Historiadores aseguran haber encontrado el Santo Grial, la copa utilizada por Jesús en la Santa Cena

El secretario de la Fundación Monteleón, José Manuel Fernández Corral (en el centro), presenta el libro ‘Los reyes del Grial’ con la presencia de sus autores, Margarita Torres y José Miguel Ortega. / Foto: Campillo

Fuente: noticiacristiana.com | 31 de marzo de 2014

 

Los historiadores Margarita Torres y José Miguel Ortega del Río presentaron su libro ‘Los reyes del Grial’, que recoge una exhaustiva investigación científica desarrollada durante tres años que demuestra “sin lugar a dudas” que el Santo Grial, “la copa que la comunidad cristiana de Jerusalén en el siglo XI consideraba que era el cáliz de Cristo, se encuentra ubicada en la Basílica de San Isidoro de León”.

 

La copa que utilizó Jesucristo en la Última Cena o Santa Cena es el cáliz de doña Urraca (izquierda) y llevaría cincuenta y cuatro años expuesta sin que nadie supiera su origen.

 

Según ese estudio, esta famosa copa sería la conocida como el cáliz de doña Urraca, y habría pasado completamente desapercibido. De hecho, desde hace más de cincuenta años que se expone en el Museo de la Colegiata de San Isidoro de León.

 

El Santo Grial o cáliz de Cristo es un objeto que por su valor histórico y religioso, y por los mitos y leyendas que le rodean, ha obsesionado a muchos durante siglos y ha servido a otros tantos como inspiración para multitud de obras de ficción.

 

Margarita Torres, ha detallado que este hallazgo está confirmado mediante el descubrimiento de dos pergaminos originales egipcios fechados en el año 1054, que recogen que el cáliz fue enviado al rey de León Fernando el Grande, tras haber sido saqueado de la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, donde había permanecido desde el siglo IV.

 

Estos documentos prueban “sin ninguna duda” que el cáliz fue entregado en señal de agradecimiento después de que el monarca leonés enviara un gran cargamento de víveres a Egipto, en un “año de gran hambruna”. La investigación demuestra, por lo tanto, que el que cáliz que era considerado el Santo Grial por la comunidad cristiana del siglo XI se encuentra en León.

 

Foto: Uno de los documentos relacionados con la reliquia

 

Otra de las evidencias que apoyan la tesis de estos dos historiadores es que, según recogen los pergaminos egipcios, durante el traslado de la reliquia a León una de las esquirlas del cáliz se saltó. Esa misma esquirla le falta al cáliz denominado hasta ahora cáliz de la Infanta Doña Urraca, hija de Fernando I el Grande, y que está ubicado desde el siglo XI en la basílica de San Isidoro.

 

Foto: Detalle de la esquirla arrancada al Cáliz de Doña Urraca.

Además, la datación de la copa, que no se ha podido realizar mediante la prueba del Carbono 14 por no tratarse de un resto orgánico, sino que se ha realizado mediante un completo estudio de acuerdo a su tipología, ha demostrado que pertenece al periodo comprendido entre el siglo I antes de Cristo y el I después de Cristo, lo que coincidiría también con el momento en el que se cree que Jesús utilizó el Santo Grial.

 

Se trata, ha agregado Ortega del Río de “un enorme puzzle al que ahora se encajan las piezas que estaban deslavazadas”, que ha reconocido que “aún quedan muchas preguntas sin resolver” en torno a este asunto, aunque ha confiado en que tras este primer hallazgo “salgan a la luz nuevas investigaciones que lo completen”.

 

El edificio de Botines de León ha acogido la presentación de ‘Los reyes del Grial’, que ha sido patrocinado por la Fundación Monteleón. Su presidente, José Manuel Fernández del Corral, ha manifestado que la obra “merece el apoyo de la institución por sus aportaciones históricas e implicación con León”.

El Santo Grial leonés: cuando la fe acapara titulares, la Historia salta por la ventana

Fuente: blogs.elcorreo.com/magonia |  Luis Alfonso Gámez| 2 de abril de 2014

Dos historiadores firman un libro en el que sostienen que el durante siglos venerado como cáliz de la Última Cena está en la basílica de San Isidoro de León. Casualidades de la vida, la investigación la ha pagado la Junta de Castilla y León, así que todo queda en casa. Y los medios locales y confesionales están embriagados. A la habitual ausencia de espíritu crítico ante afirmaciones extraordinarias, se suma en este caso el plus de fervor que acompaña a casi toda noticia religiosa.

