El Museo de la Naturaleza y el Hombrede Santa Cruz de Tenerife incorporó hace unas semanas dos nuevas momias guanches a sus famosas vitrinas dentro del ámbito Mundo funerario. Se trata de dos guanches procedentes de la Escuela de Medicina Legal y Forense de la Universidad Complutense de Madrid que ahora salen de los almacenes del centro para mostrarse ante los visitantes. Ambos cuerpos sustituyen a dos momias que Museos de Tenerife envió a Granada para una gran exposición de más de 1.500 metros cuadrados a la que se podrá asistir hasta septiembre del año que viene.

Protegidas tras un cristal, con unas condiciones de humedad y temperatura sin igual y en una de las mejores vitrinas del mundo para la conservación de restos humanos, se encuentran dos nuevas momias a la vista de todo el que visite el Museo de la Naturaleza y el Hombre de Santa Cruz. Aquello de ponerle nombre a los cuerpos, explica el director del centro, Conrado Rodríguez, pasó de moda y por eso estos dos son, simplemente, los nuevos.

Una mujer y un hombre adultos componen la nueva atracción. La mujer mide entre 1,56 metros y cuenta con una buena conservación de los órganos internos. Tenía entre 25 y 30 años cuando falleció y tiene una robustez mediana.

El varón mide 1,76 metros y tenía una edad de entre 30 y 35 años de edad en el momento de su muerte. Contaba con una complexión robusta mediana y conserva restos de pelos en la barba y en el lateral derecho de la cabeza.

Los soportes de ambas momias, además, están hechos con material inerte de conservación, el tyvek, y que están realizados a la medida de cada espécimen. Estos cuerpos se encuentran relativamente bien conservados pero están incompletos. La momia que corresponde al hombre solo cuenta con la parte superior del tronco, la cabeza y los brazos, mientras que a la mujer le falta la cabeza.

Esta dos momias se encargan de sustituir el hueco que dejaron los dos cuerpos con los que Museos de Tenerife colabora en la exposición Momias, testigos del pasado, que se celebra desde el pasado mes y que estará abierta hasta septiembre del próximo año en el Parque de las Ciencias de Granada. En la Península, las dos momias ocupan un módulo especial dedicado a la cultura guanche.

Esos cuerpos que ahora se encuentran en Andalucía supusieron un hito en el mundo de la arqueología puesto que fue la primera devolución de restos humanos momificados de América a Europa hace once años. Fue a finales del siglo XIX cuando las momias viajaron a Necochea, en Argentina, y allí permanecieron hasta que el museo chicharrero las reclamó.

Sin embargo, las nuevas momias que ahora están en el Museo tampoco se quedan atrás en lo que a viajes se refiere. Los guanches estuvieron en la Península durante muchos años. Se ignora cómo salieron de Tenerife pero en 1862 había muchos cuerpos almacenados en los sótanos del Gobierno Civil de Santa Cruz y estas dos podrían estar incluidas en ese lote. En 2011 llegaron del Museo Nacional de Antropología de Madrid, a donde fueron llevadas en la década de los 70 para proceder a su estudio forense y antropológico. Todo esto gracias a un convenio firmado en 2009 para la exposición y estudio de los restos.

Conrado Rodríguez explica que no se sabe a ciencia cierta pero "se piensa que salieron de Tenerife en la segunda mitad del siglo XIX" y, tras un breve paso por el Museo Arqueológico Nacional, llegaron al Museo Anatómico, fundado y financiado por González de Velasco, y que, posteriormente, fue adquirido por el Estado pasando a ser el Museo Antropológico Nacional.

El Museo Reverte, en realidad llamado Museo de Antropología Médico-Forense, Paleopatología y Criminalística, fue fundado por el profesor José Manuel Reverte Coma en 1994. Este espacio alberga colecciones que incluyen, por ejemplo, cráneos medievales y exóticos, especímenes patológicos, anatomía comparada, armas, criminalística, instrumentos médicos, policiales y antropológicos, animales diversos, plantas diversas y también tiene una serie de restos momificados.

El sol del día y el calor del fuego por la noche ayudaron a que estos restos se conservaran bien. Materiales como la piedra pómez o el romero, una buena tela para sellar el cuerpo y un ambiente propicio hicieron el resto. Y así aún hoy se puede averiguar un poco del pasado aborigen a través de sus pieles cuarteadas, esos ojos cerrados y esas bocas que parecen que se abrirán para descubrir los secretos de un pueblo con tanta historia.

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