Así lucía la fachada sur del Coliseo bajo los andamios que acaban de ser retirados. Ahora, mejor ir a verlo con gafas de sol: el mármol travertino brilla sin la capa de negritud que lo cubría.

Después de dos años de restauración, la noche del 1 de julio el Coliseo romano fue reinaugurado con un concierto de los jóvenes músicos de la Accademia de La Scala milanesa dirigidos por Zubin Mehta. Los poco más de 200 invitados, entre prensa internacional y un quién es quién de la política, la moda y la empresa italianas, nos sentamos en semicírculo frente a la arena iluminada con la bandera tricolor, antes de subir a las gradas para una cena con mareantes vistas al interior del monumento (mientras nos sentábamos, para colmo, se ponía el sol).

La primera noche de julio de 2016 será recordada como el épico momento en que el Coliseo volvió a la vida, sí, pero también como la fecha en que Tod’s, la casa de lujo que ha sufragado una operación cuyo coste total asciende a 25 millones de euros, pasó a la historia de la filantropía. Esa misma mañana, en una rueda de prensa, Dario Franceschini, ministro de Cultura y Turismo, y el primer ministro, Matteo Renzi, lo certificaban con sendos discursos triunfales. “Se han acabado los tiempos en los que Italia era el país del no se puede”, exclamó Renzi tras haber dado las gracias efusivamente a los hermanos Diego y Andrea Della Valle, dueños de Tod’s, sentados en la primera fila del público.

A la izquierda, el presidente de Tod’s, Diego Della Valle. Junto a él, su hermano Andrea, vicepresidente. El primero ocupa el puesto 26º en la lista Forbes de ricos italianos. El segundo, el 37º.

La mañana siguiente, Diego Della Valle (Casette D’Ete, 1953) no se dejaba dar la enhorabuena. “El protagonista es el monumento. Mehta estuvo perfecto. Fue una celebración entre amigos. Ahora que el Coliseo está listo, espero que mis congéneres [aludiendo a los empresarios italianos] me sigan con más proyectos de este tipo. Esto no sólo es un tema cultural, sino un gran plan de negocio. La cultura, el turismo, el estilo de vida, la comida, son la llave del futuro para la nueva generación”.

Nos sentamos con Della Valle en el comedor del Hotel Hassler, un luminoso espacio cuyo encanto está en esa discreta pátina, acumulada durante décadas, que hace imposible saber si fue inaugurado en 1935 o 1966. Es el escenario ideal para un hombre que alcanzó el éxito fabricando zapatos de vachetta, un cuero sin tratar que sólo con el uso adquiere, poco a poco, su reconocible pátina color caramelo. El Hassler, además, está a dos pasos de los escalones de la Plaza de España, hoy cerrados por unas obras de restauración para las que Bulgari ha donado un millón y medio de euros.

Han sido varios los congéneres de Tod’s que han seguido su ejemplo, sobre todo en Roma. Bulgari es la última, pero en este tiempo Fendi no sólo ha restaurado la Fontana di Trevi –invirtiendo aproximadamente dos millones de euros– sino que se ha instalado, previa renovación, en la Casa de la Civiltà: un magnífico edificio de estilo filoclásico que se inauguró justo al terminar la II Guerra Mundial y que languidecía sin luz ni electricidad desde hacía décadas.

Durante más de dos años, el Coliseo ha sido objeto de delicadas operaciones para limpiar la suciedad acumulada sobre sus fachadas norte y sur. Lo próximo será restaurar los pasillos subterráneos y cubrir la arena.

Como en todo caso de solidaridad corporativa, además de buenas intenciones, existe lógica marketiniana en que una empresa se involucre en la conservación del patrimonio cultural de su país, sobre todo en este momento de auge de la responsabilidad social corporativa. Y también hay lógica fiscal. El compromiso de Della Valle con el Coliseo provocó que Renzi, nada más subir al poder en febrero de 2014, instaurara un incentivo fiscal del 65% para aquellas empresas que invirtieran en cultura, sin tope de cantidad. La iniciativa ha allanado el camino y, por ahora, el Gobierno italiano ha atraído 300 millones de euros en una exitosa joint venture entre empresarios y un país que cuenta con 51 lugares declarados Patrimonio de la Humanidad, pero cuyo mantenimiento ha sido perjudicado por una mezcla de corrupción y falta de recursos.

