La ministro de Cultura, González-Sinde y el presidente del Principado Álvarez Areces en el Arqueológico de Oviedo. Foto: Luisa Murias

 

Vía: LNE | 21 de marzo de 2011

 

El Museo Arqueológico de Asturias ha reabierto hoy sus puertas tras doce años de trabajos y una inversión superior a los 16 millones de euros para mostrar una "colección sobresaliente" en lo que es ya una de las instituciones más "importantes, emblemáticas y modernas" de la arqueología española.

En estos términos se ha expresado hoy la ministra de Cultura Ángeles González-Sinde, que ha presidido junto al jefe del Ejecutivo asturiano, Vicente Álvarez Areces, el acto de inauguración del nuevo Museo Arqueológico, que ha duplicado su espacio expositivo.

Un centenar de invitados del mundo de la cultura y sociedad asturianas se dieron cita en este acto al que, sin embargo, no acudió ningún representante del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Oviedo, en manos del PP.

"Tanto la espera como el esfuerzo económico han merecido la pena", ha señalado la titular de Cultura, que ha destacado el esfuerzo que está haciendo su Ministerio para salvaguardar la memoria arqueológica del país, modernizar sus museos y lograr una mayor difusión entre los ciudadanos.

En su opinión, hay que tener en cuenta que la cultura no es un gasto, sino que es una inversión que hace al país más rico sin generar burbujas.

Areces tampoco ha podido ocultar su satisfacción por la reapertura de este equipamiento y que, al igual que el Archivo Provincial, ha sido inaugurado por la misma ministra González-Sinde.

"El museo es una joya espectacular que acumula nuestro milenario pasado y que se encuentra a la altura de los mejores del país", ha subrayado Areces, que ha incidido en que el museo precisaba de una ampliación que estuviese acorde con la calidad y cantidad de los fondos que alberga.

Al igual que la ministra, ha señalado que la cultura es una "verdadera inversión de cara al futuro" y que por eso a lo largo de los doce años que ha estado al frente del Ejecutivo regional ha destinado a este capítulo más de 300 millones de euros.

Areces ha destacado también que en menos de 15 días Asturias va a contar con tres grandes infraestructuras culturales -el arqueológico, el Centro de Arte Rupestre de Tito Bustillo y el Centro Internacional Oscar Niemeyer- y que en el plazo de un año quedará terminada la ampliación del Museo de Bellas Artes de Oviedo, ciudad que en esta legislatura ha recibido más de 70 millones de euros de inversión en materia cultural.

El Museo Arqueológico, que ha abierto más de dos años después de que se culminasen las obras de ampliación acometidas en el antiguo monasterio de San Vicente, podrá visitarse de forma gratuita durante los próximos seis meses, de martes a domingo.

La institución expositiva más antigua de Asturias, inaugurada en 1952 en su actual ubicación del extinto Monasterio de San Vicente, en pleno casco antiguo de la ciudad, ha pasado de una superficie útil de 1.622 metros cuadrados a 3.808 metros en los que ofrece un recorrido por la historia del territorio asturiano, desde la prehistoria hasta la baja Edad Media.

El Museo, cuyas raíces se hallan en la colección atesorada durante décadas por la Comisión Provincial de Monumentos de Asturias, constituida en 1844, expone sus piezas distribuidas en cinco áreas: la prehistoria, los neolíticos, el tiempo de los castros, Roma en Asturias y Asturias medieval.

En el recinto del monasterio, que según la tradición, habría dado origen a la ciudad en 761, los arquitectos Fernando Parto y Bernardo García han conservado también e integrado en el recorrido la celda que ocupó el padre Feijóo, uno de los grandes pensadores del siglo XVIII al que la ministra de Cultura ha dedicado hoy buena parte de su intervención.

De hecho, ha afirmado que al igual que Feijóo trataba de encender la curiosidad de los que no sabían, este Museo debe recoger ese espíritu, estimular la curiosidad y servir tanto a expertos e investigadores como a escolares. EFE

 

 

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3.808 metros de historia

 

Vía: elcomerciodigital | Paché Merayo | 20 de marzo de 2011

Fotos: Mario Rojas.

