Encuentran la tumba de un ‘príncipe ibérico’ en la primera excavación de la necrópolis de Alarcos (Ciudad Real)

Varios estudiantes miden el túmulo 'príncipesco' hallado en la necrópolis de Alarcos

 

Fuente: elcrisoldeciudadreal.es | 19 de julio de 2013

 

Alarcos es uno de los principales centros ibéricos de la provincia de Ciudad Real. Sí, también es medieval, árabe y cristiano, pero debajo de estos restos de la conquista y la reconquista, se haya lo que se conoce como un oppidum, un centro ‘urbano’ dentro de un mundo rural que ocupó el cerro entre el sigo VI y el II a.C.. Quizás por esa situación, debajo de la gran urbe árabe, la parte ibérica de Alarcos es la más desconocida del yacimiento arqueológico de Ciudad Real, un desconocimiento que, en ocasiones, conlleva sorpresas como la ocurrida el pasado invierno con el descubrimiento de una necrópolis ibérica fruto de unas obras.

 

El hallazgo tiene “muchísima importancia en el ámbito geográfico de Ciudad Real”. Quien habla es Rosario García, que atendió a El CRisol en la visita que hicimos a la necrópolis la pasada semana. Ella junto a David Rodríguez dirigen los equipos que se ocupan de las excavaciones,  formados por alumnos de la UCLM y algunos graduados que están haciendo másteres y que deciden pasar dos semanas del verano buscando en el pasado histórico de Ciudad Real.

 

 Unos amasijos de hierros en un útmulo, en el que se observa un escudo.

 

La importancia de la necrópolis viene marcada por la escasez. No hay ninguna en Ciudad Real que se conserve. Se sabe por ejemplo que bajo el pantano de Peñarroya hay una, o que se han encontrado cinco o seis tumbas sueltas en algunas excavaciones realizadas en Alhambra o en Argamasilla de Alba pero jamás una necrópolis íntegra.

 

Además, la relevancia viene marcada por lo que se ha descubierto en las apenas dos semanas que han estado investigando, pues las excavaciones terminaron el pasado martes. Entre los seis túmulos abiertos se encuentra el de un ‘Píncipe Ibérico’, uno de los personajes más importantes de esta sociedad, cuya tumba escalonada, estuvo seguramente adornada con algún tipo de escultura. Es un ‘príncipe ibérico’, así entre comillas, porque se trata de una nomenclatura de índole medieval, pero que tradicionalmente se aplica a los grandes señores de los poblados iberos, ya que era una sociedad en que la sucesión era familiar.

 

Uno de los estudiantes dibaja el útmulo príncipesco para su posterior estudio.

Esta tumba es la que más llama la atención del complejo, aunque no se hayan encontrado restos, porque puede hacer pensar que algunas de las esculturas encontradas hace años en Alarcos pueden pertenecer a ella, algo que este verano y otoño tendrán que investigar los arqueólogos junto al resto de piezas. En total han sido descubiertos seis túmulos, un enterramiento completo con urna, una falcata, “aunque apelmazada dentro de un amasijo de hierro y flechas”, varias cuentas y sobre todo la necrópolis en sí, que implica un apoyo más para construir el relato histórico del Alarcos ibero. Unas piezas a las que hay que sumar la falcata, descubierta durante unas obras este invierno y que puso sobre la pista a los arqueólogos.

 

Los iberos era un pueblo que incineraba a sus muertos, bien en la misma tumba o bien trasladaban sus restos a otro lugar. En las necrópolis, junto a los restos, llevaban ajuares con aquellos objetos más deseados por sus dueños para que les acompañasen en la otra vida, lo que marca la diferencia con los pueblos que suelen estar abandonados y dónde el descubrimiento se circunscribe más a restos de viviendas, vajillas rotas, ajuares, huesos de animales comidos,… “Ajuares pequeños, cuentas, fíbulas, cinturones, escudos”, todo estos elementos son aspectos que se encuentran dentro de una excavación de este tipo. Por esta razón este reportaje es publicado hoy, cuando han terminado las excavaciones y ha desaparecido el riesgo de que los ladrones de tumbas decidieran excavar por su cuenta en busca de parte de estos ajuares.