“La alianza entre nuestra empresa y el ente público funciona. Esto ha sido la demostración de que, cuando queremos acometer algo importante juntos, podemos”, sostiene Della Valle. Su mensaje ha calado. En mayo se aprobó un presupuesto que promete mil millones de euros para restaurar museos y monumentos, la mayor inversión estatal en décadas y que se espera recuperar con el dinero de los visitantes.

El magnate siempre ha sido crítico con la política de su país. Se enfrentó repetidas veces a Silvio Berlusconi cuando era primer ministro y su relación con el actual fue más bien tensa durante los meses previos a la inauguración del Coliseo. “Renzi es un viejo amigo”, dice Della Valle quitándole importancia. “Nos conocemos bien desde hace años. Es íntimo de mi hermano. Fue alcalde de Florencia y es hincha de nuestro equipo de fútbol [el ACF Fiorentina, que los Della Valle compraron en 2002]. Somos amigos, pero cuando no estamos de acuerdo, no estamos de acuerdo”. En los últimos tiempos se ha especulado sobre si el empresario dará el salto a la política a través de su plataforma solidaria Noi Italiani (Nosotros, italianos), pero él lo niega. “Noi Italiani es un proyecto solidario para asistir a gente con problemas, sobre todo en el entorno de nuestras fábricas. Para nosotros, la política es lo que estamos haciendo ahora: apoyar al país desde nuestras posiciones”. 

Zubin Mehta dirigió a los músicos de la Accademia de La Scala de Milán en el concierto de inauguración del Coliseo el pasado julio. Tiene sentido: Tod’s es uno de los principales patrocinadores del teatro milanés.

Han pasado sólo tres años desde que se anunció el proyecto del Coliseo, pero en algunos aspectos parece una eternidad. No queda ni uno de los cargos políticos que firmaron el contrato con Della Valle (Enrico Letta, Gianni Alemanno, Massimo Bray), y tampoco la industria del lujo es la que era en 2012. Entonces estaba instalada en un crecimiento aparentemente ilimitado que le permitía hacer alardes. Hoy las perspectivas son menos halagüeñas. La cruzada contra la corrupción en China ha moderado el apetito de su clase dirigente por los símbolos de estatus, la tensión política en el Este ha cortado las alas del turismo ruso y el terrorismo ha convertido Europa en un lugar menos atractivo para ir de compras que en el pasado.

Están por ver, además, las consecuencias del Brexit (“un error”, según Della Valle). Este momento de desaceleración e incertidumbre, sin embargo, no cambiará la política social de Tod’s. “Cuando una compañía es grande, tiene visibilidad y da beneficios, nada cambia demasiado. No importa si un año gana un poquito más o un poquito menos. Hay que trabajar con una mentalidad clara. Seguir haciendo lo correcto, y esto incluye la solidaridad”, afirma Della Valle, que está a punto de implementar una batería de medidas para adaptar su compañía a un mercado cambiante y acelerado.

En el futuro se cubrirá la arena para “eventos culturales de primer orden”, según el ministro Dario Franceschini, pero el exterior ya ha recuperado el color de cuando lo inauguró el emperador Vespasiano el año 80 a. C.

“A finales de año entraremos en una nueva era. Cambian los diseñadores. Cambia el producto, que ya no es estacional y rotará cada uno o dos meses en las tiendas”. Pero no confunda esto con los usos y costumbres de la moda rápida. Della Valle defiende que, para manufacturar un producto de calidad, hace falta tiempo. “Planeamos con seis meses de antelación. El see now-buy now [comprar en el momento del desfile] es una estupidez. Esta industria no funciona así. Hay que alimentar el sueño. Sin sueño, el lujo no es nada”, sentencia.

El Coliseo ya está viviendo el suyo, una segunda fase de la restauración que le proporcionará un nuevo centro de visitantes y mejorará pasillos y sótanos. Y ya puede enfrentarse al público sin vergüenza, con su blanquísima fachada de mármol travertino. Está recién limpio, parece más joven. Tod’s le ha quitado una pátina negruzca de 2.000 años que le hacía parecer un viejo de 4.000.

Fuente: EL PAIS.com| 1 de septiembre de 2016

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Desaprobada la restauración del Coliseo: «Demasiadas ventajas para el patrocinador»

Fuente: ABC.es | 10 de agosto de 2016

El Tribunal de Cuentas da un varapalo al gobierno y no aprueba la cacareada restauración del Coliseo, que se inauguró con pompa magna el 1 de julio, con una cena de gala a la que asistió el primer ministro Matteo Renzi. Se celebró así, por todo lo alto, una restauración que había durado tres años y que había financiado Diego Della Valle, patrón de la firma de moda y zapatos Tod’s, que invirtió 25 millones de euros, pagados en tres plazos.