 

El Museo Arqueológico de Asturias reabre mañana sus puertas al público más de dos años después de que se dieran por terminadas las obras de ampliación y reforma con las que no sólo se recupera el equipamiento expositivo en el que se atesora el pasado, sino también el bello monasterio de San Vicente. 10,2 millones de euros, de los que 5,5 fueron inyectados por la adminstración central, han sido necesarios para que el museo volviera a la vida y reapareciera duplicado. Ha crecido hasta llegar a los 3.808 metros cuadrados -cuando antes superaba con poco los 1.600-, y ofrece a sus nuevos visitantes un proyecto museográfico totalmente renovado. Su misión, arrojar arroja luz a la colección que empezó a constituirse en 1844 y pasó por varios espacios antes de llegar a la calle de San Vicente, donde la leyenda data el origen de la ciudad de Oviedo en 761.
Situado en la calle San Vicente número 3, tendrá mañana una invitada de lujo en la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, que aprovechará su visita asturiana para presidir también la XVI reunión del pleno de la conferencia sectorial de Cultura, que celebrará bajo la vicepresidencia de la consejera de Cultura asturiana, Mercedes Álvarez.
Pero eso será antes de que el Museo Arqueológico de Asturias, de titularidad estatal y gestión regional, reabra sus puertas para mostras los varios centenares de piezas que hoy todavía esperan en silencio futuras miradas. Las piezas que ponen de nuevo a la vista las entrañas del pasado, después de que 15 expertos, bajo la coordinación de Carmen Fernández Ochoa, decidieran la manera más atractiva y didáctica para obrar el encuentro con el público.
Siguiendo sus directrices, en el punto de partida, un «auténtico cruce de caminos y circulaciones», se ofrecerá orientación para emprender el viaje al pasado. Paneles, un directorio y un audiovisual introducirán a viajero.
Áreas temáticas
En la primera planta está expuestas el área uno, dedicada a la Prehistoria, y el área dos, que determina el escenario del Neolítico y la era de los metales. Para ilustrar la primera, se partirá de «una somera descripción de la evolución climática», para entrar «en la primera presencia de los homínidos en Asturias y revisar sus primeras manifestaciones».
La muestra ofrecerá en este área las expresiones que conocemos de los neandertales, gracias a las investigaciones realizadas en la cueva del Sidrón.
En el área dedicada al Neolítico son elementos singulares «las recreaciones de las Minas del Aramo, la primera y más importante manifestación de explotación minera de Europa, y del Ídolo de Peña Tu», el mejor ejemplo de Asturias de arte esquemático.
El capítulo tres lo ocupa la cultura castreña que marca, «de manera inequívoca, las raíces de la identidad de Asturias hoy». Para acercar al visitante a su verdad se ha buscado integrar los avances realizados en los últimos años sobre el conocimiento de las fases más antiguas de los castros asturianos, que enlazan claramente con las últimas fases de la Edad del Bronce.

Le sigue una cuarta área, dedicada a Roma en Asturias. Su recorrido continua en la segunda planta, pero ya en el claustro alto del viejo convento. Allí se expone toda la información de la romanización hallada en las dos últimas décadas. En este área la renovación del material expositivo es total. Aquí se recrean civitas como Noega o de villas como la de Veranes.
Abandonado el claustro alto, el visitante puede subir a la tercera planta para encontrarse con el medievo. Es la quinta área y en ella se ofrece un extraordinario muestrario de lo que fue el Reino de Asturias, desde el año 718 hasta el 925 (cuando Fruela II accedió al trono del Reino de León). Se contará aquí la evolución de la cultura material hasta el siglo XV toda una novedad, gracias a los avances en la investigación de los últimos veinte años.
Y para terminar, la unidad complementaria. Ubicada en la sala anexa al claustro alto, en la antigua biblioteca, da uso a la antigua escalera monumental y paso a la muestra de la evolución de la investigación arqueológica en Asturias y de los diferentes montajes históricos del museo.
El elemento más destacado de este apartado será la recreación de la antigua Celda de Feijoo (a la izquierda), elemento singular en el antiguo equipamiento con el que se «hace referencia al intelectual más importante del siglo XVIII en España, junto con Jovellanos» y cita obligada en el que mañana se reabre.