Y así hemos leído en los últimos días titulares memorables como “El Grial mete a León en la leyenda”“La reina doña Urraca de Zamora donó el Santo Grial a una iglesia d...“Historiadores aseguran haber encontrado el Santo Grial, la copa ut...“León escondía desde hace casi mil años el primer cáliz que se crey... y hasta “Franco bebió del Santo Grial en León”. Y Indiana Jones jugándose el tipo entre nazis… Pero vayamos con los hechos.

Margarita Torres, profesora de historia medieval de la Universidad de León, y el historiador del arte, José Miguel Ortega del Río, defienden, en su libro Los reyes del Grial, que el llamado cáliz de doña Urraca incluye la copa de la que los primeros cristianos creían que bebió Jesús de Nazaret en la última cena con sus apóstoles antes de ser apresado y crucificado. Dicen que la reliquia es el cuenco superior de ágata de la copa.

Según dos pergaminos consultados por los autores en la biblioteca cairota de la Universidad de Al-Azhar, la pieza estaba formada en un principio por un cuenco de ágata de época grecorromana y permaneció durante siglos en la iglesia del Santo Sepulcro. Tras el saqueo de ésta, acabó en manos del califa de Egipto, que se la regaló en el siglo XI al emir de la taifa de Denia como agradecimiento por haberle auxiliado con víveres durante una hambruna. Poco más tarde, el emir se la envió como muestra de buena voluntad a Fernando I de León (1016-1065), y con el paso del tiempo la pieza llegó a su nieta Urraca (1081-1126). Ya reina de León, ésta recubrió el cuendo con oro y piedras preciosas, dando lugar a un cáliz que está en la basílica de San Isidoro de León desde hace casi mil años.

Los autores de Los reyes del Grial, que saldrá a la venta el lunes, aseguran que pueden demostrar “científicamente” que “la copa que la comunidad cristiana de Jerusalén en el siglo XI consideraba que era el cáliz de Cristo se encuentra ubicada en la basílica de San Isidoro de León”. Habrá que leer el libro para ver si lo hacen, pero que esa pieza fuera la que los cristianos de Jerusalén o los autores de los pergaminos consultados consideraban el cáliz de Cristo no implica que lo fuera realmente. También hoy podemos afirmar que la sábana santa de Turín es la tela que se exponía en Lirey (Francia) en el siglo XIV, aunque sabemos que no pudo cubrir el cuerpo de Jesús de Nazaret, tal como demostró el análisis del radiocarbono en 1989. Si los autores de Los reyes del Grial van más allá y sostienen que estamos ante la copa usada por Jesús en la Última Cena, como ha recogido la Prensa en algunos titulares, estaríamos ante un ejemplo de pseudohistoria.

Estos días se ha recordado que fue el arqueólogo Antonio Beltrán el primero que encontró “sorprendentes analogías arqueológicas” entre el Santo Grial y el cáliz de doña Urraca, y también “el primero que las utilizó en favor de la autenticidad del Cáliz de la Cena”. Pero es que Beltrán también dictaminó en su día que la pieza superior del Santo Cáliz de Valencia -otro candidato a Grial- databa del cambio de era y “bien pudo estar en la mesa de la Santa Cena y ser la que Jesucristo utilizó”. En julio de 2006, Benedicto XVI veneró la copa de Valencia y la utilizó para oficiar misa. Torres y Ortega del Río reconocen que sólo en Europa hay unos 200 griales. El de León es uno más.

La mayoría de los historiadores considera el Santo Grial una leyenda de origen celta, vinculada a los míticos recipientes que proporcionaban alimentos en abundancia y asimilada por el cristianismo en la Edad Media. Quien primero habló del Grial como tal fue Chretién de Troyes en el poema de Perceval, del siglo XII, donde no queda claro qué tipo de recipiente es. Posiblemente poco después, el cuerno de la abundancia se transmutó en el cáliz de la Última Cena y el recipiente en el que José de Arimatea habría recogido la sangre de Jesús de la herida abierta por el lanzazo del soldado romano. Así habría empezado la leyenda que vincula la copa a Jesús de Nazaret y dio lugar a la multiplicación de griales en una Edad Media en la que la fabricación de reliquias fue una muy rentable industria y llegó a haber decenas de, por ejemplo, santos prepucios. El Santo Grial de León es tan auténtico como la pluma de arcángel -no está claro si de san Miguel o san Gabriel- guardada en el monasterio valenciano de Liria.

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