 

“Los iberos siempre tienen una necrópolis”, aunque hay aspectos que aún se desconocen de ellas. La principal pregunta es si enterraban a todo el mundo o había ciudadanos iberos que no contaban con ese derecho. Un elemento más que hace que la ‘tumba principesca’ llame la atención, porque el hallazgo muestra como la estratificación social que había en vida perduraba también la muerte.

 

“Cuando sale el enterramiento hay que ir muy despacio, abrir, volver a cerrar, y abrir el año que viene”. Es decir que todavía quedan años de investigación hasta que se sepa qué es lo que esconde realmente esta necrópolis. Se trata de una investigación en la que durante dos semanas se abre una zanja se dibuja lo que hay bajo tierra, en este caso una tierra que no ha sido tocada durante siglos, se sacan los objetos de valor y durante los otros 11 meses del año se estudian para finalmente, una vez, restaurados, poder ser exhibidos a la vista de todos en el Museo Provincial.

 

De hecho, con las excavaciones de Alarcos de este verano el Museo contará con una nueva joya dentro de poco, un túmulo al completo, con ajuar y los restos del difunto que podrá ser admirado en sus instalaciones cuando se reabran.


El Alarcos ibérico

“Alarcos es un 'oppidum', no se puede hablar de ciudad, pero es uno de los poblados más importantes”, de él dependían otros poblados más pequeños, explica Rosario García cuando se le pregunta por cómo era el Alarcos ibérico. “Era el centro económico, en el que hemos encontrado un almacén de grano” por lo que desde el cerro se redistribuiría a otras zonas.

 

Aquí en Alarcos vivían de “la agricultura y la ganadería” además era un centro de fabricación cerámica en la Meseta Sur, por lo que el comercio era importante. En Alarcos se han descubierto cerámicas griegas, lo que demuestra que había intercambio con otras culturas.

 

Restos de la excavación por investigar, en la bolsa de la derecha la falcata hallada.

 

Más allá del plano económico, Alarcos, al igual que todos los pueblos iberos, era una sociedad guerrera. De hecho, los ajuares funerarios más importantes son los que cuentan con armas, e incluso hay falcatas que ostentan nielados, elementos decorativos que indican que se trataba de un arma decorativa, no destinada a ser usada en la guerra. Una espada de este tipo, encontrada durante unas obras, fue la que puso a los investigadores de la UCLM sobre la pista para indagar en busca de la necrópolis.

 

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  • Guillermo Caso de los Cobos

    Excavando en el pasado de Alarcos 

    Cerro y asentamiento íbero.


    Fuente: ABC.es | Leonor Baraza | 20 de julio de 2014

    Un grupo de alumnos busca restos de la necrópolis que se descubrió el año pasado en el sector ibérico del yacimiento de Alarcos, en Ciudad Real, el cual sigue siendo una fuente inagotable de sorpresas para los arqueólogos que año tras año, y van ya casi 30, pasan sus días de verano excavando aquí y allá, buscando objetos que testimonian la vida de los antepasados de todas las épocas.

    El año pasado, cerca de la ribera del Guadiana, y por esas casualidades que siempre se dan cuando se realiza una obra de envergadura, la construcción del colector de Poblete sacó a la luz una parte de la necrópolis de la época ibérica, entre los siglos VI y III a. C. Se dataron más de 16 tumbas y se encontraron ricos ajuares que hoy se pueden ver en el Museo Provincial después de haber pasado por un proceso de restauración.

    Pues bien, 365 días después, un equipo de estudiantes, liderado por la profesora de Prehistoria de la Universidad de Castilla-La Mancha, Rosario García Huerta, y el profesor David Rodríguez, ha vuelto a la zona. Desde hace apenas unos días se han marcado como objetivo seguir indagando en ese cementerio donde los íberos que habitaron en Alarcos enterraban a sus muertos.