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No están nada mal 12 largos años de espera. Debería caerles la cara de vergüenza a quienes inauguran algo así después de transcurrido semejante tiempo. Pero, en fin, es lo que hay en este país, donde la vergüenza política es inexistente.

 

Ahora habrá que ver con calma cómo ha quedado el plan museográfico. Nos lo anuncian de modo excelente, y esperemos que, al menos, algo se le acerque.

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Respuestas a esta discusión

 

A continuación, una interesante entrevista a la catedrática de Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, Carmen Fernández Ochoa, quien ha dirigido el equipo que ha diseñado el plan museográfico.

 

«El arte de la Monarquía asturiana es original y único, nada tiene que ver con el Románico»

 

• En el Arqueológico hay mucho material inédito que antes estaba en la mesa del investigador y ahora se muestra al público para su conocimiento y disfrute

 

• A algunos les interesa destacar nuestra parte belicosa y se empeñan en decir que somos fantásticos porque nunca nos conquistaron los romanos, pero eso es mentira

 

Vía: LNE | Andrés Montes | 27 de marzo de 2011

 

Carmen Fernández Ochoa, ante la Torre del Reloj de Cimadevilla, en Gijón. Foto Isaac Rubio

 

Que la historia está sujeta a una continua reescritura es algo que la naviega Carmen Fernández Ochoa, catedrática de Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, ha vuelto a dejar patente en el Museo Arqueólogico de Asturias, recién abierto tras la rehabilitación y ampliación del edificio. La arqueóloga que puso al descubierto el Gijón romano, y cuyo trabajo aporta una nueva visión de la Asturias sujeta al imperio, ha dirigido al equipo encargado de reorganizar la colección de un centro totalmente renovado. Fernández Ochoa considera que el museo muestra ahora una historia de Asturias algo distinta como resultado de las investigaciones de los últimos años que ahora se incorporan a esta exposición pública.

-¿El visitante del Museo Arqueológico se encara con una nueva visión de la historia de Asturias?

-Creo que sí, por distintas razones, y una de ellas, fundamental. El hilo conductor del museo, la narración histórica que subyace a esos materiales que se presentan, tiene muchísimas novedades y puntualizaciones sorprendentes, resultado de las excavaciones de los últimos años. Hay que revisar cosas que están escritas en libros y manuales y que a partir de las últimas investigaciones se reflejan de otra manera. Es una lectura novedosa dentro de un esquema histórico bastante conocido.

-¿Cuáles son esas sorpresas a las que alude?

-Empezando desde abajo, es la primera vez que se representa el tipo neandertal. También resulta impresionante la colección de arte mueble del período Magdaleniense, piezas muchas de ellas, inéditas. Hay una nueva disposición en el enfoque del Neolítico en Asturias y una forma original de presentar Peña Tu. El museo cuenta con mucho material desconocido que ha pasado de la mesa del investigador a la exposición al público para su conocimiento y disfrute. Todo lo castreño que hay en la segunda planta es mayoritariamente novedoso, y el propio período romano en sí, con todo lo que se ha excavado en los últimos años. Una de las novedades más importantes es la implantación que se ha hecho del arte de la Monarquía asturiana, que es como hay que llamarlo, porque Prerrománico no es correcto, no tiene nada que ver con el Románico. El arte asturiano es una arte original y único. No es el origen del Románico, es otra cosa distinta. Hay que valorar la limpieza, recuperación y presentación que se ha hecho de esas piezas.

-Resulta poco habitual esa coincidencia de la renovación completa del edificio que alberga el museo con la propuesta de una nueva lectura de la historia.

