Chatters.

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Para perfeccionar los resultados, los investigadores también hicieron pruebas de ADN que consiguieron extraer de los molares. «Me quedé noqueado cuando obtuvimos ADN intacto», confesó el investigador principal. Los resultados del análisis apoyaron la misma teoría: el ADN mitocondrial de Naia es similar al de los nativos americanos actuales. 

«Este descubrimiento es extremadamente importante», sentenció Pilar Luna, directora de arqueología subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México. "No solo echan luz sobre los orígenes de los modernos americanos, claramente demuestran el potencial paleontológico de la península de Yucatán y la importancia de conservar el patrimonio único de México".

Posts de Terrae Antiqvae:

Hallan un cráneo en las cuevas submarinas de Quintana Roo (México), el cual puede significar la evidencia humana más antigua en América (22/02/2011)

La genética descarta que los primeros humanos llegaran a América desde el golfo de Vizcaya (13/02/2014)

Artículo relacionado:

La fascinante historia de Naia, el esqueleto hallado en un cenote mexicano (BBC Mundo)

Ver vídeo en este enlace

  • Percha

    Importantísima noticia. La completo con nuevos enlaces:

    En ABC: Naia, la primera americana

    En El País: El rastro de los primeros americanos

    Hay otro artículo en Science que se ocupa de este descubrimiento:

    Bones From a Watery 'Black Hole' Confirm First American Origins

    Y un vídeo explicativo.

    También el INAH, colaborador en esta investigación, ha sacado una nota de prensa sobre el asunto:

    ENCUENTRAN EN HOYO NEGRO NUEVAS POSIBILIDADES PARA ESTUDIAR EL ORIG...

    *** La conservación de ADN mitocondrial en un esqueleto hallado en una cueva inundada de Quintana Roo permite confirmar su linaje asiático Beringio

    *** Su código genético lo vincula con migraciones siberianas y lo ubica en un grupo que desarrolló cambios de adaptación al nuevo medio; su antigüedad es de entre 13,000 y 12,000 años

    *** Los restos de “Naia” se encuentran bajo resguardo del INAH



    El esqueleto humano descubierto en el sitio arqueológico Hoyo Negro, ubicado dentro de una cueva inundada de Quintana Roo, ha sido estudiado desde hace casi tres años por especialistas nacionales y extranjeros, y ha sido fechado científicamente con una antigüedad de entre 13,000 y 12,000 años en laboratorios de Estados Unidos y Canadá. Estudios de ADN mitocondrial lo colocan como el eslabón que faltaba para poder confirmar el vínculo que existe entre los primeros pobladores de América y los grupos indígenas contemporáneos en este continente.

    Se trata del esqueleto más completo y genéticamente intacto que se ha encontrado en América, el cual pertenece a una joven de entre 15 y 16 años que murió dentro de una cueva localizada en el actual estado de Quintana Roo, inundada después de la última glaciación que finalizó hace unos 10,000 años, y cuyos restos son los más antiguos localizados en el Nuevo Mundo. Los resultados que confirman la antigüedad del esqueleto, bautizado como la “Joven de Hoyo Negro” o “Naia”, serán dados a conocer en la prestigiada revista Science de este mes.

    La investigación se realiza a través del Proyecto Arqueológico Subacuático Hoyo Negro, Tulum, Quintana Roo, co-dirigido principalmente por la arqueóloga pionera de la arqueología subacuática en México, Pilar Luna Erreguerena, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH); James C. Chatters, antropólogo y paleontólogo de Applied Paleoscience and Direct AMS, reconocido mundialmente por el descubrimiento e investigación del llamado Hombre de Kennewick; Dominique Rissolo, arqueólogo del Instituto Waitt, y Alberto Nava Blank y Roberto Chávez Arce, miembros del Proyecto Espeleológico Tulum (PET). Además del INAH, se ha contado con el valioso apoyo de National Geographic Society, el Instituto Waitt, el Archaeological Institute of America y la National Science Foundation, entre otros. Asimismo, se ha trabajado muy de cerca con la directora del Centro INAH-Quintana Roo, arqueóloga Adriana Velázquez Morlet.



    En palabras de la arqueóloga Luna Erreguerena, subdirectora de Arqueología Subacuática del INAH, “este descubrimiento coloca a nuestro país en una posición sobresaliente respecto a la gran oportunidad que Hoyo Negro ha abierto para resolver cada vez con mayor claridad el vínculo existente entre los primeros pobladores de América y los grupos indígenas actuales. Pero también nos coloca en una posición de gran responsabilidad y compromiso.”