    El equipo de trabajo

    Hoy al sol la temperatura es de más de 40 grados. Hay alerta por altas temperaturas en la provincia de Ciudad Real. A la sombra se puede aguantar, pero los estudiantes de Arqueología, todos ellos del Grado de Historia y alguno del Máster de Investigación, sudan la gota gorda. El ambiente huele a tierra mojada.

    Están bastante cerca del río Guadiana. Han rebajado el nivel del terreno a más de un metro y de vez en cuando alguno de ellos echa un trocito de cerámica en una bolsa, son restos arqueológico que indican que se podría estar trabajando en el lugar correcto.

    El año pasado, el hallazgo fue magnífico, según explica la directora de la excavación. Los íberos incineraban a sus muertos y luego enterraban las cenizas en una urna junto con el ajuar. Entre esas tumbas había algunas que debieron pertenecer a personas de mucho prestigio, túmulos de cuatro metros cuadrados en los que se encontraron ricas espadas o joyas, incluso en una, relata la profesora, se encontraron 400 tabas (huesos de cordero), que probablemente formaban parte de los sacrificios que se hacían en el ritual del entierro y que denotan la clase social del finado.

    En estos momentos, el grupo de arqueólogos trabaja determinado por el terreno y gracias a la colaboración del dueño de esta finca. Puede que la necrópolis esté ahí o puede que no, puede que una crecida el río acabase hace siglos con los restos que hubiera o simplemente el lugar elegido no sea el correcto. Por eso, unos metros más abajo otros alumnos realizan un sondeo, siguen buscando pistas.

    Donde seguro que sí está es justo debajo del camino que lleva a la finca, piensa la profesora, pero excavar ahí es peligroso. Habría que quitar unos cuatro metros de sedimentos y poner serias medidas de seguridad antes de intentarlo. De momento, eso queda aparcado para otra campaña.

    La oppidum (la ciudad) de Alarcos estuvo habitada durante más de cinco siglos por los íberos. Fue una ciudad grande y bastante poblada durante los siglos de más esplendor, el IV y el III a.d.C. Por eso, es probable que haya más de una necrópolis. Ni siquiera es posible saber cuáles eran los límites de la que hoy se está excavando.

    Una cosa sí parece segura, explica la profesora de Prehistoria, y es que los muertos se enterraban en las zonas bajas cerca de los ríos, a una distancia de las ciudades, pero bien visibles. Desde el cerro de Alarcos la vista de la zona donde se ha hecho la prospección es privilegiada. Un poco más allá discurre el río Guadiana. Los minutos siguen pasando, el sol cada vez aprieta más, y ni resto de tumbas. Es lo que tiene la Arqueología, que es ciencia, pero también paciencia. Hay que seguir excavando.

  • Guillermo Caso de los Cobos

    Vuelta al cementerio de los ‘primeros’ ciudadrealeños


    Fuente: elcrisoldeciudadreal.es | 5 de julio de 2015

    Las obras del colector de Poblete hace ahora casi tres años descubrieron algo que los arqueólogos llevaban buscando desde que en 1984 comenzaron las excavaciones en el yacimiento de Alarcos. Una falcata, una espada íbera, señalaba el punto donde estaba la necrópolis íbera de Alarcos.

    Es el primer cementerio de los ciudadrealeños, situado junto al Guadiana en la zona baja del monte y en él se llevan excavando dos años. Realmente sería el segundo, pero como ocurre en algunos municipios, el Oppidum de Alarcos, el asentamiento íbero del cerro, se quedó pequeño y hubo que construir sobre el primer ‘camposanto’ allá por el siglo sexto antes de Cristo. Bajo algunas casas hay restos de tumbas, por lo que la necropolis junto al Guadiana se trata del primer cementerio, nacido como tal y dejado como tal. 

    La tercera campaña en esta zona busca delimitar los límites de la necropolis. En la primera hace dos años se descubrió lo que se llama una tumba principesca, un enterramiento de un homb...El año pasado se abrió en una zona buscando esos límites pero no se encontraron, y se siguió el recorrido del colector, encontrando otras siete tumbas íberas. 