Ahora los jueces del Tribunal de Cuentas dicen que los tiempos de los trabajos fueron más largos de lo previsto y, sobre todo, hubo «demasiadas concesiones al patrocinador Diego Della Valle», quien obtuvo un excesivo beneficio de imagen del símbolo de Roma, sin duda superior a lo que constituyó su contribución monetaria.

El Tribunal de Cuentas hace así una durísima crítica al sistema del patrocinio cultural en Italia, en concreto, a la «carencia de contenidos contractuales, en particular bajo el aspecto de la valoración económica». En otras palabras: Los jueces dicen que el ministerio de Bienes Culturales no sabe el valor económico del patrimonio que tiene en sus manos, por lo que no sabe hacer contratos adecuados y lo vende de mala manera.

En definitiva, El Tribunal de Cuentas pone en claro el resultado de la operación de restauración del Coliseo: Della Valle, patrón de Tod’s no es un mecenas, una persona que patrocina desinteresadamente las letras o las artes; sino un patrocinador que con fines publicitarios se prestó a financiar la restauración del Coliseo, invirtiendo dinero con la seguridad de que iba a obtener mucho más a cambio. El Tribunal de Cuentas señala al gobierno que «es necesaria una ley sobre la materia».

Coliseo y foro se visten de luz

Mientras tanto, al margen de la polémica, el Coliseo se viste de luz, con visitas nocturnas organizadas los lunes, jueves, sábado y domingo, al igual que el Foro Romano –solamente los viernes-, hasta el 29 de octubre. Los visitantes al Anfiteatro Flavio se dividen en pequeños grupos con un arqueólogo como guía, recorriendo los puntos más significativos, incluidos los subterráneos.

Se desciende hasta las galerías donde en la antigüedad gladiadores y fieras esperaban su turno para aparecer ante el público en juegos y luchas. El Coliseo es el monumento más visitado de Italia –unos 7 millones de personas cada año-, siendo el tercero en Europa, después de la National Gallery de Londres y el museo del Louvre de París.

Fue el emperador Vespasiano quien comenzó su construcción en el año 72, y el emperador Tito el que lo inauguró 8 años después, con 100 días dedicados a juegos, en los que se mataron más de 5.000 fieras. El festival más sangriento que vivió este anfiteatro fue el que Trajano ofreció tras conquistar la Dacia, con espectáculos en los que participaron 9.000 gladiadores y 10.000 animales, durante 117 días.

Nueva iluminación

En una atmósfera rica de sugestión, la visita nocturna al Coliseo, símbolo de Italia y de Roma, dura una hora. Es necesaria la reserva, al igual que la para el Foro Romano. Aquí, los monumentos se ven acariciados por nuevas luces que exaltan la materia y sus contornos del pasado.

En este año se ha inaugurado una nueva iluminación LED de última generación. Resaltan así especialmente, con tonos que van del blanco oro al blanco cálido los extraordinarios monumentos de la Via Sacra, desde el arco de Tito hasta el de Septimio Severo realizado en el año 203, de travertino y ladrillo forrados de mármol, a los pies de la colina del Capitolio. En el pasado se inauguraron otros circuitos de iluminación, pero tuvieron vida breve, por sus costes prohibitivos o porque eran demasiados invasivos. Este, con un coste de 400.000 euros, se consideras que será definitivo.

En definitiva, desde la puesta del sol hasta el alba, ha vuelto a ser visible los viernes el corazón de la vida política, religiosa y comercial de la antigua Roma. Desde las 8 de la tarde hasta las 12, en esas horas se distribuyen 11 grupos con un máximo de 25 personas guiadas por arqueólogos e historiadores del arte.

El itinerario, que dura unos 75 minutos, pasa por la basílica Emilia, donde se administraba la justicia, la basílica Julia, para llegar al Vicus Iugarius, una importante calle de la antigua Roma, que unía el Foro republicano al Foro Olitorio y el área del puerto fluvial, un lugar desde el que se puede gozar de una espectacular vista del Templo de Saturno. Desde aquí se alcanza después la basílica de Santa María Antigua, reabierta recientemente al público, con su espectacular ciclo de frescos.

 
 
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