    Para lograr un fechamiento preciso de Naia los científicos realizaron análisis de ADN mitocondrial (en cuyo código genético se pueden rastrear linajes muy antiguos en el tiempo), Carbono 14 y Uranio/Torio. Además de arrojar una antigüedad de entre 13,000 y 12,000 años, los resultados indicaron que se trata de una joven de origen asiático (Beringio) del haplogrupo (cromosoma materno) D, identificado con las migraciones que llegaron a América desde Siberia; subhaplogrupo D1, que sólo tiene lugar en América.

    La edad del esqueleto fue confirmada además por otros análisis realizados en semillas, carbón, guano de murciélago frutero, racimos de calcita y espeleotemas, y tomando en cuenta aspectos de la formación del sitio y medición de los cambios en el nivel del mar, que durante la edad de hielo era por lo menos 120 metros más abajo que el actual.

    Gracias a los esfuerzos de los doctores Rissolo y Chatters por reunir a un grupo de renombrados especialistas de diversas disciplinas e instituciones, estos análisis fueron realizados y verificados en los laboratorios Applied Paleoscience and Direct AMS de Washington y en los de las universidades de Nuevo México, Pennsylvania, Washington, Texas en Austin, Illinois en Urbana-Champaign, McMaster en Canadá, Northwestern en Illinois y Copenhague en Dinamarca.

    Además del esqueleto humano se han descubierto restos de 26 mamíferos correspondientes a once especies del Pleistoceno Tardío que incluyen: gonfoterio, tigre dientes de sable, perezoso de tierra tipo Shasta, tapir gigante, cerdo de monte, oso, puma, lince, coyote, coatí y murciélago frutero. Se ha definido a Hoyo Negro como “un contexto paleontológico perfecto”.

    La arqueóloga Luna Erreguerena manifestó: “Este proyecto ha resultado una experiencia fuera de serie en la que un grupo de seres humanos ha unido sus conocimientos y sus esfuerzos para trabajar hacia una misma meta: llevar a cabo una investigación multi y trans-disciplinaria de alto nivel y gran ética en un sitio que ha guardado una inmensa riqueza cultural durante miles de años y que ahora está dispuesto a compartirla con la humanidad”.

    Por su parte, el doctor Chatters, autor principal del artículo que publicará este mes Science, declaró que el hecho de haber encontrado el esqueleto humano en tan buenas condiciones de preservación ha permitido obtener las muestras necesarias para realizar los análisis que llevaron a un fechamiento tan preciso, lo cual no había sido posible debido a que no se contaba con un cráneo y una dentadura en tan buen estado como los encontrados en México. “Hoyo Negro es una cápsula de tiempo que ha conservado la información sobre el clima y la vida humana, animal y vegetal que existían al final de la última era de hielo”, agregó.

    De igual manera, el doctor Rissolo afirmó: “Hoy en día, los cenotes y las cuevas inundadas de la Península de Yucatán son las fuentes más prometedoras para el estudio del hombre Paleoamericano. Estos sitios sumergidos que datan de la era de hielo son una oportunidad única para conocer una parte de la historia humana desconocida hasta hoy respecto a la interacción entre el ser humano y su medio ambiente en un entorno prehistórico completamente distinto al actual”.

    Además de los científicos, el Proyecto Hoyo Negro ha contado con el apoyo de Alejandro Álvarez, Alberto Nava Blank y Franco Attolini, espeleobuzos altamente calificados, así como de ingenieros y técnicos que han aplicado, e incluso desarrollado, métodos y técnicas extraordinarios para ser usados por primera vez en este sitio con resultados impresionantes, sobre todo en los campos del software y la fotografía.

    La información para los análisis realizados fue obtenida a partir de fotografías, videos y muestras tomadas por los espeleobuzos a petición de los especialistas. De acuerdo con la ética obligada de dejar los restos en su lugar, se decidió estudiarlos in situ como indica la Convención 2001 de la UNESCO sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático, de la cual México es signatario. Sin embargo, a fin de garantizar la seguridad de los vestigios más representativos del esqueleto de “Naia”, éstos fueron extraídos y se encuentran bajo resguardo del INAH.

    La arqueóloga Pilar Luna expresó su deseo de que este proyecto establezca un ejemplo de cómo investigar, de manera respetuosa y científica, otros cenotes y cuevas inundadas, principalmente en los estados de Yucatán y Quintana Roo, muchos de los cuales contienen restos culturales invaluables que datan de las épocas prehistórica, prehispánica y colonial. Enfatizó la necesidad de invitar a los buzos exploradores, quienes son los que descubren estos restos, a que le informen a la Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH para que se tomen las acciones pertinentes para garantizar su estudio y preservación.

    Finalmente, el doctor Rissolo subrayó: “Para el equipo de investigadores y espeleobuzos del Proyecto Hoyo Negro es un privilegio colaborar con el INAH y el gobierno mexicano en un proyecto que sirve para salvaguardar y compartir el patrimonio más antiguo de nuestro continente”.