    La de esta semana “es una campaña de solo de una semana porque queríamos comprobar una serie de cuestiones”. Lo explica Rosario García, profesora de la UCLM, encargada de los trabajos en la necrópolis junto a los alumnos de historia y David Rodríguez, el profesor que se ocupa de la parte medieval de Alarcos. Este año los estudiantes solo excavan en la necropolis, el yacimiento del cerro se deja para más adelante. Los recortes también han llegado a este campo.

    Durante una semana tratarán de encontrar hasta donde llegan las tumbas, aunque explican que seguramente estarán debajo de la carretera, si no se las ha llevado el Guadiana. “Vamos a abrir solo dos cuadriculas”, en busca de estos límites, y seguramente las excavaciones en este espacio concluirán el próximo año, con una zona más donde un estudio geofísico ha mostrado anomalías en el subsuelo.

    Primer estudio de la necrópolis

    Foto:Carlos Sendarrubias

    “Hemos recuperado 17 tumbas, que hemos excavado nosotros, y además hemos incorporado toda la documentación del arqueólogo, de cuando se hizo el colector y la zanja, con otras 20″. En total hay unas 40 tumbas localizadas y ahora se puede comenzar a “documentar una necropolis ibérica que no se conocía”. “No son demasiadas tumbas pero son muy ricas”, afirma García, que recuerda que en este tiempo han encontrado tres falcatas, una de ellas se puede ver en el Museo Provincial, ajuares, cerámicas y 430 astragalos, las tabas como las conocemos nosotros, y que estaban en una única tumba, bien como muestra de poder económico o reconocimiento del Oppidum. Unos datos que dan para el primer estudio del cementerio.

    “Normalmente las necrópolis ibéricas se sitúan siempre a los pies del cerro donde viven, a veces es en ladera, y aquí esta claramente demostrado”, indica cuando se le pregunta por el trabajo que van a presentar. Además la necrópolis permite conocer si había comercio, sobre todo por la cerámica, y en la de Alarcos se han descubierto piezas de otras culturas, que muestran que había negocios con otros pueblos.

    Más allá de esto habrá que esperar para solventar algunas dudas que surgen en las necropolis íberas. Siempre tienen menor número de tumbas de las que deberían, por lo que aún no se sabe si todo el mundo tenía derecho a ser enterrado. Tampoco se pueden conocer la composición de hombres y mujeres del Oppidum, al incinerar a sus muertos los íberos y encontrar huesos calcinados, se entra en una ciencia cuyo estudio comienza ahora.

    Para entender la ausencia de tumbas, Rosario García explica que 40 tumbas en un asentamiento de cinco o cuatro siglos, del VI al II antes de Cristo, parecen poca. La razón puede ser que haya otras necropolis por descubrir o que buena parte de las tumbas desaparecieron entre la agricultura, obras anteriores o las crecidas del Guadiana. La tumba íbera normalmente es una urna enterrada, y cualquier trabajo agrícola en la zona se la pudo llevar hace años. Son raras las tumularias, aunque en este aspecto la de Alarcos también es extraña y tiene bastantes. 

     

    “Si solo hay una necrópolis sería grandísima, son muchos siglos enterrando”, indica la profesora, que apunta más a la teoría de varios ‘cementerios’. La que están excavando, por algunas fíbulas de las piezas y la cerámica, está data entre los siglos cuarto al segundo antes de Cristo. Encontrar estas otras necrópolis depende en exclusiva de la suerte, ya que se ha buscado con prospecciones, cuadrículas en busca de restos, pero no se han encontrado.

    De hecho, las excavaciones actuales son fruto de una de esas casualidades. Un ingeniero marcó en un plano el trayecto de una tubería, los obreros abrieron una zanja donde les dijeron y en ese espacio, que no llegaba a un metro de ancho, se encontró una falcata y esas 17 tumbas. Puro juego de probabilidades que apenas ocurre una vez. 