-El edificio ha condicionado la organización de la colección. El museo tiene que ser cabecera de todos los centros locales o comarcales, el museo base de la arqueología asturiana. Era una oportunidad única de renovar las dos cosas, el edificio y el discurso histórico. Se ha tardado más de lo que todo el mundo hubiera querido. Yo me incorporé hace tres años, desconozco el proceso anterior, pero en este tiempo hemos desarrollado mucho trabajo, con un equipo científico de la Universidad de Oviedo y de otras universidades, y un equipo técnico de apenas cuatro o cinco personas, más una restauradora. Ha sido un privilegio hacerlo, pero esto ha supuesto mucha dedicación y un sacrificio para quienes teníamos que compatibilizarlo con la docencia.

-El peso de la romanización en Asturias se agranda con las excavaciones y la investigación de los últimos años, ahora tenemos una nueva visión del paso de Roma por Asturias.

-Sobre esto hay dos aspectos. Uno es la presencia romana en el ámbito de la zona central, Lugo de Llanera y Gijón, y otro la fórmula en la que Roma se implanta en las zonas castreñas. La gran labor que se hizo en la cuenca alta del Navia o en la cuenca del Eo por parte de Ángel Villa y sus colegas resulta relevante para conocer ese aspecto. Eso es algo que en el museo destaca de una manera muy notable. No se trata del peso de la romanización de una manera aislada, sino del peso de nuestra romanización, de lo astur-romano, de la síntesis en que termina ese proceso. Hay quien piensa que estamos sacándonos la romanización de la manga. Lo que ha ocurrido es que se han realizado excavaciones en zonas urbanas provechosas en el hallazgo de materiales y que se ha sabido estudiar muy bien todo lo que ha sido la presencia de Roma en zonas tradicionales. En el museo se muestran ahora una serie importante de piezas que estaban medio perdidas u olvidadas y a las que ahora se les ha dado el contexto histórico adecuado.

-Las suspicacias que surgen sobre esa visión novedosa de lo romano en Asturias quizá proceden de quienes consideran que eso derriba el mito de la bravura o de la Asturias indómita.

-Eso viene de una mala lectura de las fuentes textuales, no sólo de los hallazgos arqueológicos. Las fuentes textuales tienen mucho interés en decir que Augusto fue un fenómeno. Cuanto más bravo es mi enemigo mejor soy yo. Ésa es la interpretación que se hace ahora por parte de los historiadores, no ya de los arqueólogos. Si se desmitifica eso, queda un proceso en cual hay guerra y hay pacto. En el museo se aprecia que Roma operó con todo lo que pudo para someter y ese sometimiento trajo una transformación importante. Sería un tontería cuestionar esto; pero ello ni implica ni desmerece nada, es un proceso que «padeció» toda la península Ibérica, y toda Europa. Cántabros y astures fueron los últimos sometidos, entre otras razones, porque la política interna de Roma no estaba lo suficientemente madura como para abordar una tarea tan compleja en una zona montañosa y desconocida. En el momento en que hay un Gobierno fuerte en Roma se acaba el problema y nos sometemos. Y ese sometimiento se hace, como ahora, por la vía diplomática y por la vía de la guerra. A partir de ese pacto se cambiaron muchas costumbres. Roma cuando conquista un territorio lo primero que hace es tomar posesión de la tierra y repartirla como le parece. Me gusta usar el término astur-romano porque lo que nace de ahí no es Roma, surge una nueva forma de vida, nuevas costumbres en las que están presentes los dos agentes, el que está aquí -que yo no quiero llamar indígena porque es una palabra que me molesta-, una población autóctona que se ve inmersa en un circuito histórico en el que Roma ha metido a toda España... Nadie puede decir lo contrario, aunque esto admite interpretaciones. Hay a quien le interesa destacar la parte belicosa y se empeña en decir que somos fantásticos porque nunca nos conquistaron, pero eso es mentira. Al cabo de un tiempo hablábamos asturiano, que viene del latín, por algo será. Hay toponimia, lengua, creencias, costumbres, modos de vida? que son consecuencia de un proceso de romanización y no se trata de que eso nos guste o nos deje de gustar, eso es así. Lo que resulta absurdo es negar etapas de la historia, como quieren hacer.

-Detrás de ese cuestionamiento de la romanización hay, las más de las veces, una carga ideológica muy fuerte, no se trata de sólo de una discrepancia en la interpretación histórica.

