El equipo de arqueólogos trabaja en las excavaciones del castro de La Muela en el Valle de Laciana. (Foto: César Sánchez)

Fuente: diariodeleon.es | Vanesa Araujo | 23 de noviembre de 2013

Los castros de La Muela y La Zamora protegían entre sus murallas más de trece siglos de historia de Laciana. Un relato que arranca en la I Edad de Hierro y que parece perderse en unos todavía “enigmáticos” siglos en los que los primeros cristianos podían estar empezando a poblar los montes leoneses en época visigoda. Este valle sabe ahora algo más de su origen y su pasado gracias al proyecto impulsado por el Ayuntamiento de Villablino con fondos Miner para la excavación y puesta en valor de estos poblados castreños.

Unos trabajos que han sido llevados a cabo por el equipo de Alacet Arqueólogos, con Javier Quintana y Rubén Rubio al frente. Ya a principios de verano, con el fin de la primera fase de las excavaciones, quedó patente el origen astur de estos yacimientos y ahora, finalizada toda la intervención en ambos asentamientos, surgen nuevos datos tras descubrir todo el sistema defensivo del castro de La Zamora -en un sector al noroeste de la acrópolis- y nuevas zonas de hábitat del interior de La Muela.

“El hecho de que haya distintas estructuras defensivas que son remodeladas con el paso del tiempo, tanto en La Muela como en La Zamora, indica que ha habido una ocupación muy vigorosa y dilatada en el tiempo”, afirma Rubén Rubio. Y es que según los materiales encontrados, la vigencia de estos castros abarcaría desde el siglo VII a.C. hasta aproximadamente el siglo VI d.C. o incluso puede que más tarde.

Una información que, destaca Rubio, es “muy valiosa” no sólo para Laciana sino para toda la cuenca alta del río Sil, así como para las comarcas vecinas de Babia y Omaña. “Son datos novedosos porque las excavaciones que hay en el contexto de castros son muy pocas, hay que pensar que el castro más cercano excavado es el castro de Chano, que está en Fornela”, puntualiza.

Si en las primeras excavaciones se descubrieron las murallas de La Muela, erigidas en la II Edad del Hierro (VI a.C.) y ampliadas por los conquistadores romanos a principios del siglo I d.C., los trabajos de la segunda fase, que se prolongaron hasta bien entrado el otoño, revelan una ocupación prerromana todavía anterior en La Zamora y corroboran que el otro castro, además de ser romanizado, pudo seguir ocupado hasta en época visigoda o altomedieval.

“El castro de La Zamora tiene ocupación desde la I Edad de Hierro hasta la segunda y, en principio, parece que los romanos no lo ocuparon, mientras que en La Muela, su origen está en la II Edad de Hierro, este si que fue romanizado y es posible también que en época visigoda o altomedieval siguiera ocupado”, explica el arqueólogo.

Carbono 14

En el poblamiento de La Zamora, perteneciente al pueblo de Sosas de Laciana, fueron fundamentales los análisis de Carbono 14 para su datación y establecer así un origen anterior al del otro yacimiento. El motivo, los materiales hallados en su excavación fueron muy pocos, sólo 17 fragmentos cerámicos -que son los que aportan mayor información sobre la cronología- en una superficie de aproximadamente 400 metros cuadrados. “En este caso son materiales bastante inexpresivos por si mismos, no dicen gran cosa”, reconoce Rubio, que indica que de ahí la importancia de realizar esos análisis para su datación.

Esas pruebas determinaron dos fechas, una más antigua que se situaría en torno al siglo VII a.C. con la construcción de una línea defensiva y otra que apunta al siglo V a.C. y que coincidiría con la segunda remodelación de las defensas. “Por eso sabemos que el origen es en la I Edad de Hierro y continúa la ocupación durante la segunda, la muralla nos da el tránsito entre las tres lineas amuralladas no coetáneas, cada una supone la remodelación de la otra”, precisa.

Así, en La Zamora, las únicas evidencias detectadas de las cabañas de los habitantes de los castros son varios hoyos de poste y otras estructuras subterráneas, que hacen pensar a los arqueólogos que posiblemente estuvieran levantadas con madera, ramas y barro. Un castro de origen astur, con un emplazamiento a mayor altura y en una zona desde la que dispone de un control más amplio del territorio que se ajusta al modelo de ocupación prerromana.