    Necrópolis y estudiantes

    Musealizar este enterramiento apenas tiene “sentido”, comenta la profesora de la UCLM. Las excavaciones apenas dejan restos cuando se trata de tumulares y las demás tumbas son un hoyo con las cenizas.  “No tiene sentido musealizarlo” porque el coste sería mucho y lo que se vería poco. “Es más sencillo hacer reconstrucciones”, explica. 

    La de este año de hecho es la penúltima vez que se podrán ver estos restos. El año que viene se excavará en otra zona donde el georadar que se pasó para ‘ver’ el subsuelo descubrió una anomalía, y a partir de ahí el primer cementerio de los ciudadrealeños descansará de los estudiantes de la UCLM que en estos días aprenden arqueología de una forma practica.

    Estos estudiantes, este  año, durante una semana cogen algo de experiencia. Muchos repiten y otros son nuevos, intercalando los que todavía no han hecho trabajo de campo con los que aprenden nuevas técnicas en el tiempo que pasan en Alarcos. “Los que aterrizan aprenden lo rudimentario”, los de otros años “amplían conocimentos”, comenta Rosario, que recuerda que ”la arqueología es muy práctica” y hacen falta muchos años de experiencia y muchas excavaciones en diversos espacios para aprender el oficio.

  • Guillermo Caso de los Cobos

    Las urnas funerarias revelan un Alarcos ibérico pudiente

    Fuente: latribunadeciudadreal.es | 26 de noviembre de 2015

    El trabajo de laboratorio a partir de los materiales excavados el pasado mes de julio en la necrópolis ibérica situada al pie del cerro de Alarcos está dando ya sus frutos a medida que se van vaciando las urnas halladas por los alumnos de la Facultad de Letras dirigidos por los profesores Rosario García Huertas y David Rodríguez González.


    García Huertas explicó que entre las piezas que han salido a la luz como parte de los ajuares funerarios, datados entre los siglos IV y II antes de Cristo, hay objetos «poco frecuentes», en otros enterramientos de la zona, lo que habla de los individuos a los que pertenecían tenían «cierta relevancia social». La responsable de la excavación señaló que actualmente se está procediendo la vaciado de las urnas, con lo que todavía pueden aparecer en su interior, mezcladas con las cenizas de las personas enterradas, nuevos objetos destacables.


    Hasta el momento, los artículos más llamativos son unas 200 cuentas de un collar de pasta vítrea de color azul, que revelan un gran dominio de la técnica, puesto que cada una de estas cuentas es diminuta y perfecta y junto a ellas una cornalina. «Pensamos que las cuentas de pasta vítrea podrían ser de fabricación local (lo que ya sería prueba de una comunidad con alta capacidad técnica para su elaboración), mientras que la cornalina, es evidentemente de importación».


    El segundo elemento es «lo que pensamos que es un espejo, puesto que la superficie se ha perdido pero queda la estructura de soporte», detalla García Huertas, quien aclara que en este caso, este objeto no se halló en el interior de la urna sino depositado en el plato con el que se cerraba el recipiente funerario.


    Otra de las particularidades de este espejo, también un elemento inusual para su época, es que su estructura es de hierro, cuando en la mayoría de los casos eran de bronce.


    El trabajo de laboratorio sobre los materiales descubiertos en Alarcos se desarrolla en la Facultad de Letras de Ciudad Real y aunque todavía queda trabajo de campo por realizar, García Huertas confesó que «pensamos que el próximo verano acabaremos la investigación de la necrópolis», puesto que el estudio del terreno hace pensar que la mayor parte de los enterramientos de esta necrópolis se los ha llevado el río Guadiana, mientras que otra parte se encuentra bajo la carretera que enlaza la vía de Ciudad Real a Piedrabuena con Poblete, pero no es probable de que las tumbas se adentren en la ladera del cerro, puesto que los cementerios ibéricos se encontraban en zonas llanas, además de que el asentamiento ibérico ocuparía también dicha vertiente.