-La presencia de Roma no niega lo anterior. Hay un proceso de integración en el que funcionan dos agentes. Hay zonas donde uno de esos agentes, Roma, puede más, que es en la zona central de Asturias, la zona más rica, y otras donde puede menos. Todas las estelas vadinienses tienen expresiones netamente romanas, sus nombres son los de la aristocracia vadiniense, los que pactan y los que asumirán luego el cobro de los tributos y otros cometidos con los que se vertebra la estructura del imperio.

-Los museos se conciben ahora como instrumentos turísticos, para atraer al visitante. No hay alcalde que no quiera tener uno...

-El nivel cultural de un país también se mide por ahí. Las autoridades saben de ese interés popular y los museos se utilizan con fines políticos, no sólo culturales. En este terreno, Europa nos lleva mucha delantera, pero no todo lo que se encuentra en arqueología es museable. Hay muchas cosas que deben publicarse y darse a conocer, pero no hay que conservar todo lo que sale ni empeñarse en convertirlo en museo. Lo que ocurre es que cuando tu trabajo no tiene una repercusión pública de ese tipo nadie te paga una investigación. La posibilidad que tienes de investigar y de trabajar se amplía cuando lo que haces, los potenciales hallazgos, tienen una vertiente pública. Las termas de Gijón fueron objeto de diatriba en un momento determinado, y hoy son lugar casi obligado para quien visita la ciudad.

-... Pero ésa es una presión ajena al trabajo del arqueólogo, que responde a factores que nada tienen que ver con lo científico.

-Eso depende del historiador o del arqueólogo. Hay un plus de voluntarismo en quienes se dedican a esto que no es normal. Existe un espíritu de sacrificio y de rescate de las cosas del que carecen otras profesiones. La arqueología es una pasión, y por eso no logramos una profesionalización profunda, económicamente hablando.

-En los museos también a veces se aprecia una cierta banalización de la historia.

-El museo es la expresión pública de un pasado, para que la gente se pueda enterar de cuál es su historia, no está pensado para los profesionales, sino para el público en general, su objetivo es conservar y difundir la cultura. Éste es el cometido que siempre ha tenido el museo y que seguirá teniendo. Es el lugar donde el visitante se enfrenta a unos materiales que le hablan y responden a sus preguntas. Se trata de conseguir que la gente entienda lo que está viendo. Es cierto que a lo largo del tiempo hay muchas formas de concebir los museos. Hoy domina el modelo interactivo, tomado de los museos de ciencia, algunos de cuyos aspectos hemos adoptado.

-El pasado que tenemos en sus distintas etapas es tan rico que su protección nos desborda, es una tarea que nos supera a los herederos.

-Si partimos de un concepto amplio de lo que es pasado, todo lo que fue ayer ya es arqueología. Hay etapas de la historia que resultan especialmente sensibles para su conservación en el futuro y otras que no lo son tanto porque disponemos de mucha documentación escrita o están más vistas o estudiadas. El mundo antiguo y el mundo medieval, y me refiero casi hasta el siglo XVI, están más necesitados de protección. Hay quien no está de acuerdo con esta afirmación porque también una fábrica de cervezas necesita protección, pero es verdad que esto nos desborda. En ocasiones nos enfrentamos a muchos rastros de una actividad reciente ya extinguida, que no podemos conservar en su integridad tal como fueron, pero sí podemos escribir su historia porque disponemos de muchísima información y de elementos materiales. Esto no ocurre con otras épocas, a mi nadie me contó cómo fue el Gijón romano. Lo que tengo he de conservarlo para que la lectura que yo hago hoy alguien pueda revisarla dentro de unos años y aportarle matices que yo no he sabido ver, que es normal que no los vea porque los medios de que disponemos ahora son más limitados que los que tendremos en el futuro. Hemos puesto las ciencias al servicio de la arqueología. Eso es impresionante. Que ahora mismo el ADN me esté dando el perfil de una familia neandertal es algo que no podíamos hacer hace diez años. Hay etapas muy sensibles a la conservación, y ahí los museos tienen un cometido muy importante.

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