Aunque comparten un origen astur, el modelo de ocupación del otro castro ubicado en Rioscuro, el de La Muela, es distinto y en la segunda fase los trabajos se han centrado principalmente en el estudio del urbanismo en una zona interior, cercana a la muralla. Allí los arqueólogos descubrieron una destacada vivienda construida a dos niveles mediante aterrazamientos y con las puertas orientadas al noreste, que correspondería a los siglos en los que el poblado estuvo romanizado. Una ocupación romana que parece estar vinculada a explotaciones de oro existentes en las montañas de los alrededores.

Ocupación visigoda

Otro dato importante que han aportado las excavaciones en el interior de La Muela es su posible ocupación incluso hasta época visigoda. “Aunque no es una revolución porque desde algunos años ya se conoce algo más sobre estas ocupaciones tardías de los castros”, apunta Rubén Rubio, es un hecho bastante novedoso por ser una zona en la que no se han hecho grandes intervenciones ni excavaciones y porque, en general, hay “un gran desconocimiento” sobre esos siglos.

“El desconocimiento sobre esa época es prácticamente absoluto, desde que cae el imperio romano -incluso en sus siglos finales- en toda esta zona del noroeste de León no se conoce absolutamente nada de yacimientos visigodos y, en ese sentido, son muy importantes los datos que podamos extraer”, insiste el arqueólogo, que apunta a dos elementos determinantes para poder pensar en la ocupación tardía de este asentamiento.

Por un lado está la reforma de las defensas de La Muela. La entrada que había en la muralla en época romana se cierra y se tapia para hacer un acceso al castro por otro sitio y, al no haber aparecido materiales de época tardorromana (IV-V d.C), se determina que esa reforma se tuvo que producir en época posterior. “Podríamos hablar de materiales de los siglos VI, VII o, incluso, del siglo VIII después de Cristo”, apostilla Rubio.

Pero lo que realmente respalda la hipótesis de esa ocupación es también alguna cerámica y, sobre todo, una pieza de barro cocido. “Es una especie de ladrillo que tiene mucha decoración con líneas geométricas y círculos y que podría corresponder a algún edificio de época visigoda o altomedieval, nuestra hipótesis es que sería un edificio de culto, una basílica o una iglesia de los primeros momentos del cristianismo”, aclara.

Un proyecto con tres caras

El proyecto ‘Excavación y puesta en valor de los poblados castreños del Valle de Laciana’ cuenta con una inversión de un millón de euros y tiene una triple vertiente. En primer lugar está el objetivo de recuperación del yacimiento a través de las excavaciones arqueológicas mientras que, en segundo lugar, se persigue convertirlo en un foco de atracción turística dentro de la comarca y, por último, en su dimensión social busca que la población local de Laciana conozca su historia y su pasado.

“Como son fondos públicos del Miner y el patrimonio es de todos, creemos que es fundamental dar a conocer los resultados a la opinión pública y, sobre todo, a los habitantes de Laciana”, afirma Rubio, que explicó que en verano ya hicieron una charla para explicar el avance de las excavaciones y que el pasado 13 de octubre hicieron unas jornadas de puertas abiertas a las que asistieron unas 150 personas en varios turnos, además de las visitas que han recibido de colegios e institutos. El proyecto se completará con un centro de interpretación en las antiguas escuelas de Rioscuro, que abrirá sus puertas en los próximos meses.

Así, la última actividad serán unas jornadas arqueológicas que tendrán lugar el 28 y 29 de noviembre y que servirán para dar a conocer los resultados de las excavaciones, aunque no de forma definitiva porque quedan aún datos por analizar. El primer día pasarán por la casa de la cultura de Villablino los asesores científicos del proyecto, que son el reconocido arqueólogo del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Francisco Javier Sánchez-Palencia, que hablará sobre poblamientos castreños y minería de oro, y la experta de la Universidad de León (ULE), Margarita Fernández Mier, que explicará la articulación territorial del Noroeste en época tardoantigua.

“Ya que hemos acabado el trabajo de campo queremos presentar y dar a conocer lo que hemos descubierto”, afirma Rubén Rubio, que intervendrá al día siguiente junto al otro director de las excavaciones, Javier Quintana, para revelar los hallazgos que durante cinco meses han realizado en estos dos desconocidos castros y que ahora sacan a la superficie más de 1.300 años de la historia del valle de Laciana.